La farmacología musulmana (Saydalah), como una profesión y una entidad separada de la medicina, fue reconocida desde principios del siglo IX. Este siglo no sólo vio la fundación y el incremento del número de tiendas farmacéuticas privadas en Bagdad y sus alrededores, sino en otras ciudades musulmanas también. Muchos de los farmacéuticos que las manejaban eran expertos en el arte boticario y bastante conocedores de la composición, almacenaje y preservación de las drogas.
Los hospitales del Estado también tenían sus propios dispensarios farmacéuticos adjuntos a los laboratorios industriales donde se preparaban jarabes, electuarios, ungüentos, y otras preparaciones farmacéuticas eran realizadas a una relativamente gran escala. Los farmacéuticos y sus tiendas eran periódicamente inspeccionados por un oficial designado por el gobierno, ‘Al Muhtasib’, y su ayudante. Este oficial iba a inspeccionar la precisión en pesos y medidas, así como la pureza de las drogas usadas. Tal supervisión tenía la intención de prevenir el uso de compuestos deteriorados de drogas y jarabes, y salvaguardar al público.
Este surgimiento y desarrollo temprano de la farmacología profesional en el Islam – alrededor de cuatro siglos antes de que tal desarrollo tuviera lugar en Europa - fue el resultado de tres sucesos mayores: el gran incremento en la demanda de drogas y su disponibilidad en el mercado, la madurez profesional y el aumento de la responsabilidad intelectual de los farmacéuticos calificados.
El siglo IX fue testigo, en tierras musulmanas, del periodo más rico hasta entonces en productividad literaria, en la medida en que el arte de la farmacología y la medicina eran objeto de interés. Esta fecunda actividad intelectual abrió el camino para una gran cosecha, en los siguientes cuatro siglos, de autorías, tanto de alta como de mediana calidad. Para la farmacología, estaban circulando un elevado número de manuales sobre temas médicos y para instruir a los farmacéuticos con respecto al trabajo y manejo de sus tiendas.
Algunos autores, y sus importantes trabajos, serán brevemente abordados y evaluados.
Abu Hasan At-Tabari:
Uno de los contribuyentes a la farmacología musulmana fue Abu Hasan ‘Ali At-Tabari. Nació en el año 808. Alrededor de los treinta años de edad, fue invitado a Samarra por el Califa Al Mu‘tasim (833-842), donde sirvió como hombre de Estado y médico. At-Tabari escribió muchos libros de medicina, el más famoso de los cuales es su “Paraíso de la Sabiduría”, completado en el año 850. Este libro contenía discusiones sobre la naturaleza del hombre, la cosmología, la embriología, temperamentos, fisioterapia, higiene, dieta, y enfermedades – agudas y crónicas – y sus tratamientos, anécdotas médicas, y abstracciones y citas de fuentes materiales indias. Además, el libro contenía muchos capítulos en materia médica, cereales, dietas, usos y utilidades terapéuticas de órganos de animales y pájaros, y de drogas y métodos de preparación de las mismas
At-Tabari insistió en que el valor terapéutico de cada droga sea utilizado de acuerdo con el caso particular, y el practicante siempre debe escoger la mejor muestra. Él explicó que el mejor tipo de muestras venía de varios lugares: el mirobálano negro de Kabul, el trébol tembloroso de Creta, áloes de Socotra, y especias aromáticas de la India.
Él también era preciso en describir sus tratamientos terapéuticos. Dijo: “He probado un remedio muy útil para la hinchazón del estómago; el agua de cáñamo y de ajenjo, luego de hervirse y colarse, se debe tomar durante varios días. También, las semillas en polvo del apio (perejil del pantano) mezclado con hinojo gigante, hecho comprimidos y tomados con un líquido adecuado, libera los gases del estómago, articulaciones y espalda (artritis)”.
Para fortalecer el estómago y garantizar la buena salud, él prescribió “el mirobálano negro en polvo con mantequilla, mezclado con azúcar de planta disuelta extractada de la regaliz, y este remedio debe ser tomado diariamente”. Para el almacenaje, él recomendó vasijas de vidrio o de cerámica para las drogas líquidas o húmedas; frascos pequeños especiales para los ungüentos para los ojos; contenedores de plomo para las sustancias grasosas. Para el tratamiento de heridas ulcerosas, prescribió un ungüento hecho de goma de enebro, grasa, mantequilla y diapasón. Además, advertía que un Mizqal (cerca de 4 gramos) de opio o beleño causa sueño y también la muerte.
El primer formulario médico escrito en árabe es el Al Aqrabadin de Sabur ibn Sahl, quien murió en el año 869 H. En este, él daba fórmulas médicas aclarando los métodos y técnicas de composición de esos remedios, su acción farmacológica, la dosis de cada una, y la forma de administración. Las fórmulas eran organizadas de acuerdo a los tipos de preparación en la que eran elaborados, ya sean tabletas, polvos, ungüentos, electuarios o jarabes. Cada clase de preparación farmacéutica es representada junto con una variedad de recetas hechas en una forma específica; sin embargo, ellas varían en los ingredientes usados, en sus usos recomendados y sus efectos terapéuticos. Muchas de esas recetas y sus formas farmacéuticas son recordadas de fórmulas similares dadas en documentos antiguos del Medio Oriente y la civilización greco-romana. Lo que es único es la organización del compendio del formulario-tipo de Sabur, deliberadamente escrito como un libro guía para los farmacéuticos, útil tanto para sus propias tiendas farmacéuticas como para las farmacias de hospitales.
Hunayn ibn Is-haq:
Él era un sabio árabe, murió en el año 873 H. Sus traducciones de Platón, Aristóteles, Galeno, Hipócrates y los Neoplatónicos, hicieron accesible a los filósofos y científicos árabes las importantes fuentes del pensamiento y cultura griegos.
Hunayn, era un cristiano nestoriano que estudió medicina en Bagdad y se convirtió en un muy buen conocedor de la antigua Grecia. Fue designado por el Califa Al Mutawakkil para el puesto de médico en jefe de la corte; una posición que mantuvo por el resto de su vida. Viajó a Siria, Palestina y Egipto, para recolectar manuscritos griegos antiguos. Desde su escuela de traductores en Bagadad, él y sus alumnos transmitieron las versiones árabes y (más frecuentemente) sirias de textos griegos clásicos a lo largo del mundo islámico. Sus traducciones de Galeno son especialmente importantes, ya que la mayoría de sus manuscritos griegos originales está perdida.
El libro de Hunayn “Los diez tratados sobre el ojo”, fue completado en el año 860 H. Después de finalizar el noveno tratado, el autor sintió la necesidad de dedicar un tratado a la composición de drogas para la medicación de los ojos. Extrajo algunas recetas de tratados más antiguos y agregó más prescripciones recomendadas por autores griegos.
Un ejemplo obvio de las utilidades y valores terapéuticos de usar drogas compuestas, es la triaca (el antídoto universal contra el envenenamiento) dada por Hunayn. Hunayn, que conocía Grecia, definió a la palabra griega theriac como un animal que muerde o chasquea. Ya que estos antídotos eran utilizados contra las mordeduras de animales, la palabra eventualmente fue aplicada para todos los antídotos, especialmente cuando se incorporaba carne de serpiente.
Hunayn corrigió la parte más importante de la traducción en árabe de Al-lahcórides, Materia Médica, asumida por su socio Istifan ibn Basil (a mediados del siglo IX aproximadamente) en Bagdad. A causa de la influencia de este trabajo, muchos libros en materia médica fueron escritos en árabe. Al-lahcórides influyó definitivamente en la escritura y dirección del formulario de Sabur, el cual mencionamos anteriormente.
El Tratado Herbario de Hunayn estableció las bases de la farmacología, terapia y botánica medicinal árabe. También provee una descripción de las propiedades físicas de las drogas, sus tipos y las formas de probar su pureza y utilidades. Como resultado, la farmacología musulmana avanzó más allá de la contribución greco-romana. A su vez, ésta ayudó e influenció un desarrollo similar en Europa a través del Renacimiento.