En otro hadiz reportado por ‘Abdul-lah ibn Omar, que Al-lah esté complacido con él, se relató que el Mensajero de Al-lah, sallallahu ‘alaihi wa sallam, dijo: “El musulmán es hermano del musulmán, no debe oprimirlo ni traicionarlo. Al que asista a uno de sus hermanos en la fe cuando esté necesitado, Al-lah lo asistirá cuando él esté en necesidad. Al que alivie la aflicción de un musulmán, Al-lah le aliviará por ello de una de las aflicciones del Día de la Resurrección. Y al que oculte las faltas de un musulmán, Al-lah ocultará las suyas el Día de la Resurrección” [Bujari y Muslim]. El Imam An-Nawawi, que Al-lah lo tenga en Su misericordia, reflexionando sobre este maravilloso relato, dijo: “Con estas palabras el Profeta Muhammad, sallallahu ‘alaihi wa sallam, ilustra la virtud que tiene el ayudar a un musulmán, de librarlo de sus aflicciones y de cubrir sus faltas [lo que no significa que se nos pide que seamos cómplices de nuestros hermanos en la fe cuando ellos faltan a uno de los mandatos de Al-lah, pues es nuestra obligación brindarles la ayuda necesaria para que no vuelvan a incurrir en ello e impedirles, hasta con la fuerza si es necesario, que comentan nuevamente esos pecados]. El librar a un musulmán de la angustia y la aflicción se logra ofreciéndole dinero, apoyándolo con la autoridad que se tenga y asistiéndolo. Pero también se logra cuando se le da un consejo, se le expone la opinión que se tenga sobre algún asunto y se lo anima e insta a hacer el bien”.
El Profeta de Al-lah, sallallahu ‘alaihi wa sallam, quiso decir que toda la sociedad tiene que compartir, apoyarse el uno al otro y prestar particular atención al pobre y al necesitado. Que esta es una acción que debe darse desde cada individuo y que todo aquel que tenga autoridad en la sociedad debe instar, incentivar, promover y apoyar a los individuos para que hagan todas estas obras de bien en pro de sus semejantes menos favorecidos. También, estableció que los individuos, miembros de una colectividad o sociedad, deben aunar fuerzas para proteger los intereses de todas y cada una de las personas que viven en su seno, esto se logra sólo con la solidaridad, y de esta manera se logra rechazar todo mal que perjudique al grupo, y al mismo tiempo se crea una estructura social estable, la cual yace sobre bases sólidas y firmes.
El Profeta Muhammad, sallallahu ‘alaihi wa sallam, señaló que la ayuda que se brinda a la gente debe ser constante; y para facilitar las cosas a todo aquel que quiere ayudar pero no puede, enseñó que no todo el apoyo que una persona necesita depende de los bienes materiales, sino que hay otras formas de ayudar a los demás.
Abu Dhar, que Al-lah esté complacido con él, contó que el Mensajero de Al-lah, sallallahu ‘alaihi wa sallam, dijo: “Toda persona debe acostumbrarse a dar limosna (Sadaqah) todos los días con la salida del sol” . Abu Dhar, que Al-lah esté complacido con él, replicó: “Mensajero de Al-lah, ¿de dónde sacamos para dar Sadaqah si nosotros mismos no tenemos dinero, sino que más bien somos nosotros los que necesitamos que se nos dé limosna?” El Profeta, sallallahu ‘alaihi wa sallam, le respondió: “Las puertas de la Sadaqah son muchas: Se da limosna al ciego cuando se lo guía, al sordo y al mudo cuando se lo ayuda a entender o hacerse entender, al quien se pierde del camino que lo lleva al lugar que quiere llegar mostrándole el camino que debe seguir, animar a quien se desalienta porque tiene problemas, ayudar a los débiles… todas estas son formas en las que cada uno de ustedes puede hacer Sadaqah” . [Ahmad y Al Baihaqui. Al Albani los certificó como auténtico]
Tales valores y hábitos fueron sembrados en los corazones de los primeros musulmanes por su mentor, el Profeta Muhammad, sallallahu ‘alaihi wa sallam, y estos marcaron un hito en la historia de la civilización humana como tal, al dar el mayor ejemplo de solidaridad como jamás se vio en un pueblo, cultura o sociedad. Fueron estos grandes hombres y mujeres, los Sahabah del Profeta, que Al-lah esté complacido con todos ellos, quienes nos trasmitieron estas grandes enseñanzas, para que de esta forma nosotros, los musulmanes de la actualidad, podamos volver a la gloria de aquellos días.
El Profeta, sallallahu ‘alaihi wa sallam, no sólo instó y animó a la gente a que fuera solidaria y que fuera parte de la maquinaria que busca solucionar las necesidades de las personas y sus problemas, sino que además previno a todo aquel que teniendo los medios se niega a dar ayuda y apoyo a quien lo necesita. ‘Amer ibn Murrah, que Al-lah lo tenga en Su misericordia, dijo que Mu’awiah, que Al-lah esté complacido con él, contó que escuchó al Mensajero de Al-lah, sallallahu ‘alaihi wa sallam, decir: “Cualquier Imam que le cierra la puerta en la cara a un menesteroso, a un pobre y necesitado, Al-lah le cerrará a él las puertas del Paraíso y no le ayudará en ninguna necesidad que este tenga”. Ibn Murrah añadió luego que Mu’awiah, que Al-lah esté complacido con él, designó a una persona en especial para que respondiera las peticiones de ayuda que hacía la gente y que estuviera pendiente de todo aquel que necesitara que se le diera algo. [At-Tirmidhi y Ahmad]
Yabir ibn ‘Abdul-lah y Abu Talhah Al Ansari, que Al-lah esté complacido con ellos, reportaron que el Mensajero de Al-lah, sallallahu ‘alaihi wa sallam, dijo: “Cualquiera que no responda al llamado de auxilio de un musulmán que ha sido humillado o despojado de sus bienes, Al-lah lo decepcionará cuando implore Su ayuda y anuencia en sus asuntos” . [Abu Dawud. Al Albani lo certificó como auténtico]
En base a todas las enseñanzas mencionadas con anterioridad, y todas las demás que no pudimos enumerar pues son muchas, es que encontramos que los Ulama (eruditos, sabios y expertos en las ciencias islámicas) instituyeron un sistema jurídico en la Shari’ah donde es claro que no hay nada más valioso que prestarle auxilio a quien lo necesite. Por eso señalan, por ejemplo, que si una persona está rezando y de repente escucha el llamado de auxilio de una persona que se está ahogando o que está rodeada por las llamaradas de un incendio, este debe cortar su oración e ir a salvarlo. En tal caso, afirma que si esta persona es la única que está en capacidad de rescatarlo o asistirlo, se vuelve para él algo obligatorio; pero si hay más personas que lo están socorriendo, entonces es voluntario. Al respecto hay consenso entre todos los Ulama, como lo afirma Ibn Qudamah.
En resumen, tenemos que para el Islam la solidaridad es un pilar fundamental y esencial que sostiene a la sociedad y la protege de la desunión, la desigualdad y la maldad. Además, nos encontramos con que para el Islam hay muchas formas de ser solidario y que no siempre todo depende de los bienes materiales, pues hay personas que más que dinero necesitan saber que cuentan con el apoyo, el reconocimiento, el respeto y el amor de sus vecinos y hermanos en la fe. Por otra parte, se establece que ayudar a una persona prima sobre las mismas obligaciones que tenemos para con Al-lah, como lo citaron los juristas musulmanes. Y, finalmente, quedó bien claro que la solidaridad en el Islam no solamente es una virtud que se aplica entre musulmanes exclusivamente, sino que abarca a toda la humanidad.