Por DAVID SOLOMON JALAJEL
El Dr. David Solomon Jalajel es consultor del Instituto de Investigación Prince Sultan en la Universidad King Saud y tiene un doctorado en estudios árabes e islámicos de la Universidad del Cabo Occidental. Anteriormente, fue profesor de teología islámica y teoría legal en Dar al-Uloom en Ciudad del Cabo, Sudáfrica. Sus intereses de investigación son acerca de cómo los enfoques tradicionales de la teología y la ley islámica se relacionan con la sociedad musulmana contemporánea. Ha publicado sus obras llamadas Women and Leadership in Islamic Law: A Critical Survey of Classical Legal Texts (Routledge), Islam and Biological Evolution: Exploring Classical Sources and Methodologies (UWC) y Expressing I`rāb: The Presentation of Arabic Grammatical Analysis (UWC).
RESUMEN
Los musulmanes de mentalidad tradicional se han resistido a la idea de la evolución humana, justificando su postura con el hecho de que Adán y Eva fueron creados sin padres, como se entiende tradicionalmente en los significados aparentes (ẓāhir) del Corán y la Sunna. El relato de la creación de estos dos individuos específicos pertenece a una categoría de asuntos a las que los teólogos sunitas se refieren como samʿiyyāt, «conocimiento revelado». Estos son asuntos de los cuales todo el conocimiento proviene exclusivamente de los textos sagrados del Islam. El enfoque ortodoxo de esta categoría de asuntos—sostenido por los teólogos Ashʿarī, Māturīdī y Salafī por igual—es afirmar solo lo que indican los textos y abstenerse de afirmar cualquier otra cosa más allá, tomando una postura de no compromiso teológico (tawaqquf) sobre cualquier detalle que no sea elaborado expresamente por los textos. Este estudio primero determina que la postura clásica y ortodoxa sobre Adán y Eva es que fueron creados sin padres y que todos los humanos en la Tierra hoy en día son sus descendientes. Luego explora el potencial de la postura metodológica del tawaqquf para los musulmanes de mentalidad tradicional que sostienen esta visión y al mismo tiempo aceptan, o al menos toleran, la explicación científica de la evolución humana. La conclusión es que los musulmanes no están obligados a negar la idea de la evolución humana para permanecer fieles.
INTRODUCCIÓN
Este estudio explora hasta qué punto la resistencia a la evolución entre los musulmanes contemporáneos está impulsada por un compromiso con las consideraciones teológicas y la ortodoxia religiosa. Lo hace volviendo a los fundamentos metodológicos de la teología sunita clásica para determinar qué posición podría esperarse que arrojara tal enfoque del asunto. Uno de los temas más polémicos se refiere a la evolución humana, en particular, ya que muchos musulmanes consideran que contradice la explicación islámica de la creación de Adán sin padres (como se entiende tradicionalmente por los significados aparentes (ẓāhir) del Corán y la Sunna). ¿En qué medida concordaría la teología clásica con este punto de vista si sus principios metodológicos se aplicaran a la cuestión? En otras palabras, ¿la idea de que Adán y Eva fueron creados sin padres significa que los musulmanes que tienen esta creencia también deben rechazar la idea de la evolución humana?
El alcance de este estudio abarca las tradiciones académicas reconocidas, al menos por sus respectivos partidarios, como parte de la ortodoxia musulmana—a la que se hace referencia en el discurso islámico como Ahl al-Sunnah wa al-Jamāʿa o más coloquialmente como «sunní». Abarca las obras de los eruditos de las escuelas teológicas Ashʿarī[1], Māturīdī[2] y Salafī[3], así como las fuentes a las que recurren: el Corán, la Sunna y las opiniones de las más antiguas generaciones de musulmanes (salaf). La razón de esta elección es que estas tradiciones representan, para la mayoría de los musulmanes del mundo, la «corriente principal» del pensamiento islámico, y por lo tanto tienen mayor relevancia para determinar cuál podría ser una perspectiva islámica general sobre la evolución humana. Esto no excluye otros métodos interpretativos que produzcan otras conclusiones viables. Es solo que esas conclusiones no estarían de acuerdo con los métodos utilizados por los practicantes de las tres escuelas de teología sunita.
Este artículo no se ocupa de cuán fuerte es la evidencia científica y los argumentos presentados por los biólogos evolutivos. Cuando se refiere a la evidencia como empírica, está describiendo la naturaleza de esa evidencia y no su fuerza. Este estudio simplemente explora la compatibilidad de la idea de la evolución humana con las creencias islámicas. No aboga por ninguna teoría científica o interpretación de la evidencia científica. La descripción de una idea o creencia particular en este documento, ya sea científica o religiosa, no constituye una defensa de esa idea o creencia.
Las obras clásicas de la teología islámica dividen los temas teológicos en tres categorías, los asuntos relacionados con la creencia en Dios (ilāhiyyāt), los asuntos relacionados con la creencia en los profetas (nubuwwāt) y la creencia en asuntos que solo pueden conocerse a través de la revelación (samʿiyyāt). Esta tercera categoría trata con todo lo que se supone que los musulmanes creen solo porque se mencionan en el Corán y la Sunna, como la existencia de los ángeles, los genios, el cielo y el infierno, los eventos del Día del Juicio y las historias del pasado que no pueden ser verificadas por la historia u otra evidencia empírica. Estos asuntos también se conocen como lo “No Visto”, porque no pueden ser determinados por el conocimiento empírico ni por la razón.[4] Por lo tanto, lo que no se ha mencionado sobre sus detalles o características se considera fuera del conocimiento humano, ya que las personas no tienen medios efectivos para especular sobre ellos. Fakhr al-Dīn al-Rāzī lo resume muy bien en Mafātīḥ al-Ghayb:
Lo No Visto se divide en lo que se indica por evidencia y lo que no se indica por evidencia. En cuanto a lo que no se indica por evidencia, solo Allah lo conoce, con exclusión de los demás. Con respecto a lo que está indicado por la evidencia, se puede decir que conocemos de lo No Visto solo lo que la evidencia indica.[5]
Básicamente, dado que la única información disponible sobre estos asuntos proviene de los textos revelados, es necesario detenerse en lo que los textos dicen explícitamente. Si un asunto queda fuera de los pronunciamientos explícitos de los textos, se vuelve obligatorio no comprometerse con ninguna respuesta o posición. Los estudiosos de teología describen estos asuntos como tawqīfī,[6] lo que significa que el conocimiento sobre ellos depende completamente de los textos sagrados. La posición metodológica que se adopta sobre los asuntos que no se abordan directamente en esos textos es, por consiguiente, una de tawaqquf o no compromiso teológico. Algunas de las cuestiones bien conocidas en donde los teólogos prominentes tomaron una posición de no compromiso incluyen si las personas piadosas disfrutan de un estado espiritual más alto que los ángeles,[7] si se vio a Dios directamente en la noche de la ascensión profética,[8] y si los Yinn rectos son admitidos en el Paraíso en el Más Allá.[9] Un ejemplo moderno sería la forma en que muchos estudiosos musulmanes han abordado la cuestión de los dinosaurios.[10]
Este enfoque de tawaqquf es un enfoque extremadamente conservador que está restringido a cuestiones de creencia que solo pueden conocerse a través de la revelación. Se aplica a los nombres de Allah, ya que los estudiosos han determinado que la forma en que Allah elige llamarse a Sí Mismo no puede ser determinada por el conocimiento humano. Se aplica a los asuntos del No Visto por la misma razón. Los ángeles son un buen ejemplo. Su existencia solo se conoce a través de la revelación. La cuestión de si poseen alas, por lo tanto, debe determinarse de la misma manera a través del Corán y la Sunna. Una vez establecido esto, cuestiones como el color de las alas, si brotan de la espalda o los brazos, y si tienen plumas, solo pueden determinarse con evidencia textual directa. En ausencia de dicha evidencia, no está permitido completar los vacíos, ya que cualquier sugerencia sería una especulación sin fundamento. En resumen, cuando el Corán y la Sunna dicen algo claro e inequívoco sobre un asunto del No Visto, debe ser aceptado. Sin embargo, los teólogos clásicos consideraron que era obligatorio detenerse donde los textos se detienen y no ir más allá. En los asuntos del No Visto, nada debe ser asumido. El desafío para los intérpretes es que es natural hacer suposiciones y llenar los vacíos dejados por los textos, y en ocasiones es difícil identificar qué se asumió sin evidencia y qué no se menciona en los textos.
Esto es diferente a la interpretación de textos relacionados con asuntos de la fe donde son posibles varios significados. En estos casos, los teólogos sostienen que adherirse al significado más aparente (ẓāhir) es la posición por defecto, a menos que haya evidencia convincente de lo contrario.[11] Este es el principio de que un texto siempre debe entenderse sobre su significado evidente, siempre y cuando tal interpretación sea posible. Si el contexto no proporciona ninguna razón para asumir otra cosa que no sea el significado evidente, se considera incorrecto reinterpretar el texto para que signifique algo más. Cuando hay evidencia convincente que indica que no se pretende el significado más aparente, los teólogos difieren, algunos de ellos permiten una interpretación específica (ta’wīl) que concuerda con el lenguaje del texto y con la evidencia contraria, y otros insisten en un aplazamiento (tafwīḍ) de conocimiento específico sobre el tema mientras se mantiene el significado aparente en general. Dado que existe ambigüedad o incertidumbre sobre el significado del texto, cualquier interpretación sugerida no puede tomarse como un principio de fe. Al-Ghazālī escribe:
Siempre que la evidencia textual sea cierta tanto en su significado como en su autenticidad, sin ninguna posibilidad de que sea de otra manera, entonces debe ser creída con certeza. Donde sea incierta, entonces hay que creerla en esa medida.[12]
En consecuencia, cuando el texto no está perfectamente claro, es crucial evaluar el nivel de incertidumbre. En muchos casos, uno de los posibles significados de una palabra, frase o pasaje será más evidente que otros.[13] El contexto determina qué tan claro es este significado. Sin embargo, el nivel de creencia que engendra solo será comparable a su nivel de certeza textual. Por supuesto, los intérpretes variarán en la determinación de esto, dependiendo de sus antecedentes y sus conocimientos, incluido el conocimiento científico.[14] Por lo tanto, es importante que un teólogo esté tan al tanto de lo que los textos no dicen como de lo que están diciendo, para no confundir una suposición personal con una cuestión de credo religioso. Esto es especialmente cierto para los detalles relacionados con los asuntos invisibles sobre los que el Corán y la Sunna guardan silencio. No se requiere compromiso teológico (tawaqquf) para tales asuntos, ya que cualquier sugerencia hecha por el intérprete sería una especulación sin fundamento.
¿Qué implicaciones tiene este enfoque metodológico para comprender los textos del Corán y la Sunna que hablan sobre la creación de Adán y Eva? ¿Cómo afecta esto, a su vez, a las posibles formas en que los musulmanes de mentalidad tradicional pueden ver la evolución humana?
EL CONTEXTO TEXTUAL E INTERPRETATIVO
El primer paso para responder a esta pregunta es mirar los textos del Corán y la Sunna que abordan la creación de Adán y Eva, particularmente en el contexto de cómo los eruditos clásicos los entendieron, teniendo en cuenta los principios descritos anteriormente. La creación de Adán y Eva cae dentro de la categoría del samʿiyyāt, ya que es un asunto del No Visto. No hay evidencia histórica, arqueológica o paleontológica de la creación de estos dos individuos en particular. Las únicas fuentes de esta información son los textos sagrados. Volviendo a los pasajes relevantes en el Corán, encontramos que el ser humano fue creado de la Tierra:
Creó al ser humano de arcilla como la cerámica, y creó a los yinnes de fuego puro (Corán 55:14-15)
He creado al ser humano de arcilla, un barro maleable (Corán 15: 26)
Entre Sus signos está haberlos creado de polvo. Luego se convierten en seres humanos que se multiplican [poblando la Tierra] (Corán 30:20)
Estos textos no discuten la naturaleza, la calidad y la composición de esta tierra, y no se puede recurrir a conocimiento acerca de esto más allá de las breves descripciones dadas en el Corán y algunos hadices. Por lo tanto, la especulación al respecto quedaría fuera del alcance de lo permitido. Estos versículos, tomados por su cuenta, no dicen mucho acerca de cómo surgieron los seres humanos. Sin embargo, el Corán también indica que los seres humanos descienden de una sola pareja:
¡Oh, seres humanos! Tengan temor de su Señor, Quien los ha creado de un solo ser, del que creó a su cónyuge e hizo descender de ambos muchos hombres y mujeres (Corán 3:1)
Menos claro en su indicación de una sola pareja es el siguiente verso, aunque se entiende de esta manera a la luz del verso mencionado anteriormente:
¡Oh, seres humanos! Los he creado a partir de un hombre y de una mujer, y los congregué en pueblos y tribus para que se reconozcan los unos a los otros. El mejor de ustedes ante Dios es el de más piedad. Dios todo lo sabe y está bien informado de lo que hacen. (Corán 49:13)
Además, un hadiz identifica a Adán como el hombre al que se hace referencia en este verso en particular:
Los seres humanos son los hijos de Adán y Adán fue creado de la Tierra. Dios dice: “¡Oh, seres humanos! Los he creado a partir de un hombre y de una mujer, y los congregué en pueblos y tribus para que se reconozcan los unos a los otros. El mejor de ustedes ante Dios es el de más piedad. Dios todo lo sabe y está bien informado de lo que hacen». [Sunan al-Tirmidhī (3270)]
El Corán identifica a Adán como un individuo creado de la Tierra:
El ejemplo [de la creación] de Jesús ante Dios es como el de Adán, a quien creó del barro y luego le dijo: «¡Se!», y fue (Corán 3: 59)
La idea de que Adán es un antepasado directo de todos los seres humanos que viven en la Tierra hoy en día se refuerza en el Corán al dirigirse repetidamente a la humanidad como los Hijos de Adán (Banū Ādam); por ejemplo, donde dice:
¡Oh, hijos de Adán! Que no los seduzca el demonio como lo hizo con sus padres [Adán y Eva] (Corán 7: 27)
La Sunna también atestigua esta idea. Un hadiz menciona que los creyentes se dirigirán a Adán como el padre de la humanidad en el Día de la Resurrección cuando le pidan que interceda en su nombre ante Dios:
Los creyentes se reunirán en el Día de la Resurrección y dirán: “Si pudiéramos buscar intercesión con nuestro Señor”. Se acercarán a Adán y le dirán: “Tú eres el padre de la humanidad. Dios te creó con Su mano e hizo que los ángeles se postraran ante ti y te enseñó los nombres de todas las cosas, así que intercede por nosotros con tu Señor para que Él pueda librarnos de este lugar nuestro». [Ṣaḥīḥ al-Bukhārī (4476, 6565) y ḥaḥīḥ musulmanes (193-195)]
Otro hadiz afirma que Moisés se dirigió a Adán como el padre de la humanidad:
Adán ganó una discusión contra Moisés. Moisés le había dicho: “Oh Adán, tú eres nuestro padre. Nos decepcionaste y nos expulsaste del Paraíso…» [Ṣaḥīḥ al-Bukhārī (6614) y Ṣaḥīḥ Muslim (2652)]
Los estudiosos musulmanes clásicos consideran que lo siguiente es evidente de este cuerpo de evidencia textual: Adán fue creado por Dios directamente de la Tierra. Tanto Adán como su esposa fueron creados por Dios sin padres, y todos los seres humanos que viven en la Tierra hoy en día son descendientes directos de estas dos personas. Estas son las conclusiones a las que han llegado todos los comentaristas clásicos y ortodoxos sobre estos textos. Por ejemplo, al-Ṭabarī dice, comentando el verso: “¡Oh, seres humanos! Tengan temor de su Señor, Quien los ha creado de un solo ser”:
Aquí, Dios está diciendo acerca de Sí mismo que solo Él creó a toda la humanidad de un solo individuo. Informa a Sus siervos cómo originó Su creación a partir de una sola alma, haciéndoles así conscientes de que todos son hijos de un padre y una madre y que todos son unos de otros, y que sus derechos son el derecho obligatorio de los demás hermanos, ya que todos descendieron de un solo grupo de padres… por muy remoto que sea el punto de conjunción hereditaria a su antepasado común[15]
Ibn Kathīr dice, discutiendo el mismo verso:
Trajo de Adán y Eva numerosos hombres y mujeres, y los difundió por las regiones del mundo con sus diversas razas, rasgos, colores e idiomas.[16]
Se puede decir que la idea de que Adán y Eva fueron creados directamente y fueron ancestros de todos los seres humanos que viven en la Tierra en los últimos tiempos es algo que nunca fue cuestionado por la erudición sunnita pre-moderna, y que este supuesto concuerda con el significado aparente de los textos del Corán y la Sunna. Esto, entonces, puede considerarse como la posición clásica, ortodoxa sunita sobre el tema. El resto del estudio considerará que este es el caso y no lo cuestionará.
Sin embargo, ¿esta conclusión entra en conflicto con la explicación científica prevaleciente de los orígenes evolutivos humanos? Dada esta creencia en la existencia de dos personas específicas llamadas Adán y Eva, que descansa directamente sobre los textos revelados, algunos críticos con mentalidad científica la describen a esta creencia como «mitología». A menudo usan el término peyorativamente,[17] y sin duda la palabra en sí ofende la sensibilidad de algunos creyentes. Sin embargo, debemos tener en cuenta que el término “mito” se refiere simplemente a la idea de que conocemos a alguna persona o evento solo a través de una narrativa contada y no a través de evidencia empírica. No dice nada sobre el valor de verdad real de la afirmación hecha sobre esa persona o evento. La noción de Adán y Eva como seres «míticos», aunque tal vez no sea una excelente elección de palabras debido a algunas connotaciones negativas, recuerda literalmente la forma en que los teólogos sunitas siempre los han mirado, como una cuestión del No Visto que está bajo la categoría del samʿiyyat, algo que conocemos exclusivamente a través de las escrituras sin ninguna evidencia empírica. Para los musulmanes creyentes, lo que importa es su convicción de que esas escrituras son revelaciones de Dios y que son aceptadas como verdaderas. De hecho, este argumento puede volverse contra los críticos de la religión. Si se pudiera argumentar que Adán y Eva son «míticos» en el sentido de que la creencia en ellos se basa únicamente en la aceptación de los orígenes divinos de los textos que hablan de ellos, entonces por la misma lógica, es imposible para la ciencia criticar la creación especial de Adán y Eva. Los biólogos no se preocupan por los seres míticos. Sería ridículo para un biólogo argumentar los méritos o desventajas de varias teorías sobre los orígenes míticos de las personas míticas o hablar sobre la evidencia de su existencia. La única vez que un científico podría pensar en objetar un mito es cuando los creyentes usan ese mito para explicar fenómenos naturales específicos. Mientras ese no sea el caso, entonces los científicos no tienen motivos para discutir.
La ciencia hace afirmaciones sobre los orígenes biológicos humanos. Lo que hay que hacer, entonces, es evaluar hasta qué punto la teología islámica clásica requiere entender que la historia de Adán y Eva sea una explicación de esos orígenes.
TRASCENDENCIAS TEOLÓGICAS PARA LA EVOLUCIÓN HUMANA
Para hacer esta evaluación crítica, debemos preguntarnos: ¿Qué consecuencias teológicas tiene la comprensión tradicional de que Adán fue creado directamente, sin padres, para la aceptación o el rechazo musulmán de la idea de que los humanos, como especie, evolucionaron de otras especies de simios homínidos? Esta pregunta requiere examinar el relato de la creación de Adán a la luz de lo que dice, y lo que no dice, sobre los orígenes humanos. Esto es necesario para distinguir las meras suposiciones que las personas hacen al respecto de lo que en realidad se consideraría como teológicamente vinculante para los musulmanes. En otras palabras, debe determinarse dónde debe aplicarse el principio de tawaqquf, el no compromiso teológico.
El relato de Adán que aparece en los textos sagrados aborda la creación directa de Adán sin padres, la creación de su esposa de él y la idea de que los dos eran ancestrales para todas las personas de la Tierra hoy en día. Esos mismos textos guardan silencio sobre los organismos vivos que existían en la Tierra en ese momento. Por lo tanto, no se puede suponer nada al respecto a nivel teológico, y no se requiere que los musulmanes tengan creencias específicas al respecto. Por lo tanto, los teólogos no tendrían motivos para afirmar que el Homo sapiens, tal como lo definen los biólogos en términos estrictamente fisiológicos o genéticos, estuvo ausente en el mundo antes o durante el tiempo de Adán. Tendrían que permanecer sin compromiso en el asunto.
Las definiciones importan. Si alguien definiera a los seres humanos como «los hijos de Adán», entonces, según esa definición, se seguiría que «los seres humanos» no podrían existir antes de la aparición de Adán. Por supuesto, tal definición no tendría nada que ver con las características físicas o genéticas que conciernen a los científicos. Además, los teólogos musulmanes no se limitaron a esta idea cuando definieron a los seres humanos. Algunos se contentaron con mencionar la definición griega antigua de «animal racional» en sus textos teológicos.[18] Otros preferían definir a los humanos, en un sentido teológico, de una manera que excluyera todas las consideraciones físicas. De hecho, al-Rāzī considera incorrecto definir al ser humano—al menos en lo que concierne a los asuntos teológicos y filosóficos—en términos físicos y biológicos, ya que considera que el significado de «humanidad» es independiente de la apariencia física de «Humanidad». Escribe:
La tercera opinión es que el ser humano significa cuerpos físicos que poseen las cualidades de la vida, conocimiento y potencial, que solo se distinguen de otros animales por sus formas físicas y la estructura de sus miembros. Sin embargo, esto es problemático, porque los ángeles pueden venir en formas que se parecen a las de los seres humanos, así que aquí tenemos la forma humana sin humanidad. En cambio, en las clases de seres transformados, tenemos el sentido de humanidad reconocido mientras que la forma humana no es reconocida. Por lo tanto, la consideración de la forma física para determinar el significado de lo que es humano es falsa desde ambas direcciones.[19]
Al-Rāzī luego afirma que el ser humano es una entidad que no es ni el cuerpo físico ni nada de naturaleza física, y atribuye esta opinión a la mayoría de los teólogos, incluidos al-Aṣfahānī y al-Ghazālī.[20]
Ciertamente, el concepto del ser humano (insān) en el Islam puede tener dimensiones históricas, escriturales, metafísicas, espirituales y teológicas que son exclusivas de Adán y sus descendientes. Eso es algo que deben decidir los teólogos musulmanes. Sin embargo, estas consideraciones son independientes de las características biológicas que los biólogos usan para definir la especie Homo sapiens. El origen y desarrollo de ese conjunto particular de rasgos biológicos dentro del reino animal es una cuestión de biología, mientras que la creación de Adán sigue siendo una cuestión de fe. Teólogos y biólogos hacen preguntas diferentes. Los biólogos que trabajan dentro de su campo no tienen nada que decir sobre Adán, y los teólogos que trabajan en su campo no tienen nada que decir sobre cómo evolucionó ninguna especie biológica. Hacer eso es transgredir los límites de sus respectivas disciplinas.[21]
Los biólogos se ocupan de las propiedades físicas del ser humano. Cuando los biólogos dicen que los humanos descienden de otras especies de simios homínidos, se refieren a criaturas que poseen características anatómicas y genéticas específicas que distinguen el género Homo de otros géneros. No se refieren a los humanos en términos filosóficos, metafísicos, espirituales o teológicos. Lo mismo se puede decir cuando se habla de la especie Homo sapiens. Solo les preocupa el conjunto de características y marcadores genéticos que distinguen a esas especies de otras especies del mismo género.
Aunque los teólogos musulmanes clásicos afirmarían que cada espécimen de Homo sapiens que vive hoy en día proviene de los «hijos de Adán» a quienes el Corán habla repetidamente, no podrían decir nada sobre si otros organismos que se ajustan a la definición biológica de Homo sapiens eran anteriores a la aparición de Adán y Eva. Como consecuencia, no podrían objetar la idea de que la especie Homo sapiens evolucionó de otras especies del género Homo que a su vez evolucionaron de otras especies de simios homínidos en una línea de descendencia que finalmente se remonta a las formas de vida más tempranas en la tierra. Tendrían que adoptar una postura sin compromiso sobre la evolución humana. En un nivel teológico, no lo aceptarían como verdadero ni lo rechazarán como falso. Como individuos, serían libres de adoptar cualquier posición científica sobre la evolución de los homínidos que crean que encaja con la evidencia empírica, ya que no es una cuestión de fe religiosa, sino estrictamente científica.
El relato del modo especial de la creación de Adán, por lo tanto, sigue siendo la historia de Adán. No es una explicación que describa los orígenes biológicos del género Homo o de la especie Homo sapiens. La idea de que la historia de Adán explica los orígenes biológicos humanos es solo una suposición que las personas leen en los textos, no es algo que los textos indiquen. Esta suposición es ampliamente aceptada por la gente hoy en día, y nubla muchas discusiones sobre las implicaciones teológicas de la evolución humana, donde encontramos que el relato de los orígenes de Adán se presenta como si fuera sinónimo de un relato de los orígenes biológicos humanos. Esto es incorrecto desde el enfoque metodológico de la teología clásica, ya que sobre-extiende lo que los textos realmente dicen sobre un asunto del No Visto. Por lo tanto, la adhesión al principio de tawaqquf, que consiste en adoptar una postura de no compromiso teológico en asuntos del No Visto no estipulados expresamente en los textos sagrados, significa que la historia de Adán debe mantenerse separada de la cuestión de los orígenes biológicos del Homo sapiens.
¿Cuál es, entonces, la historia de Adán? ¿Cuáles son sus dimensiones teológicas? Es la historia de un profeta de Dios, una de las tantas historias en el Corán, y los milagros particulares que le pertenecen. Como tal, es asunto del No Visto, un relato del pasado que se conoce solo a modo de revelación y no a través de relatos históricos, arqueológicos o antropológicos. No se puede determinar por evidencia empírica y debe tomarse por fe. Como todos los demás asuntos del No Visto, no tiene implicaciones para la ciencia, y la ciencia, a su vez, no puede juzgarlo.
De hecho, los comentaristas y teólogos musulmanes entienden que la forma de creación de Adán, tal como se describe en el Corán, es algo único y milagroso. Esto en realidad evitaría que los teólogos tomen la creación de Adán como representante de cómo se crearon otros seres vivos. Los eruditos clásicos entendieron la singularidad de la creación de Adán desde donde el Corán declara que Dios creó a Adán con Sus «dos manos»:
Dijo Dios: «¡Iblís! ¿Qué te impide hacer una reverencia ante lo que creé con Mis dos manos? ¿Te niegas a hacerlo por soberbia o porque te crees un ser superior?» Dijo [Iblís]: «Yo soy superior a él. A mí me creaste de fuego, mientras que a él lo creaste de barro» (Corán 38:75-76)
Independientemente de cómo los eruditos difieran en la interpretación del significado de las «dos manos» de Dios, hay un acuerdo general en que este versículo indica que la manera de la creación de Adán era de alguna manera especial y distinta de la forma en que se crearon otras cosas; Esto está claro desde el contexto.
Ibn Taymiyyah menciona las diferentes opiniones sostenidas por los musulmanes con respecto a la interpretación de la frase «dos manos», luego dice: «En cualquier caso, todos están de acuerdo en que Adán tiene un favor y una distinción que no posee ningún otro a causa de que Dios lo creó con Sus dos manos».[22]
Al-Bayhaqī también analiza las diversas interpretaciones que pueden aplicarse a la frase «dos manos» y descarta la idea de que podrían transmitir el mismo significado de las «manos» mencionadas en el verso 71 de Sūrat Yāsīn.[23] Él llega a esta conclusión con el argumento de que hacerlo negaría el honor y la distinción que el verso confiere claramente a Adán sobre Satanás. El escribe:
No puede interpretarse para significar… el poder, dominio o la providencia (de Dios), ni puede tomarse como una referencia enfática al tema, porque esto sería algo igualmente aplicable al devoto de Dios, Adán, y a su enemigo, Satanás. Esto invalidaría lo que se menciona del favor que Adán tiene sobre Satanás, ya que se perdería cualquier sentido de distinción. No hay otra alternativa que interpretarlos como dos atributos que se relacionan con la creación de Adán, como un honor para él, que no se aplican a la creación de Satanás.[24]
Al-Bayḍāwī escribe:
«…lo que creé con Mis dos manos» significa: «Lo creé por Mí Mismo sin el paso intermedio de una madre o un padre». La mención de dos manos se debe a que su creación conllevó una capacidad adicional y disimilitud de acción.[25]
Ibn Taymiyyah continúa su discusión de este punto al referirse a algunos hadices en los que la manera en que se creó a Adán se menciona como una de las distinciones que tiene sobre el resto de las cosas creadas.[26] Cita a Moisés enumerando las cualidades distintivas de Adán y menciona entre estas cualidades el modo por el cual fue creado:
Adán ganó una discusión con Moisés. Moisés le había dicho: “Tú eres Adán a quien Dios creó con Su mano y te sopló de Su espíritu, hizo que los ángeles se postraran ante ti y te hicieron morar en el Paraíso. Luego hiciste caer a la humanidad en la Tierra con tu error…» [Saḥīḥ Muslim (2652)]
Ibn Taymiyyah luego cita otro hadiz que predice que los creyentes le mencionarán las distinciones de Adán a él cuando le pidan que interceda en su nombre en el Día de la Resurrección:
Los creyentes se reunirán en el Día de la Resurrección y dirán: “Si pudiéramos buscar la intercesión con nuestro Señor”. Se acercarán a Adán y le dirán: “Tú eres el padre de la humanidad. Dios te creó con Su mano e hizo que los ángeles se postraran ante ti y te enseñó los nombres de todas las cosas, así que intercede por nosotros ante tu Señor para que Él nos libre de este lugar nuestro». [Ṣaḥīḥ al-Bukhārī (4476, 6565) y Saḥīḥ Muslim (193-195)]
Ibn Taymiyyah comenta sobre estos dos hadices, diciendo:
Esto se enumera como una de las bendiciones que Dios le otorgó a Adán cuando Moisés le dijo: «Dios te creó con Sus dos manos…» Del mismo modo, se le dirá en el Día de la Resurrección. Esto se menciona entre las bendiciones que Dios le había otorgado exclusivamente y que otras cosas creadas no comparten con él. Esta es una clara indicación de su estado preferencial sobre el resto de la Creación.[27]
Otro verso que citan los teólogos es donde el Corán compara la creación de Adán con la creación de Jesús:
El ejemplo [de la creación] de Jesús ante Dios es como el de Adán, a quien creó del barro y luego le dijo: «¡Se!», y fue (Corán 3:59)
Al-Nasafī explica esta comparación de la siguiente manera en su comentario sobre el verso:
Él creó a Adán de la tierra sin la mediación de un padre y sin una madre. Del mismo modo es el caso con Jesús, aunque llegar a existir sin un padre y sin una madre es más extraño y más milagroso (akhraq lil-ʿādah) que llegar a existir sin un padre. Por lo tanto, Él compara lo que es extraño con lo que es más extraño…[28]
La naturaleza exacta de cómo la creación de Adán por medio de «dos manos» fue distinta del proceso de creación de otras cosas no se puede discernir en los textos. Sin embargo, estos textos son evidencia suficiente para indicar que el modo de creación de Adán fue de alguna manera único. En consecuencia, no hay razón para que los teólogos asuman que la creación de otras formas de vida tenía que seguir el mismo patrón que la creación de Adán.
Al-Alūsī, mientras discute el verso «¡Oh, seres humanos! Tengan temor de su Señor, Quien los ha creado de un solo ser, del que creó a su cónyuge…», cita a Zayn al-Arab que va tan lejos como para declarar como incredulidad la afirmación del shia Twelver[29] de que Dios creó independientemente numerosos miles de Adanes únicos en sucesión, cada uno con su propia progenie. Al-Alūsī luego dice, coincidiendo con la incredulidad de Zayn al-ʿArab, si no necesariamente con su decisión de incredulidad:
Este Adán nuestro fue precedido por otras creaciones como los ángeles, los Jinn, numerosos animales y otras cosas sobre las que solo Dios tiene conocimiento, pero no por una creación de personas como él.[30]
¿Por qué fue el modo de creación de Adán de una manera tan excepcional? De lo que antecede, hemos visto a los teólogos afirmar repetidamente que era como un signo de distinción y honor para él, y por extensión, para sus descendientes. Esto se entiende en el contexto del versículo donde Dios desafía a Satanás preguntando: Oh Satanás, ¿qué te impidió postrarte ante lo que creé con Mis dos manos? También se entiende como un honor cuando Moisés y las personas lo mencionan en el Día de la Resurrección.
En la medida en que los teólogos consideren que el modo de creación de Adán es un milagro que honra a Adán y sus descendientes, se entenderá que es contrario al orden natural de las cosas, no indicativo de ese orden. El modo de creación de Adán no se vería como un arquetipo que representa el modo en que se crearon otros géneros o especies. En consecuencia, no informaría nada a nivel biológico. Es la historia de un individuo, una de las muchas historias de los profetas en el Corán.
Los musulmanes que aceptan el relato tradicional de la creación de Adán, por lo tanto, no tendrían razón para objetar la idea de que la especie biológica Homo sapiens evolucionó de otras especies de homínidos y comparte un origen genético común con todos los demás seres vivos. Podían aceptar esto completamente y sin reservas, al mismo tiempo que aceptaban por fe que Adán fue creado especial y milagrosamente por Dios por las razones más conocidas de Él, y que él es el antepasado de todas las personas que viven hoy. Ese es el límite de lo que un enfoque tradicional de los textos requiere y que se toma como una cuestión de fe. Por lo tanto, los musulmanes no estarían obligados a negar la idea de la evolución humana para permanecer fieles.
Por el contrario, al ser un evento tan milagroso, por su propia naturaleza, queda fuera del alcance de la investigación científica. Los científicos no pueden refutar la historia de la creación de Adán más de lo que pueden refutar cualquier otro milagro. Tales historias, por su naturaleza, son aceptadas por los creyentes en la fe. La ciencia no investiga las afirmaciones de actos singulares y sobrenaturales de la intervención de Dios. Simplemente no caen dentro de su alcance.
La misma distinción entre consideraciones teológicas y científicas se aplica a la creencia de que las personas en la Tierra hoy en día descienden de Adán. Esta es, como hemos determinado, la posición de la teología islámica clásica. Cualquiera que crea esto no puede dudar de que los descendientes de Adán se han diversificado en color, estatura y apariencia física a medida que se extienden por toda la Tierra. En ausencia de cualquier evidencia textual inequívoca que describa en detalle a los primeros descendientes de Adán, no habría manera de evaluar la extensión o la tasa de cambio genético y fenotípico que ha tenido lugar entre la progenie posterior de Adán. Por lo tanto, los teólogos no pueden usar la evidencia de las escrituras para indicar si los primeros descendientes de Adán se habrían clasificado biológicamente como Homo sapiens o posiblemente como alguna especie humana anterior. Esto significa que los teólogos no intentarán responder a preguntas de si el Homo neanderthalis era de los descendientes de Adán, ni más de lo que podrían argumentar si las criaturas que los científicos clasificarían como biológicamente Homo sapiens ya habían evolucionado en la Tierra y la estaban poblando antes de la llegada de Adán. Toda la evidencia de la evolución de los homínidos, hasta e incluyendo la evolución del Homo sapiens en una línea directa de descendencia, es empírica, y no hay nada en las escrituras islámicas que confirme o contradiga la existencia de esos homínidos. En consecuencia, no es una cuestión de creencia religiosa aceptar o rechazar el relato científico de la evolución de los homínidos hasta e incluyendo organismos que son taxonómicamente Homo sapiens. Sigue siendo una cuestión puramente científica. Desde el punto de vista de las Escrituras, no es posible determinar con precisión cuándo Adán y Eva hicieron su aparición en la Tierra ni si pudieron haber encontrado alguna especie de homínido preexistente.
¿Podría haber habido especies de homínidos antes de Adán? La Escritura no lo descarta. ¿Podrían estas especies homínidas haber coexistido con Adán y sus descendientes? Nuevamente, no hay nada explícito de las escrituras para negar esto. ¿Podrían los descendientes de Adán haberse casado con otras poblaciones que ya estaban presentes en la Tierra? Una vez más, las escrituras son silenciosas.[31] La postura teológica de tawaqquf requiere que nos abstengamos de afirmar o negar tales escenarios en ausencia de evidencia directa de las Escrituras, ya que todas estas preguntas constituyen una especulación sin fundamento sobre los asuntos del No Visto. Abordar estos escenarios no tiene importancia científica ni teológica, ya que los textos sagrados no los mencionan y la ciencia no los trata. Lo que importa es que la creencia en la creación directa de Adán no impide que los musulmanes que tienen esa creencia acepten la posibilidad de que los seres que eran biológicamente humanos pudieran haber evolucionado en la Tierra de otras especies, seres idénticos en todos los aspectos a los descendientes de Adán. Esto significa que los musulmanes de mentalidad tradicional todavía podrían ver a la humanidad biológicamente en el contexto de una perspectiva evolutiva más amplia y participar activamente en la investigación científica de la evolución biológica humana sin dudarlo.
Si Dios creó todas las criaturas por medio de la evolución y luego decidió honrar a un miembro individual de una especie al crearlo de la nada, entonces no hay razón para suponer que Él estaría obligado a proporcionarle a ese individuo marcadores físicos o genéticos para establecerlo a él y sus descendientes aparte de sus semejantes. Una distinción que disfrutó Adán fue el honor que tenía en relación con Dios, pero esto no se debió necesariamente a alguna característica física o mental, e incluso si lo fuera, no tenemos manera de señalar con certeza cuál podría ser esa característica. Las distinciones que se pueden encontrar en el hadiz, como hemos visto, son todos los honores que Dios otorgó a Adán, y no son cualidades físicas o mentales inherentes. Por lo tanto, la idea de que Adán fue creado directamente no hace que sus descendientes sean menos parte de la familia humana biológica más amplia de la que forman parte genéticamente, como tampoco es el hecho de que Jesús, nacido de una virgen, sea menos humano—biológicamente o no. Es cierto que el nacimiento milagroso de Jesús tiene una consecuencia directa en su linaje histórico: no se le atribuye a la familia de ningún hombre, sino que se le llama «el hijo de María», pero su pertenencia a la familia humana más amplia no está comprometida en lo más mínimo.
El Corán enfatiza que Jesús es completamente humano en todos los sentidos posibles de la palabra, hasta las necesidades físicas más básicas:
El Mesías hijo de María es solo un Mensajero, como los otros Mensajeros que le precedieron. Su madre fue una creyente devota. Ambos necesitaban alimentos [como el resto de los seres humanos]. Observa cómo les aclaré las evidencias, y cómo [a pesar de eso] rechazan la verdad (Corán 5:75)
Este versículo viene a refutar la afirmación de que Jesús era divino.[32] En el pensamiento islámico, es visto como un error fatal tomar el nacimiento virginal de Cristo como prueba de que, de alguna manera, no era completamente humano. Se entiende que esto es lo que condujo a la doctrina cristiana de la divinidad en Cristo—ya sea por tener una naturaleza dual, tanto humana como divina, o por ser completamente divina. En este verso, se compara a Cristo en su naturaleza biológica con otros seres humanos en el hecho de que él nació y en el hecho de que tanto él como su madre comieron alimentos[33]. La idea de su divinidad también se refuta en el Corán al comparar la creación de Jesús con la de Adán, como ya hemos discutido. No hay evidencia de que Dios haya creado señales físicas para distinguir a Jesús de sus compañeros humanos para resaltar su modo único de creación. Jesús se parecía a todos los demás. Entonces, ¿por qué tendría que ser lo contrario para Adán?
Se debe admitir que el ejemplo de Adán es más extremo que el de Jesús, ya que un Adán creado directamente no tiene parentesco físico directo con ningún otro ser, mientras que Jesús tiene un parentesco biológico directo con su madre. Así como Jesús no puede ser atribuido a ningún hombre antes que él, un Adán y Eva creados directamente no pueden ser atribuidos a ningún individuo en particular, de Homo sapiens o de otra manera, que podría haber vivido antes de ellos o al mismo tiempo que ellos. Esta es una posición histórica y genealógica que los musulmanes que la adoptan solo pueden aceptar con fe. De todos modos, al igual que Jesús es completamente parte de la familia humana—y a pesar de no tener un padre que proporcione un cromosoma Y es completamente un hombre—los descendientes de Adán pueden ser vistos como miembros de pleno derecho de la familia humana más amplia así como del reino animal y, de hecho, todos los seres vivos, con los que comparten un parentesco genético incuestionable.
La ciencia, por su parte, solo puede hablar sobre la evidencia empírica que encuentra, lo que indica que el Homo sapiens evolucionó de otras especies de homínidos. Si un ejemplar individual de una especie fuera creado por Dios de la nada, esto no dejaría rastro empírico para que los científicos lo identifiquen. Para los creyentes, sería un milagro, basado en las escrituras, y por definición, más allá de las leyes de la naturaleza, algo que la ciencia no puede abordar y no tiene interés en explorar.