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ayunar tres días de cada mes es como ayunar todo el tiempo(2) y esta es


una gran bondad y gracia de Al-lah para con Sus siervos.


Esto se refiere al ayuno extra y voluntario, de modo que ayune la persona


tres días de cada mes, uno después del otro o de manera aleatoria.


Segunda recomendación: hacer la oración de la mañana (Salat


Ad-Duha). Consiste en rezar dos o más rak’at a la hora de Ad-Duha o


media mañana. Por lo tanto, es recomendable que el musulmán rece dos,


cuatro o más rak’at a la hora del Duha, pues ello trae una gran recompensa


y una gran virtud.


La tercera recomendación: la recomendación de rezar el rezo witr.


Este es el mejor de los rezos voluntarios (nawáfil). Su tiempo inicia después


del ‘Ishá y termina con el adhán del Fayer y consiste en que la


persona rece voluntariamente por devoción a Al-lah una, tres, cinco, más


rak’at. Lo importante es que el número de las rak’at sea impar, y eso es lo


que significa la palabra árabe witr.


Esta fue la recomendación del Profeta, que la paz y las bendiciones


de Al-lah sean con él, para Abu Huraira, que Al-lah esté complacido con él,


y es también una recomendación para todos nosotros de nuestro amado


Profeta Muhammad, que la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él.


(2) Lo citó Al Bujari en su “Libro del ayuno”, capítulo “El derecho del cuerpo sobre el


ayuno”, nro. 1975; y Muslim en su “Libro del ayuno”, nro. 1159, del relato de ‘Amro


Ibn Al ‘As, que Al-lah esté complacido con él.


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Abu Huraira, que Al-lah esté complacido con él,


relató que el Mensajero de Al-lah, que la paz y las


bendiciones de Al-lah sean con él, dijo: “Cuando el


siervo está en suyúd es cuando más cerca está de


su Señor, así que aprovechen para hacer más plegarias”


(Muslim)(1).


Explicación


Al-lah les ordenó a Sus siervos que busquen Su complacencia por


medio de varios tipos de rituales y actos de obediencia.


Una de las más grandiosas formas de acercarse a Al-lah es el rezo


prescrito y el voluntario. Cuando el musulmán entra en el rezo está más


cerca de Al-lah.


A pesar de que todo el rezo acerca más al creyente a su Señor, la


prosternación (suyúd) es el momento más sublime y cuando más cerca


se encuentra la persona de Al-lah, pues se somete a Al-lah en su suyúd,


Lo glorifica, Lo santifica y Le ruega estando en una posición de devoción,


humildad y dependencia.


Por eso mismo es que el suyúd es un momento en que las plegarias


son respondidas. Como dijo el Profeta, que la paz y las bendiciones de


(1) Lo citó Muslim en su “Libro del rezo”, nro. 482.


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Al-lah sean con él, en otro hadiz citado por Muslim: “Y respecto al suyúd,


esfuércense en él con las plegarias, pues es más probable que sean respondidas”(


2).


Por esta misma razón es recomendable que la persona se extienda


en su suyúd y haga más plegarias, pues el suyúd y la plegaria son dos de


las principales causas para lograr el bienestar y la felicidad en esta vida


y la otra.


(2) Lo citó Muslim en su “Libro del rezo”, nro. 479, del relato de Ibn ‘Abbás, que Al-lah


esté complacido con él.


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Zábit Bin Ad-Dahhák, que Al-lah esté complacido


con él, relató que el Mensajero de Al-lah, que la paz


y las bendiciones de Al-lah sean con él, dijo: “Maldecir


al creyente es como matarlo” (muttafaq ‘alaih)(1).


Explicación


La maldición es una falta grave y un pecado inmenso. El Profeta, que


la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él, nos advirtió sobre maldecir


y nos prohibió hacerlo en numerosos hadices, entre ellos este en el que


dice: “Maldecir al creyente es como matarlo”.


En otro hadiz dice: “No se maldigan con la maldición de Al-lah ni con


Su ira” (Lo citó Abu Dawud y At-Tirmidhi(2), y lo clasificó como Hasan


Sahih).


El Profeta, que Al-lah esté complacido con él, también nos dice, como


se cita en el Sunan de Abu Dawud y el de At-Tirmidhi con una cadena de


(1) Lo citó Al Bujari en su “Libro de los modales”, capítulo: “Quien declara incrédulo


a su hermano sin un motivo válido habrá caído él mismo en la incredulidad”, nro.


6105; y Muslim en su “Libro de la fe”, nro. 110.


(2) Lo citó Abu Dawud en su “Libro de los modales”, capítulo: “Las maldiciones” nro.


4906. También At-Tirmidhi en sus capítulos del buen trato, capítulo: “Sobre la


maldición”, nro. 1976. También Al Hákim (1/111) y lo clasificó como auténtico, del


relato de Samura Bin Yundub, que Al-lah esté complacido con él.


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transmisión auténtica: “Quien maldice a alguien que no lo merece, la maldición


se le vuelve en su contra”(3), y esto significa que si alguien maldice


a otro sin razón la maldición se vuelve contra quien la pronuncia.


También citó At-Tabarani(4) con una cadena de transmisión (sanad/isnad)


buena del relato de Salama Bin Al Akwa’, que Al-lah esté complacido


con él, que dijo: “Opinábamos que si una persona maldecía a su hermano


había cometido un pecado capital”.


Dijo el Shaij Ibn Baz, que Al-lah lo tenga en Su misericordia: “Maldecir


al musulmán es un pecado capital”(5).


(3) Lo citó Abu Dawud en su “Libro de los modales”, capítulo: “Las maldiciones”,


nro. 4908. También At-Tirmidhi en sus capítulos del buen trato, capítulo: “Sobre la


maldición”, nro. 1978. También Ibn Hibbán (Al Ihsán 11/55), nro. 5745, del relato de


Ibn ‘Abbás, que Al-lah esté complacido con él.


(4) En su Al Mu’yam Al Awsat (6/380), nro. 6674.


(5) Compendio de fatwas y frases, Shaij Ibn Baz 7/148.


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Abu Huraira, que Al-lah esté complacido con él,


relató que el Mensajero de Al-lah, que la paz y las


bendiciones de Al-lah sean con él, dijo: “Al-lah, Bendito


y Exaltado sea, dijo: ‘Hijo de Adán, gasta en caridades,


que yo gastaré en ti’” (muttafaq ‘alaih)(1).


Explicación


Uno de los atributos más sublimes con los que Al-lah elogia a Sus


siervos creyentes es la caridad. Al-lah dice al respecto: {Alif, Lam, Mim.


Este es el Libro del cual no hay duda, es guía para los que son conscientes


de Al-lah y Le temen devocionalmente, los que creen en lo oculto,


practican la oración, dan caridad de lo que les he proveído} [Corán 2:1-3].


La caridad abarca varios asuntos, entre ellos el gasto de un hombre


en su esposa y sus hijos, ayudar a los pobres y necesitados, y otros campos,


como imprimir copias del Corán, distribuir libros beneficiosos, curar


a los enfermos y cualquier otro proyecto de beneficencia.


(1) Lo citó AL Bujari en su “Libro de Tafsír del Corán”, capítulo: “La aleya: {Su trono


estaba sobre el agua}”, nro. 4684; y Muslim en su “Libro del zakat”, nro. 993, y


citamos su versión.


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En este libro Al-lah le promete a quien gasta de sus bienes en proyectos


de beneficencia que Al-lah gastará en él, lo sustentará con Su gracia


generosa y amplia de forma permanente, tal como dijo Al-lah: {Diles: “Mi


Señor aumenta el sustento a quien Él quiere de Sus siervos y se lo restringe


[a quien quiere], y todo lo que gasten en caridad, Él se los compensará.


Él es el mejor de los sustentadores”} [Corán 34:39].


Así pues, quien gasta de sus bienes en su familia, en sus padres o en


otros de sus familiares, en los pobres y necesitados, o en cualquier proyecto


de caridad, Al-lah le asigna una gran recompensa en retribución y lo


sustenta de un modo que le repone lo que ha gastado. Esa es la bondad


de Al-lah que se la da a quien Le place, y Al-lah tiene una gracia inmensa.


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Abu Huraira, que Al-lah esté complacido con él,


relató que el Mensajero de Al-lah, que la paz y las


bendiciones de Al-lah sean con él, dijo: “Lo que sufre


el musulmán de decaimiento o enfermedad, de ansiedad


o tristeza, de daño o preocupación, incluso si


lo pincha una espina, son motivos para que Al-lah le


expíe sus faltas” (muttafaq ‘alaih)(1).


Explicación


El ser humano vive en este mundo terrenal expuesto a las dificultades


y los esfuerzos, a las preocupaciones y las tristezas.


En este hadiz el Mensajero de AL-lah, que la paz y las bendiciones de


Al-lah sean con él, nos informa de un asunto sublime que debemos recordar


en toda circunstancia, pues es algo que alegra al corazón, reconforta


al espíritu y trae sosiego.


Este asunto es el hecho de que al ser humano, por cada vez que


lo azota el cansancio, la enfermedad, la preocupación, la ansiedad, la


tristeza o un daño, Al-lah le expía por ello sus faltas, por lo que estas


desgracias se convierten en causa para la expiación y eliminación de las


faltas, de modo que la persona sale de la desgracia purificada y limpia de


sus faltas y pecados, más cerca de su Señor y Aliado.


(1) Lo citó Al Bujari en su “Libro de los enfermos”, capítulo: “La expiación en la enfermedad”,


nro. 5641; y Muslim en su “Libro del buen trato, la relación familiar y los


modales”, nro. 2573.


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Las palabras del Profeta, que la paz y las bendiciones de Al-lah sean


con él: “incluso si lo pincha una espina”, son una prueba puntual de que el


daño que sufre la persona es motivo de expiación para sus faltas, aunque


sea un daño mínimo como el de una espina.


Sabiendo esto, el musulmán debe alegrarse de la gracia bondadosa


de Al-lah y debe esforzarse para mantenerse paciente, perseverante y


complacido con Al-lah, pues Al-lah se complace con quien está complacido


con Él y le aumenta su complacencia, y además le otorga Sus bendiciones


abundantemente.


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Abu Huraira, que Al-lah esté complacido con él,


relató que el Mensajero de Al-lah, que la paz y las


bendiciones de Al-lah sean con él, dijo: “No entrarán


al Paraíso hasta que sean creyentes, y no tendrán fe


hasta que se amen mutuamente. ¿Quieren que les


indique algo que, si lo hacen, se amarán mutuamente?


Difundan el saludo de paz entre ustedes” (Muslim)(1).


Explicación


Este hadiz nos anima a practicar algo de suma importancia, se trata


de que nos amemos entre los seres humanos.


El Profeta, que la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él, nos


dice que no entraremos al Paraíso hasta que seamos creyentes, y que no


lo seremos hasta que nos amemos unos a otros. Y para poder amarnos


unos a otros hay un asunto sencillo que, si lo hacemos, se difundirá el


amor entre nosotros.


Este asunto sencillo y fácil es difundir el saludo de paz. Esto significa


saludar a la gente lo más que podamos deseándoles paz.


Entonces, de este hadiz aprendemos que el saludo de paz (salám)


entre los musulmanes hace que nazca el amor de unos por otros, y esto


hace que aumente la fe, y el aumento de la fe nos hace entrar al Paraíso.


(1) Lo citó Muslim en su “Libro de la fe”, nro. 54.


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El mejor tipo de salám es decir: As-salámu ‘alaikum wa rahmatul-lah


wa barkátuhu (que la paz, la misericordia y las bendiciones de Al-lah sean


con ustedes).


Y la mejor respuesta al salám es: Wa ‘alaikum us-salám wa rahmatul-


lahi wa barakátuh (y sobre ustedes sea la paz, la misericordia y las


bendiciones de Al-lah).


Y si la persona solo dice: “As-Salám ‘alaikum”, o dice: “As-salám ‘alaikum


wa rahmatul-lah” , eso igual basta si Al-lah lo desea; pero el saludo


completo es mejor, y es: As-salámu ‘alaikum wa rahmatul-lah wa barkátuhu


(que la paz, la misericordia y las bendiciones de Al-lah sean con


ustedes).


Entonces el musulmán debe difundir el saludo de paz, debe esforzarse


y ocuparse de ello sin avergonzarse, pues es causa de recompensa y


aumento de la fe, y causa de la entrada al Paraíso.


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Abu Sa’id Al Judri, que Al-lah esté complacido con


él, relató que el Mensajero de Al-lah, que la paz y


las bendiciones de Al-lah sean con él, dijo: “Que el


hombre no mire la intimidad de otro hombre y que la


mujer no mire la intimidad de otra mujer” (Muslim)(1).


Explicación


Este hadiz nos enseña algo muy importante que debemos hacer y


practicar siempre.


El ser humano, sea hombre o mujer, tiene una intimidad (‘awra) que


debe cubrir y que los demás deben evitar verla.


Si Al-lah ha prohibido que un hombre mire la intimidad de otro hombre


o que una mujer mire la intimidad de otra mujer, imaginen entonces qué


grave es que un hombre mire la intimidad de una mujer y una mujer la de


un hombre.


Ya que sabemos esto, debemos cubrir y proteger bien nuestra intimidad


para que la gente no la vea. Entonces, no debemos mirar la intimidad


de los otros y peor aún tocarla. Debemos saber que este asunto


no permite negligencias, descuidos ni bromas al respecto y bajo ninguna


circunstancia.


(1) Lo citó Muslim en su “Libro de la menstruación”, nro. 338.


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As-Sa’b Ibn Al Yazzáma relató que le obsequió al


Mensajero de Al-lah un animal que había cazado y que


el Profeta, que la paz y las bendiciones de Al-lah sean


con él, se lo devolvió y no lo quiso aceptar. Cuando el


Profeta, que la paz y las bendiciones de Al-lah sean


con él, vio la tristeza en la cara de As-Sa’b, le dijo: “Te


lo devolvemos solo porque estamos consagrados en


ihrám” (muttafaq ‘alaih)(1).


Explicación


Los sahaba, que Al-lah esté complacido con ellos, gustaban de ofrecerle


regalos al Mensajero de Al-lah, que la paz y las bendiciones de Allah


sean con él, y el Mensajero de Al-lah acostumbraba recibir los regalos


y corresponderlos.


Durante el peregrinaje, se presentó ante el Profeta, que la paz y las


bendiciones de Al-lah sean con él, un hombre llamado As-Sa’b Ibn Yazzáma,


que Al-lah esté complacido con él, quien portaba un presente, que


era una animal que había cazado para regalárselo al Mensajero de Al-lah


para que comiera. El Profeta, que la paz y las bendiciones de Al-lah sean


con él, no aceptó tal regalo porque estaba consagrado para el peregrinaje,


y la caza es una de las prohibiciones del peregrino consagrado.


(1) Al Bujari lo citó en su “Libro de la recompensa del cazador”, capítulo: “Si se le obsequia


al peregrino consagrado un asno salvaje no lo acepta”, nro. 1825; y Muslim


en su “Libro del Hayy”, nro. 1193.


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Cuando el Profeta rechazó el regalo del hombre, este se entristeció y


su rostro lo reflejó. Entonces, el Profeta, que la paz y las bendiciones de


Al-lah sean con él, se apresuró a explicar cuál era la causa del rechazo


y le dijo: “Te lo devolvemos solo porque estamos consagrados en ihrám”.


Entonces el hombre dejó de estar triste y desde entonces les relataba a


sus compañeros y discípulos este suceso.


De aquí aprendemos la importancia de apresurarse a explicar las razones


y las excusas, para cortarle toda vía al demonio, haciendo lo que


Al-lah dijo: {Exhorta a Mis siervos a hablar con respeto, porque el demonio


quiere sembrar la discordia entre ellos. El demonio es el enemigo


declarado del ser humano} [Corán 17:53].


El Imam An-Nawawi citó este hadiz en el capítulo de “Buenos modales”


de su libro Jardines de los justos, para aclarar que dar consuelo al


que está triste, animar a las personas y explicar las razones de ciertos


actos es parte de los buenos modales.


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Hudhaifa Ibn Al Iamán, que Al-lah esté complacido


con él, relató que el Mensajero de Al-lah, que la paz y


las bendiciones de Al-lah sean con él, dijo: “No entrará


al Paraíso quien siembra intrigas” (muttafaq ‘alaih)(1).


Explicación


Este es uno de los hadices que nos advierte contra los vicios de la


lengua, que son muchos y muy variados, por ejemplo, la calumnia y la


intriga.


Dijo el Imam An-Nawawi: “Debes saber que estos dos −la calumnia


y la intriga− son dos de los vicios más feos y los más difundidos entre la


gente, al punto que muy pocos están a salvo de ellos”(2).


En este hadiz el Profeta, que la paz y las bendiciones de Al-lah sean


con él, nos prohíbe una costumbre muy despreciable y que es uno de los


pecados capitales, se trata de la namima (la intriga), pues dice: “No entrará


al Paraíso quien siembra intrigas”, es decir, quien practica la namima.


(1) Lo citó Al Bujari en su “Libro de los modales”, capítulo: “Lo que se detesta de la


intriga”, nro. 6056; y Muslim en su “Libro de la fe”, nro. 105.


(2) Libro de las invocaciones, edición de Abdulqádir Al Arnaut, p. 336.


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Namima es un término árabe que significa: difundir rumores que causan


conflictos entre la gente, y estos conflictos provocan disputas, peleas


y enemistades.


Todo musulmán y musulmana debe evitar la namima a como dé lugar,


y debe aconsejar a los demás que la eviten, porque hace que la persona


no pueda entrar al Paraíso y sea castigada en la tumba, que Al-lah nos


libre de aquello.


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Anas Ibn Málik, que Al-lah esté complacido con


él, relató que el Mensajero de Al-lah, que la paz y


las bendiciones de Al-lah sean con él, dijo: “A todo


musulmán que planta un árbol o siembra un cultivo


y comen de ello las aves, las personas o las bestias


se le contará como una caridad” (muttafaq ‘alaih)(1).


Explicación


La agricultura es una de las actividades humanas más importantes,


pues es la fuente de nuestra provisión de alimentos y también puede ser


causa de enriquecimiento.


Entre las gracias de Al-lah sobre sus siervos tenemos que si un musulmán


siembra un cultivo y alguna persona, ave o bestia se alimenta


de él, entonces Al-lah se lo cuenta como una caridad al agricultor, quien


originalmente no había sembrado tal cultivo para caridad sino que lo hizo


para alimentarse o comerciar.


(1) Lo citó Al Bujari en su “Libro de la siembra a riesgo compartido”, capítulo: “Excelencia


de la agricultura y la siembra de la que alguien se alimenta”, nro. 2320; y


Muslim en su “Libro de la siembra a riesgo compartido”, nro. 1553.


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Y esta retribución no se limita a la agricultura, sino que se aplica a


toda obra de bien que haga un musulmán y que beneficie a otros. Quien


cava un pozo del que beben personas, aves o bestias, o pone una sombra


bajo la cual se cobijan personas, aves o bestias, gana por ello una recompensa


y retribución, y lo mismo sucede con otras obras beneficiosas.


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Abu Huraira, que Al-lah esté complacido con él, relató


que el Mensajero de Al-lah, que la paz y las bendiciones de


Al-lah sean con él, le debía dinero a un hombre y este fue a


cobrarle y fue grosero. Los sahaba quisieron ponerlo en su


lugar, pero el Profeta, que la paz y las bendiciones de Al-lah


sean con él, dijo: “Déjenlo, pues el dueño de un derecho


tiene la potestad de hablar” (Muttafaq ‘alaih)(1).


Explicación


El Profeta, que la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él, compró


un camello de un hombre y acordaron que el Profeta le pagaría su precio


luego de un tiempo. Cuando el pazo se cumplió, se presentó el hombre a


cobrar su pago; así que entró a ver al Profeta y le exigió el pago con cierto


enojo y elevando su voz.


Cuando los sahaba lo oyeron, se molestaron con él y estuvieron a


punto de golpearlo por no comportarse con buenos modales ante el Mensajero


de Al-lah, que la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él, Sin


embargo, el Profeta les dijo: “Déjenlo −es decir: no le hagan daño−, pues


el dueño de un derecho tiene la potestad de hablar”, es decir: mientras


esté exigiendo su derecho puede hablar.


(1) Lo citó Al Bujari en su “Libro de la representación”, capítulo: “La representación


en el pago de deudas”, nro. 2306 y en su “Libro de los obsequios”, capítulo: “Un


obsequio recibido y no recibido”, nro. 2606, y la cita es de ambos; y Muslim en su


“Libro de la siembra a riesgo compartido”, nro. 1601.


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De este hadiz obtenemos una gran enseñanza que nos ayudará en


nuestro trato con la gente: si una persona exige su derecho, debemos


escucharla y prestarle atención, sin molestarnos si eleva la voz o se ve


molesto al hablar.


Si nos apegamos a los modales proféticos, los derechos llegan a sus


dueños y disminuyen entre nosotros los problemas, las disputas y las


enemistades.


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Abu Qatáda, que Al-lah esté complacido con él,


relató que el Mensajero de Al-lah, que la paz y las


bendiciones de Al-lah sean con él, dijo: “A quien le


alegre que Al-lah lo salve de la dificultad del Día de


la Resurrección, que sea paciente con un deudor en


apuros o que le perdone la deuda” (Muslim)(1).


Explicación


El Día de la Resurrección es el día en que Al-lah exigirá cuentas a Sus


siervos y los retribuirá por lo que hicieron de bien o de mal. En ese día


Al-lah juzgará sobre las disputas que tenían Sus siervos y luego ordenará


que sean enviados al Paraíso o al Infierno.


En ese día grandioso habrá muchas dificultades sobre la gente, por


sus extremas situaciones y paralizantes horrores.


Quien desee que Al-lah lo salve de las dificultades del Día de la Resurrección


y de sus horrores, que sea paciente con el deudor en apuros


o que le perdone la deuda.


Ser paciente e indulgente con los deudores es una obra de bien de


gran nobleza. Sin embargo, cabe hacer notar que es algo recomendable


y no obligatorio. Ser paciente con el deudor en apuros consiste en postergar


el cobro de lo que él nos adeuda y perdonarle la deuda ser refiere a


perdonarle parte de lo que nos adeuda o todo lo adeudado.


(1) Lo citó Muslim en su “Libro de la siembra a riesgo compartido”, nro. 1563.


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Si alguien te pidió dinero prestado y llegó la hora de que pague, pero


sabes que está pasando por dificultades y no puede pagar, dale más


tiempo para pagar o perdónale la deuda o parte de ella. Si haces esto


ganarás una gran bendición y se espera que estés a salvo de las dificultades


del Día de la Resurrección, además de ganar el Paraíso y la


complacencia de Al-lah.


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Abu Huraira, que Al-lah esté complacido con él,


relató que el Mensajero de Al-lah, que la paz y las


bendiciones de Al-lah sean con él, dijo: “Quien nos


engaña no es de nosotros” (Muslim)(1).


Explicación


El Profeta, que la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él, caminaba


por uno de los mercados de Medina y pasó frente a un hombre


que vendía grano apilado. Este grano había sido mojado por la lluvia. Sin


embargo, el hombre ocultó el grano humedecido poniéndolo al fondo del


montón para que la gente no lo notase.


El Profeta, que la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él, presintió


que la mercancía estaba con algún defecto, introdujo su mano en el


saco de grano y sintió la humedad. Entonces reprendió al hombre diciéndole:


“¿Por qué no pusiste el grano húmedo encima para que lo vea la


gente? Quien nos engaña no es de nosotros”.


Esto quiere decir que el comerciante debe ser honesto y sincero en


sus tratos. No debe elogiar la mercancía que no merece elogio, ni debe


ocultar los defectos de alguna mercancía de modo que engañe a los compradores


para que la compren. Tampoco debe aumentar el precio de la


mercancía sin razón alguna.


(1) Lo citó Muslim en su “Libro de la fe”, nro. 101.


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En este hadiz vemos una severa prohibición de incurrir en este pecado


y este comportamiento reprochable, se trata del engaño; y se anima


a la gente a evitarlo y tener cuidado con él. Pues no es permitido que un


musulmán engañe a los demás en el comercio, en el trabajo, en los estudios


ni en otros asuntos. El engaño es un pecado en la religión de Al-lah,


en todos sus aspectos y formas.


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Abu Umáma, que Al-lah esté complacido con él,


relató que el Mensajero de Al-lah, que la paz y las


bendiciones de Al-lah sean con él, dijo: “A quien le


quita el derecho a otro musulmán con su juramento,


Al-lah lo enviará al Infierno y le impide entrar al Paraíso”.


Un hombre dijo: “¿Aunque sea algo mínimo,


Mensajero de Al-lah?”, y el Mensajero de Al-lah respondió:


“Aunque sea un palito de arák” (Muslim)(1).


Explicación


Los derechos de la gente es uno de los asuntos por los que la Shari’a


islámica ha mostrado gran preocupación.


No es permitido que le quitemos a nadie ninguno de sus derechos,


sea que se trate de algo material o no.


En este hadiz el Profeta, que la paz y las bendiciones de Al-lah sean


con él, nos advierte contra quitarle sus derechos a los demás y nos informa


que quitarle su derecho a una persona con un falso testimonio se


castiga con la entrada al Infierno y la prohibición de entrar al Paraíso.


Cuando los sahaba del Profeta, que la paz y las bendiciones de Allah


sean con él, oyeron estas palabras, preguntaron: “¿Aunque sea algo


mínimo, Mensajero de Al-lah?”, es decir; ¿este castigo por quitarles sus


derechos a la gente incluye a quien se apropia de algo mínimo? Y el


Mensajero de Al-lah, que la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él,


(1) Lo citó Muslim en su “Libro de la fe”, nro. 137.


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respondió: “Aunque sea un palito de arák”, indicando que apropiarse del


derecho ajeno es algo muy grave en el Islam, aunque lo apropiado sea


algo mínimo como los palitos de arák, de los que se hacen los cepillos de


dientes (siwák).


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Abu Musa Al Ash’ari, que Al-lah esté complacido con


él, relató que el Profeta, que la paz y las bendiciones


de Al-lah sean con él, lo envió a él junto con Mu’adh al


Yemen y les dijo: “Faciliten las cosas y no las dificulten.


Sean portadores de buenas noticias y no espanten a la


gente. Apóyense el uno al otro y no peleen entre ustedes”


(muttafaq ‘alaih).(1)


Explicación


El Profeta, que la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él, envió


a dos nobles sahaba al Yemen, Abu Musa Al Ash’ari y Mu’adh Ibn Yabal,


para que divulguen la religión y enseñen a la gente.


Y antes que viajen, el Profeta, que la paz y las bendiciones de Al-lah


sean con él, les dio una breve pero sublime y elocuente recomendación.


Les dijo: “Faciliten las cosas y no las dificulten”. Esto quiere decir que


traten a la gente con suavidad y comuniquen la religión de Al-lah sin severidad


ni complicación, informándole a la gente que la religión de Al-lah


es sencilla y no acepta extremismos ni complicaciones.


Y les dijo: “Sean portadores de buenas noticias y no espanten a la gente”.


Esto significa que le hablen a la gente en un lenguaje que los alegre por


(1) Lo citó Al Bujari en su “Libro del combate armado y la marcha”, capítulo: “Lo


detestable de las disputas y las diferencias en el combate”, nro. 3038; y Muslim en


su “Libro del combate armado y la marcha”, nro. 1773, y esta es su versión.


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la gracia de Al-lah y los haga desear Su recompensa; y no les hablen de un


modo que los ahuyente y les obstaculice la fe y las buenas obras.


Luego les hizo una tercera recomendación que es muy importante


para todo par de hermanos o amigos, les dijo: “Apóyense el uno al otro y


no peleen entre ustedes”, es decir, que se apoyen mutuamente. Cuando


uno vea que su compañero se interesa por algún asunto que lo apoye en


ello y que eso sea una causa para que se mantenga la fraternidad y el


amor entre ellos, y que perdure la amistad y el compañerismo.


De esto obtenemos la siguiente enseñanza: el amigo que apoya a


sus otros amigos y evita en lo posible contradecirlos, está obrando según


la sunna; y el que discrepa, pelea y se les opone con frecuencia se aleja


con eso de la sunna del Profeta, que la paz y las bendiciones de Al-lah


sean con él.


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Abu Musa Al Ash’ari, que Al-lah esté complacido


con él, relató que el Profeta, que la paz y las bendiciones


de Al-lah sean con él, dijo: “Quien levanta


las armas contra nosotros no es de los nuestros”


(muttafaq ‘alaih)(1).


Explicación


La seguridad es una de las grandes bendiciones de Al-lah y es una de


las necesidades vitales de la vida.


Al-lah nos recuerda esta generosa bendición que es la seguridad con


Sus palabras: {Que adoren y agradezcan, en consecuencia, al Señor de


esta Casa [la Ka‘ba], Quien les concedió el sustento para que no sufrieran


hambre y les dio seguridad para protegerlos del peligro} [Corán 106:3,4].


Dada la importancia de mantener la seguridad de la sociedad, el Profeta,


que la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él, prohibió que unos


levanten las armas para asustar a otros, amedrentarlos y amenazarlos de


muerte. Esto incluye las prohibiciones de rebelarse contra las autoridades,


romper con el contrato social y convertirse en un forajido.


(1) Lo citó Al Bujari en su “Libro de las tribulaciones”, capítulo: “Las palabras del


Profeta, que la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él: Quien levanta las armas


contra nosotros no es de los nuestros”, nro. 7071; y Muslim en su “Libro de la fe”,


nro. 100.


63


Las palabras del Profeta, que la paz y las bendiciones de Al-lah sean


con él: “Quien levanta las armas contra nosotros no es de los nuestros”


son una evidencia de que quien levanta las armas contra los musulmanes,


no es un seguidor de Muhammad, que la paz y las bendiciones de


Al-lah sean con él, y que este es uno de los pecados capitales.


64


28


Abdul-lah Ibn Mughaffal, que Al-lah esté complacido


con él, relató que el Mensajero de Al-lah, que la


paz y las bendiciones de Al-lah sean con él, prohibió


tirar piedras a los demás y dijo: “Eso no caza la presa


ni mata a un enemigo, sino que rompe los dientes


y vacía los ojos” (muttafaq ‘alaih)(1).


Explicación


El Profeta, que la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él, se esforzaba


mucho para enseñarle a la gente lo beneficioso y advertirles sobre


las cosas dañinas en los asuntos de su religión y su vida terrenal; por


eso Al-lah lo elogió: {Se les ha presentado un Mensajero de entre ustedes


mismos que se apena por sus adversidades, se preocupa y desea que


alcancen el bien [e ingresen al Paraíso]; es compasivo y misericordioso


con los creyentes} [Corán 9:128]; y nos hizo reflexionar sobre la bendición


de Su profecía: {Dios ha dado Su favor a los creyentes al enviarles un


Mensajero de entre ellos mismos que les recita Sus versículos, los purifica


y les enseña el Corán y la sabiduría [de la Sunna]. Porque antes se


encontraban en un claro extravío} [Corán 3:164].


En este hadiz el Profeta prohíbe algo que solía hacer la gente en la


yahilía preislámica y a principios de la prédica islámica: apedrear a los


demás con sus manos. Y el Profeta, que la paz y las bendiciones de Al-lah


(1) Lo citó Al Bujari en su “Libro de los modales”, capítulo: “La prohibición de lanzar


piedras”, nro. 6220; y Muslim en su “Libro de la cacería y los degüellos”, nro. 1954,


esta es su versión.



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