HACER SENTIR CULPABLES A LAS VÍCTIMAS ES DESOBEDECER A DIOS: EL ABUSO DEL PERDÓN
Escrito por Umm Zakiyyah
Es innegable que Dios ama el perdón. También es innegable que Dios ve el perdón como exponencialmente más superior que la culpa, el castigo y la represalia. Personalmente, dudo mucho que exista un solo sobreviviente de abuso, incluso uno atrapado en la ira y la amargura tóxicas, que negaría este hecho. Entonces, la pregunta aquí no es realmente sobre el perdón amoroso de Dios. Más bien, la pregunta es si nosotros, los de afuera que juzgamos (incluso si somos sobrevivientes), aceptamos que Dios también ama la justicia.
La pregunta también es si aceptamos o no sinceramente que Dios apoya cualquier decisión que tomen las víctimas de las malas acciones al abordar lo que les sucedió, siempre y cuando no violen los derechos de nadie en el proceso.
En la cultura del perdón forzado, la respuesta es un no a estas dos preguntas: No, no aceptamos que Dios ama la justicia, y no, no aceptamos que Dios apoye el derecho de elección de las víctimas. Sí, muchos de nosotros hablamos de los labios para afuera para reconocer esto. Pero a las palabras se las lleva el viento porque volvemos luego a culpar a los sobrevivientes del abuso para que hagan lo que decimos que deben hacer, al diablo con las enseñanzas de Dios.
Irónicamente, en este enfoque del perdón forzado, somos nosotros mismos los que estamos en peligro de caer en el pecado y hacer mal. Y este peligro es mucho más inminente que la posibilidad hipotética de que el corazón de un sobreviviente se llene de ira y amargura si no perdona. Sin embargo, estamos demasiado ocupados imaginando que sabemos más que todos los demás, incluido Dios, para siquiera percibir el peligro inminente que se cierne sobre nuestros corazones y almas.
En la tradición islámica, hay muchos lugares en el Corán en los que Dios describe los rasgos de los creyentes sinceros. En una parte, antecede esta descripción con un recordatorio de la naturaleza de las cosas que los humanos disfrutan en esta vida mundana. Dice:
«Lo que se les ha concedido [de bienes materiales] es parte de los placeres transitorios de esta vida mundanal. Pero la recompensa que Dios tiene reservada [en el Paraíso] será mejor y más duradera, para quienes crean y se encomienden a su Señor» (Ash-Shuraa, 42 : 36).
Dado que varios versículos que siguen se refieren tanto al perdón como a la maldad, esta introducción es bastante profunda porque le recuerda a cada persona, independientemente de las circunstancias, la naturaleza de este mundo transitorio y cómo debemos entender nuestras experiencias en él. Esto le permite al lector poner su mente en el lugar correcto antes incluso de procesar los rasgos de los creyentes sinceros que estarán en el Paraíso. Dios continúa enumerando varios rasgos de estos creyentes:
“para quienes evitan los pecados graves y las obscenidades, y cuando se enojan saben perdonar; para quienes responden a su Señor, cumplen con la oración prescrita, se consultan para resolver sus asuntos y con lo que les he concedido hacen caridades” (Ash-Shuraa, 42: 37-38).
Para aquellos involucrados en el perdón forzado, leerían esta descripción e inmediatamente pensarían, ¡ven! Esto es de lo que hablo. ¡Dios dice que los verdaderos creyentes perdonan los errores! Entonces, ¿qué está pasando con todas estas personas enojadas y amargadas que se niegan a perdonar a quienes les hicieron daño? Sin embargo, en esta descripción de aquellos que perdonan, Dios no mencionó nada malo en absoluto. Solo mencionó que están enojados. Ni siquiera menciona por qué están enojados. Sí, el verso ciertamente implica una mala conducta, pero no se menciona específicamente. Este no es un punto pequeño.
Algunas personas podrían decir que esta redacción es simplemente un tecnicismo, y que estoy siendo quisquillosa incluso al señalarlo. Por lo tanto, argumentan que esta redacción no tiene absolutamente nada que ver con el hecho de que todos deben perdonar, sin importar el abuso, la opresión o el mal que hayan sufrido. Sin embargo, cuando decimos esto, de lo que no nos damos cuenta es que el énfasis en la ira no solo es bastante significativo; también es el punto, como lo dejan sin lugar a dudas los versículos que siguen.
Antes de citar los versículos sobre las malas acciones, creo que es importante mencionar cómo debemos entender la redacción de las cosas en el Corán, especialmente cuando el mismo tema se aborda más de una vez en el mismo contexto. Por lo general, siempre que se discute un tema más de una vez y con algún detalle, lo que se menciona y lo que no se menciona en cada contexto apunta a rasgos importantes en los que debemos enfocarnos para comprenderlos. En algunos casos, estos rasgos importantes se encuentran en contextos fuera del Corán, como en el motivo de la revelación y en el ejemplo profético. Sin embargo, en este caso, los rasgos importantes se mencionan con bastante claridad en los propios versículos.
En el contexto anterior, cuando se menciona el perdón como la respuesta inmediata, el énfasis está en el hecho de que la persona está enojada, no en que haya sido agraviada. No se puede exagerar la profunda sabiduría de este énfasis.
En nuestra vida diaria, hay muchas cosas que nos enojan: un amigo se niega a hablarnos y no tenemos idea de por qué. Alguien llega tarde a recogernos para una cita importante. Un socio comercial acordó hacer algo y luego se retiró en el último minuto. Una persona nos interrumpe en el tráfico o roba rápidamente nuestro espacio de estacionamiento. Nuestro esposo o esposa se centra más en su teléfono inteligente o en su carrera que en nosotros. Y la lista continúa.
Una lección que podemos extraer es la siguiente: cuando son enfrentadas las cosas del día a día que incitan a la ira, para el creyente sincero, la respuesta predeterminada es el perdón. Al alabar este rasgo en Sus siervos, Dios nos hace saber que nuestro comportamiento diario debe fomentar entornos de paz, comprensión y empatía en lugar de hostilidad y represalias. Nadie es perfecto. Por lo tanto, de vez en cuando, todos seremos insensibles, poco confiables e incluso completamente equivocados, lo que incitará una ira justificable en los demás. Sin embargo, como regla general, lo mejor para todos es perdonar y ser misericordiosos en estas circunstancias. De lo contrario, el mundo estaría lleno de personas pendencieras y vengativas que se sienten justificadas en vengarse incluso de la más mínima ofensa.
Esto no quiere decir que ninguno de los escenarios que enumeré sea a veces más serio de lo que parece inicialmente, o incluso que tengamos que perdonar estos escenarios cada vez. Doy estos ejemplos solo para señalar que lo que se describe en el Corán es el hecho de que los creyentes sinceros, los que están dotados de una espiritualidad auténtica, tienen una naturaleza indulgente. Y esta naturaleza se manifiesta más cuando están justificadamente enojados y aún así eligen perdonar.
Sin embargo, cuando ha ocurrido un delito atroz, el énfasis ya no está en el perdón; está en la justicia. En este caso, los creyentes sinceros son descritos de la siguiente manera: “y cuando son víctimas de una injusticia son solidarios unos con otros [para restablecer la justicia]” (Ash-Shuraa, 42:39).
En el versículo que sigue, es solo después de que se explica que la retribución debe ajustarse al delito que se menciona la opción de perdonar:
“La ofensa debe ser retribuida por una pena equivalente, pero quienes sepan perdonar serán recompensados por Dios. Él no ama a los injustos” (42:40).
Curiosamente, Dios no se detiene aquí para discutir los derechos de quienes han sido agraviados. Continúa haciendo saber a las víctimas que no solo tienen pleno derecho a no perdonar, sino que también, si ejercen ese derecho, nadie tiene derecho a culparlas de ninguna manera. Él dice:
“Quien se defiende cuando es oprimido, no debe ser reprochado. Los que deben ser reprochados son quienes oprimen a la gente y se comportan con soberbia en la Tierra sin derecho alguno. Esos sufrirán un castigo doloroso” (42: 41-42).
Aquí es donde ver y comprender el árabe original sería de gran ayuda para comprender el poderoso mensaje que se transmite aquí. Sin embargo, para vislumbrar el significado más profundo, ofrezco esta explicación: lo que se traduce como «no debe ser reprochado» (es decir, contra la víctima que decide no perdonar), una traducción más literal sería «no hay camino o medio [que se pueda tomar] contra ellos». Al usar la palabra árabe sabil, que fue traducida como ser reprochado anteriormente, pero tiene el significado literal de camino o medio, Dios está cerrando todas las justificaciones posibles que cualquiera puede usar para criticar, culpar o dañar a una víctima que elige no perdonar.
En otras palabras, no importa si esta justificación de la culpa, la crítica o el daño tiene sus raíces en las buenas intenciones o no, si está dirigida a la víctima, Dios simplemente no lo permite. Si tomamos este camino de la culpa, entonces somos nosotros los que nos equivocamos.
Incluso si estamos perplejos o sinceramente decepcionados por su decisión de no perdonar, una vez que toman su decisión, no tenemos derecho a expresar decepción o crítica, ya que esta expresión en sí misma puede ser un sabil (un medio de culpa) contra ellos—no importa cuán inofensivo, inocente o bien intencionado nos parezca.
Después de que Dios aclara este punto como el cristal, entonces efectivamente nos dice: Si todavía sientes en tu corazón o mente alguna inclinación a criticar, culpar o expresar desilusión hacia alguien como resultado de esta circunstancia [que resultó en que la víctima no perdonara] , dirige toda tu atención hacia el que inició todo este problema en primer lugar: el abusador, el malhechor u opresor: “… La culpa es solo contra aquellos que oprimen a las personas y transgreden insolentemente más allá de los límites, desafiando los derechos y la justicia».
Solo después de que Dios establece más allá de toda duda el pleno derecho de la víctima a elegir, y la prohibición de cualquier forma de culpa o daño en su contra como resultado de su elección, regresa al tema del perdón:
«Pero tener paciencia [ante las injusticias] y perdonar, es algo que requiere de gran determinación» (42: 43).
Fuente: Muslim Matters