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Términos árabes





·       Sunnah: La palabra Sunnah tiene varios significados según el área de estudio; sin embargo, el significado que generalmente se le atribuye es: palabras, acciones y aprobaciones del Profeta.





El Profeta Abraham, conocido como Ibrahim en árabe, nació unos 2.000 años antes de Jesús, cerca de Ur, a unas 200 millas de Bagdad. El joven Ibrahim cuestionaba la religión que lo rodeaba.





Al igual que la gente a su alrededor, su padre, Azar, era un adorador de ídolos, posiblemente alguien que los esculpía; por ello, la primera prédica de Abraham fue dirigida hacia su padre. Nacido con la creencia pura de un niño de que el universo tiene un Creador, Ibrahim estaba instintivamente consciente de la verdad sobre Él. 





“Nárrales [¡oh, Muhammad!] la historia de Abraham que se menciona en el Libro. Era un hombre veraz, un Profeta” (Corán 19:41).





Ibrahim empezó a cuestionar la idolatría de su padre:





“Cuando [Abraham] dijo a su padre: “¡Oh, padre mío! ¿Por qué adoras a lo que no oye ni ve ni puede beneficiarte en absoluto? ¡Oh, padre mío! Se me ha revelado un conocimiento que tú no tienes. Sígueme, y te guiaré por el sendero recto. ¡Oh, padre mío! No adores al demonio, porque el demonio fue desobediente con el Compasivo. ¡Oh, padre mío! Temo que te alcance un castigo del Compasivo y seas de los que acompañen al demonio [al Infierno]”[1]. 





“¿Tomas a los ídolos por divinidades?” (Corán 6:74).  





La reacción de su padre fue el rechazo natural al desafío de alguien no solo menor que él, sino su descendiente, un desafío contra años de tradición y convenciones sociales.





Él (el padre) dijo: “¡Oh, Abraham! ¿Acaso rechazas a mis ídolos? Si no dejas de hacerlo te lapidaré. Aléjate de mí por buen tiempo” (Corán 19:46).





Ibrahim se mantuvo firme en su opinión sobre la idolatría de su padre y aquellos que lo rodeaban. Al rechazar la idolatría, Ibrahim inició su viaje espiritual hacia el Señor de los Mundos. Contemplar racionalmente el universo le hizo desviar la atención de la creación hacia el Creador, y con ello vino la oportunidad de promover su prédica de que la única deidad que merece adoración es Dios, el Todopoderoso. El Corán nos dice:





“Al llegar la noche vio una estrella y le dijo [a su pueblo]: “¡Este es mi Señor!” Pero cuando desapareció dijo: “No adoro lo que se ausenta”” (Corán 6:76).





Ibrahim les presentó el ejemplo de las estrellas, tan incomprensibles para ellos como para que las consideren superiores al ser humano y les atribuyan poderes que el humano no tiene. Pero al desaparecer las estrellas, Ibrahim vio su incapacidad de aparecer cuando quisieran, sino que solo son visibles de noche.





Otro ejemplo de algo mayor aún es un cuerpo celeste más bello, más grande desde nuestra perspectiva, ¡visible durante el día también! Sin embargo, el horizonte interrumpe su majestad:





“Luego, al ver la luna aparecer dijo: '¡Este es mi Señor!' Pero cuando desapareció dijo: 'Si no me guía mi Señor, seré de los pueblos extraviados'" (Corán 6:77).





Luego, como un ejemplo culminante, él citó para el análisis algo mayor aún, uno de los más importantes objetos en la creación para nosotros, sin el cual nuestra vida misma sería imposible.





"Y cuando vio salir el Sol dijo: '¡Este es mi Señor, este es el más grande [de los astros]!'. Pero cuando desapareció dijo: '¡Pueblo mío! Yo estoy libre de asociarle, como ustedes, divinidades a Dios'" (Corán 6:78).





Es así que Ibrahim probó, para su satisfacción y la consternación de su gente, que el Señor de los mundos no se encontraba entre las criaturas que sus ídolos representaban, sino que era, más bien, el Ser que los había creado y a todo lo que ellos podían ver y percibir; que el Señor no necesariamente debe ser visto para que pueda ser adorado. Él es un Señor Todopoderoso, que no tiene limitaciones como las tienen las criaturas que se puede encontrar en este mundo. 





 “... le concedí la guía a Abraham, a quien bien conocía”[2].





Sin embargo, a pesar de estas evidencias, su gente seguía discutiendo con él[3]. Ellos dijeron:





 “No, pero es lo que adoraban nuestros padres”[4].  





Él negó que los ancestros de alguien estuvieran necesariamente en lo correcto o que nosotros debamos seguir ciegamente sus costumbres, diciendo:





“Ustedes y sus padres están en un error evidente” (Corán 21:54).  





Su mensaje era simple:





"[Recuerda] a Abraham cuando le dijo a su pueblo: 'Adoren [solo] a Dios y tengan temor de Él, eso es lo mejor para ustedes, si supieran. Lo que adoran en lugar de Dios son solo ídolos que ustedes mismos crean falsamente. Lo que adoran en lugar de Dios no puede proveerles ningún sustento. Así que supliquen a Dios el sustento, adórenlo solo a Él y agradézcanle. Porque es ante Él que comparecerán"[5].





Luego llegó el momento en que la prédica debía ser acompañada por la acción. Ibrahim planeó un atrevido y decisivo golpe a la idolatría, un plan que, según tenía previsto, incluía a sus ídolos,





“Juro por Dios que voy a tramar algo contra sus ídolos cuando se hayan retirado” (Corán 21:57).  





Era época de un festival religioso por el cual debían salir del pueblo, invitaron a Ibrahim a participar. Así que, cuando miró al cielo y dijo;





 “Estoy enfermo” (Corán 37:89).





... la gente se fue sin él. Cuando el templo quedó desierto fue la oportunidad que estaba buscando. Él entró en el recinto de los ídolos cubiertos de oro, que tenían enfrente sofisticados manjares que los sacerdotes dejaban delante de ellos. Burlándose con incredulidad, les dijo:





“'¿Por qué no comen? ¿Por qué no pronuncian palabra?’” (Corán 37:91-92). 





Después de todo, ¿qué podía engañar tanto a un ser humano como para que adorara a ídolos hechos con sus propias manos?  





“Entonces, los destrozó con toda su fuerza” (Corán 37:93).





El Corán nos dice,





“Y los hizo pedazos, excepto al más grande, para que su atención se volviera sobre él” (Corán 21:58).





Cuando los sacerdotes del templo regresaron, quedaron pasmados por ver semejante sacrilegio, la destrucción del templo. Se preguntaban quién podía haber hecho eso con sus ídolos, cuando alguien mencionó el nombre de Ibrahim, explicando que él solía hablar mal de ellos. Entonces los sacerdotes lo convocaron ante su presencia, era la oportunidad de Ibrahim para mostrarles su desvío:





“[Abraham les dijo:] '¿Acaso adoran lo que ustedes mismos tallan?'” (Corán 37:95).





La ira de la gente iba en aumento; y, como no estaban de humor para una prédica, fueron directo al punto:





“Le dijeron: '¡Oh Abraham! ¿Fuiste tú quien destruyó nuestros dioses?'” (Corán 21:62).





Pero Ibrahim había dejado al ídolo mayor completo por una razón:





“Respondió: '¡Fue ese, el mayor de todos! Pregúntenle [a sus dioses], si es que ellos son capaces [al menos] de hablar'” (Corán 21:63).





Cuando Ibrahim los desafió así, entraron en un estado de confusión. Se culpaban mutuamente por no haber guardado bien los ídolos y, negándose a mirarle a los ojos, dijeron:





“Tú bien sabes que no pueden hablar” (Corán 21:65).





Así que Ibrahim enfatizó sobre su opinión.





“Dijo [Abraham]: '¿Acaso adoran en vez de Dios lo que no puede beneficiarlos ni perjudicarlos [en lo más mínimo]? ¡Uf, qué perdidos están ustedes y lo que adoran en vez de Dios! ¿Es que no van a reflexionar?'” (Corán 21:67).





Los acusadores se convirtieron en acusados. Los acusó de incoherencia en su lógica. Ellos no tuvieron respuesta para Ibrahim, pues el razonamiento de Ibrahim era irrefutable, su única respuesta fue la ira y el enojo, y condenaron a Ibrahim a ser quemado vivo:





“Dijeron: 'Construiremos una hoguera y te arrojaremos al fuego llameante'” (Corán 37:97).





Toda la gente del pueblo ayudó a reunir leña para la hoguera, hasta que se convirtió en el fuego más grande que jamás habían visto. El joven Ibrahim se sometió al destino que le había dado el Señor de los mundos. No perdió la fe, sino que esa prueba lo hizo más fuerte. Ibrahim no se dejó intimidar con la amenaza de una muerte horrible a pesar de su tierna edad; más bien sus últimas palabras antes de entrar al fuego fueron,





“Dios es suficiente para mí y Él es el que mejor dispone los asuntos” (Sahih Al Bujari).





Aquí tenemos otro ejemplo de Ibrahim saliendo con éxito de las pruebas que enfrentaba. Su fe en el verdadero Dios fue puesta a prueba, y él demostró que estaba dispuesto a entregar su vida por la causa de Dios. Su fe quedó evidenciada por sus actos.





Dios no quiso que el fuego fuera el fin de Ibrahim, pues él tenía una gran misión por delante. Así, salvó a Ibrahim como un signo para él y para su gente. 





"Pero dijo [Dios]: ¡Oh, fuego! Sé fresco y no dañes a Abraham'” (Corán 21:69).   





Ibrahim escapó a salvo del fuego.





Después de años de persecución, Ibrahim y su familia aparentemente migraron a Harrán en el sureste de Turquía para seguir predicando la verdad. Estando ya en Harrán, Ibrahim continuó predicando a su padre, pero su padre continuaba persistiendo en su rechazo. Finalmente le dijo:





“Si no dejas de hacerlo te lapidaré. Aléjate de mí por buen tiempo” (Corán 19:46).





  Expulsado por su padre, Ibrahim partió despidiéndose con palabras amables:





“Dijo [Abraham]: '¡Que la paz sea sobre ti! Pediré perdón por ti a mi Señor. Él ha sido generoso conmigo. Me alejaré de ustedes y de cuanto invocan en vez de Dios, e imploraré a mi Señor, y espero que mis ruegos a mi Señor no sean rechazados” (Corán 19:47, 48, 49).





Después de años de infructuosa prédica y angustia por el probable destino de su padre en la otra vida, Ibrahim, con su corazón tierno, mantuvo su promesa de rogar por él. Pero era una promesa que Allah rechazó al final (Corán 9:113-114). Cuando Ibrahim dejó atrás Harrán y a los idólatras, hizo algo que sería un ejemplo para nosotros. Allah nos recomienda una parte de sus palabras y nos advierte contra otra:





“Tienen un buen ejemplo en Abraham y sus seguidores, cuando dijeron a su pueblo: 'Nosotros somos inocentes de ustedes y de cuanto adoran en lugar de Dios. Negamos que haya verdad en lo que ustedes creen, y comenzará la animadversión y el desacuerdo [en temas de creencia] hasta que no acepten que solamente Dios merece ser adorado'. Pero no hagan como Abraham, cuando le dijo a su padre: “Pediré perdón por ti, pero no puedo hacer nada por ti ante Dios'”[1].





Ibrahim emigró a Egipto, donde se encontró con el Faraón, gobernante de esa tierra. Sarah, una mujer bella y atractiva, llamó la atención del Faraón. Cuando se le preguntó por su relación con Sarah, Ibrahim respondió que ella era su hermana, queriendo decir que era su hermana en la fe. A través de ella, se iba a comunicar un mensaje convocando a los egipcios a adorar solo a Allah. Pensando que Sarah estaba disponible para su propio provecho, el Faraón la convocó rápidamente y ella, bajo instrucciones de Ibrahim, guardó silencio sobre la verdadera relación entre ambos. Sarah, sin embargo, era una mujer casta, y dirigió sus ruegos a Allah. Cuando el Faraón quiso acercarse a Sarah, la mitad superior de su cuerpo se paralizó. Él rogó a Sarah con angustia, prometiendo que la liberaría si ella levantaba el castigo. Sin embargo, ella simplemente suplicó a Allah que liberara al Faraón, para demostrar que Allah tiene poder para protegerla si así lo desea. Solo después de un fallido tercer intento de tomarla el Faraón finalmente la dejó ir. Sarah volvió a Ibrahim, acompañada de Agar, un obsequio del Faraón para quedar en buenos términos con alguien tan protegido por Allah. Ella comunicó un poderoso mensaje a los paganos egipcios, aunque el Faraón no supo encaminar bien su obsequio reconciliatorio, el cual debió estar dirigido a Allah. 





 





El profeta Ibrahim fue un Profeta de Allah y tiene el honor de ser descrito por Allah como Khalil-Allah que significa "aquel a quien Allah escogió por amor". 





 A través de varios capítulos en el Corán Ibrahim es honrado como un paradigma de virtud. El fue un hombre cuyo carácter es un ejemplo para todos los creyentes; era amable, paciente, valiente y confiable, y Allah lo describe de tal manera.





"Abraham fue un guía ejemplar, era obediente a Allah, monoteísta, y jamás fue idólatra. Era agradecido por los favores de Allah. Él lo eligió y lo guio por el sendero recto. Le concedí en la vida mundanal todo lo bueno, y en la otra vida estará con los justos" (Corán 16:120-122).





Lección 1


Los padres pueden aprender de los hijos y los mayores pueden aprender de los jóvenes.


El conocimiento y entendimiento no es necesariamente algo que llega con la edad, o no solo porque una persona sea mayor significa que deba ser emulada. La forma en que el Profeta Ibrahim interactuó con su padre es un muy buen ejemplo de un hijo que respeta a su padre, aun cuando rechazaba sus opiniones o estilo de vida.





"Y recuerda cuando Abraham le dijo a su padre Ázar: '¿Tomas a los ídolos por divinidades? Creo que tú y tu pueblo están en un claro extravío'" (Corán 6:74).





El padre de Ibrahim era Azar, un escultor de ídolos, desde una edad muy temprana Ibrahim fue consciente de que los ídolos no eran más que pedazos de madera o piedra, objetos inanimados que no podían traer beneficio o daño. ¡A él le parecía increíble que la gente pudiese adorarlos y tomarlos como dioses!





Ibrahim trató de convencer a su padre de que su práctica de adorar ídolos era equivocada y, en última instancia, inútil. Habló con él de una manera amable, usando buenas palabras, y trató de advertirle de los peligros inherentes a la adoración de ídolos, pero su padre solo se enfadó.





"Cuando [Abraham] dijo a su padre: "¡Oh, padre mío! ¿Por qué adoras a lo que no oye ni ve ni puede beneficiarte en absoluto? ¡Oh, padre mío! Se me ha revelado un conocimiento que tú no tienes. Sígueme, y te guiaré por el sendero recto. ¡Oh, padre mío! No adores al demonio, porque el demonio fue desobediente con el Compasivo. ¡Oh, padre mío! Temo que te alcance un castigo del Compasivo y seas de los que acompañen al demonio [al Infierno]'. Dijo [su padre]: '¡Oh, Abraham! ¿Acaso rechazas a mis ídolos? Si no dejas de hacerlo te lapidaré. Aléjate de mí por buen tiempo'" (Corán 19:42-46).  





El hijo temió que su padre estuviese perdido y cayera en las trampas de Shaitan. Él era muy sabio para su edad, aun así el padre de Ibrahim no lo escuchó. Tal vez por el hecho de que su hijo pudiese guiarlo o enseñarle algo. Ibrahim no perdió los estribos, sino que respondió a las amenazas de su padre con respeto y sabiduría.





"Dijo [Abraham]: '¡Que la paz sea sobre ti! Pediré perdón por ti a mi Señor. Él ha sido generoso conmigo. Me alejaré de ustedes y de cuanto invocan en vez de Allah, e imploraré a mi Señor, y espero que mis ruegos a mi Señor no sean rechazados" (Corán 19:47-48).





Lección 2


El Islam es lógico.


Desde la perspectiva Islámica el Profeta Ibrahim no es considerado judío ni cristiano, sino un Profeta que se sometió a Allah y, por tanto, un musulmán. Allah nos dice en el Corán que desde una edad temprana el Profeta Ibrahim sintió la necesidad de encontrar al Dios único digno de adoración. Él se dio cuenta de que los ídolos que su gente adoraba eran moldeados y esculpidos por su padre, no eran nada sino madera y piedra. Él supo de manera instintiva que el sol, la luna y las estrellas no eran dioses de ningún tipo. El Islam nos dice que la adoración a Allah es la única conclusión lógica a la que puede llegar una persona que examina las evidencias. Esto es exactamente lo que hizo Ibrahim. Primero les pidió a los ídolos de madera que respondieran cuando les hablaba y luego les destruyó. Ellos no podían hablar ni protegerse a sí mismos. Después, miró a los cielos y trató de buscar una respuesta. 





"Al llegar la noche vio una estrella y le dijo [a su pueblo]: '¡Este es mi Señor!'. Pero cuando desapareció dijo: 'No adoro lo que se ausenta'. Luego, al ver la luna aparecer dijo: '¡Este es mi Señor!'. Pero cuando desapareció dijo: 'Si no me guía mi Señor, seré de los pueblos extraviados'. Y cuando vio salir el sol dijo: '¡Este es mi Señor, este es el más grande [de los astros]!'. Pero cuando desapareció dijo: '¡Pueblo mío! Yo estoy libre de asociarle, como ustedes, divinidades a Allah'. Me consagro a Quien creó los cielos y la Tierra, soy monoteísta puro. No soy de los que Le asocian divinidades a Allah [en la adoración]'" (Corán 6:76-79).





Hay una lección importante para aprender de este evento de la vida del Profeta Ibrahim. Usando la lógica, uno puede fácilmente ver los signos que apuntan a la existencia de Allah y que solo Él merece ser adorado. El sol, la luna, las estrellas no son dioses, sino que son signos de la existencia y la grandeza de Allah. A través de la contemplación, Ibrahim comprendió acerca de la existencia y naturaleza sublime de Allah.





Lección 3


Un verdadero creyente está dispuesto a darlo todo por agradar a Allah.


De acuerdo con el Islam, el Profeta Ismail fue el hijo mayor del Profeta Ibrahim. Cuando él estaba lo suficientemente grande para caminar con su padre y hablar con él de hombre a hombre, Ibrahim le explicó que había tenido un sueño en el cual había visto que lo mataba. Los sueños de los profetas son una forma de revelación, de esta manera constituyen una orden por parte de Allah. Ciertamente, si a una persona le dijera su padre que iba a asesinarla debido a un sueño, ¡dudaría del sueño, así como de la cordura de su padre! Pero Ismail conocía el estatus de su padre; él era un hombre piadoso, hijo de un hombre piadoso, y ambos estaban comprometidos con el sometimiento a Allah. El Profeta Ibrahim llevó a su hijo al lugar donde iba a ser sacrificado y lo acostó boca abajo. Por esta razón, Allah los ha descrito con las más bellas palabras, pintando un cuadro de la esencia de la sumisión, el cual llena los ojos de lágrimas.





"Cuando ambos se resignaron, y [Abraham] lo echó sobre la frente [a Ismael para sacrificarlo]" (Corán 37:103).





Justo cuando el cuchillo de Abraham estaba a punto de descender, habló una voz que lo interrumpió:





"Lo llamé: ¡Oh Abraham! Has cumplido con lo que viste [en tus sueños]. Así recompenso a los que hacen el bien'. Esa fue una dura prueba" (Corán 37:104-106).





Ciertamente, fue la más grande prueba de todas, el sacrificio de su amado hijo, quien nació en su vejez luego de varios años de desear progenie. Aquí, Ibrahim mostró su voluntad de sacrificar cualquier cosa por la causa de Allah. Por esa razón, fue designado el líder de toda la humanidad, aquel a quien Allah bendijo con la progenie de los profetas. Este glorioso momento nos muestra que la existencia de una persona no tiene significado o valor excepto cuando es usada para agradar a Allah. 





Cargado de regalos, Ibrahim retornó a Palestina. Sin embargo, Sarah e Ibrahim seguían sin tener hijos, a pesar de las promesas divinas de que tendría mucha descendencia. Guiada por el altruismo, Sarah sugirió que Ibrahim se casara con Agar, su sirvienta, como una segunda esposa para que le diera descendencia en su lugar. Estando en Palestina, Ibrahim se casó con Agar y ella le dio un hijo, Ismael.





Mientras Ismael aún era un bebé de pecho, Ibrahim recibió la orden de Allah de llevar a Agar e Ismael al valle desierto de Bakka, a 700 millas al sudoeste de Hebrón, valle que posteriormente sería llamado Meca. Ibrahim los dejó allí con un odre de agua y una bolsa de cuero conteniendo dátiles. Cuando Ibrahim empezó a alejarse dejándolos atrás, Agar empezó a preocuparse por lo que sucedía. Ibrahim no miró atrás; Agar lo siguió diciéndole: "¡Ibrahim! ¿Dónde vas dejándonos en un valle deshabitado sin que nadie nos acompañe ni haya nada allí?". Ibrahim apresuró el paso. Finalmente, Agar preguntó: "¿Allah te pidió hacerlo?". De pronto, Ibrahim se detuvo, se dio vuelta y dijo, ‘¡Si!’". Sintiéndose reconfortada por la respuesta, ella preguntó: "Ibrahim, ¿al cuidado de quién nos estás dejando?" "Los estoy dejando al cuidado de Allah", respondió Ibrahim. Agar se sometió a su Señor: "¡Allah me basta!"[2]. Ella volvió donde estaba el pequeño Ismael. Ibrahim partió después de haber rogado a Allah por su esposa y su hijo, lo cual hizo cuando ya estaba fuera de vista.





Pronto, el agua y los dátiles se terminaron y la desesperación de Agar iba en aumento. Sin poder saciar su sed ni poder dar el pecho a su hijo pequeño, Agar empezó a buscar agua. Empezó escalando la ladera rocosa de una colina cercana. "Tal vez pase por aquí una caravana", se dijo en sus adentros. Luego corrió entre las dos colinas de Safa y Marwa, siete veces, buscando agua, y luego oyó una voz. Mirando hacia abajo en el valle, vio a alguien parado al lado de Ismael. Era el ángel Gabriel, quien golpeó el suelo con su talón cerca del niño, mientras ella bajaba apresuradamente, y el agua comenzó a brotar. ¡Era un milagro! Agar improvisó una hoya para retener el agua y poder llenar su odre. "No temas ser abandonada", dijo el ángel, "pues esta es la casa de Allah, que será construida por este niño y su padre, y Allah no abandona a su gente"[3]. Poco después, la tribu árabe de Yurhum, migrando en su camino usual desde el sur de Arabia, se detuvo mientras pasaban por el valle de La Meca. Les pareció raro ver aves volando en esa dirección, pues era conocido por ser un valle seco y deshabitado, así que fueron a ver qué pasaba. Cuando vieron el agua abundante, le preguntaron a la madre con el niño si la podrían compartir con ellos. Eventualmente, se establecieron en La Meca e Ismael creció entre ellos.





Durante una reunión con su familia en La Meca después de años de separación, Allah ordenó a Ibrahim a través de un sueño que sacrifique a su hijo, con el que recién se había reunido después de casi una década de plegarias y separación. Ibrahim consultó a su hijo para ver si él comprendía: “[Abraham] le dijo: '¡Oh, hijito mío! He visto en sueños que te sacrificaba; dime, qué opinas'. Le dijo: '¡Oh, padre mío! Haz lo que te ha sido ordenado; encontrarás, si Dios quiere, que seré de los pacientes'”[4]. El piadoso hijo de un piadoso padre estaba comprometido con la sumisión a Allah y voluntariamente accedió a ser sacrificado. A Ibrahim se le ordenó llevar a su hijo hasta Mina, unas cuatro millas fuera de la Meca, y allí lo recostó para sacrificarlo. Justo cuando el cuchillo de Ibrahim estaba por cortar, una voz lo detuvo: “Lo llamé: '¡Oh, Abraham! Has cumplido con lo que viste [en tus sueños]. Así recompenso a los que hacen el bien'. Esa fue una dura prueba”[5]. Ibrahim recibió la orden de redimir a Ismael por medio de un carnero: "Pero lo rescaté [a su hijo, ordenando a Abraham que sacrificara en su lugar un carnero] e hiciera una gran ofrenda".





Después de que Ibrahim retornó a Palestina, fue visitado por los ángeles, quienes les dieron a él y a Sarah las buenas nuevas de otro hijo, Isaac, con las siguientes palabras: “Le dijeron: 'No temas, te anunciamos el nacimiento de un hijo sabio'”[6].





En uno de sus viajes posteriores a La Meca, ambos construyeron la Kabah por mandato de Allah. Mientras padre e hijo construían la Kabah, rogaban:





“Y [recuerden] cuando Abraham e Ismael levantaron los cimientos de La Casa, dijeron: '¡Oh, Señor! Acepta nuestra obra. Tú eres el que todo lo oye, todo lo sabe. ¡Señor nuestro! Haz que nosotros nos entreguemos a Tu voluntad, y que nuestra descendencia también lo haga [como una nación de musulmanes]. Enséñanos nuestros ritos para la peregrinación y acepta nuestro arrepentimiento; Tú eres el Indulgente, el Misericordioso. ¡Señor nuestro! Haz surgir de entre nuestra descendencia un Mensajero que les recite Tus palabras y les enseñe el Libro y la sabiduría, y los purifique. Tú eres el Poderoso, el Sabio” (Corán 2:127-129).





Antes de abandonar La Meca, Ibrahim hizo un ruego especial a Allah, pidió que La Meca fuese bendecida, pidió protección para su familia de la falsa adoración de los ídolos, bendiciones para Ismael y sus descendientes, rezos regulares para sus descendientes, y perdón para sí mismo, para sus padres y para todos los creyentes (Corán 14:35-41). La plegaria de Ibrahim pidiendo un Mensajero, y para los descendientes de Ismael, fue respondida miles de años después, cuando Allah hizo surgir al Profeta Muhammad (que la misericordia y las bendiciones de Allah sean con él) entre los árabes.





Él debía proclamar una obligación impuesta sobre todo creyente en un solo Dios, la de peregrinar a la Kabah (Corán 22:27). ¿Por qué no se menciona esto en el judaísmo y el cristianismo actuales?, es algo intrigante, pero debe ser una omisión deliberada de sus enseñanzas religiosas, ya que se cambiaría el énfasis de su "tierra prometida" a otra tierra donde el "pueblo elegido de Israel" no está residiendo.





Ibrahim y el Hayy


Numerosos ritos del Hayy conmemoran eventos de la vida de Ibrahim y su familia. Después de circunvalar la Kabah, un musulmán debe rezar dos rakahs detrás de la Estación de Ibrahim, que es la piedra sobre la que se apoyaba para construir la Kabah. Después de este rezo, un musulmán bebe del agua de Zamzam, el agua milagrosa provista por el ángel Gabriel que salvó las vidas de Agar e Ismael. El rito del sa’i –caminata entre Safa y Marwa– conmemora la desesperada búsqueda de agua de Agar cuando ella y su bebé quedaron solos en La Meca. El sacrificio de un animal en Mina es en conmemoración a la voluntad de Ibrahim de sacrificar a su hijo por orden de Allah. Finalmente, el lanzamiento de guijarros a los tres obeliscos (yamarát) en Mina, ejemplifica el rechazo de Ibrahim a las tentaciones de Satanás, que trató de evitar que sacrificara a Ismael.





Ibrahim, aquel que fue elegido por Allah para ser su allegado (Jalil-ullah), sobre quien Allah dijo: “Haré de ti un guía para la gente”[7], volvió a Palestina y murió allí.



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