La Cuarentena Es un Descubrimiento Profético
El Profeta dijo: “Si os enteráis de un brote de plaga en una tierra, no entréis en ella; pero si
la plaga se halla en un lugar en el que vosotros estáis, no lo abandonéis.” Lo transmitieron
ALbujary y Muslim. El Profeta dijo: “Si os enteráis de un brote de plaga en una tierra, no
entréis en ella; pero si la plaga se halla en un lugar en el que vosotros estáis, no lo
abandonéis.” Lo transmitieron ALbujary y Muslim.
Dijo también: “El que escapa del lugar de la plaga se parece al que escapa de la guerra. Sin
embargo, quien soporta y permanece en el lugar de la epidemia, la recompensa de un mártir
será su galardón.” Lo transmitió Ahmad.
Realidad científica:
Las ciencias modernas avanzaron y descubrieron el oculto mundo de los microorganismos.
Los científicos revelaron las diversas formas de multiplicación de los microorganismos y las
enfermedades que éstos causan. Se ha puesto de manifiesto que los hombres sanos que no
tienen ningún síntoma de enfermedad y que se encuentran en el lugar de la plaga ya son
portadores del microbio. Ellos representan una verdadera amenaza, pues pueden contagiar
la plaga a todo lugar hacia el que se desplacen.
Al descubrir esta realidad, se creó el tan internacionalmente conocido sistema de
cuarentena. Éste prohíbe a todos los habitantes abandonar la ciudad en la cual aparece la
plaga, y al mismo tiempo, se previene a los visitantes el riesgo que acarrea entrar en ella. En
el siglo XV una plaga de peste amenazó Europa causando la muerte de un cuarto de sus
ciudadanos. En aquella época, la peste y las enfermedades contagiosas eran mucho menos
perjudiciales en el mundo Musulmán.
Naturaleza del milagro:
Antes y después de la era del Mensajero, la gente creía –hasta que Pasteur descubrió los
microbios- que la causa de las enfermedades eran los malos espíritus, los demonios y las
estrellas, y por tanto no pensaban que estuviese relacionada con la higiene, el orden y la
conducta. Por consiguiente, no pensaban que los microorganismos se pudiesen transmitir de
un cuerpo a otro. Las enfermedades se sanaban a base de superstición y hechicería.
Al darse este caso, el Mensajero de Dios estableció una de las bases esenciales de la
medicina preventiva moderna, la cuarentena, impidiendo la divulgación de plagas
destructivas en las ciudades y a través de las muchedumbres. Él informó de este hecho
científico al decir: “Si os enteráis de un brote de plaga en una tierra, no entréis en ella; pero
si la plaga se halla en un lugar en el que vosotros estáis, no lo abandonéis.” Lo transmitieron
ALbujary y Muslim
Para garantizar la realización de este consejo, el Mensajero de Dios construyó una muralla
sobre el lugar de la plaga prometiendo galardonar a quien soportase y permanece en aquel
lugar con un premio equivalente al de un mártir, aunque amenazó a quien huyese de ella
con castigarle en el Infierno: “El que escapa del lugar de la plaga se parece al que escapa de
la guerra. Sin embargo, quien soporta y permanece en el lugar de la epidemia, la
recompensa de un mártir será su galardón.” Lo transmitió Ahmad.
Si pidieran a un hombre sano hace doscientos años que se quedase con los muertos y la
gente enferma en la zona de la plaga, entonces él habría considerado este hecho como una
agresión a su derecho de vivir. Él mismo huiría hacia otro lugar no contagiado. Tan sólo los
musulmanes no escaparon del lugar de la plaga obedeciendo la orden del Profeta sin
preguntar por su motivo. Por ello, fueron objeto de burla por parte de los no musulmanes
por hecho de seguir manteniendo esta conducta hasta que se descubrió que los que
parecían estar sanos, sin síntomas de enfermedad, eran portadores de germen y
transferirían la plaga de un lugar a otro al moverse. Pero si ellos se desplazaban libremente y
se mezclaban con la gente sana, entonces podrían contagiar a los demás, por ello eran más
peligrosos que los mismos enfermos. ¿Quién desveló a Muhammad esta realidad?
¿Puede un ser humano hablar de tal hecho hace catorce siglos, o aquello es la revelación del
Omnisciente, el Todopoderoso. Dios, el Todopoderoso, dice: “Di también: “!Alabado sea
Dios! Él os mostrará sus signos y vosotros los reconoceréis. Tu Señor al tanto de lo que
hacéis”. Las Hormigas, 93.