Cómo se define el abuso psicológico y emocional en el Islam? ¿De qué están hechas estas cicatrices emocionales que no pueden ser vistas sobre la piel? El abuso emocional es similar al abuso verbal, pero en ocasiones este puede ser un poco más malintencionado y repentinamente inquietante. Alcanza cada fibra de la autoestima, dejando a la víctima sumergida en un profundo dolor emocional. Usualmente, los niños que han sido severamente abusados, cuando crecen son incapaces de establecer relaciones normales o se convierten ellos mismos en personas que abusan emocionalmente de los demás.
Toda la gratitud es para Al-lah, Quien Ha establecido estándares que nos guían para saber cómo comportarnos unos con otros. Y eso también incluye a nuestros hijos.
Todo se centra en el corazón. Esta es la parte más importante de nuestro cuerpo.
El Profeta Muhammad, sallallahu ‘alayhi wa sallam, dijo: “En verdad, existe un pedazo de carne en vuestros cuerpos, el cual, si está sano, el cuerpo entero estará sano, y si está corrupto, entonces el cuerpo entero se corromperá. Ciertamente, es el corazón” (Al Bujari).
Todas nuestras acciones proceden de esta parte. Si hemos crecido en un hogar emocionalmente abusivo, posiblemente estemos cargando este excesivo equipaje dentro de nuestros corazones y hogares sin siquiera saberlo. Pero primero, qué significa el abuso emocional y psicológico, para poder no solamente buscar en el pasado, sino comprender cómo esto nos está afectando en la actualidad.
Al-lah Mira nuestros corazones, no nuestra apariencia exterior. Por lo tanto, cuando agredimos emocionalmente a nuestros niños humillándolos, poniéndoles sobrenombres, diciéndoles que son feos, que son un error y haciéndolos sentir inútiles, estamos iniciando un ataque con un arsenal muy pesado sobre el corazón. Los hemos hecho sentir que pensamos que son inútiles y rechazados. Estamos avanzando hacia lo profundo de un área en la cual no tenemos derecho de andar. Ya que Al-lah Examina nuestros corazones, ¿qué estamos haciendo con nuestros niños? El Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, dijo: “Al-lah no Mira vuestros cuerpos o vuestros rostros, sino que Mira vuestros corazones y acciones”(Muslim).
La lengua es un gran indicador de lo que hay en el corazón. Cuando el Corazón de un padre es bueno, se evidencia en su forma de expresarse. Sí, todos podemos enfadarnos con nuestros hijos, pero los padres que tienen un buen corazón serán cuidadosos y temerosos de Al-lah. Ya que sabemos que si la lengua es usada correctamente, será bendecida; entonces, ¿qué pasa con las personas que no usan sus lenguas correctamente? O si la lengua es hipócrita, hablan muy bonito con las personas fuera de sus casas, pero abusan de sus hijos adentro.
Por alguna razón, algunos padres creen que pueden decir a sus hijos lo que les venga en gana, sin siquiera pensar en las consecuencias. Estas consecuencias incluso pueden tener un alcance más largo de lo que el padre pueda imaginar, ya que los padres son responsables ante Al-lah por el abuso emocional o psicológico que puedan infringir sobre sus hijos. Al-lah Dice (lo que se interpreta en español): {Por cierto que triunfarán los creyentes que observen sus oraciones con sumisión, se aparten del Lagu[1]} [Corán 23:1-3].
Seremos recordados de todas y cada una de las cosas que comunicamos, ya sea de forma verbal o no. Sólo por que nos encontramos encerrados entre cuatro paredes no significa que estemos verdaderamente solos. No sólo porque Al-lah Ve y Escucha todo, sino porque Él Ha enviado ángeles para registrar todo lo que decimos y hacemos. Así que, incluso si no usamos un lenguaje destructivo con nuestros hijos, si demostramos amor y cuidado, favoreciendo a un niño por sobre los demás, o haciendo cualquier cosa que traspase los límites del Islam, todo esto será registrado. Al-lah Dice (lo que se interpreta en español): {No pronuncia palabra alguna sin que a su lado esté presente un Ángel observador que la registre} [Corán 50:18].
Al-lah nos Llamará para rendir cuentas ante Su Gloriosa Justicia, incluso sobre los que estamos haciendo con nuestros niños en nuestros hogares. Al igual que las naciones perecidas que nos precedieron, justificaron su rechazo al único Al-lah argumentando que sus padres adoraban a otros dioses, ¿será correcto abusar o ignorar las necesidades emocionales de nuestros hijos porque nuestras madres o nuestros padres nos criaron de ese modo? ¿Será que ya hemos olvidado lo mal que nos sentíamos cuando éramos emocionalmente abusados día tras día? El Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, dijo: “Quien quiera que crea en Al-lah y en el Día del Juicio, que hable algo beneficioso o que se quede callado” [Al Bujari].
¿O sólo reservaremos esta narración para aquellos a quienes queremos mostrarles que somos buenos musulmanes? Cuando estamos afuera pretendemos aparentar que nuestros corazones están limpios, pero en realidad en casa abusamos de nuestros niños día tras día. Si nuestra conducta hacia los extraños es buena, cálida y amorosa, pero en nuestras casas está llena de suciedad emocional y verbal, es necesario que miremos profundamente dentro de nuestros corazones. Si este es el caso, no solamente estamos lastimando a nuestros niños, sino que les estamos enseñando a que tengan dos caras, a que sean hipócritas con sus corazones y sus lenguas.
El Imam Ash-Shafi‘i, que Al-lah le dé Su perdón, dijo: “Si deseas hablar, entonces es tu responsabilidad pensar antes de hacerlo. Si piensas que es algo bueno, entonces debes hablar; y si no, entonces debes callarte”.
Este dicho es de alguien que está buscando la salvación. Obviamente necesitamos disciplinar a nuestros hijos y reprenderlos cuando hacen algo malo, pero cómo lo hagamos será el resultado de nuestras verdaderas intenciones detrás de esto. ¿Los estamos haciendo como un verdadero consejo porque los amamos por la causa de Al-lah, o lo estamos haciendo por otros motivos como humillarlos, bajarles la autoestima, sentirnos más poderosos y que tenemos el control? Por la causa de Al-lah debemos observar nuestras intenciones para todos y cada uno de los movimientos que hacemos. ¿Realmente creemos que todas estas reglas acerca de los modales y la forma de hablar son solamente para la gente ajena a nosotros? ¿Será que verdaderamente, en el fondo de nuestro ser, vivimos en un mundo de fantasía donde somos los “reyes y reinas” de nuestras casas y por lo tanto podemos hacer lo que nos plazca?
Antes de hablar, debemos preguntarnos lo siguiente:
- ¿Cuál es nuestra intención?
- ¿Complacerá a Al-lah lo que voy a decir?
- ¿Me llevará más cerca de Al-lah lo que voy a decir?
- ¿Estaré obedeciendo a Al-lah con lo que voy a decir?
- Si es así, habla; de lo contrario, guarda silencio.
Nuestros hijos son musulmanes, y el siguiente dicho del Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, se aplica a ellos: “Un musulmán es quien no daña a los musulmanes ni con su lengua ni con sus manos”(Al Bujari).
Sabemos por la lección de abuso físico que no está permitido lastimar a nuestros hijos con nuestras manos. Ahora sabemos que no está permitido oprimirnos a nosotros mismos ni a nuestros hijos con nuestras lenguas. El abuso con la lengua puede lastimar el corazón. Obviamente este es un tema muy serio. ¡Que Al-lah nos Proteja de eso!
El Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, dijo: “Quienquiera que refrene lo que está entre sus mandíbulas y lo que está entre sus piernas entrará en el Paraíso” (Ahmad y At-Tirmidhi).
Si no tomamos el tiempo para reflexionar y pensar acerca de la forma en la que estamos actuando con nuestros niños, podríamos estar acumulando pecados y ni siquiera saberlo. No es suficiente poner un techo sobre la cabeza de nuestros hijos y alimentarlos. Estamos criando a la futura Nación Islámica, y ellos necesitan ser miembros activos y útiles. Si los reprendemos emocional y psicológicamente, ¿qué clase de Nación podrían llegar a ser? ¿Realmente pensamos que podemos dar rienda suelta a nuestros propios deseos dentro de nuestras casas y que allí no nos puede ver el Único que lo Ve y lo Sabe todo? Un día, puede cambiar nuestra situación y podríamos depender de esos niños para alimentarnos. ¿Cómo nos gustaría ser tratados? ¿Realmente creemos que podemos abusar y luego esperar que ellos nos cuiden con amor y devoción? ¿Queremos que ellos sólo nos teman, o que nos respeten y nos amen? ¿Creemos que es suficiente forzarlos a repetir como loros las enseñanzas proféticas relacionadas con la obediencia a los padres?
Si creemos que todo esto es muy difícil de realizar, necesitamos suavizar nuestros corazones y pedirle a Al-lah que nos Perdone.
Autor: Lynn Jefferies