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La historia de mi encuentro con el Islam comienza hace dos años. Era como cualquier mormón practicante de su religión, asistía todos los domingos a la iglesia a los servicios religiosos, asistía a todas las actividades de la iglesia, daba visitas a miembros de la iglesia inactivos, participaba en ocasiones en la obra de predicación y poseía el sacerdocio, administraba la santa cena (similar a la eucaristía) y participaba de la obra vicaria en el templo... incluso asistía a un colegio mormón.





 





Planeaba servir como misionero, de hecho, me estaba preparando para asistir a la misión... todo mi mundo social y espiritual giraba alrededor de la iglesia y ocupaba todo mi tiempo. Leía la Biblia, el Libro de Mormón y las otras escrituras mormonas a conciencia, ayudando mi lectura con otros libros editados por la iglesia. Los que más leía era libros de los "profetas modernos" y sus enseñanzas e interpretaciones de las escrituras. Para esto, aclaro, que el líder de la iglesia mormona –cuyo nombre completo es "La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días"– recibe el título de “profeta”, y como tal se le considera igual que los profetas Moisés y Abraham, paz sea con ellos; se considera un revelador y vidente de Dios, que en caso necesario puede obrar milagros.





 





Era feliz en apariencia –quizá inicialmente sí lo era– pero a medida que leía más y más las doctrinas y las enseñanzas que daban, me eran más difíciles de asimilar y empezaba a dudar de mi fe; y aunque no enseñaban nada que me fuera a dañar, cada vez me confiaba menos del "evangelio" que me decían. A menudo pensaba en el fundador de la Iglesia, José Smith, cuando dudaba mucho en su juventud y al preguntar en oración por la respuesta, dijo que aparecieron Dios y Jesucristo para decirle que fundara la iglesia porque las otras estaban en error, y me decía que si aparecieron a él por qué a mí no me iban a aparecer que también tengo dudas.





 





Seguí dudando varios meses, pero aun así asistía a los servicios pues se me había enseñado que fuera de la iglesia todo es error y falsedad; y aunque quería dejar la iglesia, no me creía con ganas de estar en el "mundo" y ser "mundano". En el fondo ya había dejado de creer en el Libro de Mormón; aun así me aferraba a las enseñanzas mormonas, pero a la vez me hice más crítico con la iglesia. Posteriormente, caí en una enfermedad larga y en ese estado me hice consciente de que en verdad necesitaba a Dios en mi vida, así que decidí buscarlo.





 





Mi primera impresión fue que debía buscar información acerca de mi religión para salir de dudas. Leí todo el material disponible que tenía de la iglesia, y en vez de aumentar mi fe empecé a notar serias contradicciones y problemas en la doctrina; y el hecho de que José Smith había visto a Cristo y a Dios se convirtió para mí en un engaño, siendo que antes era el pilar de mi creencia. El resultado fue que dejé de creer en absolutamente todo, menos en que Dios existía. Encontré satisfacción en sesiones metafísicas de terapia, pero las abandoné. No pretendo ridiculizar ni atacar las creencias mormonas ni a sus miembros, de hecho, estoy muy agradecido por el consuelo y la amistad que muchos de ellos me brindaron; pero un dato curioso que encontré es que un libro sagrado de la Iglesia llamado "Libro de Abraham" fue traducido por José Smith de un papiro egipcio encontrado en unas catacumbas. Al buscar información me di cuenta de que incluso habían encontrado partes de ese papiro y que al traducirlo varios egiptólogos de renombre se habían dado cuenta de que solo eran textos funerarios egipcios y no un libro escrito por el profeta Abraham. Ahí fue mi desengaño total, aunque ya tenía bases para decidirme a no creer.





 





Algunos amigos mormones me decían: "¿Porqué dudas? ¿Dónde quedó tu testimonio? No hagas caso de los engaños de Satanás, esta iglesia es verdadera..." Algunos incluso me decían: "Esa manía tuya de querer encontrarle a todo un ‘por qué’, por eso estás así"... Pero yo siempre contestaba a mis adentros que la fe no es ciega y que la verdad no teme ser examinada ni puesta a prueba... aunque verbalmente les decía: "¿Sabes qué?, tienes razón"...





Decidido a encontrar a Dios, estudié personalmente la Biblia y me di cuenta de que muchas de las ideas que obtenía de ella eran iguales a las de los testigos de Jehová, así que decidí pedir información con unos testigos de Jehová; estaba fascinado, porque tras haber perdido la esencia de mi vida me la estaban devolviendo, pero esa creencia siempre la noté como conjeturas humanas, investigué a fondo y no me convencieron. Sin saber qué hacer, me dije: "Entonces, asiste a cualquier iglesia cristiana", pero no podía. Si esas dos religiones que eran las más convincentes para mí no me acercaban a Dios, entonces ninguna otra lo haría; además, eran religiones muy corrientes como, la bautista o evangélica, las únicas que me quedaban, y la iglesia católica está muy desviada y desprestigiada como para buscar solución ahí. Aunque asimilaba ideas de estas religiones, incluidos los testigos de Jehová, nunca tuve el deseo de pertenecer a ninguna de ellas, a pesar de que tuve oportunidades para convertirme.





 





Me sentía vacío y apagado, mi rostro ya no irradiaba felicidad ni se veía alegre, en el fondo no me sentía feliz, así que decidí de momento "olvidarme de esa tonta búsqueda mía" y hacer lo que me viniera en gana. Hice algunas cosas de las que me arrepiento, pero no fueron nada grave ni de lo que me tenga que avergonzar. A pesar de todo seguía pensando que Dios estaba en algún lugar; aparte, tenía una moralidad muy fuerte y arraigada, y esta me permitió no caer en las drogas ni en vicios. Pero en ese momento me sentía como una hoja al viento, sin rumbo. No aguanté mucho tiempo así, me sentía tan perdido y tan lejano de Dios, veía la fe como una cuestión ajena a mi vida y ya no hacía oración. Le reprochaba a Dios continuamente Su irresponsabilidad al dejar que alguien que Lo buscaba sinceramente fuera llevado de un lado a otro; pero los caminos que Dios nos traza solo Él los conoce, y yo no sabía lo que vendría después.





 





Tiempo después, tuve un ligero acercamiento con algunas ideas judías que hicieron que en mí entrara la curiosidad de conocer a fondo la religión judía. Por mi instrucción bíblica, pensaba que a final de cuentas Dios se había revelado a ellos inicialmente y que Jesús era judío. Al investigar al judaísmo me convencí profundamente de que solo hay un Dios al que adorar. Solo compré el Tanaj y un libro de Salmos. Aunque me había planteado convertirme al judaísmo, nunca lo intenté realmente porque, además de que nunca pasaría de ser un judío de "segunda categoría" al ser converso, lo que decían el Talmud y la Halajá daban el panorama de que Dios se preocupaba en exceso por los detalles mínimos de la adoración y relegaba la espiritualidad y el verdadero propósito de la fe a un segundo término; eso, sin contar que en la página de un rabino supe que uno de los requisitos para hacerme judío era apoyar financieramente a "Eretz Israel" y noté que se insultaba a Jesús, la paz sea con él, continuamente.





 





Me encontraba peor que antes, porque de nuevo pensaba que no tenía más que hacer que declararme deísta y seguir mi vida como mejor me pareciera; ahí fue cuando dejé de creer en la Biblia, aunque después encontraría información concerniente. A esto amplifico que, debido a mi contacto con el judaísmo, ya no consideraba lógico ver a Jesucristo como mi salvador personal, ni le veía pies ni cabeza a la expiación y por eso solo me consideraba deísta. En ese momento, mamá y otros conocidos solían reprocharme mi "herejía", y pensaban que mi alejamiento de la religión era por malos ejemplos y malas actitudes que anteriormente había vivido de parte de algunos miembros de la iglesia. Para esto, aclaro que, aunque los malos ejemplos y groserías me hirieron en algunas ocasiones, no relacioné la religión con el comportamiento de sus miembros, pues a final de cuentas todos somos humanos, nos equivocamos y no podemos juzgar a un médico porque su paciente no tome la medicina o la tome incorrectamente.





 





En ese momento, me dije: "Que va, no puedes estar de este modo o enloquecerás". Y en una epifanía que tuve cuando estaba a punto de dormir me vino a la mente el Islam. Hasta ese momento no me había pasado por la cabeza considerar al Islam, además de que los ataques terroristas no me habían dado una buena imagen de los musulmanes. Todo fue diferente a lo que esperaba, aunque tenía un ejemplar de los signos del Corán al español, nunca lo había leído; pero al encontrar tantas páginas islámicas, decidí leer, conocer e investigar, incluso entré a un foro islámico para informarme más. Imaginaba encontrar gente planeando ataques y páginas que vindicaran a Al Qaeda, pero no podía estar más equivocado. Las páginas desmitificaban todos estos y otros conceptos equivocados referentes al Islam, y todo lo explicaban de una manera tan lógica y sencilla que decidí conocer más. Investigué al profeta Muhammad, sallallahu ‘alaihi wa sallam, y al Corán, y todas aquellas dudas que había olvidado que tenía respecto a Dios y que me formulaba, recibieron respuesta; y todo aquello que me confundía ahora tenía sentido. Conocí hermanos que me han ayudado y me han brindado su amistad de forma muy sincera. Al entrar al Islam, lo primero que noté es que me sentí como en casa, aunque los conceptos eran "nuevos" todo lo sentía extrañamente familiar, se había arraigado en mi ser y era como si el Islam me hubiera estado esperando todo este tiempo. He vuelto a confiar en Dios y he hallado nuevamente el sentido de mi existencia, trato de hacer la voluntad de Al-lah y sé que Al-lah Fue tan Sabio que me permitió conocer tantas creencias y tener tantas dudas para prepararme y reconocer al Islam como Su única religión verdadera. Puedo decir que Al-lah, en Su misericordia, Vio algo bueno en mí para responder mis tantas súplicas y para acercarme al Islam y a la puerta hacia el Paraíso.



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