La comunidad de Saba fue una de las mayores civilizaciones que poblaron el sur de Arabia. Las fuentes históricas suelen referir que, como la de los fenicios, era una cultura principalmente dedicada al comercio. De cualquier manera siempre se los ha considerado en los anales históricos como uno de los pueblos más civilizados y avanzados de su época. En las inscripciones de los gobernantes de Saba hay frecuentes referencias a términos tales como “restauración”, “construcción”, etc. La Represa de Ma’rib, uno de los más importantes monumentos de este pueblo, indica a las claras el nivel tecnológico que alcanzaron. El estado de Saba tenía uno de los ejércitos más poderosos de la región, y ello le permitió adoptar una política expansionista. Con su avanzada cultura, su nivel tecnológico, y su poderoso ejército el estado sabeo era una de las “superpotencias” de la región en esa época.
Este poderoso ejército de los sabeos está también descripto en el Corán. Una expresión de los comandantes del ejército de Saba, referido allí, muestra la confianza que esa fuerza armada tenía en sí misma. Los comandantes le manifestaron a su reina: {Dijeron: ‘Poseemos la fuerza y una poderosa ofensiva, pero tú tienes el comando. ¡Mira pues qué vas a ordenar!} [Corán 27:33].
La capital del estado sabeo era Ma’rib, una ciudad muy rica gracias a su privilegiada ubicación geográfica. La ciudad capital estaba cerca del río Adhanah. El punto en que el río alcanzaba Jabal Balaq era el más adecuado para construir un dique. Aprovechando esto los sabeos construyeron una represa en ese lugar en la época en que recién despuntaba su civilización, y ello les facilitó emprender tareas de irrigación artificial. Esto les permitió alcanzar una prosperidad increíble e hizo de su capital Ma’rib una de las ciudades más desarrolladas de la época. El escritor romano Plinio, que había visitado la región y la ensalza grandemente, menciona también el notable verdor de la comarca[1].
La represa de Ma’rib tenía una altura de 16 metros, 60 metros de ancho y 620 metros de longitud. Se calcula que el área total que permitía irrigar la represa era de 9600 hectáreas, de las cuales 5300 pertenecían a la llanura del sur, y lo restante a la del norte. a estas feraces planicies se las denomina en las inscripciones sabeas “Ma’rib y dos llanuras”[2]. La expresión del Corán, {dos jardines, uno a la derecha y otro a la izquierda} [Corán 34:15], hace referencia a los imponentes vergeles y viñedos en ambos valles. Gracias a esa represa y sus sistemas de irrigación la región se hizo famosa como la mejor regada y fecunda del Yemen. El francés J. Holevy y el austríaco Glaser probaron, a partir de documentos escritos, que la represa de Ma’rib existía desde tiempos antiguos. Documentos redactados en el dialecto himer consignan que esa represa hizo muy productivo el territorio.
Cuando examinamos el Corán a la luz de los datos históricos que acabamos de suministrar observamos que existe allí una sustancial coincidencia. Tanto los hallazgos arqueológicos como los datos históricos verifican lo relatado en el Corán. Tal como se menciona en los versículos ese pueblo, que no escuchaba las exhortaciones de sus profetas y rechazaba la fe con ingratitud, fue finalmente castigado con una mortal inundación. Esta inundación es descripta en el Corán en los siguientes pasajes:
{Los de Saba tenían ya un signo en su territorio: dos jardines, uno a la derecha y otro a la izquierda. ‘¡Comed del sustento de vuestro Señor, y agradecedle! Tenéis un buen país y un Señor indulgente’. Pero se desviaron y enviamos contra ellos la inundación del dique [sail al-’arim]. Y les cambiamos aquellos dos jardines por otros dos que producían frutos amargos, tamariscos y unos pocos azufaifos. Así les retribuimos por su ingratitud. No castigamos sino a los desagradecidos} [Corán 34:15-17].
El castigo enviado a los sabeos se denomina en el Corán “sayl al-’arim” que significa “la inundación de ‘arim”, y nos informa también de la forma en que se produjo ese desastre. La palabra ‘arim significa dique o barrera. La expresión sayl al-’arim designa entonces una inundación que se produce por el colapso de esa barrera o represa. Los comentadores islámicos resolvieron lo relativo a la época y el lugar guiados por los términos utilizados en el Corán acerca de la inundación de Arim. Mawdudi escribe en su comentario:
“Tal como se utiliza en la expresión ‘sayl al-’arim’, la palabra ‘arim se deriva de árimen que era utilizada en el dialecto del Sur de Arabia y que significa ‘represa’, ‘barrera’. En las ruinas desenterradas en las excavaciones realizadas en el Yemen se encontraron inscripciones en donde esta palabra se utilizaba a menudo con este significado. Por ejemplo en las inscripciones ordenadas por Ebrehe (Abraha), el monarca etíope del Yemen, después de la restauración de la gran muralla de Ma’rib en los años 542 y 543 d.C., la palabra es usada con el sentido de una barrera (dam) en el tiempo... Por lo tanto, la expresión sayl al-’arim significa ‘una inundación producida por la destrucción de una represa’. {Y les cambiamos aquellos dos jardines por otros dos que producían frutos amargos, tamariscos y unos pocos azufaifos} [Corán 34:16]. Es decir, después del colapso de la represa, todo el país se inundó. Los canales que habían sido cavados por los sabeos y las murallas que habían sido construidas como barreras entre las montañas resultaron destruidos y el sistema de irrigación colapsó. Como consecuencia de ello toda la comarca, que antes era un vergel fecundo, se convirtió en una jungla, no quedando más frutos que los que producen algunos arbustos”[3].
El arqueólogo cristiano Werner Keller, autor del libro “La Biblia tenía razón” (Und Die Bible Hat Doch Recht), acepta que la inundación de Arim se produjo según la descripción del Corán, y escribe que la existencia de tal represa y la destrucción de todo el país por su colapso prueba que el ejemplo dado en el Corán acerca del pueblo de los jardines en verdad tuvo lugar[4].
Después del desastre de la inundación de Arim la región comenzó a convertirse en un desierto y el pueblo de Saba perdió su principal fuente de ingresos con la desaparición de sus tierras agrícolas. Recibieron así, finalmente, un terrible castigo por no agradecer a Al-lah y no haber respondido a su llamado a la fe.
[1]Hommel, Explorations in Bible Lands (Exploraciones en tierras bíblicas), Philadelphia: 1903, p. 739.
[2]“Marib”, Islam Ansiklopedisi: Islam Alemi, Tarihi, Cografya, Etnografya ve Bibliyografya Lugati (Encyclopedia of Islam: Islamic World, History, Geography, Ethnography, and Bibliography Dictionary [Enciclopedia del Islam: Diccionario del mundo islámico, historia, geografía, etnografía y bibliografía]), Vol. 7, ps. 323-339.
[4]Werner Keller, Und die Bibel hat doch recht (The Bible as History; a Confirmation of the Book of Books [La Biblia como historia: una confirmación del Libro de libros]), New York: William Morrow, 1956, p. 207.