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Él estaba devastado. Su única fuente de alimento había desaparecido.





Era todo lo que conocía, y ahora se había ido.





De repente, el mundo se enfrió y solo lo rodeaban extraños.





El niño recién nacido gritó. Pensó que su vida había terminado.





Lo que el niño no se daba cuenta era que había alguien cuidando de él. Había un plan para él. Y a cambio de todo lo que le habían quitado, su Protector le proporcionaría algo mejor.





El alimento que una vez recibió solo a través de la sangre pronto vendría a través de la leche de su madre. Y las paredes sin vida del útero, que alguna vez pensó que era su única protección, pronto serían reemplazadas por la comodidad de los brazos de su familia.





Pero aun así, para el recién nacido, parecía que lo había perdido todo.





Muchos de nosotros nos encontramos como este niño. Hay momentos en que sentimos que hemos perdido todo, o que las cosas se ven rotas y nada de lo que deseamos será. A veces incluso sentimos como si hubiéramos sido abandonados y nada funciona como planeamos.





EL TAWAKKUL Y LA CONFIANZA EN DIOS




Pero al igual que ese niño recién nacido, las cosas a menudo no son lo que parecen, y el tawakkul (confianza en Dios) es darse cuenta de que nuestro Protector tiene un plan para nosotros. El tawakkul es tener plena confianza en que el plan de Dios es el mejor plan.





El tawakkul es tener plena fe en que Dios cuidará de ti, incluso cuando las cosas parezcan imposibles. Es estar de pie frente al Mar Rojo, como lo hizo el Profeta Musa — con un ejército detrás de ti y, sin embargo, ni siquiera te estremeces, sabiendo que Dios te ayudará. Es tener plena fe que cuando Dios te quite el cordón umbilical, lo reemplazará con leche.





No puede haber fe sin tawakkul; y si hay fe verdadera, el tawakkul siempre sigue. Dios dice en el Corán:





Los creyentes son aquellos que cuando les es mencionado el nombre de Dios sus corazones se estremecen, y que cuando les son recitados Sus versículos les aumenta la fe y se encomiendan a su Señor. (8:2)





Si uno realmente comprende la realidad y el poder de Dios, se dará cuenta de que de hecho es una enfermedad de la mente humana no confiar en Él. Nada en todo el universo sucede excepto con el permiso de Dios. Ni siquiera una hoja cae de un árbol sin Su permiso.





Bendito sea Aquel en Cuyas manos está el reino y tiene el poder sobre todas las cosas. (67:1)





Entonces, ¿cómo no podríamos poner toda nuestra confianza en Él?





Dios les dice a los creyentes en el Corán:





Diles [¡oh, Muhammad!]: «Solo nos sucede lo que Dios decretó para nosotros. Él es nuestro Protector, y a Dios se encomiendan los creyentes». (9:51)





El Corán nos explica que:





y le dará sustento de donde no lo esperaba. Quien deposite su confianza en Dios, sepa que Él le será suficiente. (65:3)





Y la realidad es que no hay nada y ningún otro lugar que sea suficiente.





Quien descrea de las falsas divinidades y crea en Dios, se habrá aferrado al asidero más firme [el Islam], que es irrompible. (2:256)





El Mensajero de Dios (la paz sea con él) dijo:





Si confías en Dios con el tipo correcto de tawakkul, Él te proporcionará sustento como lo hace con las aves: salen por la mañana con el estómago vacío y regresan por la noche con el estómago lleno. (At-Tirmithi, 2344)





Y tal como lo hace para las aves y el niño recién nacido, Dios nos proporciona desde lugares que nunca podríamos imaginar.





TENER ESPERANZA, LUCHAR Y SOLTAR




Al principio ella estaba aterrorizada. Llamaba a su marido, que ahora se iba.





«¿Nos dejarás aquí a que nos muramos?»





No hubo respuesta. Ella lo llamó de nuevo. Aún no hubo respuesta. De repente ella volvió a llamar:





«¿Tu Señor te ordenó que nos trajeras aquí?»





«Sí», respondió el profeta Ibrahim.





Fue entonces cuando su miedo desapareció. Aunque de repente se encontró sola en medio de un desierto con su pequeño bebé y sin agua, sabía con toda seguridad que Dios nunca se alejaría de su lado. Su fe era fuerte…





Pero poco después de que el Profeta Ibrahim se fue, su hijo, Ismail, comenzó a llorar de sed. Y aunque Hajar tenía un tawakkul completo en Dios, ella no se quedó sentada, esperando que el agua cayera del cielo.





La confianza en Dios llenaba el corazón de Hajar, pero con sus extremidades luchó con todo lo que tenía. Ella comenzó a correr rápidamente entre las montañas de As-Safa y Al-Marwah, en busca de cualquier signo de agua para su hijo.





Cada vez que Hajar llegaba a la cima de la montaña y no encontraba nada, no se desesperaba. Su voluntad fue inquebrantable, y ella continuó luchando. De hecho, Hajar se esforzó tanto que su esfuerzo es conmemorado en el ritual Hajj de Sa’i, que literalmente significa «esforzarse».





Muchas personas confunden tawakkul con resignación y el cese del esfuerzo. Pero de ninguna manera tener tawakkul significa dejar de luchar. La historia de Hajar sirve como uno de los ejemplos más bellos de esta lección que el Profeta Muhammad nos enseñó. Un día, el Profeta Muhammad notó que un beduino dejó su camello sin atarlo y le preguntó al beduino:





¿Por qué no atas tu camello?





El beduino respondió:





«Pongo mi confianza en Dios».





El Profeta luego dijo:





Ata tu camello primero, luego confía en Dios. (At-Tirmidhi, 2517)





El tawakkul no es un acto de las extremidades del cuerpo; Es un acto del corazón. Y así, mientras las extremidades se esfuerzan mucho, el corazón depende completamente de Dios. Esto significa que cualquiera que sea el resultado del esfuerzo de las extremidades, el corazón estará completamente satisfecho, sabiendo que el resultado es la decisión perfecta de Dios.





Pero para alcanzar este nivel, uno debe aferrarse a la esperanza, luchar con las extremidades y soltar con el corazón.





 





-Yasmin Mogahed





 





(Del archivo de Discovering Islam)



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