En el 2012, cuando estaba en la escuela secundaria, tuve la oportunidad de tomar cursos en un colegio universitario comunitario local para obtener créditos tanto de la universidad y la escuela secundaria, todo costeado por mi distrito escolar. Se llamaba doble inscripción.
Estaba emocionado de salir adelante en mi carrera universitaria, pero la doble inscripción presentó un nuevo desafío que nunca esperé: ahora tendría que rezar en un campus universitario. Verás, los dos cursos me obligaron a estar en el campus desde el Dhuhr hasta Isha. Entonces tres de mis cinco oraciones tendrían que realizarse en el campus.
Lo que una vez fue un acto íntimamente privado realizado en casa ahora se debía exhibir frente a extraños, muchos de los cuales no eran musulmanes.
Estaba avergonzado. En varios casos, me encontré rezando en un pasillo vacío solo y comenzaba a sudar de miedo cuando alguien inesperadamente pasaba. Mi concentración durante la oración (lo que se llama Khusu’ en árabe) era interrumpida regularmente por el pensamiento de que alguien me vería.
De hecho, honestamente, a veces colocaba mi carpeta roja en el piso y, si alguien pasaba, la levantaba simulando recuperar un papel del interior. Esta táctica funcionaba bien si estaba sentado después del Sujud, pero no tan bien si estaba en ruku’. Y de cualquier manera, no era una acción apropiada para adoptar durante la oración.
Les preguntaba a mis amigos musulmanes en mis clases dónde rezarían, esperando que un compañero alivie mi ansiedad. A menudo respondían con «Esperaré hasta llegar a casa».
LA ORACIÓN NO ES NEGOCIABLE
Entonces, ¿por qué no podría ser como ellos? ¿Por qué no podría retrasar la Salah (oración) y rezar Dhuhr, ‘Asr y Maghrib más tarde en casa, ahorrándome la ansiedad y la incomodidad de rezar en público?
La respuesta, mirando hacia atrás ahora, era simple. Incluso como musulmán con un conocimiento extremadamente limitado del Deen, entendí que la Salah no era negociable.
Sabía que retrasar la Salah sin una razón válida no era solo un pecado sino un detrimento de mi propia alma. Era una interrupción de la conexión que me hacía musulmán: la conexión con Allah.
Entonces, ya sea en la universidad o en el trabajo, antes de decidir cómo manejar tu Salah, volvamos a lo básico de lo que es la Salah.
Cuando la Salah se volvió obligatoria para los musulmanes, el Profeta Muhammad, la paz y las bendiciones sean con él, tuvo que ascender a los cielos para recibir la orden de Allah. Ten en cuenta: el Corán descendió al Profeta. Y, sin embargo, la orden de la oración fue tan especial que el Profeta tuvo que ser tomado físicamente para recibirla. Este es un testimonio del peso de la oración.
LEGADO DE LOS PROFETAS
Como musulmanes, gran parte de nuestra comprensión de la fe requiere que estemos arraigados en la historia. Lo que quiero decir es que entendemos que el Islam nos conecta con nuestros antepasados en la fe: los profetas y los verdaderos creyentes anteriores en Allah. En surat Taha, Allah le habla a Musa (la paz sea con él) y le dice:
Y Yo te he elegido; escucha lo que voy a revelarte. Yo soy Al-lah, y no hay más divinidad que Yo. Adórame solo a Mí y haz la oración para recordarme (Taha 20:13-14)
En esto, entendemos que nuestra Salah es una continuación de este legado de adoración a Dios, que abarca miles de años. Si, en el Día del Juicio, deseamos apoyar a estos increíbles creyentes, la oración es una parte esencial.
PURIFICACIÓN CONTINUA
Abu Ayyub Al-Ansari narró que el Profeta (la paz y las bendiciones sean con él) dijo:
«Las cinco oraciones [diarias] y el viernes (oración) son expiación por los pecados que puedan cometerse en el medio, siempre y cuando se eviten los pecados mayores». (Muslim)
Para ponerlo en un lenguaje moderno, nuestra oración es un plan de seguro muy misericordioso del Compasivo. Cuando la oración se realiza con seriedad y puntualidad, es un medio para borrar los pecados que cometimos en la última oración. En otras palabras, la oración nos sirve de una manera que no necesariamente podríamos alcanzar en otro lado.
Y si todo lo demás falla, es suficiente saber que retrasar nuestra oración es tomar del derecho de Allah. Entonces, aunque nos sintamos ansiosos, nerviosos y avergonzados, Dios solo pide nuestro esfuerzo y nuestra puntualidad.
CONSEJOS PARA SUPERAR LA VERGÜENZA
Ahora entendemos nuestra oración desde la perspectiva de la esperanza y el temor de Dios. ¿Cuáles son los consejos prácticos para cuando nos da vergüenza rezar en público?
1.Pídele a Dios que te dé tranquilidad.La duaa es poderosa y esencial. Pídele a Dios que te haga firme. Pídele lo que necesites para cumplir con tu oración.
Mientras rezaba en el campus, le pedía a Dios casi en todas las oraciones que me quitara la sensación de vergüenza. Y no es broma, un día, la vergüenza simplemente se esfumó.
2.Recuerda que lo que estás haciendo es una orden de Dios.Calmaría mis ansiedades diciéndome esto:
Si otros no se sienten avergonzados de descuidar el derecho de Dios, ¿por qué debería sentirme avergonzado por cumplirlo? Todavía uso este pensamiento hasta hoy.
3.Encuentra una sala para la meditación.Muchos campus tienen una sala para meditación para cualquier persona de fe. Si no puedes acceder a ella (quizás esté demasiado lejos para ir caminando), busca un lugar tranquilo y trae una estera de oración portátil. Habitaciones vacías, escaleras, rincones de pasillos, el mundo es tu musala (lugar de oración). Y sabe que todos y cada uno de estos lugares testificarán por ti en el Día del Juicio.
4.Haz una oración Sunna o dos. Cuando realmente amas una acción, muy poco puede alejarte de ella. Entonces, en lugar de completar solo el fardh, lo cual estamos obligados a hacer de todos modos, comienza a rezar una Sunna todos los días como por ejemplo las dos rak’aat después del Maghrib. El siguiente hadiz es uno que hace que quieras hacer más oración extra.
Tamim Ad-Dari informó que el Profeta (la paz y las bendiciones sean con él) dijo:
“Lo primero por lo que una persona tendrá que rendir cuentas será su Salah. Si no están completas, Allah dirá: «Mira y ve si mi siervo hizo alguna oración voluntaria». Si se descubre que has hecho oraciones voluntarias, Allah dirá: «Completa sus oraciones obligatorias con eso». (An-Nasa’i: Sahih)
En conclusión, se nos ha dado un honor muy especial al ser musulmanes en este mundo. Habrá muchas circunstancias en la vida en las que nos sentiremos incómodos con nuestras prácticas porque no son la norma. Estaremos atrapados en los pasillos del campus con carpetas rojas esperando que nadie nos vea. Cuando nos sentimos así, recordamos la siguiente realidad:
“El Islam comenzó como algo extraño y volverá a ser extraño, así que buenas noticias para los extraños” Profeta Muhammad (la paz y las bendiciones sean con él)
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