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NAZIR KHAN





El Dr. Nazir Khan es Director de Investigación de Yaqeen Institute. Es médico, imam voluntario y consultor del Comité de Fiqh (Asuntos Religiosos) de la Asociación Islámica de Manitoba. Ha memorizado el Corán y recibió la certificación tradicional (ijazah) en el estudio del Corán, Hadiz y teología islámica (aqidah).








El infame ensayo “What ISIS really wants” (Lo que realmente quiere ISIS) en la revista The Atlantic incluía la declaración vacía que dice: «La realidad es que el Estado Islámico es islámico. Muy islámico». Por supuesto, esto no significa absolutamente nada sin explicar qué significa la palabra de cinco letras: «Islam», quién la define, y por qué cada autoridad respetable en la comunidad general ha declarado que la ideología de ISIS es una violación del Islam. El presente artículo presenta un registro sobre el extremismo, la islamofobia y la violencia religiosa.





Creo que el Islam nos odia. —Donald J. Trump, Presidente electo de los Estados Unidos





El Islam se ha convertido en un tema candente hoy en los medios y en el discurso público, debatido entre políticos y expertos, activistas y académicos, y laicos de todos los ámbitos de la vida. A medida que ocurren repetidos incidentes de violencia en nombre del Islam, los musulmanes se han acostumbrado a que su comunidad de fe sea juzgada en los medios de comunicación en cada ocurrencia. La acusación es que el Islam mismo es responsable de la violencia y, por extensión, todos los adherentes al Islam son culpables de defender una doctrina que aprueba la violencia. Influidos por esta retórica, muchos han tomado medidas contra los musulmanes y los crímenes de odio han visto un aumento sin precedentes en Occidente.[1]





En octubre del 2016, el FBI arrestó a un grupo de milicianos «Cruzados» de derecha en Kansas que había almacenado armas de fuego, municiones y explosivos con planes de lanzar un ataque contra inmigrantes musulmanes locales, creyendo que «el único buen musulmán es el musulmán muerto».[2] En agosto del 2016, un imam y su asistente en Nueva York abandonaban su mezquita cuando, de repente, les disparó en la cabeza a plena luz del día un hombre que había descrito previamente su odio hacia los musulmanes.[3] En junio del 2016, una bomba de gasolina fue detonada fuera de una mezquita en Perth mientras cientos de fieles estaban dentro.[4] En el 2011, Anders Behring Breivik cometió un asesinato en masa de 77 personas en Noruega para llamar la atención sobre su manifiesto que describe una cruzada contra el Islam, centrándose en el Islam como la mayor amenaza para Europa, y citando a un conocido islamofobo estadounidense no menos de 64 veces.[5] Los niños musulmanes son atormentados en las escuelas públicas debido a su fe y las mujeres musulmanas son atacadas en público por usar el velo, mientras que las mezquitas y los centros comunitarios son generalmente atacados por pirómanos y vándalos.





Ninguna de estas respuestas nos ha acercado a resolver el problema real de la violencia. A pesar de todo el ruido público, la agudeza de los medios de comunicación y la tinta derramada sobre este tema, parece haber una increíble falta de claridad para abordar realmente las preguntas sobre cómo surgen los movimientos violentos, cómo aprovechan estos las doctrinas religiosas y cómo su uso de la religión difiere de la manera en que la religión es conocida y practicada por los miembros de la comunidad. Estos son los temas que deben ser aclarados. Este artículo pretende rectificar el discurso contemporáneo especificando la naturaleza de los movimientos que perpetran violencia en nombre del Islam. Es necesario un discurso más productivo para que la sociedad supere las tendencias actuales del fanatismo y la retórica hostil y empiece a trabajar junta para resolver los desafíos contemporáneos.





El documento presente está organizado en torno a cuatro temas principales: asociar la religión con la violencia; asociar el Islam, en particular, con la violencia; los orígenes de los movimientos violentos en el mundo musulmán; Y un análisis ideológico de los movimientos violentos.





ASOCIAR LA RELIGIÓN CON LA VIOLENCIA




Cuando leemos los titulares actuales sobre el terrorismo o actos de violencia desenfrenados cometidos en nombre de la religión, la reacción popular instintiva suele consistir en mostrar de modo triunfal tales titulares como evidencia del mal de la religión y la necesidad de abolirla por completo. Pero, ¿qué significa en realidad decir que la religión causa violencia? ¿Queremos decir que la mera presencia de cualquier forma de creencia, expresión o práctica religiosa requiere la ocurrencia de la violencia? Un momento de reflexión inteligente acerca de la mayoría pacífica de los adherentes religiosos del mundo descarta esa posibilidad. ¿O queremos decir que una ideología religiosa es más capaz de desarrollar adeptos asesinos que una ideología militante basada en el fascismo, el nacionalismo, el racismo o algún otro tipo de –ismo? Consideremos, por ejemplo, los conflictos que rodean al nacionalismo subyacente a la Primera Guerra Mundial, que se cobró la vida de 15 millones[6] o el fascismo involucrado en la Segunda Guerra Mundial, que se cobró la vida de unos 60-80 millones.[7] ¡La revolución francesa, a menudo se dice que estaba enraizada en los principios del liberalismo y la Ilustración, culminó con hasta cuarenta mil decapitaciones! ¿Con qué medida estadística se argumenta que una ideología religiosa tiene mayor potencia para la guerra que cualquier otra ideología?





¿Y qué hay de la violencia masiva instigada por ideologías explícitamente antirreligiosas? Por ejemplo, ¿qué dice uno con respecto a la violencia antirreligiosa del régimen comunista soviético, que buscó activamente erradicar la religión y reemplazarla con el «ateísmo científico»? Creyendo que la religión es el «opio del pueblo» (por Marx) y la «vileza inefable» (por Lenin) cuya abolición era necesaria, el régimen soviético asesinó a miles de clérigos y destruyó iglesias, monasterios, mezquitas y escuelas religiosas en un esfuerzo para construir su utopía imaginada.[8] El derramamiento de sangre total realizado bajo el reinado soviético fue masivo; un estimado de 62 millones fueron asesinados.[9]





Esta breve reflexión histórica debe ilustrar entonces que no es el contenido religioso o secular de una ideología lo que determina su potencial para generar violencia. Más bien, es su carácter xenófobo y totalitario lo que le permite adaptarse a los intereses de los movimientos violentos que buscan eliminar a los opositores políticos y establecer ganancias territoriales. Cualquier ideología que implique la separación y deshumanización de los otros es una con potencial inherente para la violencia.





En su ensayo The Eight Stages of Genocide (Las ocho etapas del genocidio), el profesor Gregory Stanton, de la Universidad George Mason, describe el daño de la deshumanización: «La negación de la humanidad de los otros es el paso que permite matar con impunidad».[10] Procede entonces a enfatizar la importancia de contrarrestar el discurso del odio y la propaganda que deshumanizan a las minorías y fomentan el trato hostil hacia ellas.





Esto también sirve como una simple prueba de fuego para evaluar una ideología: si promueve actitudes virulentas y hostiles hacia los no adherentes, entonces debería encontrar oposición, y las interpretaciones de las doctrinas de las religiones que son involucradas en esa retórica deben ser debidamente contrarrestadas por los principales seguidores de esas religiones. (Las secciones a continuación describen cómo la comunidad musulmana principal rechaza y repudia la manipulación del Islam en manos de movimientos violentos).





La xenofobia y el totalitarismo adoptan diferentes formas, dependiendo de los contextos en que se desarrollan. Los grupos que compiten por el poder y los recursos explotan los límites existentes en la sociedad.[11] Cuando emergen movimientos violentos en regiones donde hay una fuerte identidad nacional, tienden a usar el lenguaje del nacionalismo para avanzar en su agenda política. Cuando la violencia estalla en regiones donde existe una fuerte identidad étnica y cultural, los movimientos militantes defienden su xenofobia en forma de racismo. No es sorprendente que en las regiones donde hay una identidad religiosa muy arraigada, la retórica de los movimientos violentos esté enmarcada en la fraseología de la religión y manipule las sagradas escrituras de la religión para prestar justificaciones celestiales a las explotaciones terrenales.





Pero, ¿significa esto que la relación entre religión y violencia es enteramente incidental, un mero subproducto de otros factores geopolíticos? Esto también pasa a ser una simplificación errónea.





Cuando estalla el conflicto, la gente se une a cualquier identidad grupal que les da la mayor fuerza emocional y el mayor sentido de cohesión y solidaridad[12], estos son factores críticos que explican la movilización de personas para unirse a una causa armada. Y dado que la religión tiene una capacidad tremenda para despertar emociones fuertes y estimular una fuerte cohesión social, no es sorprendente que la explotación política de las identidades religiosas haya sido un fenómeno recurrente a lo largo de la Historia. No es porque la naturaleza de la religión inherentemente exija violencia, sino que los compromisos religiosos necesariamente evocan emociones fuertes con su énfasis en la comunidad, el propósito, el sacrificio y la verdad. La excitación de emociones fuertes establece un terreno fértil para la instrumentalización externa de la religión por parte de militantes que buscan construir una ideología totalitaria. Pero, de nuevo, no es único en este sentido, ya que otras ideologías y sentimientos seculares como el orgullo nacionalista, cultural, étnico y/o lingüístico pueden ser, y han sido, tan fácilmente aprovechados por grupos violentos. La discusión histórica anterior ilustra precisamente eso. El mal uso de la religión en manos de organizaciones criminales infames no requiere descartar la religión misma; El mal uso de la ciencia y el avance tecnológico también han ocurrido durante los conflictos. No desechamos por completo la ciencia debido a la eugenesia nazi,[13] la experimentación humana de los Jemeres Rojos,[14] o la frenología,[15] y no deberíamos desechar la religión porque es una identidad social fuerte a la que la gente tiende a aferrarse en tiempos de conflicto.





Finalmente, se debe enfatizar que esta discusión no equivale a reflexiones filosóficas ociosas sin consecuencias prácticas. El peligro de la obsesión polémica moderna sobre la religión como la causa principal de la violencia es que no termina con el odio y la violencia, sino que contribuye a ellos creando otro monstruo, a saber, la xenofobia hacia los miembros de las comunidades religiosas. No proporciona una visión práctica para resolver conflictos complejos en el mundo, sino que crea un ambiente tóxico de retórica hostil continua. Para avanzar hacia soluciones prácticas y efectivas, es esencial que nos movamos más allá de esa retórica y trabajemos juntos para romper las divisiones y humanizarnos unos a otros.





ASOCIAR EL ISLAM CON LA VIOLENCIA: CULPAR AL ISLAM Y A LOS MUSULMANES




Hoy, lamentablemente, no hace falta decir que las acusaciones más incesantes de violencia se han atribuido al Islam, dado el surgimiento moderno de grupos terroristas que vinculan explícitamente al Islam con sus acciones sanguinarias. Como resultado de las afirmaciones de estas organizaciones criminales, se ha puesto en entredicho a la comunidad global de 1 6 mil millones de musulmanes que ahora deben luchar diariamente para disociarse de delitos con los que no tienen nada que ver. Literalmente, todas las autoridades y organizaciones musulmanas importantes, imames y mezquitas de todo el mundo, han expresado repetidamente sus condenas a la violencia, en todas las formas imaginables, pero desafortunadamente, han caído en gran medida en oídos sordos. Debido a la falacia del centro de atención, en la que la gente ignora lo que los medios de comunicación no destacan constantemente, el público solo nota una asociación repetida entre los grupos violentos y la palabra «Islam», y nunca llega a escuchar a los musulmanes que denuncian a tales grupos.





Es más, se ha convertido en una obsesión recurrente de los expertos de los medios de comunicación y los políticos el discutir si el «Islam» en sí es violento y si a estos grupos terroristas se les puede llamar «islámicos» de manera justificada. ¿Pero acerca de qué estamos discutiendo? ¿Quién tiene más derecho a decidir la definición de esta palabra de cinco letras, «I-S-L-A-M»? Debería ser claramente obvio que la palabra «Islam» significa algo totalmente diferente cuando sale de la boca de un terrorista que cuando la mencionan los mil quinientos millones de mujeres, hombres y niños que se consideran verdaderos representantes de esta comunidad de fe.[16] El nombre en la etiqueta puede ser el mismo, pero el contenido del paquete es totalmente diferente.





Condena coránica de la violencia:





Quien mata un alma, es como si hubiera matado a toda la humanidad (5:32)





Responde con paz ante la hostilidad (25:63)





Lucha solo contra quienes te combaten y no agredas (2:190)





Dios te ordena tratar con compasión y justicia a quienes no te combaten (60:8)





EL ISLAM EN LA MENTE DE LOS MUSULMANES




Para los musulmanes de la corriente principal, el Islam representa un viaje espiritual hacia Dios al adorarle a Él solamente y cuidar de Su creación (Corán 4:36). Los musulmanes de todo el mundo aseveran la misericordia y la compasión (rahmah en árabe) como una característica fundamental de Dios Todopoderoso (Corán 1: 1), Su profeta Muhammad ﷺ (Corán 21: 107) y la religión del Islam (deen al -Rahmah). Los valores del Islam están representados por los abundantes mandamientos coránicos de responder con paz a la hostilidad (p. Ej., Corán 25:63, 41:34), de ser justos incluso con aquellos que tienen odio y animosidad hacia uno (Corán 5: 8), de luchar solo contra quienes luchan contra uno (por ejemplo, Corán 2: 190) y de tratar con compasión y justicia a quienes no (Corán 60: 8). El Profeta Muhammad ﷺ dio el ejemplo a los musulmanes al mostrar perdón incluso a quienes lo persiguieron a él y a sus seguidores, enseñando a los musulmanes a «mostrar compasión a todos en la tierra» (Jami ‘al-Tirmidhi) y a «donar en caridad a la gente» de todas las creencias” (Musannaf Ibn Abi Shaybah). El Corán y el profeta Muhammad ﷺ muestran una condena explícita a la violencia. El Corán declara:





Quien mata un alma, es como si hubiera matado a toda la humanidad  (Corán 5:32),





Y el Profeta ﷺ dijo:





Una persona solo puede permanecer sana en su fe mientras no derrame sangre (Sahih Bukhari).





El Profeta Muhammad ﷺ estableció una famosa carta que declara que los monjes cristianos de Santa Catalina estaban bajo su protección, y estableció la famosa constitución de Medina que declaraba el apoyo mutuo entre musulmanes y judíos y defendiendo la libertad de religión de ambas comunidades.[17] El profeta Muhammad ﷺ lideró con el ejemplo y demostró personalmente las relaciones positivas que los musulmanes deben mantener con personas de todos los orígenes. El Profeta Muhammad ﷺ  personalmente patrocinó y estableció un fondo continuo para apoyar a una familia judía pobre en Medina,[18] y recibió a los cristianos de Najran en su mezquita donde pudieron realizar sus propias oraciones y servicios religiosos.[19] Estas son las palabras y los hechos que representan la verdadera naturaleza compasiva del Islam en la mente de la comunidad musulmana global. Para obtener más información sobre las enseñanzas islámicas relacionadas con las interacciones entre musulmanes y no musulmanes, consulte este artículo.[20]





EL ISLAM EN LA MENTE DE LOS TERRORISTAS




Para un terrorista, sin embargo, la palabra Islam significa algo totalmente diferente. Su agenda política la ha deformado y militarizado para que ella no implique nada menos que la dominación global y la guerra perpetua para erradicar a todos los que se oponen a ellos. Ansiosos por encontrar alguna base en las escrituras para sus ideas totalitarias, tales terroristas (así como los islamófobos) citarán de forma selectiva fragmentos de pasajes del Corán y luego los generalizarán con total desprecio por el contexto textual e histórico, y la erudición islámica de confianza. Por ejemplo, citan una frase de un verso que habla sobre los mecanos que hicieron la guerra contra los musulmanes y dicen: «Den muerte [a aquellos que los ataquen] donde quiera que los encuentren» (Corán 2: 191), ignorando los dos versos inmediatamente anteriores: «Y combatan por la causa de Dios a quienes los agredan, pero no se excedan, porque Dios no ama a los agresores», y el versículo subsiguiente: «Pero si ellos cesan de combatirlos, sepan que Dios es Absolvedor, Misericordioso». Sus interpretaciones falsas y citas erróneas carecen de mérito académico (vea este artículo para una exposición detallada)[21] y no encuentran aprobación, excepto de criminales afines y fanáticos xenófobos anti-musulmanes.





PERO, ¿LOS MUSULMANES TAMPOCO APOYAN LA SHARÍA?




La palabra «Shari’ah» aparece con frecuencia, pero hay una gran diferencia entre lo que realmente significa para los musulmanes y lo que la han reducido los movimientos totalitarios y los medios de comunicación.[22] En árabe, “Shari’ah” significa literalmente un camino, y sus principios son esbozados por los eruditos cuando discuten los cinco Maqasid al-Shari’ah (objetivos de Shar’iah): la preservación de la vida humana, la fe, el intelecto y la riqueza, y familia.[23] Representa un enfoque holístico para aumentar la prosperidad en la sociedad. La Shari’ah siempre debe ir acompañada del fiqh, que es la interpretación humana de cómo aplicar las leyes y principios divinos en el mundo físico en un contexto particular. El fiqh es dinámico y está en constante evolución, cambiando con el tiempo y el lugar.[24] Es importante destacar que la interpretación humana de la shari’ah siempre debe ser coherente con los principios teológicos islámicos que sustentan la compasión, la justicia y la sabiduría divinas. Como el famoso teólogo musulmán, Ibn al-Qayyim (m. 751 d.H.) articuló,





La Sharía es completamente justicia, compasión, sabiduría y prosperidad. Por lo tanto, cualquier sentencia que reemplace la justicia con injusticia, la misericordia con la crueldad, la prosperidad con el daño o la sabiduría con tonterías, es una regla que no pertenece a la Sharía, incluso si se afirma que lo es de acuerdo con algunas interpretaciones.[25]





Para los grupos militantes (y desafortunadamente, gracias a los medios de comunicación, para casi todos los demás también), la shari’ah se refiere a solo una serie de castigos criminales conocidos como hudud. De hecho, las encuestas Pew 2013[26] son citadas habitualmente por los islamófobos para respaldar la afirmación de que los musulmanes no son muy diferentes de los militantes; después de todo, grandes porcentajes de musulmanes en varios países parecen favorecer los castigos corporales severos, ¿verdad? Bueno, como parece, esto puede ser una especie de caracterización errónea. Una discusión completa de la jurisprudencia islámica relacionada con el hudud y las actitudes musulmanas contemporáneas hacia el tema está más allá del alcance de este documento. Sin embargo, el problema con el enfoque de la encuesta es que reduce las respuestas de los encuestados a respuestas simplistas (con frecuencia, sí o no), y el encuestado tiene una oportunidad limitada para transmitir su comprensión o ignorancia de los conceptos religiosos que se están discutiendo. Por ejemplo, la ridda (frecuentemente traducida como ‘apostasía’) en los libros de muchos juristas islámicos clásicos no se incluyó en la sección de castigos penales sino en la sección sobre la guerra, ya que existía un entendimiento implícito de que se aplicaba a los renegados armados.[27] Por lo tanto, llamar a esto una «ley de apostasía» es esencialmente un nombre inapropiado a pesar de que muchos musulmanes de hoy en día pueden desconocer por completo el contexto histórico y el contexto jurisprudencial detallado de esta decisión. La erudición islámica afirma inequívocamente la práctica del Profeta Muhammad ﷺ, que estableció muy claramente la libertad de religión.[28]





Además, la encuesta de Pew también omitió de su informe publicado cierta información que es absolutamente esencial para interpretar adecuadamente los datos de la encuesta. Por mucho, el dato más citado en la encuesta fue el hecho de que el 88% de los egipcios apoyaban la pena de muerte por apostasía. Sin embargo, el análisis de subgrupos encontró que los egipcios que no querían la ley shari’ah eran en realidad más propensos a apoyar la pena de muerte por apostasía (95,7%), en comparación con los que estaban a favor de la ley shari’ah (86,3%).[29] Esto puede parecer paradójico; después de todo, ¿por qué las personas que no quieren la ley religiosa tienen actitudes más duras en materia de religión? En verdad, esta actitud hacia la apostasía no está necesariamente determinada por un celo religioso en seguir cuidadosamente la ley sagrada, sino que en realidad puede ser impulsada más por percepciones culturales profundamente arraigadas de deshonra y honor, ideas políticas acerca de oponerse a la occidentalización, o conflictos con otras comunidades en el país (por ejemplo, los cristianos coptos). Los líderes de la comunidad musulmana también reconocerán esta estadística como consistente con un fenómeno más amplio por el cual algunos miembros irreligiosos o menos practicantes de la comunidad pueden tener puntos de vista más severos e intolerantes sobre asuntos de religión; esto sucede cuando la religión se reduce a una mera etiqueta de identidad sin el efecto moderador de la orientación de los eruditos. Los datos de las encuestas de Gallup encontraron que los musulmanes que condenaron las acciones terroristas con frecuencia citaron razones religiosas para su condena, mientras que los individuos que expresaron simpatía solían citar justificaciones políticas.[30]





Volviendo al tema de los castigos corporales que aparentemente están prescritos por la ley islámica, nuevamente el contexto histórico e interpretativo crucial se pierde en las encuestas reductivas. Si se les pregunta si las declaraciones en el Corán que prescriben estas leyes son válidas, por supuesto, uno esperaría que la gran mayoría de los musulmanes respondan que sí. Pero la pregunta mucho más importante es cómo se deben entender y contextualizar esas leyes hoy en día: una cuestión de fiqh, si se quiere.[31] Estas leyes están sujetas a un extenso debate en los libros de jurisprudencia islámica que les imponen condiciones tan estrictas que hacen que su aplicación sea esencialmente obsoleta[32], y esto está precisamente en línea con el énfasis del Profeta ﷺ en que el hudud sirva principalmente como elemento disuasorio psicológico y animando a sus seguidores a no aplicarlo cuando dijo:





Aléjense del hudud tanto como puedan; Si hay alguna forma posible de darle al acusado el beneficio de la duda, entonces háganlo. Para un juez, errar en el perdón es mucho mejor que errar en el castigo.[33]





Basta con decir que las discusiones sobre la shari’ah son mucho más complejas y matizadas en la comunidad académica musulmana, en marcado contraste con la presentación distorsionada de la shari’ah por parte de los islamófobos, los medios de comunicación y grupos violentos.





LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN Y LA REPRESENTACIÓN PÚBLICA DEL ISLAM




Es lamentable que un gran segmento de los medios populares haya aceptado implícitamente la interpretación del Islam adoptado por los grupos terroristas, e inadvertidamente promueve y normaliza esto como una representación del Islam al repetir la descripción de «Islámico» en asociación con los delitos diarios. Numerosos políticos insisten en que debe incluirse la palabra Islam al nombrar estos movimientos. «¡No puedes luchar contra un enemigo si no sabes contra quién estás luchando!», insisten. ¿Pero cómo nos ayuda esto a identificar a los criminales violentos si los amalgamamos con una comunidad de fe de mil millones y medio de personas? Si insistimos en usar la misma etiqueta para los delincuentes y los miembros pacíficos de la comunidad, es probable que las personas los mezclen, ¿verdad? Los seres humanos son criaturas simples después de todo, y el trágico resultado de este constante bombardeo de ISLAM = VIOLENCIA ha resultado en un aumento explosivo en el sentimiento contemporáneo anti-musulmán y los crímenes de odio dirigidos contra los musulmanes. Cuando los malos son llamados por una gran cantidad de nombres como «Islamista radical», «terroristas islámicos», etc., el único denominador común en estos títulos y la palabra que todos recordarán es, por supuesto, simplemente el Islam. De hecho, esto se ilustró claramente durante las elecciones presidenciales de los Estados Unidos del 2016 cuando la gerente de campaña de Donald Trump se jactó de su «Plan de cinco puntos para derrotar al Islam», que luego atribuyó a un «desliz al hablar».[34] Esto plantea la pregunta: ¿por qué insistirías en utilizar una terminología que te permita, con solo un desliz al hablar, declarar la guerra y criminalizar a una comunidad de fe de 1.600 millones? ¿Por qué alguien insistiría en usar etiquetas que, con un desliz al hablar, confundirían a sus aliados con sus enemigos?





La falacia y el daño de etiquetar los movimientos violentos como representaciones del Islam son evidentes. Aún peor, sin embargo, es que la comunidad de fe de 1.600 millones de musulmanes ha sido presentada subrepticiamente como «falsos musulmanes», ya que sutilmente (y en ocasiones de manera no tan sutil)[35] sugiere que están siguiendo un Islam que no es tan auténtico o literal en seguir las escrituras. Esta suposición de que «literalismo = radicalismo», aunque es generalizada, es de hecho académicamente infundada.[36] Los grupos militantes a menudo se enzarzan en argumentos complicados y retórica política/emocional para tratar de convencer a los musulmanes de que el significado directo de las ordenanzas coránicas no pueden ser correctas: que la condena coránica del suicidio (Corán 4:29) no se aplica a los atentados suicidas (les gusta llamarlos «operaciones de auto sacrificio»), o que la ley coránica de luchar solo contra aquellos que luchan contra ti (Corán 2: 190) debe entenderse en sentido figurado, en el sentido más amplio posible, para hacer que todos los seres humanos en este mundo sean cómplices en la «guerra global contra el Islam». Bin Laden, por ejemplo, una vez fue desafiado por su aprobación del 11-S cuando el Profeta Muhammad ﷺ condenó claramente cualquier ataque contra civiles; Bin Laden respondió que las instrucciones del Profeta ﷺ eran relativas: «Estoy de acuerdo con que el Profeta Muhammad ﷺ prohibió el asesinato de bebés y mujeres. Eso es cierto, pero esto no es absoluto… Les haremos lo que ellos nos hagan. Si matan a nuestras mujeres y a nuestra gente inocente, mataremos a sus mujeres y a sus personas inocentes hasta que se detengan».[37]





Los terroristas se basan en nociones de venganza, argumentando que el asesinato de mujeres y niños musulmanes por el enemigo justifica el asesinato en represalia de sus mujeres y niños, aunque la idea misma de los asesinatos por venganza fue una práctica tribalista pre-islámica abolida por el profeta Muhammad.[38] Lejos de interesarse por las interpretaciones literales, los movimientos terroristas demuestran un descarado desprecio por cualquier instrucción de las escrituras que demuestre ser inconveniente para sus intereses políticos.





ORÍGENES DE LOS MOVIMIENTOS VIOLENTOS EN EL MUNDO MUSULMÁN




Si las enseñanzas islámicas denuncian claramente tales homicidios y asesinatos, ¿cómo se produjo este desastre? El fenómeno del terrorismo es, de hecho, un fenómeno bastante reciente, y por lo tanto, cualquier intento científico para explicar su aparición debe considerar la Historia reciente. ¿Qué pasó con el Medio Oriente que precipitó la agitación moderna y preparó el escenario para el surgimiento de movimientos políticos violentos? ¿Qué factores influyeron en el crecimiento de movimientos terroristas como Al-Qaeda y su descendencia aún más abominable, ISIS? Psicológicamente, ¿qué transformación debe ocurrir en la mente de un ser humano para que sea capaz de tal salvajismo y violencia?





Una amplia encuesta de casos contemporáneos e históricos nos sugeriría que la aparición y proliferación de movimientos violentos, aunque multifactoriales, podría resumirse en los siguientes tres factores principales: 1) represión política, agitación e inestabilidad; 2) una población sufrida y traumatizada; y 3) líderes fanáticos con una ideología totalitaria.[39]







Figura 1: Como un triángulo de combustión, se requieren tres factores clave para el surgimiento y la proliferación de movimientos violentos.






Como un incendio que requiere aire, combustible y calor, los tres elementos mencionados anteriormente son ingredientes vitales en la proliferación de movimientos violentos. Es fácil ver cómo cada uno de estos factores ha estado involucrado en la historia reciente de Medio Oriente. De todos los lugares en el mundo musulmán, esta región sufrió las dictaduras más abusivas durante un siglo, con la población subyugada y despojada de los derechos humanos y las libertades fundamentales. La región también fue de gran interés para las potencias extranjeras y fue ampliamente militarizada durante el curso de las «Guerras del Petróleo», como señala Toby Craig Jones, profesor de Historia del Medio Oriente en la Universidad de Rutgers:





El patrón de militarismo que comenzó en el Golfo Pérsico en la década de 1970 ha sido en parte producto del apoyo estadounidense y la militarización deliberada de regímenes autoritarios brutales y vulnerables. Las ventas masivas de armas a los autócratas petroleros y la decisión de construir un orden militar geopolítico en el Golfo que dependía y daba poder a esos gobernantes dieron como resultado un equilibrio de poder altamente militarizado y frágil.[40]





Después de décadas de vivir bajo regímenes y sanciones opresivas (que mataron a 227.000 niños iraquíes entre 1991 y 1998),[41] la situación empeoró con la invasión de Irak en el 2003, que tuvo consecuencias catastróficas para la región. Algunas estimaciones del número de iraquíes muertos en los 3 años posteriores a la invasión del 2003 alcanzan casi 700.000.[42] El alcance del sufrimiento en la región es difícil de explicar; Un aspecto simple de la gravedad puede ser apreciado por la siguiente estadística: solo la ciudad de Fallujah tuvo 14 veces más defectos de nacimiento relacionados con la radiación (de uranio empobrecido en municiones) que Hiroshima y Nagasaki combinados.[43] Muchas de las graves deformidades que afectan a los bebés recién nacidos nunca habían sido vistas antes por los médicos.





Una población traumatizada es una población vulnerable. Proporciona un contexto oportuno para el surgimiento de movimientos violentos con salvajismo sin precedentes. Ian Robertson, profesor de psicología y neurocientífico, explica que ya sea el genocidio nazi de judíos, gitanos y discapacitados, o la masacre serbia de bosnios o los Jemeres rojos que mataron a los camboyanos: los orígenes del salvajismo humano se mantienen constantes a pesar de las ideologías dispares. Él señala que ISIS está alimentado por una población expuesta al salvajismo y la retórica de la venganza.[44] En las situaciones más extremas, en las que se presenció diariamente una carnicería, la mente humana se desfigura horriblemente, permitiendo las acciones más inmorales e inconscientes. En las matanzas nazis de judíos, los campos de concentración Kapo convirtieron a las víctimas del salvajismo en perpetradores. En el caso de la rebelión de esclavos afroamericanos de Nat Turner en los EE. UU., mujeres y niños fueron asesinados para difundir el «terror y la alarma»: las víctimas de la brutalidad de la esclavitud se vieron envueltas en una violencia indiscriminada.





Después de la guerra del 2003 en Irak, el régimen existente fue derrocado y se creó un vacío de poder. En una región que anteriormente tenía un tercio de los matrimonios entre chiíes y sunitas, surgió una nueva raza de políticas sectarias virulentas. El nuevo gobierno logró alienar a una amplia gama de grupos a través de su brutal persecución de los opositores. Además, las antiguas fuerzas militares del régimen de Saddam Hussein desempeñaron un papel fundamental en los acontecimientos posteriores.





El New York Times informó en agosto del 2014 que muchos de los principales generales de ISIS eran ex oficiales militares del régimen de Saddam Hussein.[45] Esto nos debe parecer extraño: ¿por qué los antiguos baathistas seculares incondicionales se unirían al llamado movimiento religioso? ¿Experimentaron un despertar espiritual de la noche a la mañana, o es mucho más probable que individuos oportunistas y hambrientos de poder estuvieran ansiosos por hacer algo para volver al poder y, por lo tanto, unieran fuerzas con ISIS para luchar contra el gobierno? De hecho, el historiador e investigador Truls Hallberg Tønnessen señala que muchas de las prisiones estadounidenses como Camp Bucca sirvieron como “crisoles” para los insurgentes, los pequeños delincuentes y los oficiales baathistas para unirse en su enemistad compartida por el gobierno chiíta de Nuri al-Maliki y para forjar una nueva organización con una nueva ideología.[46]





Criminales, soldados, fanáticos y rebeldes se unieron y esta alianza impía local llevó a la formación del moderno grupo terrorista conocido como ISIS. La retórica ideológica proporcionó un medio para el alcance global y una plataforma para convocar a reclutas en todo el mundo. En Occidente, los individuos que se fueron para unirse a ISIS fueron atraídos por la retórica de un conflicto existencial entre Occidente y el Islam (retórica que continúa siendo aumentada por los medios de comunicación populares en Occidente). Las personas involucradas en el terrorismo tienden a estar aisladas socialmente, a menudo se radicalizan a través de Internet, se desconectan de su comunidad musulmana local y carecen de conocimientos básicos sobre el Islam. Un documento de investigación MI5, discutido en The Guardian, señaló:





Lejos de ser fanáticos religiosos, una gran cantidad de personas involucradas en el terrorismo no practican su fe regularmente. Muchos carecen de educación religiosa y en realidad podrían considerarse religiosos novatos. Muy pocos han sido criados en hogares fuertemente religiosos, y hay una proporción más alta que el promedio de conversos. Algunos están involucrados en el consumo de drogas, consumo de alcohol y visitas a prostitutas. El MI5 dice que hay evidencia de que una identidad religiosa bien establecida realmente protege contra la radicalización violenta.[47]





 





ANÁLISIS IDEOLÓGICO DE LOS MOVIMIENTOS VIOLENTOS: CÓMO LOS EXTREMISTAS TRANSFORMARON EL ISLAM EN UNA MITOLOGÍA DE LA VIOLENCIA




Este es un componente de la discusión que parece evadir incluso a los escritores más educados y bien intencionados y, sin embargo, es el más crítico. Muchos musulmanes, ansiosos por negar cualquier conexión entre el Islam y la violencia, cometen el error de criticar los acontecimientos políticos e ignoran cómo los movimientos violentos emplean la retórica religiosa como una herramienta crítica para desarrollar sus ideologías totalitarias y xenófobas. Por otro lado, muchos escritores hablan únicamente de ideología y cometen el error de asumir que estos movimientos surgen en un vacío socio-político. No prestan atención al impacto de la inestabilidad política, la opresión y la guerra en curso que influye en las preocupaciones cotidianas de las personas en las sociedades musulmanas.[48] Además, como señala el antropólogo Gabriele Marranci,





La razón principal [para centrarse exclusivamente en la ideología] es que estos académicos nunca han vivido, y con frecuencia ni siquiera han hablado, con musulmanes de diferentes países y comunidades.[49]





Muchos expertos y polemistas persisten en la religión del Islam, no logrando diferenciar el Islam de los musulmanes de la corriente principal y las doctrinas ideológicas particulares desarrolladas por organizaciones criminales que los distinguen de la gran mayoría de la comunidad de fe islámica. Afirman que la palabra «Islam» debe usarse para identificar adecuadamente al enemigo. Sí, es peligroso no reconocer la ideología de tus oponentes. Sin embargo, es aún más peligroso reducir su ideología a la etiqueta «Islam», que es compartida por una quinta parte de la población mundial, y por lo tanto, ignorar deliberadamente lo que distingue a este grupo y motiva su comportamiento.





Entonces, ¿cuáles son las doctrinas religiosas clave que impulsan estos movimientos? ¿Cómo evolucionaron estas ideas y cómo se diferencian de lo que creen los musulmanes? ¿Qué principios inventaron estos movimientos que los llevaron de la teología a la mitología a los ojos de los musulmanes de la corriente principal?





Algunos sociólogos y científicos políticos han centrado su atención en una genealogía histórica de las ideas de grupos radicales, rastreando el linaje de varios pensadores influyentes y el contexto en el que surgieron. Muchas voces dentro del mundo musulmán comenzaron a poner mayor énfasis en la movilización política y la oposición a la occidentalización de las tierras musulmanas después del colonialismo.[50] En este período, los países de mayoría musulmana sufrían dictaduras opresivas, muchas de las cuales buscaron activamente eliminar las libertades públicas y secularizar agresivamente a la población. Algunos activistas políticos intentaron movilizar al público en contra de estos gobiernos represivos, argumentando que el objetivo principal del Islam era establecer una fuerza política soberana que gobernara en nombre de Dios y desmantelara el gobierno secular. Esta retórica fue posteriormente tomada por extremistas que la combinaron con una doctrina de conflicto universal y perpetuo contra toda la gobernanza no islámica.[51]





En 1979, cuando Afganistán fue invadido por la Unión Soviética, hubo combatientes de la resistencia que hicieron un llamado a los musulmanes de todo el mundo para que se unieran a su campaña, argumentando que era obligatorio para todos los musulmanes defender las tierras musulmanas contra los invasores extranjeros, y que era solo por medio del yihad físico que el Islam podría ser revivido en el mundo moderno. A medida que las emociones sustituían a la razón, la retórica se volvía cada vez más extrema y distante de las enseñanzas del Islam.





En 1996, Bin Laden hizo un llamado a la yihad contra Estados Unidos, citando la presencia de tropas estadounidenses en Arabia Saudita, la participación estadounidense en la pérdida de vidas musulmanas por el apoyo a la ocupación israelí de Palestina y las sanciones económicas en Irak, así como la participación en otros conflictos regionales en el mundo musulmán.[52] Al articular las quejas compartidas por los musulmanes de todo el mundo, Bin Laden amplió su alcance y su atractivo, pero al aprobar los ataques contra civiles, violó explícitamente el código ético del Islam. Aunque hizo un llamado a los musulmanes para que dejen de lado sus diferencias y se unan por una mayor fuerza política, con el surgimiento de la división de Al-Qaeda en Irak, ISIS, incluso este fue abandonado en favor de un sectarismo más virulento y una mayor intolerancia y violencia totalitarias. Para ISIS, la guerra no es un medio, sino un fin en sí mismo; El derramamiento de sangre y la carnicería en sí son glorificados y celebrados. Así, una evolución ideológica gradual culminó en un culto impregnado de una mitología de la violencia.





Entonces, ¿cuáles son los componentes característicos de la ideología que define a los grupos de hoy en día como ISIS? Su mitología se puede resumir en cinco pilares fundamentales: 1) Utopismo Califal; 2) Deshumanización en nombre de Walaa ‘wal-Baraa’; 3) Takfirismo; 4) Yihad Totalitario; y 5) Apocalipticismo.





Cada una de estas doctrinas garantiza un artículo propio independiente para elaborar sus implicaciones y orígenes. Sin embargo, en el presente solo se ofrecerá una breve explicación.





LA «KHILAFAH» UTÓPICA




Una característica crítica de muchos movimientos militantes es la fantasía de crear una sociedad perfecta en el mundo musulmán actual al restablecer la «khilafah«. ¿Pero qué es la khilafah?





La khilafah (o califato) significa lingüísticamente sucesión, pero históricamente se ha utilizado para referirse a la dirección política del mundo islámico. Precisamente, qué tipo de liderazgo político implica es algo ambiguo, dado que el término khilafah se ha aplicado a aquellos seleccionados voluntariamente por la comunidad (como durante el tiempo de los primeros cuatro “Califas correctamente guiados”), así como al reinado hereditario (como los Omeyas y la mayoría de las dinastías musulmanas), así como a meras figuras políticas despojadas de poder (como los gobernantes abasíes bajo las dinastías búyida y selyúcida). En cuanto a cómo definir el concepto de khilafah y gobierno islámico en la era moderna de las naciones-estado y las relaciones internacionales, no hay escasez de propuestas diferentes en la literatura que describan varias concepciones de democracia constitucional, gobierno islámico versus gobierno secular y soberanía popular (para una revisión y bibliografía de tales obras, consulte Andrew F. March, Political Islam: Theory, 2015). Fundamentalmente, los movimientos militantes no se preocupan por articular ningún sistema político de gobierno coherente, ya que lo que les importa es el mero valor simbólico, la mera imagen superficial de la khilafah.





La palabra khilafah se basa en el anhelo colectivo de los musulmanes de todo el mundo por un retorno a su pasado pre-colonial de autogobierno según sus valores. Los musulmanes de todo el mundo discuten con frecuencia la edad de oro de la ciencia islámica, la tradición histórica de los estudios, las universidades y los hospitales que fueron pioneros en el mundo musulmán, etc. Pero pensar, por el mero pronunciamiento de la palabra khilafah, que de repente esta gran civilización saldrá del desierto es pura fantasía.





Lo que es importante no es el título de líder, sino la forma real de gobierno y el establecimiento de principios éticos islámicos en el gobierno: justicia, transparencia y defensa de los derechos de las personas[53]. Los eruditos islámicos han expresado que el elemento definitorio en una nación musulmana es que la justicia y la seguridad estén establecidas.[54] El gobernante debe ser el wakeel (representante) y khadim (siervo) del pueblo, no su Señor.[55] La situación de las tierras musulmanas no se rectificará sin la reintroducción de tales principios éticos de gobierno.





LA DESHUMANIZACIÓN EN NOMBRE DE WALAA’ WAL-BARAA’




El término walaa’ wal-Baraa’ (literalmente lealtad y negación) es un término usado por los teólogos musulmanes para referirse a mantener una afinidad hacia todo lo que es virtuoso y amado por Dios, mientras se busca disociarse de los asuntos que son inmorales y odiosos a Dios. Sin embargo, distorsionado en la mente de los militantes, este concepto se ha convertido en una clasificación binaria de todos los seres humanos en buenos contra malos, con la afirmación de que todos los no musulmanes deben ser considerados como malhechores y tratados con hostilidad. Enmarcando al mundo en un conflicto de «nosotros contra ellos«, ellos deshumanizan al otro y no muestran preocupación por su bienestar. Cualquier musulmán que se haga amigo o mantenga relaciones positivas con los no musulmanes se considera un traidor, y por lo tanto también se incluye entre los malhechores. Pero esto es otra vez diametralmente opuesto a la práctica y las enseñanzas del Profeta Muhammad ﷺ. Él dio la bienvenida a personas de todas las comunidades de fe y orígenes, como se ilustra en los ejemplos anteriores de los diplomáticos cristianos de Najran y las familias judías en Medina, y trató de proteger los derechos de los musulmanes y no musulmanes, como lo demuestra su participación en el acuerdo conocido como Hilf al-Fudul (un acuerdo de varios clanes en La Meca para proteger a cualquier persona oprimida). El Profeta ﷺ demostró respeto y aprecio por los no musulmanes como Mut’im ibn Adi que defendió a los musulmanes contra el boicot de los Quraysh. Y el Profeta ﷺ enseñó a sus seguidores que podían vivir felices junto al resto de sus miembros de la tribu que no eran musulmanes, como le contó a uno de sus compañeros llamado Fudayk (Sahih Ibn Hibban). El Corán es muy claro (9:60) de que un objetivo del Islam, incluso el zakat en particular, es hacer que los demás se sientan atraídos por la comunidad musulmana, lo cual nunca puede lograrse a través de la hostilidad. Las primeras generaciones de musulmanes entendieron bien estos principios; cuando Umar Ibn al-Jattab (ra) era el gobernante del imperio musulmán, un campesino cristiano de Egipto vino a él y presentó su queja contra un príncipe musulmán, y Umar, al descubrir que el príncipe había maltratado al campesino, dictaminó que el campesino tenía que exigir la retribución (Kanz al-Ummal).





Los pasajes que los militantes citan para defender una ideología de conflicto existencial tienden a ser citas erróneas de versos que se refieren a la situación de los musulmanes con los Quraysh de La Meca. Por ejemplo, el versículo 60: 1 del Corán comienza diciendo:





No toméis por amigos vuestros a Mis enemigos –que son también enemigos vuestros– 





pero continúa explicando en el mismo verso que esto se refiere a la tribu de los Quraysh que





…han expulsado al Enviado y a vosotros [solo] porque creéis en Dios (Corán 60:1).





El pasaje continúa dando el ejemplo del profeta Abraham que renegó de su gente una vez que esta lo rechazó y trató de arrojarlo a un foso de fuego. Claramente, estos versículos no describen el modo normativo de interacción con los no musulmanes pacíficos, y el pasaje subsiguiente explica explícitamente que:





En cuanto a aquellos [incrédulos] que no os combaten por causa de [vuestra] religión, ni os expulsan de vuestros hogares, Dios no os prohíbe que seáis amables y equitativos con ellos: pues, realmente, Dios ama a quienes son equitativos (Corán 60:8).



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