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Corán y de la Sunnah debiendo enfrentar falsas acusaciones, calumnias,


persecuciones, acosos, boicots, amenazas, ataques y agresiones físicas


brutales de la gente. Los creyentes sufrían al igual que él, y como


Dios aún no había ordenado defenderse por medio de las armas, sus


seguidores perseveraron y sufrieron las más duras persecuciones


permaneciendo unidos y fieles a su actividad misionaria. Muchos fueron


torturados y algunos se convirtieron en mártires por su fe en el Islam.


El gran sufrimiento que soportaron durante ese período fue como una


gran prueba de fe. El Profeta (P y B) alivió las heridas de su compañero


Ammar ibn Yasir tras la muerte de sus padres, que fueron los primeros


mártires del Islam, con las siguientes palabras: “Tened paciencia, Oh,


familia de Yaser. El Paraíso será vuestra morada permanente”.


(Transmitido por Al-Hakim)


El Profeta (P y B) le permitía a los seguidores que quisieran emigrar a


Etiopía para escapar de la opresión y la tortura. Muchos se refugiaron


bajo la tutela del gobernante más justo de esa época, Najashi, que


eventualmente aceptó el Islam. Incluso en estas circunstancias


desesperantes, Dios, el Más Sabio y Misericordioso, le ordenó al


Mensajero Muhammad (P y B) que fuera paciente y tolerante con su


gente mientras propagara el mensaje. Existen varios ejemplos de


su excesiva misericordia, gentileza, magnanimidad y compasión al


enfrentarse con la violencia y la agresión continua. El Profeta (P y B) y


sus compañeros permanecieron firmes en su creencia y en la difusión del


mensaje, obedeciendo la orden de Dios:


“Sé paciente (Oh, Muhammad) como lo fueron los Mensajeros más


destacados, y no les apremies (el castigo). El día que (los incrédulos)


vean aquello con lo que se les había amenazado pensarán que


estuvieron en la tumba sólo una hora del día. Y por cierto que éste


(Corán) es un Mensaje (para toda la humanidad), y sólo serán


castigados los desobedientes”. (46:35)


Y aún así él rogaba por su guía con estas palabras: “¡Oh, Dios! Por


favor guía a mi gente porque ellos no saben nada”.


37 DR.ABDUR RAHMÁN AL-SHEHA


El Profeta (P y B) continuó propagando el mensaje en Meca, y buscó las


tribus que pudieran protegerlo y ayudarlo: se presentaba a sí mismo y


explicaba su misión a las personas y tribus que visitaban Meca y en los


grandes mercados donde los árabes se reunían. Entonces, un grupo de


gente de la ciudad de Yathrib (conocida en el presente como Medina, la


ciudad del Profeta) creyó en el mensaje del Islam y le juraron alianza para


apoyarlo y defenderlo de la misma manera que defenderían sus propios


bienes, honor, integridad y hogar, si él quisiera refugiarse allí y emigrar con


sus compañeros. Esto coincidió con el punto límite de las persecuciones


que sufrían en Meca, incluso los líderes de la tribu de Quraish habían


planeado asesinar al Profeta (P y B). La emigración sería decisiva en la


historia del Islam, porque en Medina se construyó la primera mezquita, la


hermandad de los musulmanes creció y se expandió y se estableció por


primera vez el Estado islámico dirigido por el propio Profeta (P y B).


Hay que tener en cuenta que el Profeta Muhammad (P y B) y sus


seguidores nunca derramaron una gota de sangre en retribución por


todos esos años de persecución y opresión sufridos en Meca porque


Dios les había ordenado no pelear, sino ser pacientes y perseverantes.


La confrontación armada por parte de los musulmanes no comenzó sino


hasta dos años después de la emigración de Meca a Medina, cuando la


tribu de Quraish, por miedo a ser dominados, continuó con la persecución


y la obstrucción del mensaje del Islam, y después de haber intentado por


todos los medios de propagar el Islam pacíficamente.


La ciudad de Medina quedaba en la ruta de las caravanas comerciales de


los Quraish camino a la región del Shams (actualmente Siria), entonces


ocurrió el primer enfrentamiento cuando el Mensajero de Dios (P y B)


interceptó una de esas caravanas liderada por el noble Abu Sufyan. El


Profeta (P y B) intentó imponerles un tipo de sanción económica a la tribu


de Quraish que le permitiera propagar el Islam en paz y abiertamente


y para compensar a los creyentes por las propiedades, posesiones y


bienes que los Quraish les habían quitado antes de la emigración. La


caravana escapó a la emboscada, pero tras enterarse del incidente, los


ISLAM 38








líderes de Quraish prepararon un gran ejército bien armado para atacar


a los musulmanes. En consecuencia, la primera batalla decisiva tuvo


lugar en Badr, y los 313 musulmanes que combatieron mal equipados


vencieron rotundamente a los arrogantes Quraishíes a pesar de pelear


en inferioridad de condiciones. Dios, el Supremo, describe las razones


justas de esta batalla y de las que vendrían:


“Ellos fueron expulsados injustamente de sus hogares sólo por


haber dicho: Nuestro Señor es Dios. Si Él no hubiera hecho que


los creyentes vencieran a los incrédulos, se habrían destruido


monasterios, iglesias, sinagogas y mezquitas en donde se recuerda


frecuentemente el nombre de Dios. Ciertamente Dios socorre a


quien se esfuerza denodadamente por Su religión, y Dios es Fuerte,


Poderoso. Aquellos que, si afianzamos en la Tierra, practican la


oración prescrita, pagan el Zakat, ordenan el bien y prohíben el mal.


Y a Dios vuelven todos los asuntos.” (22: 40-41)


Y Dios, Sabio y Sublime, dice en el Sagrado Corán:


“¿Por qué no combatís por la causa de Dios, cuando hay hombres,


mujeres y niños oprimidos que dicen: ¡Señor nuestro! Sálvanos de


los habitantes opresores que hay en esta ciudad. Envíanos quien nos


proteja y socorra?”. (4:75)


Y dice:


“Y combatid por la causa de Dios a quienes os combatan, pero no


seáis agresores; porque ciertamente Dios no ama a los agresores”.


(2:190)


Todas las batallas peleadas y todas las victorias logradas por el Mensajero


de Dios (P y B) y sus compañeros tuvieron lugar en un período de veintitrés


años que duró la misión en Meca y luego en Medina, sólo trescientos


setenta y cinco personas murieron en estas peleas. El año nueve de la


Hégira (la emigración), conocido como el Año de las Delegaciones, el


Profeta (P y B) se reunió con aproximadamente cien delegaciones de


las tribus de toda la Península Arábiga para negociar. Recibió a cada


uno con generosidad y grandeza y respondió todas sus preguntas y


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cuestionamientos sobre la creencia islámica (Aqida) y la jurisprudencia


(Sharía). La mayoría quedó impresionada por las palabras del Profeta


(P y B) y aceptó el Islam. El Mensajero de Dios también envió cartas a


los líderes de las regiones cercanas llamándolos a aceptar el Mensaje de


Dios como mencionaremos más adelante en este libro.


Durante la vida del Profeta (P y B) e inmediatamente después de su


muerte, toda la Península Arábiga por primera vez en la historia estuvo


unida bajo una ley justa y democrática y una religión Divina. La mayoría


de los árabes aceptaron el Islam por voluntad propia al oír las palabras


del Sagrado Corán, ver el ejemplo del Profeta (P y B) en su Sunnah


(tradiciones) y de sus compañeros, y al comprender el sistema islámico.


Sólo unos pocos judíos y cristianos se negaron a aceptar el Islam, pero


tenían permiso de quedarse dentro del Estado Islámico conservando su


fe por medio de un contrato en donde se especificaba detalladamente


los derechos y obligaciones que tenían ambas partes y estipulando


un impuesto que deberían pagar a cambio de protección por parte del


Estado y para estar exentos de hacer el servicio militar. Ciertamente,


este cambio revolucionario fue un logro milagroso considerando que


contaban con escasos medios materiales y el efecto global y duradero


que tuvo. Dios es el Más Grande y le otorga el éxito a quien quiere.


Luego de la muerte del Profeta (P y B), los Califas bien guiados, sus


compañeros y predecesores siguieron su ejemplo. Defendieron el


Estado Islámico de sus enemigos y conquistaron los imperios tiranos


de alrededor que amenazaban la existencia y la propagación del Islam.


Sentían mucho entusiasmo por su fe y la actividad misionaria que


realizaban, lo hacían demostrando una moral recta y actuando con


justicia. Los musulmanes tenían el mismo ejército, en cantidad de


soldados, equipamiento, preparación y tácticas militares, que aquellos


a quienes combatían, pero gracias a la vitalidad de su fe y su misión,


sumada a la superioridad de su moral, conquistaron los corazones y las


mentes de la gente común sin necesidad de destruir al ejército corrupto


y tirano que oprimía a la gente.


ISLAM 40








Bashir Ahmad, un nuevo musulmán de nuestra época, reflexionó sobre


esto y dijo: “Una de las preguntas más desconcertantes y uno de mis


más serias preocupaciones antes de aceptar el Islam y convertirlo


en mi forma de vida, era que como cristiano creía que el Islam se


propagó por medio de la espada. Entonces, me pregunté: si fuera


verdad, entonces ¿por qué gente de cada rincón del mundo sigue


adhiriendo al Islam y lo acepta como nueva forma de vida? ¿Por


qué vemos que la gente abraza el Islam a diario por propia voluntad


sin que nadie lo fuerce a ello?”.7


Sobre los orígenes de la creación de este mito, Norman A. Daniel dice:


“El occidente ha formado un canon invariable de creencias sobre el


Islam; decidió por sí mismo que el Islam es esto o aquello. Lo más


importante es que el Islam también era adecuado para el occidente


y le dio a la cristiandad la dignidad de tratar con una civilización en


muchas formas superior”8.


Sobre esta falacia, De Lacy O’Leary comentó: “La historia deja en


claro, sin embargo, que la leyenda de los fanáticos musulmanes


arrasando todo a su paso con la espada para imponer el Islam por la


fuerza es un mito absurdo y fantástico que los historiadores repiten


una y otra vez”9.


Dr. Gustave LeBon dice en su libro La civilización árabe (pp. 127-


128): “La fuerza nunca fue un factor en la propagación de las


enseñanzas coránicas, y los árabes permitían que aquellos a


quienes habían dominado siguieran practicando su fe libremente.


Si algún cristiano abrazaba el Islam y adoptaba el árabe como


su idioma, solía ser por la justicia con la que eran tratados


por los árabes, algo a lo que los no musulmanes no estaban


7- Dr. Imad-du-Din Jalil: What Do They Say about Islam? (¿Qué dicen del Islam?)


pág.295


8- Islam and the West: The Making of an Image (El Islam y el Occidente: la construcción


de una imagen), p. 270


9- Islam at the Crossroads (El Islam en la encrucijada) , Londres, 1923, pág. 8.


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acostumbrados. También se debía a la tolerancia y la indulgencia


del Islam, algo desconocido en las otras religiones”10.


También dice: “Los primeros Califas fueron notablemente amables


en el trato con la gente de Siria, Egipto, España y todos los países


que conquistaban, permitiéndoles que apliquen sus leyes y creencias


sólo imponiendo sobre ellos un impuesto a cambio de protección


para mantener la paz. Realmente el mundo no ha conocido


conquistadores más misericordiosos y tolerantes como los árabes”.


Si el Islam se hubiera propagado como consecuencia de las guerras que


los enemigos del Islam que amenazaban su supervivencia, y por las


conquistas de los regímenes corruptos y opresores que le sucedieron,


¿no es algo único y desconocido en la historia, especialmente cuando


se lo compara con otras civilizaciones? Lo verdaderamente excepcional


de las conquistas islámicas es que en general tuvieron como objetivo


liberar de la opresión, como describen los libros de Historia la respuesta


que le dieron los compañeros del Profeta (P y B) al Emperador de


Persia cuando les preguntó qué había traído a los musulmanes a sus


tierras: “Dios nos ha enviado hasta los confines del mundo en toda su


extensión para liberar a la gente de la esclavitud del hombre sobre


otro hombre y se sometan a la adoración de Dios, y para que pasen


de sufrir las injusticias de los gobernantes, a la justicia del Islam”11.


En contraposición directa a los numerosos ejemplos de masacres,


violaciones, saqueos e injusticias en la historia que hemos mencionado


en el prólogo, no encontramos hechos que se le comparen en la historia


de las primeras conquistas islámicas.


Sobre la propagación del Islam, Thomas Carlyle comentó, en una de sus


famosas lecturas: “Se ha dicho mucho sobre cómo Mohammad (P y


B) propagó su religión con la espada. Esto es sin duda mucho más


10- Paráfrasis del Dr.Imad-du-Din Jalil en su libro: What Do They Say about Islam?


(¿Qué dicen del Islam?) pág. 314.


11- Veáse Ibn Kazir, Bidayah wa Nihayah.


ISLAM 42








noble que lo que tenemos para alardear sobre la religión cristiana,


que se difundió predicando pacíficamente con convicción. Aún así,


si tomamos esto para determinar la veracidad o la falsedad de una


religión, cometemos un gran error. La espada, sin duda, pero ¿de


dónde sacarás tu espada? Cada nueva opinión en sus comienzos es


una minoría. Ahí permanece aún, sólo dentro de la cabeza de un


hombre. Un solo hombre en todo el mundo lo cree, un hombre contra


el resto del mundo. Si tomara una espada e intentara propagar su


creencia de ese modo, no lograría mucho. Primero debes tomar tu


espada. En general, las cosas se propagan por sí solas como pueden.


No encontramos ejemplos en los cuales la religión cristiana haya


desdeñado la espada una vez que la levantó. La conversión de los


Sajones en manos de Carlomagno no se realizó predicando. No me


importa la espada: consideraré el hecho que algo luche por sí mismo


con la espada o la palabra o implementando lo que tenga a mano.


Dejaremos que prediquen, publiciten, peleen y se muevan con sumo


cuidado con uñas y dientes porque no conquistarán nada que no


merezca ser conquistado. Lo mejor de sí no puede sacar lo peor.


En este gran duelo, la naturaleza misma es el árbitro y no puede


causar ningún daño: aquello que está enraizado profundamente en


la naturaleza, lo que nosotros llamamos lo más verdadero, aquello


que nadie más verá crecer al final”12.


En contraste a esto, veamos algunos pasajes de la Biblia y analicemos lo


que los judíos y cristianos consideraban divino y sagrado sobre la guerra,


y qué los llevaba en ocasiones a hacer sus conquistas y expansiones. El


Libro de Deuteronomio dice:


“Cuando te acerques a una ciudad para atacarla, hazle primero una


oferta de paz. Si acepta y abre las puertas, todos los habitantes de


esa ciudad quedarán bajo tu dominio y serán tus esclavos. Pero si


la ciudad rechaza la paz y entra en batalla contra ti, la sitiarás; y


12- ‘Heroes, Hero Worship, and the Heroic in History’ (Héroes, la adoración de héroes


y los actos heroicos de la historia), lectura 2, viernes 8 de mayo de 1840.


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cuando el Señor tu Dios la entregue en tus manos, matarás a filo


de espada a todos sus hombres. Como botín, podrás retener a las


mujeres y a los niños, y el ganado y todo lo demás que haya en la


ciudad. También podrás comer del botín de tus enemigos, que te


entrega el Señor tu Dios. Así tratarás a todas las ciudades lejanas


que no pertenezcan a las naciones vecinas. Sin embargo, en las


ciudades de los pueblos que el Señor tu Dios te da como herencia, no


dejarás nada con vida. Exterminarás del todo a hititas, amorreos,


cananeos, fariseos, heveos y jebuseos, tal como el Señor tu Dios te lo


ha mandado”. (Deuteronomio 20: 10-17).


Sobre la conquista de la ciudad de Jericó y el destino de los habitantes


indígenas, encontramos lo siguiente:


“Entonces los sacerdotes tocaron las trompetas, y la gente gritó a voz


en cuello, ante lo cual las murallas de Jericó se derrumbaron. El pueblo


avanzó, sin ceder ni un centímetro, y tomó la ciudad”. (Josué 6: 20)


En las ciudades de Muqeideh y Labneh hicieron lo mismo que en Jericó


(Josué 10: 28).


Según los Evangelios, Jesús dijo: “No crean que he venido a traer paz


a la tierra. No vine a traer paz sino espada” en Mateo 10: 34 y en otra


ocasión agregó : “Ahora, en cambio, el que tenga un monedero, que


lo lleve; así mismo, el que tenga una bolsa. Y el que nada tenga, que


venda su manto y compre una espada” (Lucas 22: 36).


¿Cuál es esta espada? ¿Quién tiene la autoridad para levantarla?


La respuesta no está clara y es debatible, tal vez la encontremos


cuando Jesús regrese a la Tierra. Hasta la época de Constantino, los


primeros cristianos fueron una minoría perseguida aparentemente


sometida pero partidarios de la no violencia y a la espera del


inminente regreso de Jesús, pero de allí en adelante, cuando


los cristianos trinitarios se convirtieron en la religión oficial de


la era posterior a Constantino, la espada fue levantada por el


Estado y los líderes cristianos de la historia libraron numerosas


ISLAM 44








guerras y conquistas en nombre de la religión. El principio cristiano


de obediencia a cualquier autoridad se basa en las palabras de


Jesús cuando dijo: “Rendíos ante el César”. Los teólogos fueron


acrecentando este concepto para racionalizar y legitimizar el derecho


divino a gobernar, incluso en un sistema nacional y secular, según


la doctrina enseñada por San Pablo consagrada en estas palabras:


“Todos deben someterse a las autoridades públicas, pues no hay


autoridad que Dios no haya dispuesto, así que las que existen


fueron establecidas por él”. (Romanos 13: 1)


Compararemos estos pasajes de la Biblia con las palabras del Sagrado


Libro de Dios, el Corán y las tradiciones del Profeta (P y B), la Sunnah,


para brindar más pruebas que el Islam es en verdad la religión de la paz,


a pesar de que algunos musulmanes desobedientes traten de distorsionar


la imagen del Islam, y a pesar de la propaganda ponzoñosa, las calumnias


y la desinformación ridícula inventada y difundida por los enemigos del


Islam en su cruzada contra el Islam y los musulmanes.


No negamos que en ocasiones los musulmanes hayan cometido


aberraciones e injusticias, pero un vistazo general sobre las tendencias


históricas son nuestra evidencia, como hemos mencionado anteriormente


en este libro. Y en este sentido, sería pertinente mencionar un par más


de ejemplos, ya que muestran un patrón general. Los conquistadores


cristianos de Jerusalén asesinaron a todos habitantes judíos y musulmanes,


mientras que en la reconquista en manos de Salahedín al-Ayubi sobresale


el ejemplo de grandeza y generosidad islámica. También encontramos el


contraste del Andaluz (la España musulmana) y Anatolia (Asia menor).


Los cristianos echaron a los musulmanes y a los judíos de España o


los amenazaban de muerte para que se convirtieran al cristianismo


durante la época infame de la Inquisición, el paradigma del trato que


los musulmanes recibían del estado cristiano. En la misma época,


cuando los musulmanes, en su mayoría de origen turco, conquistaron


lo que hoy es Turquía, fueron mucho más tolerantes y hasta el día de


hoy, la Iglesia Ortodoxa permanece en Estambul (ex-Constantinopla).


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El reconocido orientalista Sir Thomas Arnold rechaza la maliciosa


propaganda sobre el Islam y dice: “De todo intento organizado de


forzar a los no musulmanes a aceptar el Islam o de cualquier tipo de


persecución sistemática para acabar con el cristianismo, no oímos nada.


Si los Califas hubieran elegido este camino, hubieran exterminado a los


cristianos tan fácilmente como Fernando e Isabel erradicaron al Islam


de España o como Luis XIV lo hizo con los protestantes en Francia


o como echaron a los judíos de Inglaterra por 350 años. Las Iglesias


orientales en Asia perdieron todo tipo de comunicación con el resto


de la cristiandad, aunque nadie levantaba un dedo por ellas pues eran


acusadas de herejía. Pero sin embargo, la supervivencia de estas iglesias


hasta el día de hoy es una prueba irrefutable de la actitud tolerante de


los gobernantes musulmanes”13. La realidad desafortunada de la historia


es que los pasos históricos europeos, más que los islámicos, han venido


a dominar el mundo, y que las reacciones contra las guerras religiosas


incesantes entre las sectas cristianas de Europa han dado lugar al


secularismo, humanitarismo, nacionalismo, ateísmo y a la total ausencia


de Dios en la Europa moderna, y vemos que estas tendencias son la


raíz de las plagas políticas y socioeconómicas más devastadoras para la


humanidad hoy en día.


El prejuicio existente sobre el objetivo de las conquistas


Islámicas que sostiene que sólo se realizaron para


obtener ganancias materiales


La tercera acusación es que las conquistas islámicas, que asustaron a los


imperios de la época y por las que el Islam pudo expandirse al Este y al


Oeste, fueron realizadas sólo para obtener botines de guerra, placeres


mundanales, fama y gloria.


Presentaremos algunos hechos de la vida del Profeta (P y B) y los


principios islámicos sacados de la historia que se relacionan con este tema.


13- Sir Thomas W. Arnold: The Preaching of Islam, a history of the propagation of the


Muslim faith, (La prédica del Islam, la historia de la propagación de la fe musulmana),


Westminster A. Constable & Co., Londres, 1896, pág. 80.


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Al principio de su misión como Profeta y Mensajero de Dios, el Profeta


Muhammad (P y B) fue rechazado por su pueblo de todas las maneras


posibles y por todos los medios intentaron que abandonara su llamado


al Islam, además de perseguirlo y oprimirlo como hemos mencionado


antes. Los líderes Quraishíes le dijeron: “Si necesitas posesiones y


dominio sobre la Península Arábiga, te lo garantizamos. Si necesitas


casarte, te ofrecemos que te cases libremente con la joven virgen más


hermosa en toda la Península Arábiga”. Le ofrecieron bienes que nadie


podía imaginar en esa época, pero el Profeta (P y B) los rechazó. Los


líderes Quraishíes le hicieron muchas ofertas para que dejara de difundir


su religión, el Islam, y para que no castigara ni expusiera como estúpidas


las creencias paganas en ídolos y supersticiones. La respuesta simple,


directa y honesta del Profeta (P y B) a todas las tentativas propuestas fue


siempre negativa. Una famosa narración de las palabras del Profeta (P y


B) dice: “¡Por Dios! Si me pusieran el sol sobre mi mano derecha y


la luna sobre mi mano izquierda para presionarme a abandonar mi


misión, no lo haría. Nunca me rendiré ni aceptaré vuestro pedido.


Seguiré con mi misión hasta que el Islam prevalezca y sea aceptado


y practicado en toda la Península Arábiga, o hasta que me separen


la cabeza de mi cuerpo”14.


Otro hecho que vale la pena mencionar son las cartas enviadas por el Profeta


(P y B) a los reyes y demás gobernantes de su época en las que claramente


decía que se respetaban sus liderazgos como jefes, sus posesiones y


dominios si aceptaban el Islam, preservando la paz y la justicia.


Por ejemplo, la famosa carta a Heráclito, el Emperador de Roma


y Bizancio que decía: “En el nombre de Dios, el Compasivo y


Misericordioso. De Muhammad, el siervo de Dios y Su Profeta para


Heráclito. La paz sea sobre él, que sigue el camino correcto. Luego


de esto, os invito a uniros al Islam. Por eso, si deseáis seguridad,


aceptad el Islam. Si aceptáis el Islam, Dios os recompensará el


14- Ibn Hisham, The Biography of Muhammad” (La biografía de Muhammad), vol.1,


pág.170.


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doble y si os rehusáis, la responsabilidad de la trasgresión de toda


la nación será vuestra. Dios, Todopoderoso, dice: ‘Di: ¡Oh, Gente


del Libro! Convengamos en una creencia común para nosotros y


vosotros: No adoraremos sino a Dios, no Le asociaremos nada y no


tomaremos a nadie de entre nosotros como divinidad fuera de Dios.


Y si no aceptan decid: Sed testigos de nuestro sometimiento a Dios’


(3:64)”. (Transmitido por Bujari y Muslim)


Anas narró: “El Mensajero de Dios (P y B) nunca se acercó a darle


una recompensa a nadie que aceptara el Islam, pero lo permitía.


En una ocasión, un hombre vino y pidió algo a cambio de hacerse


musulmán. El Profeta (P y B) le ofreció del tesoro del Estado


Islámico, un rebaño de ovejas que estaba pastando en un valle


entre dos montañas en Medina. Tras lo cual el hombre volvió a su


pueblo y le dijo a la gente: ‘Aceptad el Islam y Muhammad os dará


tal recompensa que quien lo reciba nunca más será pobre‘. Todas


las personas relacionadas con este hombre aceptaron el Islam y se


hicieron musulmanes‘‘. Anas agregó a su relato: ‘‘Un hombre puede


aceptar el Islam para obtener ganancias materiales, pero ni bien


sienta la dulzura del Islam, la fe le llenará su corazón más que el


mundo entero y lo que hay en él”. (Transmitido por Bujari y Muslim)


También podemos analizar los bienes que el Profeta (P y B) dejó como


herencia al morir. Amr bin al-Harith narró: “Tras su muerte, el Profeta


(P y B) no dejó ni un dirham ni un dinar (monedas de la época),


ni tampoco esclavos, sirvientes ni nada más que su mula blanca,


su arma y un terreno que declaró como una caridad para los


musulmanes”. (Transmitido por Muslim)


De hecho, la armadura personal del Profeta (P y B) fue entregada


a un judío como pago por una medida de cebada para alimentar a su


familia luego de su muerte. ¿Entonces cómo puede una persona con


sentido común acusar a un hombre como el Profeta Muhammad (P y


B) de haberse encaprichado por las ganancias materiales, posesiones,


placeres mundanales efímeros o gloria? Los emperadores, los líderes


ISLAM 48








nacionalistas, sus generales y guerreros buscan la gloria, territorios y


botines, pero los hechos mencionados demuestran que el Mensajero de


Dios se dedicó pacíficamente a difundir el Islam para el propio beneficio


de la humanidad y permitió que cada uno se ganara la vida y satisficiera


sus necesidades materiales libremente dentro de lo lícito para el Islam.


Los compañeros del Profeta (P y B) y sus seguidores dan el ejemplo de


rectitud y de su forma de vida derecha y ascética, que no estaba dedicada


a las posesiones mundanales ni a los placeres de esta vida.


Durante la batalla de Uhud, el Profeta (P y B) comentó: “Levantaos


para ganar el Paraíso, que es tan grande como todos los Cielos y


la Tierra juntos”. Un hombre llamado Omair bin al-Hemam oyó


estas palabras y le preguntó: “¡Oh, Profeta de Dios! ¿Quieres decir que


la recompensa es el Paraíso, que es tan amplio como los Cielos y la


Tierra juntos?”. El Profeta (P y B) asintió. Entonces el compañero dijo:


“¡Bendito sea! ¡Bendito sea!”. El Profeta (P y B) le preguntó: “¿Qué


te hace decir esto?”. El hombre respondió: “¡Oh, Profeta de Dios! Mi


único deseo es ser uno de los habitantes del Paraíso”. El Profeta (P y B)


dijo: “Ciertamente tú eres uno de los habitantes del Paraíso”. Tras


oír estas palabras, el hombre había sacado algunos dátiles para comer


antes de la batalla, pero los tiró al aire y dijo: “¡Por Dios! Si viviera


para terminar de comer estos dátiles sería una larga vida”. Se apresuró a


pelear contra los enemigos del Islam con todas sus fuerzas hasta alcanzar


la muerte. (Transmitido por Muslim)


Un hombre llamado Shaddad bin al-Hadi narró que un beduino se acercó


al Profeta (P y B) y le expresó su interés por el Islam. El beduino pronto


abrazó el Islam y le dijo que quería emigrar con él hacia Medina. El


Mensajero de Dios (P y B) le pidió a los musulmanes que lo cuidaran y


así lo hicieron. Luego, los musulmanes pelearon en una batalla contra los


paganos y como resultado se quedaron con un botín de guerra importante.


El Mensajero de Dios (P y B) distribuyó el botín en partes iguales entre


sus compañeros y el beduino recibió una parte por haber participado


de la batalla. El beduino preguntó: “¿Por qué es esto?”. El Profeta (P y


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B) le respondió: “Esta es una parte del botín por tu participación en la


pelea”. El beduino dijo: “Pero yo no te he jurado lealtad para obtener


ganancias materiales, de hecho, te seguí con la esperanza de que una


flecha enemiga me atravesara la garganta, así sería recompensado con el


Paraíso”. El Mensajero de Dios (P y B) dijo: “Si eres sincero con Dios,


seguramente Dios cumplirá tus deseos”. Más tarde se libró otra batalla


y entre las víctimas encontraron al beduino con una flecha atravesando


su garganta. Se lo llevaron al Profeta (P y B), quien preguntó: “¿No


es este el beduino?”. Le respondieron afirmativamente. Entonces dijo:


“Ciertamente este hombre era sincero con Dios. Por eso, Dios, el Más


Grande es Sincero con él”. El Mensajero de Dios entregó su capa para


que envolvieran al beduino martirizado. Se realizó el funeral y rezaron


por su él y pronunciaron la siguiente súplica por el alma del mártir:


“¡Oh, Dios! Éste es Tu siervo, que emigró por Tu causa. Murió como


un mártir. Soy testigo de ello”. (Transmitido por Nisae)


Este incidente es el testimonio de un hombre que rehusó su parte del


botín porque sólo buscaba la recompensa de Dios con sinceridad.


El famoso Califa bien guiado y compañero del Profeta (P y B), Omar bin


Al Jatab, cuyas conquistas llegaron a vastas áreas del mundo incluyendo


los Imperios Romano y Persa, se lastimó el estómago por falta de


alimento. Cuando escuchó el gruñido de su propio estómago, Omar dijo:


“¡Oh, mi querido estómago! Gruñe o quédate quieto. Por Dios que


no te llenarás como corresponde hasta que los musulmanes hayan


comido lo suficiente”. (Baihaqi in al-Sunan, 9/42)


Los botines de guerra que los primeros musulmanes ganaban en sus


conquistas eran suficientes para que llevaran una vida próspera, pero


el motivo real detrás de las conquistas era llevarle a la gente la Palabra


de Dios y la religión del Islam, lo que se evidencia por el hecho de que


la gente conquistada tenía la libertad de elegir el Islam como religión


y forma de vida, y si lo hacían, entonces recibían todos los derechos


de los pueblos musulmanes. Este acercamiento equitativo e igualitario


era desconocido para el mundo de entonces, construido sobre imperios


ISLAM 50








con preferencias raciales y nacionalistas donde sólo algunos eran los


nobles privilegiados y el resto eran ciudadanos de segunda en el mejor


de los casos, si no les tocaba ser sirvientes, esclavos o siervos feudales.


Si el pueblo conquistado rechazaba el Islam, debían pagar el Jizyah, un


impuesto simbólico a cambio de protección para sus vidas, propiedades


y bienes garantizada por el Estado Islámico. Además, quienes pagaban


ese impuesto disfrutaban de todas las comodidades que ofrecía el Estado


Islámico y no pagaban otros impuestos, mientras que los musulmanes


estaban obligados a pagar el Zakat (la caridad obligatoria de acuerdo con


los bienes acumulados; la suma del 2,5% de lo acumulado en el año o


una cantidad específica de lo que produjera en el campo). Normalmente


el Zakat era mucho más que el Jizyah.


Si los no musulmanes en un territorio conquistado rechazaban ambas


opciones y elegían seguir siendo agresivos, entonces se comenzaba una


guerra contra ellos para poder entregar el mensaje del Islam a la gente


común. La razón esencial de estas guerras era que los habitantes de esos


países no musulmanes podrían abrazar el Islam si hubieran conocido los


principios del Islam y su misión. Por esta razón, Dios Sabe más, el Islam


le permite a los musulmanes liberar batallas para entregar el Mensaje de


Dios a los no musulmanes.


Uno de los más grandes militares del Islam, Jalid Bin al-Walid, el más


famoso y exitoso general de los primeros musulmanes, murió y las únicas


posesiones que tenía eran sólo un caballo, su espada y un sirviente.


¿Puede haber algún rasgo de haber llevado una vida materialista en lo que


dejó de herencia alguien tan importante como él? Los libros de Historia


islámica están repletos de numerosas relatos de hombres de este calibre


que confirman que las ganancias mundanales no eran el objetivo de los


primeros musulmanes, sino que esperaban la recompensa de Dios, el Más


Generoso y Dadivoso, a cambio de su sincera aceptación del Islam, la


religión divina de la guía de Dios. Al respecto, el Profeta (P y B) dijo:


“Si una sola alma, hombre o mujer, es guiada por ti hacia el Islam,


es mejor para ti que los camellos colorados (es decir, lo más preciado


para los árabes de esa época)”. (Transmitido por Muslim y otros)


51 DR.ABDUR RAHMÁN AL-SHEHA


Existen muchos otros relatos de los primeros musulmanes que por


voluntad propia renunciaban a todos sus bienes y ahorros y los entregaban


como caridad tras aceptar el Islam. Los primeros miembros de la tribu


de Quraish se destacaban por esta característica. A otros les quitaban


todos sus bienes porque sus familias los boicoteaban por el enojo que les


provocaba que hubieran aceptado el Islam. También les confiscaron las


posesiones ni bien emigraron a Medina. Hubo quienes se involucraron


tanto en el trabajo de difusión del Islam que le dedicaron todo su tiempo


y sus riquezas. Como ejemplo podemos citar la batalla decisiva de


Nahawand, donde un compañero del Profeta (P y B) llamado an-Numan


bin Muquin al Mozani hizo la siguiente súplica: “¡Oh Dios! Honrada y


Glorificada sea Tu Divina Religión y dales la victoria a quienes creen


en Ti. ¡Oh Dios! Déjame ser el primer mártir de esta batalla. ¡Oh Dios!


Garantízale a mis ojos el placer de ver la mejor conquista que traiga


honor y dignidad al Islam. ¡Oh, gente! Tened fe en Dios, ciertamente Él


los cubrirá con Su Misericordia”. ¿Existe algún rasgo de materialismo,


codicia o deseo de gloria personal en esta súplica? El objetivo principal


es en verdad buscar la complacencia de Dios y el deseo sincero de llamar


a otros al Islam para su propio beneficio.


El gobernante de Egipto, el Muqawqis, envió a su mensajero al general


musulmán, Amr bin al-Aas que había conquistado Egipto. El general


tenía sitiado el fuerte de Babilonia y el gobernante egipcio le pidió a su


espía un informe sobre lo que observaba dentro del fuerte. El espía dijo:


“Los musulmanes prefieren la muerte a la vida. Prefieren ser modestos y


humildes a ser orgullosos y arrogantes. He notado que no tienen interés por


los bienes y cosas mundanales. Se sientan en el suelo y su líder se sienta


con todos los demás. Nadie puede diferenciar entre el líder y los liderados,


el amo y el esclavo. Son casi iguales, sin importar el rango que tengan”.


Estos y muchos otros ejemplos demuestran que acumular botines de


guerra y engrandecimiento personal no eran los objetivos de los primeros


musulmanes, sino que el fervor de la misión del Islam por guiar a la


humanidad los impulsaba a abandonar sus hogares e ir a otros territorios


para llevar el mensaje del Islam.





LA TEORÍA Y PRÁCTICA DE LA GUERRA


JUSTA EN EL ISLAM


El Islam, como hemos explicado anteriormente, es una religión


Divina de sumisión a Dios y a Su guía revelada para el hombre, que


busca la paz y enseña la misericordia. A pesar de que el Islam llama


a relacionarse con la gente de otros países pacíficamente, entrar


en guerra puede llegar a ser inevitable y se considera como último


recurso. Dios ha limitado a cinco los casos en los que se puede ir


a una guerra. De acuerdo con la terminología islámica, no se trata


de una guerra sino de la “Jihad”, que en árabe significa luchar por


alcanzar algo y hacer un gran esfuerzo por la causa de Dios. La


diferencia esencial entre la guerra y la Jihad es que el objetivo de la


Jihad es defender a los musulmanes, permitirles ejercer su derecho de


invitar a otros al Islam y difundir el mensaje universal de la Palabra


Divina de Dios, Enaltecido y Todopoderoso. En cuanto a la guerra,


puede ser para defenderse de una agresión, lo cual sería una razón


legítima dentro de ciertas condiciones, pero en general la historia


ha demostrado que las guerras se han librado normalmente como


represalia de alguna vendetta, para lograr la expansión imperial,


colonial y corporativa o para controlar, explotar, saquear y robar los


recursos de un lugar o simplemente para obtener fama y gloria. El


Islam no permite cualquier razón para ir a la guerra y la mayoría de


los objetivos recién mencionados hacen que una guerra sea ilegítima


y quienes la comienzan merecerían recibir una retribución justa.


Existen sólo cinco razones legítimas para declarar la Jihad:


Para defenderse de un ataque contra la vida, las propiedades, los


bienes y el honor de la Nación musulmana y sus límites geográficos.


Esto se basa sobre la aleya del Sagrado Corán que dice:


06


ISLAM 54








“Y combatid por la causa de Dios a quienes os combatan, pero no


seáis agresores; porque ciertamente Dios no ama a los agresores”.


(2: 190) También está expresado en el siguiente dicho del Mensajero de


Dios (P y B):


“Quien muera por proteger sus pertenencias es un mártir; quien muera


por protegerse a sí mismo es un mártir; quien muera por proteger su


religión es un mártir; quien muera por proteger a su familia es un


mártir”. (Transmitido por Tirmidi, Abu Daud, Nisaai e Ibn Majah)


Para defenderse de la opresión o para proteger a los más débiles e


indefensos. La Jihad de este tipo tiene un objetivo claramente humanitario


y obligatorio. Dios, el Majestuoso, dice en el Sagrado Corán:


“¿Por qué no combatís por la causa de Dios, cuando hay hombres,


mujeres y niños oprimidos que dicen: ¡Señor nuestro! Sálvanos de


los habitantes opresores que hay en esta ciudad. Envíanos quien nos


proteja y socorra?”. (4: 75)


Esta orden de resistir la agresión y la persecución está expresada también


en otra aleya del Corán que dice:


“Por cierto que los creyentes que emigraron, contribuyeron con sus


bienes y combatieron por la causa de Dios son los aliados de aquellos


que les refugiaron y les socorrieron (en Medina). En cambio, a


quienes no emigraron no tenéis la obligación de socorrerlos hasta


que emigren. Pero si os piden que les auxiliéis para preservar


su religión debéis hacerlo, salvo que se encuentren con quienes


celebrasteis un pacto (de no agresión); y sabed que Dios bien ve lo


que hacéis”. (8: 72)


Como represalia por incumplimiento o violación de un pacto o trato


celebrado solemnemente. Esto está expresado en el Sagrado Corán,


cuando Dios dice:


“Y si quebrantan sus juramentos después de haber celebrado un pacto


e insultan (y combaten) vuestra religión, combatid entonces a los


líderes de la incredulidad para que dejen de agrediros, pues para ellos


55 DR.ABDUR RAHMÁN AL-SHEHA


no existen los pactos. ¿Acaso no combatiríais a quienes faltan a sus


juramentos y planean la expulsión del Mensajero, y ellos son lo que


comenzaron primero (a combatiros)? ¿Acaso les teméis? Sabed que


Dios es más digno de que Le temáis, si es que sois creyentes”. (9: 12-13)


Como acciones disciplinarias contra los musulmanes que atacan o


comienzan hostilidades sin una causa justa y continúan obstinadamente


la vía de la agresión, como dice Dios en el Sagrado Corán:


“Y si dos grupos de creyentes combaten entre sí, procurad


reconciliarles. Si uno de los dos actúa abusivamente contra el otro,


combatid al grupo opresor hasta que respete las leyes que Dios ha


establecido; y si lo hace, entonces conciliad ambos grupos con equidad.


Sed justos, pues Dios ama a quienes establecen la justicia”. (49: 9)


Este tipo de Jihad prueba que el propósito de la misma es siempre


para establecer la ley y la justicia aún contra algunos musulmanes


desobedientes que hayan cometido crímenes.


Para difundir la religión del Islam cuando hacerlo en forma pacífica


resulta imposible. Este tipo de Jihad se realiza como último recurso


luego de haberlo intentado en vano. El primer paso es invitar al Islam


predicando pacíficamente como lo hizo el Profeta de Dios (P y B) cuando


enviaba cartas a los gobernantes de otras regiones invitándolos al Islam.


Si el gobernante se rehusaba, se les ofrecía la opción de convertirse


en dimmis, es decir, gente no musulmana gobernada por sus propias


leyes y respetando su religión bajo la protección del Estado islámico


para mantener el orden y la seguridad pagando un impuesto en lugar


de hacer el servicio militar. Sólo cuando los no musulmanes hayan


rehusado estas condiciones, puede comenzar una lucha armada por


oponerse a la propagación pacífica del Islam. Los musulmanes tienen


obligación de declarar la Jihad contra aquellos que no sólo rechazan el


mensaje universal del Islam que sólo Dios es digno de ser adorado y


que el Profeta Muhammad (P y B) es Su Mensajero, sino que además


detienen y restringen la propagación de que este mensaje se haga de


ISLAM 56








forma pacíficamente. El Islam es la fe y la religión universal de Dios,


Nuestro Señor y Creador, y es Él quien sustenta a la toda la humanidad,


es decir que no es para un pueblo en particular sino que es para todas las


personas que quieran aprender el Islam y tener la chance de someterse


a Dios por propia voluntad. Que la gente acepte y se convierta al Islam


no es la misión ni el objetivo de los musulmanes porque la guía está sólo


en las manos de Dios, el Más Sabio, el Sublime. Todos deben tener la


oportunidad de escuchar sobre las bondades, la justicia, la hermandad,


el amor, la igualdad y la paz que enseña el Islam. Dios, Todopoderoso,


dice en el Sagrado Corán:


“Y combatidlos hasta que cese la sedición (de la idolatría) y sea la


religión de Dios la que prevalezca y si desisten (de la incredulidad o


aceptan pagar un impuesto para vivir bajo la protección del estado


islámico conservando su religión), pues Dios bien ve lo que hacen (y


les juzgará acorde a ello)”. (8: 39)


Si en algún momento, los enemigos del Islam y de los musulmanes cesan


las hostilidades y las agresiones, y demandan o aceptan los términos


para alcanzar la paz, entonces los musulmanes están obligados a cesar


el fuego y comenzar con las negociaciones porque seguir en guerra sería


ilegal para ellos. Dios, el Más Sabio y Omnisciente, dice:


“Salvo quienes pertenezcan a una tribu con la que hayáis realizado


algún pacto, o se presenten ante vosotros acongojados por tener que


combatiros como si tuvieran que combatir contra su propia gente. Si


Dios hubiera querido, les habría otorgado poder sobre vosotros y os


habrían combatido. Y si se retiran y no os combaten y os proponen la


paz, entonces Dios no os concede autoridad para agredirlos”. (4: 90)


Las causas para comenzar una guerra justa son las que arriba hemos


enumerado. Existen otras aleyas del Corán que respaldan estos


conceptos. Por ejemplo, Dios dice:


“Te preguntan si es lícito combatir en los meses sagrados


(Muharraq, Rayab, Dul Qada y Dul Hiyya). Diles: combatir en los


meses sagrados es un gran pecado, pero apartar a los hombres del


57 DR.ABDUR RAHMÁN AL-SHEHA


sendero de Dios, la incredulidad y expulsar a la gente de la Mezquita


Sagrada es aún más grave para Dios. Y (sabed) que la sedición es


peor que matar (en un mes sagrado). No dejarán de combatiros, si


pueden, hasta apartaros de vuestra religión. Y quien reniegue de su


religión y muera en la incredulidad, sus obras habrán sido en vano,


en esta vida y en la otra. Ellos son los moradores del Fuego, donde


estarán eternamente”. (2: 217)


Y también dice:


“Combatidlos hasta que cese la sedición y triunfe la religión de Dios,


pero si dejan de combatiros que no haya más enemistad, excepto


con los agresores”. (2: 193)


Y dice:


“Los creyentes combaten por la causa de Dios. Los incrédulos


en cambio, combaten por la del Seductor. Combatid contra los


secuaces de Satanás, y (sabed que) las artimañas de Satanás


son débiles”. (4: 76)


Todos los otros tipos de guerras que resulten en destrucción y en una


gran pérdida de vidas y propiedades están prohibidas en el Islam. Una


guerra librada para demostrar fuerza y supuesta superioridad, como las


infundadas guerras preventivas, también están prohibidas en el Islam.


Dios dice en el Sagrado Corán:


“Y no seáis como aquellos (incrédulos de La Meca) que salieron


de sus hogares con arrogancia y ostentación ante su gente, para


(defender la caravana y) apartar a los hombres del sendero de Dios;


pero Dios está bien enterado de lo que hacen”. (8: 47)


A pesar de que el Islam permite pelear por las razones de fuerza mayor


que hemos detallado, impone reglas estrictas sobre la conducta de los


líderes y soldados durante la guerra y obliga a todos a conservar los


modales islámicos y la ética incluso en los momentos más difíciles. Los


combatientes musulmanes tienen permitido atacar y matar sólo a quienes


pelean contra ellos en el campo de batalla. Tienen prohibido atacar, matar


ISLAM 58








o incluso molestar a los ancianos, niños, mujeres, enfermos, heridos o


quienes se recluyan en oración porque no son partidarios de la violencia.


Tampoco pueden matar a un soldado enemigo que esté peleando contra


ellos y caiga herido en el campo de batalla. El Islam prohíbe la mutilación


de los cadáveres de cualquier enemigo. Es más, el Islam prohíbe incluso


que se maten los animales del enemigo y que se destruyan sus campos,


casas e infraestructura, salvo que sea estrictamente necesario. Además,


prohíbe que se contamine el agua de los enemigos. El Islam considera


que todos estos actos son un trastorno para la sociedad y causan penurias


innecesarias para la gente común.


La Jihad en el Islam es un medio para permitir que la Palabra de Dios y


el mensaje del Islam sean propagados libremente. Como Dios dice en el


Sagrado Corán, la intención de esta vida para un musulmán, es anhelar


la Vida Eterna realizando buenas obras:


“Y trata de ganarte el Paraíso con lo que Dios te ha concedido, y no


te olvides que también puedes disfrutar de lo que Dios ha hecho lícito


en esta vida. Sé generoso como Dios lo es contigo, y no corrompas la


Tierra; ciertamente Dios no ama a los corruptos”. (28: 77)


Entre las enseñanzas y la guía del Mensajero de Dios (P y B) para los


muyahidines encontramos las siguientes:


“Quien lucha y se esfuerza para hacer el Mundo de Dios el Más


Supremo, es quien lucha y se esfuerza por la causa de Dios”.


(Transmitido por Bujari y Muslim)


En una ocasión, encontraron el cuerpo de una mujer muerta en una


batalla, el Mensajero de Dios (P y B) dijo que ella no estaba peleando y


prohibió que mataran mujeres y niños. (Transmitido por Muslim)


También dio las siguientes instrucciones:


“Comenzad vuestra lucha en el Nombre de Dios contra quienes


declaren no creer en Dios. Combatidlos, pero no violéis vuestros


acuerdos y contratos. No mutiléis los cuerpos de los caídos en


combate. No matéis a un bebé recién nacido”. (Transmitido por Muslim)


59 DR.ABDUR RAHMÁN AL-SHEHA


Y dijo: “Avanzad en el Nombre de Dios. No matéis a un anciano, ni


a un niño, ni a una mujer, y no excedáis los límites”. (Transmitido por


Malik y Abu Dawud)


El compañero Abu Bakr as-Sidiq, el primer Califa musulmán del Estado


Islámico, aconsejó al ejército musulmán encomendándoles lo siguiente:


“Esperad antes de iros. Me gustaría daros los siguientes consejos:


No traicionéis ni actuéis traicioneramente. No robéis de los botines


de guerra hasta que se distribuyan legalmente como es debido. No


violéis los pactos y acuerdos con el enemigo. No mutiléis los cuerpos


de los enemigos que mueran en la batalla. No matéis a un niño, ni


a una mujer, ni a un anciano. No cortéis ni queméis una palmera


ni cualquier otro árbol. No cortéis un árbol frutal. No matéis un


cordero, una vaca ni un camello si no lo vais a comerlos. Tal vez os


crucéis con gente que se recluye para adorar a Dios, dejadlos en paz.


No los molestéis ni les causéis ningún daño”. (Transmitido por at-Tabari,


vol. 3, pág. 226, y otros)


Los musulmanes deben declarar la guerra antes de comenzar a pelear


porque no son traicioneros ni deshonestos. El Islam impone sobre los


combatientes la mejor ética y moral, adhiriendo a la justicia y a la no


opresión cuando se ataca al enemigo.


Omar bin Abdul-Aziz, uno de los primeros Califas musulmanes de los


Omeyas, fue enfrentado por una delegación de soldados de la ciudad de


Samarqand que se quejaban del líder musulmán Qutaibah porque habían


sido atacados por sorpresa. El Califa le envió una carta al juez para que


investigara el asunto y, si el juez dictaminaba que los musulmanes debían


abandonar la ciudad por hacer abuso de confianza y cumplir el dictamen.


El gobernador de Samarqand asignó a un juez llamado Jomai bin Hader


al-Baji quien dictaminó que los musulmanes debían dejar la ciudad que


habían conquistado porque el comandante del ejército musulmán debía


haber declarado la guerra abiertamente antes de invadir el territorio y de


atacar a la gente de Samarqand para darles la oportunidad de prepararse


y saber los motivos del ataque. Al ver cómo los musulmanes resolvieron



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