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Quienes tomaron en lugar de Dios otros protectores, son como la araña que teje su propio refugio, siendo que el refugio más frágil es la telaraña. ¡Si supieran!" (Corán 29:41).





Esta aleya coránica proviene de la sura 29, "La araña". La parte que nos interesa, es que Dios menciona que el hogar más frágil de todos es el de la araña. En el rico idioma árabe, la palabra auhan es traducida como "el más débil", y una mirada más profunda a su significado, sugiere que hace alusión a la debilidad extrema y desamparo tanto físico como mental. Con la expansión del estudio de la vida silvestre en los siglos XX y XXI, los científicos han desvelado, documentado y filmado cosas realmente extrañas en la vida de las arañas.





Canibalismo sexual





Entre las más de 45.000 especies conocidas de arañas, es muy común que las arañas machos sean asesinadas y devoradas por sus contrapartes hembras durante la cópula[1], lo que se conoce como canibalismo sexual. No se sabe por qué ocurre esto; sin embargo, una teoría sugerida por los científicos es que el cuerpo del macho proporciona a la hembra muchos de los nutrientes que ella necesita para poner huevos saludables. Un estudio realizado por la Estación Experimental de Zona Árida en España, reveló que, en la mayoría de las especies de arañas, las hembras agresivas matan a sus compañeros de forma indiscriminada, sin importar si el macho es considerado inferior o no[2]. En muchas especies, las arañas hembra incluso matan a potenciales parejas con las que no están interesadas en aparearse[3].





 





Araña saltarina caníbal - Crédito: Shawn M. Wilder





 





En algunas especies como la araña pescadora, el macho muere automáticamente después de la cópula debido a razones internas, y entonces es devorado por su novia[4]. Los machos de otras especies de arañas mueren automáticamente después de aparearse solo unas pocas veces; y en la mayoría de las especies, las hembras sobreviven a los machos. Los machos viven solo unos pocos meses y las hembras algunos años.





Cuando tienen suerte de aparearse y sobrevivir a la adversidad, los pequeños machos araña, conociendo el instinto caníbal de sus parejas, corren de inmediato por sus vidas[5], dejando a las hembras para que críen entre algunas docenas y casi mil huevos por su cuenta, tal es el caso de la araña del banano.





En un nuevo giro a las costumbres letales de apareamiento de las arañas, un estudio publicado por los investigadores Lenka Sentenska y Stano Pekar, de la Universidad Masaryk en la República Checa, en 2013, encontró que en la especie Micaria Sociabilis de viudas negras, tanto los machos como las hembras matan de manera común y se comen unos a otros después de la cópula; y que en estas especies en específico, al contrario de lo que se creía hasta ahora, las arañas macho matan y se comen a sus cónyuges más comúnmente que lo contrario[6].





La vida de una araña inmadura





En la gran mayoría de las especies, las arañas recién nacidas solo tienen a su madre para que las alimente y proteja. Si el alimento escasea, la madre se ve forzada a recurrir a los huevos que no han eclosionado, de modo que las arañas jóvenes deben comerse a sus hermanos y hermanas que aún no han nacido para mantenerse con vida[7].





Cuando ya no hay más huevos sin eclosionar para alimentarse de ellos, ni hay suficientes insectos cayendo en la telaraña o siendo atrapados por la madre, se ha observado que las arañas inmaduras, en su desesperación, se vuelven caníbales unas contra otras, y la pequeña telaraña superpoblada se convierte en una jaula para la masacre. La madre a menudo también se involucra en la matanza y se come a sus propios hijos para poder sobrevivir un día más.





Matrifagia





Sin embargo, la parte más extraña del hogar de una araña es lo que ocurre cuando una hembra ha alcanzado niveles cumbre de desesperación y ansiedad, y ya no puede mantener a sus crías vivas. Habiendo perdido quizás cientos de sus crías, y sin poder alimentar a otros cientos de arañas jóvenes hambrientas, la madre, asombrosamente, sacrifica su propio cuerpo como alimento para sus crías, desatando en ellas el instinto asesino que las lleva a atacarla y comérsela viva. Este proceso es conocido como matrifagia o "comerse a la madre"[1].





Por lo que se sabe hasta ahora, la matrifagia es un proceso iniciado por la araña madre, y sus métodos varían de una especie a otra. Las arañas venenosas, de hecho, envenenan a su propia madre a muerte; pero en todos los casos, la matrifagia es un proceso que toma semanas antes de que la madre araña muera, mientras sus fluidos corporales son consumidos por sus propias crías[2].





Dicho proceso ha sido observado y documentado en gnafósidos, arañas aterciopeladas[3] y arañas cangrejo, y solo a través de investigaciones adicionales se podrá determinar qué tan extendida está la matrifagia en el mundo de las arañas.





En retrospectiva, el apareamiento en el mundo de las arañas conlleva a menudo a la muerte del macho y a la viudez de la hembra. La madre queda sola con, en promedio, varios cientos de crías hambrientas a las que debe alimentar y proteger de los depredadores, viéndose obligada a veces a alimentar a las crías con los huevos que aún no han eclosionado para mantenerlas vivas, y a veces se come a sus propias crías para mantenerse ella viva. Las crías también recurren al canibalismo y se devoran unas a otras. Final y más sorprendentemente, en situaciones extremas, la madre araña se sacrifica a sí misma para que sus crías se alimenten de ella. El resultado último, en el mejor de los casos, es que solo pocos cientos de crías sobrevivirán para abandonar el tormento de la telaraña.





Ahora, conociendo la cruel naturaleza del hogar de la araña, alabado sea Dios Todopoderoso, Quien mencionó que el peor hogar es el de la araña, muchísimo antes de que naturalistas y biólogos comenzaran a estudiar el comportamiento arácnido en detalle. Podemos afirmar, como un hecho, que la vida en una telaraña es totalmente extraña, y si se la compara con el hogar de otras criaturas, sin duda es la peor, la más cruel, y la más miserable de las moradas.





El mensaje en la aleya del Corán





Hay una advertencia clara en la aleya coránica mencionada. Dios ha comparado a aquellos que toman copartícipes o deidades en adoración junto con Dios, con quien toma una telaraña por hogar. El Corán y las tradiciones auténticas del Profeta Muhammad (la paz y las bendiciones de Dios sean con él) son completamente claros respecto a que solo Dios, el único Creador de todo, merece ser adorado, de manera directa, no a través de ningún intermediario ni asociado. Esto es lo que se conoce como monoteísmo.





"Adoren solamente a Dios y no dediquen actos de adoración a otros" (Corán 4:36).





"[Recuerda, ¡oh, Muhammad!] cuando Abraham le dijo a su padre y a su pueblo: ‘Yo soy inocente de lo que adoran. Yo solo adoro a Quien me creó. Él me guiará’" (Corán 43:26-27).





El mensaje del Islam y de todos los profetas y mensajeros es adorar únicamente a Dios, y que adorar a Dios a través de intermediarios o asociados ―tales como profetas, ángeles, personas piadosas, animales, criaturas, objetos o cualquier otra cosa― es politeísmo, el pecado más grave de todos. Todos los actos de adoración, incluyendo las súplicas, las adoraciones y el sacrificio de los animales deben dirigirse solo a Dios.





El Corán menciona que dichos asociados no pueden responder ―y en algunos casos, ni siquiera ver ni escuchar― las oraciones de la persona que les suplica. Tal es el caso cuando alguien va, incorrectamente, a la tumba de un Profeta o de una persona piadosa, o va a una estatua y suplica, y les pide que perdonen sus pecados o cure sus enfermedades. Los mencionados tienen capacidad cero para hacer lo que se les pide. Además, Dios menciona que Él jamás ordenó a ninguna de Sus creaciones que tomara asociados junto con Él; de hecho, toda la humanidad fue creada con el instinto puro de que Dios Todopoderoso es Uno y que solo Él tiene el derecho a ser adorado.





El pecado imperdonable





El mayor de todos los pecados, el politeísmo, es asociar cualquier cosa con Dios Todopoderoso en la adoración. Este es un pecado que, Dios ha dicho, Él no perdonará en el Más Allá, mientras que todos los demás pecados pueden ser perdonados.





Imagina la injusticia de una persona que ha sido creada por Dios ―suave y misericordiosamente en el vientre de su madre― después de haber sido nada. Él la ha dotado de alma, la ha bendecido con cerebro, corazón, vista, oído, sentidos, y una hermosa tierra habitable, llena de plantas y animales de los que puede alimentarse, y de materias primas que la humanidad ha utilizado para construir ciudades e infraestructuras. Y luego, esta persona no agradece, no alaba ni adora a Dios Todopoderoso, pero sí lo hace con una de las creaciones de Dios ―que no ha hecho nada de lo mencionado―.





"[Recuerda] cuando Luqmán exhortó a su hijo diciéndole: ‘¡Oh, hijito! No dediques actos de adoración a otro que Dios, pues la idolatría es una gran injusticia’" (Corán 31:13).





Quien muere sin haberse arrepentido de adorar a otros distintos a Dios, será un perdedor en el Más Allá. En cuanto a los asociados humanos que solían ser adorados en esta vida, ellos se disociarán de las personas que solían invocarlos. A su vez, los asociados no humanos se volverán en contra de quienes los adoraban y los traicionarán; Dios les dará la habilidad de hablar, y entonces afirmarán que en realidad nadie los adoraba realmente. Como resultado, tanto quienes los invocaban como los asociados no humanos irán al Infierno.





"Les dijo [Abraham]: ‘Adoran ídolos en vez de adorar a Dios por mantener el lazo de afecto entre ustedes y sus antepasados en esta vida. Pero el Día de la Resurrección renegarán unos de otros y se maldecirán mutuamente. Su morada será el Fuego y no tendrán quién los auxilie’" (Corán 29:25).





De ahí que, en conclusión, la telaraña puede ser comparada con el Infierno, un miserable lugar de sufrimiento. La madre araña que da su vida para que sus crías puedan vivir, puede ser comparada con la persona que solía adorar muchos asociados diferentes junto o en lugar de Dios. Ya que los asociados no humanos solían ser adorados, también estarán en el Infierno y traicionarán a quienes solían adorarlos. El resultado será un dolor y un sufrimiento insoportables, similares a como las crías traicionan y se vuelven en contra de su madre, siendo la causa de su tortura y sufrimiento en la telaraña. Solo que en la próxima vida no habrá muerte, el Paraíso y el Infierno serán eternos.





 



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