“Nunca se tiene una segunda oportunidad para causar una buena primera impresión”
-antiguo proverbio
La verdadera creencia posee una recompensa en el mas allá. La no creencia también, pero... no es esperada. Tal ha sido el mensaje de todos los Profetas - todos y cada uno de ellos.
¿Cómo podemos justificar una vida eterna? Bien, ¿donde mas se pueden rectificar las injusticias de la vida, si no es en la vida después de la muerte? Lo que percibimos como injusto en esta vida mundana será una pobre reflexión del sentido de justicia de Dios, si estas “injusticias” no son compensadas por una apropiada recompensa o castigo en el mas allá. Mientras tanto, algunos de los mejores de los mejores sufren terriblemente. Por ejemplo, ¿Qué profeta ha tenido una vida fácil? ¿Qué profetas vivieron vidas llenas de esplendor que se compararan a las del jefe de la mafia, señor de la droga o gobernante tirano? Si confiamos en la misericordia y justicia de nuestro Creador no podemos creer que Él restringa sus recompensas de misericordia y los castigos de la transgresión de esta vida mundana, ya que las injusticias en esta vida son claras y evidentes.
Es decir, que habrá un Día del Juicio, todos estaremos allí, y allí será un mal momento para ponerse a pensar en cambiar nuestra vida para algo mejor. Porque…presta atención… porque nuestras vidas estarán, en una palabra, terminadas. Será demasiado tarde. Los registros de nuestras acciones estarán completos, y no habrá vuelta atrás.
La humanidad será clasificada de acuerdo a las creencias y los hechos. Los creyentes serán reivindicados, los no creyentes condenados, los transgresores (si no son perdonados) castigados de acuerdo a la severidad de sus pecados.
Los judíos declaran que el paraíso es un derecho de vida de un “pueblo elegido”, los cristianos afirman “no ser perfectos, solo perdonados”, y los musulmanes creen que todos los que mueren en sumisión al Creador son elegidos para la redención. Aquellos que siguieron la revelación y el profeta de sus días lo hicieron hasta el compromiso de sus almas.
De acuerdo al Islam, los judíos creyentes se encontraban en la verdad hasta que rechazaron a los profetas que siguieron (como Juan el Bautista y Jesucristo), sus enseñanzas y, en el caso de Jesús, la revelación que transmitía. De este modo, cayeron en la desobediencia y descreencia.
De modo similar, los seguidores de Jesús se encontraban entre los verdaderos creyentes, hasta que rechazaron al profeta final (es decir, Muhammad). Nuevamente, los seguidores de Jesús se sometieron a Dios, pero sólo bajo sus propios términos, y eso no es suficiente. Cuando fueron llamados a honrar la revelación final (el Sagrado Corán) y el profeta que lo transmitió (Muhammad), ellos lo rechazaron y cayeron en la misma desobediencia y descreencia de sus ancestros judíos.
De acuerdo a los musulmanes, la religión de la verdad ha sido siempre el Islam (la entrega a la voluntad de Dios), ya que eso fue lo que todos los profetas enseñaron. Sin embargo, el refinamiento del Islam se encuentra en la revelación final y en las enseñanzas del profeta final. Al descender la revelación final, Dios abolió todas las religiones y revelaciones precedentes. De este modo, el único grupo que se rinde a la religión de Dios hoy en día es el musulmán. Aquellos que conocen el Islam y lo rechazan, serán condenados. Aquellos que conocen el Islam y eluden intencionalmente la responsabilidad de estudiar la religión serán también condenados. Sin embargo, aquellos que mueren no sabiendo del Islam y no eludieron intencionalmente su investigación, serán probados el Día del Juicio Final, para probar lo que habrían hecho, si lo hubiesen sabido. Y bajo esas condiciones, Dios los juzgará.
De este modo, se puede imaginar que hay judíos que murieron sin saber de los profetas que vinieron después, y cristianos que murieron ignorando a Muhammad y al Sagrado Corán, que no serán condenados. Por el contrario, Dios los juzgará de acuerdo a la sumisión a la revelación a la que han sido expuestos a lo largo de sus vidas, y probará su fe y obediencia. Por lo tanto, hará lo mismo con aquellos que mueren ignorando la revelación completa. De este modo, los que mueren buscando la religión de la verdad tienen esperanza de salvación, mientras que los falsos no poseen esas esperanzas, aún si son educados.