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Desde hace mucho se ha entendido que el Corán y las tradiciones auténticas del Profeta Muhammad (la paz y las bendiciones de Dios sean con él) a menudo han tenido explicaciones científicas. Estos hechos se hacen más evidentes y fascinantes cuando miramos algunas de las tradiciones que practicamos, a la luz de los hallazgos psicológicos y psiquiátricos del siglo XXI. En la primera parte vimos la ciencia detrás de la sonrisa, y descubrimos que una tradición que practicamos con facilidad de hecho tiene numerosos beneficios, que van desde cómo se siente la persona, hasta cómo se fortalecen los lazos de la comunidad. En este artículo, veremos las tradiciones con respecto a controlar la ira.





En una de sus tradiciones más conocidas, el Profeta Muhammad dijo: "¿Quién entre ustedes se considera un hombre fuerte?". Le respondieron: "Aquel que puede defenderse así y así en una lucha cuerpo a cuerpo". Él les dijo: "No es así, un hombre fuerte es aquel que puede controlarse cuando está enojado"[1].





Aprendimos en la primera parte que los músculos que utilizamos para sonreír reducen la temperatura de la sangre que fluye hacia el cerebro. Las investigaciones sugieren que lo opuesto también es cierto. Los músculos que utilizamos para fruncir el ceño, una expresión asociada con la ira y otras emociones negativas, hacen que la temperatura de la sangre que fluye hacia el cerebro aumente. Un cerebro más caliente produce emociones más negativas[2]. En el último par de décadas, cientos de estudios han mostrado que las temperaturas elevadas son una causa poderosa y confiable de malos estados de ánimo y conflictos interpersonales (especialmente en la agresión y la violencia)[3]. Fue el Dr. Zajonc quien sugirió que tenemos cierto nivel de control sobre estas emociones simplemente por la forma en que actuamos. Cuando sonreímos ocurre algo, cuando fruncimos el ceño ocurre algo distinto.





Cuando una persona se enoja, las emociones o sentimientos que siguen son una respuesta a los cambios físicos en su cuerpo. La frecuencia cardíaca aumenta, así como la presión arterial, y la cara se enrojece a medida que aumenta el flujo sanguíneo. Los músculos se tensionan en preparación para la acción física, y a menudo hay un deseo abrumador por avanzar hacia la fuente de tu ira. Este es un instinto primitivo de supervivencia, y todo ello ocurre en un área del cerebro conocida como la amígdala. Es también allí donde se encuentra la famosa reacción de lucha o huida. Ahora, hay un tiempo y un lugar para aprovechar esa ira, que discutiremos más adelante, pero por lo general, la evidencia científica demuestra que controlar la ira es algo muy bueno.





Según un estudio de 2009 en la revista del Colegio Americano de Cardiología, la gente iracunda fue más propensa a desarrollar enfermedades cardíacas. Otros estudios más antiguos sugieren que las personas de mal genio muestran señales de disminución acelerada de la función pulmonar, que acelera el proceso natural de envejecimiento. La ira frecuente también es mala para la salud mental. Un estudio de la Universidad de Concordia descubrió que la ira impedía el tratamiento y empeoró la condición de los pacientes con desórdenes de ansiedad. Cuando alguien se enoja, el cuerpo se prepara para la sobrevivencia, por lo tanto, se protege contra las lesiones y el sangrado. El cuerpo de una persona enojada libera químicos para coagular la sangre, creando una situación que es potencialmente peligrosa. Cuando no hay daño físico, el coágulo puede viajar a través de los vasos sanguíneos hasta el corazón o el cerebro.





El reflejo de lucha o huida es útil en situaciones extremas y peligrosas; sin embargo, en el ambiente actual la mayoría de nosotros no se enfrenta a situaciones de vida o muerte. Por lo tanto, la forma más saludable de lidiar con la ira es aprender a controlarla. Las tradiciones del Profeta Muhammad tratan de manera bastante extensa cómo hacer esto, y no es de sorprender que ellas refuerzan y confirman estudios psicológicos y psiquiátricos. Primero que todo, suprimir y controlar la ira es algo agradable a Dios. El Profeta Muhammad dijo: "Si alguien controla la ira cuanto está en condiciones de darle rienda suelta, Dios lo llamará en el Día de la Resurrección y le pedirá que elija entre las recompensas que le serán ofrecidas"[4].





Además, el Profeta Muhammad nos dijo que, para extinguir la ira, debemos hacerlo como lo haríamos con el fuego, con agua. Él dijo: "La ira proviene de Satanás, Satanás fue creado del fuego, y el fuego se extingue con agua; así que, cuando cualquiera de ustedes está furioso, debe realizar la ablución". El agua salpicada en la cara, sobre el cabello y en las orejas, tiene un efecto directo en la temperatura de la sangre que fluye hacia el cerebro. Los estudios confirman que una temperatura más baja extingue el fuego de la sangre que se bombea a través de las venas y alrededor del cerebro, que es la fuente fisiológica de los sentimientos asociados con la ira.





Otro consejo acerca de la ira, proveniente de las tradiciones del Profeta Muhammad, está muy cercano al consejo psicológico dado a quienes sufren de problemas de manejo de la ira y trastornos de ansiedad. A los enfermos se les dice que cuenten hasta diez antes de tomar acción, o que se alejen de la fuente de su ira. También se les dice que cambien su ambiente, se concentren en su respiración y salpiquen agua fría en sus rostros.





El Imam Áhmad registró un consejo similar dado por el Profeta Muhammad. Él dijo: "Si alguno de ustedes se enoja, que mantenga silencio". Si una persona está tratando de mantenerse en silencio, obviamente está restringiendo su capacidad de pelear o pronunciar palabras duras u obscenas. El Profeta Muhammad también indicó una secuencia de actos a realizar para calmar la ira: "Si alguno de ustedes se enoja y está de pie, que se siente, así su ira se irá; si no se va, que se acueste"[5]. Él le aconsejó una vez a un hombre que estaba enojado y peleando, que dijera: "Busco refugio en Dios de Satanás", esto, dijo el Profeta Muhammad, haría que se fuera su ira[6].





Tal y como lo aconsejó el Profeta Muhammad, los estudios e investigaciones del siglo XXI confirman que es más beneficioso aprender a controlar la ira que expresarla a través de algún método no destructivo como un saco de boxeo. Eso, sin embargo, requiere entrenamiento y disciplina. El Profeta Muhammad enfatizó la disciplina y el autocontrol. Es interesante que el concepto del siglo XXI de la concientización en lugar de la meditación, nos ayuda a ser más conscientes y aceptar las señales emocionales que, a su vez, nos ayudan a controlar nuestro comportamiento. Discutiremos la concientización en relación con las prácticas islámicas en la tercera parte.





Contrario a lo que mucha gente cree, la concientización no es meditación. Se refiere a un estado mental que se logra al enfocar la consciencia en el momento presente. El experto en reducción de estrés, Dr. Jon Kabat-Zinn, define la concientización como "Prestar atención de manera intencional al momento presente, sin juzgar". En los dos artículos anteriores, discutimos sobre los últimos hallazgos en relación a dos de las tradiciones que el Profeta Muhammad (la paz y las bendiciones de Dios sean con él) les recomendó a sus seguidores: sonreír y controlar la ira. En este artículo, a la luz de la investigación sobre la concientización (Jushú), vamos a explicar la versión islámica de la misma, en particular el Jushú con relación a las oraciones diarias.





Jushú (الخشوع, árabe Al Jushú’) significa concentración y humildad en la adoración (en particular en la oración), mientras se lucha con sinceridad contra las distracciones. Para obtener Jushú, una persona debe ser capaz de olvidarse del mundo y estar enfocada en el momento. Uno debe ser totalmente consciente de que está de pie ante Dios y dedicarse a adorarlo. Si uno es capaz de hacer esto, es capaz de orar de todo corazón y cosechar las recompensas por ello. También es capaz de adquirir rasgos que lo mantendrán en buen lugar en su vida mundana.





La concientización significa prestar atención de manera consiente a la experiencia del momento presente con interés, curiosidad y aceptación, es una forma de tomar conciencia de nuestra realidad, dándonos la oportunidad de trabajar conscientemente con nuestro estrés, dolor, enfermedad, pérdida o con los desafíos de nuestra vida. En contraposición, una vida en la que no ponemos atención, en la que nos encontramos más preocupados por lo que ocurrió o por lo que aún no ha ocurrido, nos conduce al descuido, el olvido y al aislamiento, reaccionando de manera automática y desadaptada[1]. También se dice que "esta cualidad de conciencia es la base de toda vida creativa, ya que nos permite ser honestos, pragmáticos, despiertos, valientes, y vivir con un sentido profundo de iniciativa"[2]. La concientización es un concepto actual y un tema candente en la psicología occidental del siglo XXI. Se reconoce como una forma efectiva de reducir el estrés, mejorar la inteligencia emocional y socavar los procesos cognitivos y conductuales destructivos.





Imagina si pudiéramos rezar cada oración con mayor consciencia de lo que estamos haciendo. En esta época es fácil apresurarse y distraerse por asuntos mundanos como el tráfico, la leche que debes comprar, los pantalones que debes planchar… También sabemos que todos y cada uno de nosotros se ve distraído por los trucos de Satanás, los susurros conocidos como waswas. Tener Jushú o estar atentos, ha sido científicamente demostrado como un paso crucial para desentrañar nuestras mentes de esos pensamientos meditativos[3].





La palabra waswas proviene de la palabra árabe para ilusión o espejismo, y significa pensamientos de duda, aprehensión o vacilación. También incluye las distracciones que vienen a la mente cuando una persona está tratando de concentrarse en la oración o tratando de ser consciente de la importancia del momento. Los eruditos islámicos subrayan la importancia de no ceder a estos pensamientos y no dejar que ellos determinen la calidad de tu oración.





El Profeta Muhammad dijo que a quien haya hecho bien la ablución y luego haya rezado dos rakás o unidades de oración, enfocándose completamente en ello sin pensar en nada más, se le perdonarán todos sus pecados anteriores[4], siempre que no hayan sido pecados mayores[5]. Ser consciente, ser capaz de enfocarse en el momento, es una habilidad que vale la pena desarrollar. Existen numerosas ventajas asociadas a la atención plena, tanto en este mundo como en la preparación para el siguiente.





Varios estudios realizados en los últimos años han concluido que la concientización tiene numerosos beneficios para la salud, incluyendo un aumento de la función inmunológica, efectos cognitivos positivos, y la reducción del estrés psicológico[6]. En el Islam, las recompensas se otorgan de acuerdo a la proporción del Jushú. El Profeta Muhammad (la paz y las bendiciones de Dios sean con él) dijo que una persona puede rezar, pero no tendrá nada registrado de ello excepto una décima, o novena u octava parte, y así sucesivamente[7]. Su compañero Ibnu Abás explicó que eso significa que una persona solo tendrá de su oración aquella parte en la que se mantuvo enfocada.





En un estudio de 2007 realizado en la Universidad de Toronto[8], se abrieron nuevos horizontes en nuestro entendimiento de la concientización desde la perspectiva neurocientífica. Los científicos descubrieron que las personas tienen dos formas distintas de interactuar con el mundo utilizando dos conjuntos de redes distintos. Uno es denominado la red por omisión, que está involucrada en la planificación, el soñar despierto y el meditar. Esta red no requiere mayor esfuerzo para operar, está activa la mayor parte del tiempo. Tomas información, interpretas a través de un filtro de experiencias diarias, y la agregas a tu propia interpretación.





A través de esta red, una brisa fresca no es solo una experiencia gozosa, sino una señal de que el fin de semana está terminando, nos recuerda el trabajo de mañana, el llevar a los niños a la escuela y preparar los refrigerios. Es la red de la que Satanás toma ventaja, susurrando esto y aquello, y distrayéndonos de la adoración.





Sin embargo, existe una red completamente distinta, una de experiencia directa. Cuando dicha red se activa, experimentas información que te llega a tus sentidos en tiempo real. Experimentar el mundo a través de la red de experiencia directa te permite acercarte más a la realidad de cualquier evento.





La gente que practica la atención plena es capaz de notar la diferencia entre las dos redes y cambiar de una a la otra. Por lo tanto, la práctica de la concientización significa llevar la consciencia a las actividades que usualmente realizas en "modo automático". Muchos de nosotros hemos sido culpables de orar sin un solo pensamiento acerca de Dios o de la oración misma en nuestras cabezas. Recitamos las palabras y realizamos los actos, y luego nos felicitamos por orar dentro del marco de tiempo correcto. La concientización nos ayuda a reorientar nuestra atención al momento presente, sentir el acto de elevar nuestras manos para comenzar la oración, y pensar acerca del momento en que dejamos el mundo atrás.





Los musulmanes somos capaces de comenzar cada día en una nota alta practicando la concientización con la primera oración del día. Somos capaces de pensar en levantarnos de la cama para agradecer a Dios por otro día, seguir este acto con una ablución en la que pensemos acerca de limpiarnos de los pecados y, finalmente, rezar con Jushú. Este es el tipo de Jushú que los compañeros del Profeta Muhammad lucharon por tener en cada oración y en cada acto de adoración. La concientización o Jushú nos ayuda a experimentar la oración con todos nuestros sentidos.





Existe evidencia que sugiere que la concientización eventualmente puede convertirse en un rasgo sin esfuerzo. Si tratamos de estar enfocados en el momento en lugar de tratar de vaciar nuestra mente de pensamientos inútiles, encontraremos una forma de experimentar la naturaleza dichosa de la oración. Esto puede convertirse en nuestro consuelo como lo fue para el Profeta Muhammad. Él dijo a sus compañeros: "Hagan la llamada a la oración para que podamos sentirnos reconfortados por la oración"[9]. Si adquirimos la habilidad de tener Jushú en todas nuestras oraciones, tendremos la habilidad de ser conscientes a lo largo de nuestras vidas cotidianas, y así seremos capaces de adorar a Dios en todo lo que hacemos. Cuando examinamos el Jushú, el estado mental que todos los musulmanes deben esforzarse en tener cuando adoran a Dios, encontramos que los musulmanes hemos practicado la concientización desde hace mucho tiempo. Es parte de la estructura de una vida diaria dedicada al servicio de Dios. Los descubrimientos científicos maravillosos de las últimas dos décadas nos demuestran que el Corán y las tradiciones del Profeta Muhammad son guías detalladas de cómo llevar una vida valiosa y satisfactoria incluso ante el caos del siglo XXI.





 



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