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El recuerdo de Allah


Casi todas las personas en el mundo moderno están involucradas en alguna actividad mundana básica, como ganarse el sustento, estudiar, comer, dormir o socializar. Naturalmente, nos olvidamos de Allah y de las obligaciones que Le debemos. Cuando nos olvidamos de Allah, esta vida y sus preocupaciones se convierten en la ocupación principal de la mente humana, los deseos se incrementan, la persona empieza a "perseguir su sombra", algo que nunca alcanzará. Para muchos, el dinero se convierte en el único objetivo de la vida: cuanto más ganan, más gastan y más quieren.





Allah ha establecido unos tiempos para romper con la rutina diaria por unos minutos, y adorarlo: el primero al amanecer, antes de iniciar nuestro día; luego al mediodía, a la media tarde, al ocaso, y a la noche, antes de ir a dormir. Cuando se realiza con propiedad y concentración, despierta y estimula el alma. El musulmán se recuerda a sí mismo que Allah está a cargo de todo, que él es un siervo devoto de Allah, y la complacencia de Allah es su objetivo. Por unos pocos minutos, cinco veces al día, el musulmán deja atrás este mundo y se encuentra con su Señor:





“...y haz la oración para recordarme...” (Corán 20:14).





Taqwa (ser consciente de Dios)


Las oraciones (salah) hacen que la persona sea consciente de la presencia divina. Cuando una persona reza cinco veces al día, se acostumbra a sentir la presencia divina y desarrolla el sentir de que Allah lo observa todo el tiempo y que nunca está oculto de Allah, incluso si está a solas. Un sentido de la presencia divina mantiene el corazón suspendido entre el temor y la esperanza. El temor a Allah mantiene al musulmán lejos de lo ilícito y lo anima a cumplir con lo obligatorio; una mezcla de amor divino y devota reverencia que lo mantiene cumpliendo con los preceptos religiosos. La realización regular de las oraciones aumenta nuestra consciencia de la presencia de Allah.





Buscando el perdón


Errar es humano, incluso el más piadoso de los musulmanes peca y necesita arrepentirse. Todos necesitamos pedir constantemente el perdón de Allah y esforzarnos por no repetir nuestros errores. Sin un contacto regular con Allah, es poco probable que una persona sienta culpa por sus pecados y se arrepienta. A veces, si una persona no Le pide a Allah que lo perdone en un largo tiempo, se puede volver insensible al pecado y olvidarse que ha caído en él, por lo que ni siquiera llegará a pedir perdón por ello. Ciertas plegarias en las oraciones regulares (salah) le recuerdan al musulmán sus pecados y lo inducen a pedir perdón por ellos. Esto, a su vez, hace que el musulmán se sienta culpable por sus pecados y busque el arrepentimiento tras que los comete. Un musulmán aprende a buscar constantemente el perdón de sus pecados y nunca se siente muy demasiado de su amoroso Señor. La oración pone al ser humano directamente frente a Allah buscando el perdón por sus faltas.  





La oración en sí es un medio de borrar los pecados, por lo menos los menores[1].





El Mensajero de Allah (que la misericordia y las bendiciones de Allah sean con él) preguntó:





“¿Qué opinan de alguien por cuya puerta pasa un río y se baña en este cinco veces al día? ¿Quedaría algún rastro de suciedad en él?”  





Ellos (sus sahabas) respondieron: “Ningún rastro de suciedad quedaría en él”.  





El Profeta dijo: “Este es el caso de las cinco oraciones diarias, a través de los cuales Allah borra el pecado” (Sahih Al Bujari, Sahih Muslim).





Control y disciplina


La oración tiene la capacidad de catalizar un cambio para mejorar la vida de las personas. El hecho de que dejamos lo que sea que estemos haciendo y nos alineamos detrás del que dirige la oración (llamado Imam) cinco veces al día en la mezquita, o buscamos dónde rezar por nuestra cuenta en el colegio o el trabajo, inculca la disciplina en nuestras vidas. La gente se une al ejército para aprender a ser disciplinada y todo el mundo admira esto. De forma similar, la oración nos entrena a realizar movimientos específicos y a pronunciar palabras específicas en tiempos específicos. Todas las partes del cuerpo están bajo control, obedeciendo y adorando a Allah; y si esta disciplina se rompe, tal vez deba repetirse la oración. 





El Islam reconoce que todos somos diferentes, así que permite la flexibilidad en muchos casos. Quien dirige la oración (Imam) debe hacerla corta. Las mujeres no tienen la obligación de rezar en la mezquita. Una persona enferma puede rezar sentada; y si no puede sentarse, puede rezar recostada. La disciplina que se aprende en el rezo puede aplicarse en otros aspectos de la vida religiosa y también mundana. Así como no debemos desviar la mirada mientras rezamos, debemos controlar nuestras miradas fuera del rezo para no mirar cosas prohibidas. Así como usamos nuestra lengua para adorar a Allah, fuera del rezo prescrito debemos evitar el chisme y la calumnia. Así como nuestras manos y pies realizan movimientos específicos, fuera de los rezos no debemos usarlos para robar, comprar o beneficiarnos de lo ilícito. No debemos dirigirnos hacia lo ilícito, sino alejarnos de ello. Esta es la esencia de lo que Allah nos dice:





“… porque la oración (salah)  preserva de cometer actos inmorales y reprobables...” (Corán 29:45).





La calma y la serenidad al desarrollar la concentración durante las oraciones


Un elemento muy importante de la oración es la calma y la serenidad junto con la humildad lograda por una profunda concentración. Allah dice en el Corán:





“Bienaventurados los creyentes, que en sus oraciones son humildes [ante Dios]” (Corán 23:1-2).





El propósito de la oración no es solo cumplir con un ritual vacío. Para que la oración sea aceptada, debe ser realizada con devoción. Aprenda el significado de las palabras árabes usadas en la oración, enfóquese en su significado y las partes del Corán que va a recitar. Debe saber que Allah responde a la oración y le está escuchando. Concentre su mirada en el punto de la postración, o cierre los ojos si algo cercano le causa distracción. Al concentrarse en las palabras que se dicen en las distintas posturas de la oración, al aumentar la consciencia de estar frente a Allah, eligiendo un lugar confortable y limpio, libre de distracciones, uno puede aumentar su concentración en la oración. Siempre habrá modos de desarrollar esto. Quite el velo de su mente y enfóquese en las bendiciones de Allah en su vida, sienta su insignificancia frente al Creador Magnífico, siéntase culpable por sus pecados; esto le ayudará a reducir el estrés, las preocupaciones y la ansiedad. Hay un límite para lo que nuestro cuerpo y mente pueden soportar. La oración es relajante y ayuda a recuperar el sentido de la vida; es un remedio para el alma. Pero, para que el salah alcance este grado de concentración se requiere paciencia, práctica, y pedir ayuda a Allah. Las posiciones de la oración son importantes; por ejemplo, la postración es lo más cerca que el creyente puede estar de Allah, es así que debe sentir esta cercanía y suplicar más aún.





Alcanzar un grado elevado de concentración y devoción en el rezo requiere trabajo y esfuerzo constantes. Habrá aflicciones, pero uno nunca debe abandonar sus oraciones (salah). ¡Recuerde! La oración nos conecta con el Creador. No se trata de rezar solo cuando se siente que funciona y es fácil; con frecuencia, un nuevo musulmán está lleno de entusiasmo por haber aceptado el Islam, leyendo mucho, escuchando sermones, investigando en la red, hablando con sus amigos; pero, después de un tiempo, se agota, y este es un momento crítico cuando la verdadera prueba inicia, uno se siente débil en su fe y se hace difícil rezar. Acepte un buen consejo para esos momentos y continúe rezando.





¿Por qué purificar el alma?


1.     El Corán y la Sunnah, las principales fuentes del Islam, hacen hincapié repetidamente en la purificación del alma. Si esas fuentes divinas enfatizan algo, debe ser importante para nosotros, pues Allah desea guiarnos. Obviamente, Allah y Su Profeta no nos harían perder el tiempo. Un ejemplo es la aleya en la que Allah nos dice: 





“¡Será de los bienaventurados quien se purifique [de la idolatría y los pecados]!” (Corán 87:14).





2.     Una de las razones por las cuales el Profeta Muhammad fue enviado, fue para purificar las almas a fin de que pudieran adorar a su Señor. A diferencia de lo que muchos orientalistas han dicho sobre el Profeta Muhammad, y de todas las imágenes negativas creadas por los medios acerca del Islam, una de las misiones del Profeta Muhammad fue enseñarnos a los creyentes cómo purificar nuestras almas. Es triste que, cada vez que las personas hablan de espiritualidad, la mayoría no piense en el profundo legado espiritual del Profeta Muhammad. Por favor, recuerde que purificar su alma desde adentro y convertirse en un mejor ser humano, un musulmán más puro, era el objetivo de la misión de su Profeta.





3.     Hay recompensas que pueden obtenerse al purificar el alma. Recompensas que son prometidas por Allah a quien purifica su alma practicando la devoción obediente y manteniéndose alejado de las distracciones (como el mal y el pecado). 





“Morarán eternamente en los Jardines del Edén, bajo los cuales corren ríos. Esa será la recompensa de quienes se purifiquen” (Corán 20:76).





¿Cómo puede usted purificar su alma?


No tiene que privarse de alimentos específicos ni vestirse con ropas especiales. Ni siquiera tiene que irse a una cueva ni sentarse a meditar durante horas. La espiritualidad está incorporada en el tejido mismo de las creencias y prácticas islámicas.





1.     Entender el Tawhid puro. El Corán dice: 





“Sean monoteístas puros creyentes en Dios, y no sean [jamás] idólatras. Quien asocia divinidades a Dios [en la adoración] es como quien cae del cielo y [luego de estrellarse contra la tierra] las aves de rapiña lo devoran o un viento lo arrastra a un lugar lejano” (Corán 22:31).





Su creencia es fundamental. En esta época, la gente piensa que puede ser espiritual siguiendo cualquier religión, o ninguna religión en realidad. El Islam enseña lo contrario: no puede purificar su alma a menos que tenga la creencia correcta sobre el Creador en su alma. Como musulmán, usted ha aceptado que solo el Islam le proporciona las creencias correctas sobre su Creador. Es por eso que el Tawhid puro es tan importante.





2.     Practicar actos devocionales de obediencia, abandonar lo que está prohibido, y mantenerse firme en ambas cosas. La repetición y la rutina tienen un gran valor espiritual, por lo tanto, la persistencia es la clave. Los actos devocionales iluminan el corazón y energizan las extremidades, mientras que las prohibiciones oscurecen el corazón y hacen perezosa a la persona. Piense en esto: si quiere purificarse, ¿lo haría con prácticas espirituales creadas por hombres o con la adoración devocional prescrita por Allah?





¿Qué es lo que hacen muchas personas “espirituales” en la actualidad? Bailan o giran para entrar en trance místico. Escuchan música de meditación, música de relajación, hacen yoga[1] o practican reiki. Como musulmán, trate de encontrar consuelo en la oración ritual, aprendiéndola correctamente y enfocándose en Allah y en lo que está diciendo al hacerla. Con persistencia y práctica, disfrutará sus oraciones y aprenderá a relajarse con ellas. En lugar de música mística, entrene sus oídos para escuchar el Corán y entrene su lengua para recitarlo con las normas de la recitación correcta. Esto es, de lejos, superior a cualquier música.





3.     Buscar el conocimiento religioso a manos de eruditos calificados, que también tengan conocimiento sobre las enfermedades del corazón y sus curas conforme al método de los profetas. El conocimiento es clave. Ibn Al Qaiem, un erudito clásico reconocido por su apego a la Sunnah y sus escritos profundamente espirituales, escribió: “Purificar el alma es más difícil que sanar el cuerpo. La persona que pretende purificar su alma con ejercicios espirituales y aislándose, técnicas que no fueron enseñadas por los profetas, es como un enfermo tratando de sanarse él mismo. Los profetas sabían cómo curar los corazones. No hay forma de purificar el alma ni de rectificarla excepto a través de su método y sometiéndose a él”. Los buenos eruditos te permitirán hacer preguntas y te guiarán con conocimiento apropiado. Es importante seguir el camino espiritual del Profeta que está dentro de las enseñanzas del Islam. Cuando uno examina el método utilizado por maestros modernos como Deepak Chopra o el Dalai Lama, seguramente se dará cuenta de la vanidad y la inutilidad de sus métodos.





4.     Mantener buena compañía y ser cuidadoso al seleccionar las amistades. La compañía que usted mantiene le ayudará a purificar su alma y evitar las distracciones. Una persona está muy influenciada por su entorno. La buena compañía le ayudará cuando tenga bajones en la vida en general o como musulmán. Un buen amigo le recordará cuando se olvide, y lo alentará cuando sea necesario. Estar cerca de personas reflexivas y practicantes del Islam lo hará sentirse a gusto.





Beneficios de purificar el alma


·       Éxito en esta vida y en la vida por venir.





·       Satisfacción y consuelo del corazón.





·       Firmeza en la práctica del Islam y la obediencia a Allah.





Un alma que es fuerte y se prepara con el recuerdo de Allah, busca Su perdón y se vuelve hacia Allah, será más capaz de superar los obstáculos de la vida.





Los deseos dañinos confunden nuestras metas, llevándonos al pecado. Por otro lado, las dudas distorsionan las creencias, haciendo que una persona cuestione lo que es verdad. Una persona puede ser esclavizada por sus deseos si estos se convierten en el factor controlador en su vida. Cualquier cosa que alcance dicho nivel en la vida de uno puede asumir el papel de un dios o señor. Los deseos del alma son de diferentes tipos: poder, autoridad, alabanza, riqueza, gratificación sexual y otros. Algunos son naturales en los seres humanos, como el deseo de tener riquezas y de satisfacer los impulsos sexuales. Estos deben ser restringidos por los límites establecidos por el Corán y la Sunnah.





“¿Acaso no reparas en aquel que sigue sus pasiones como si estas fueran una divinidad? Dios decretó por Su conocimiento divino que se extraviaría, y por ello selló sus oídos y su corazón, y puso un velo sobre sus ojos. ¿Quién lo puede guiar fuera de Dios? ¿Acaso no recapacitan?” (Corán 45:23).





Las dudas vienen por la falta de conocimiento verdadero. La ignorancia lleva a la gente a hacer actos que desagradan a Allah. Las dudas hacen que una persona sea débil en convicción y confianza, por lo tanto, la persona no puede sacrificarse realmente por la causa de Allah con la creencia de que Sus promesas de éxito y placer son verdaderas.





Pecados, arrogancia, incredulidad y shirk


Los pecados son de diferentes tipos y grados, pero una cosa es cierta: son perjudiciales para el alma. Los peores pecados, que deben ser evitados son los "mayores", como asesinar, mentir, robar, sobornar, aceptar sobornos, engañar, desobedecer a los padres y fornicar. Los pecados "menores" también son peligrosos si son repetitivos. Dado que los pecados son perjudiciales para la relación de uno con Allah, un creyente siempre debe tener cuidado con los pecados mayores y menores.





A una persona le deben disgustar todos los actos que Allah ha prohibido, no importa qué tan fuerte sea la tentación del alma.





Los pecados del corazón son algunos de los peores, parte de la razón es que contribuyen a muchos otros actos de desobediencia a Allah. La arrogancia es uno de los pecados del corazón más graves. El Mensajero de Allah (que la misericordia y las bendiciones de Allah sean con él) dijo: "Quien tenga el peso de un grano de mostaza de arrogancia en su corazón, no entrará al Paraíso”[1].





La arrogancia forma una barrera entre la persona y la aceptación de la verdad. Por ejemplo, en algunos casos, una persona no aceptará la verdad si proviene de personas que no le agradan. El Profeta Muhammad definió la arrogancia como “rechazar la verdad y menospreciar a las personas” (Muslim). La arrogancia puede ser tan fuerte que impide a una persona abrazar e implementar el Islam en su vida.





La incredulidad (kufr) y el shirk son los peores pecados que pueda cometer un individuo. Estos no pueden ser eliminados por las súplicas y oraciones de otro creyente, ni por las buenas obras ni por las dificultades sufridas en la vida. Una persona debe evitar la incredulidad y el shirk a toda cosa. El Profeta dijo: “Hijo de Adán, si vinieras a Mí con tantos pecados como para casi llenar toda la Tierra, y luego te encontraras Conmigo sin atribuirme socios, sin duda te traeré tanto perdón como para (también) casi llenar (la Tierra)”[2].





El brillo del mundo


El placer de esta vida puede hacer que una persona se olvide de Allah y de su verdadero propósito en este mundo. Allah nos recuerda: 





“¡Creyentes! Que las posesiones materiales y los hijos no los distraigan del recuerdo de Dios. Pues quienes se alejen del recuerdo de Dios serán los perdedores” (Corán 63:9).





El Islam guía a la persona hacia el modo de vida adecuado y a cómo mantener un equilibrio saludable entre los actos de este mundo y el Más Allá. También advierte contra hacer de este mundo nuestro principal objetivo.





Malas compañías y mal ambiente


Las compañías tienen un efecto sobre la persona, aunque sea por un período corto. Quien crea que sus amigos no lo afectan, se equivoca. Los amigos pueden hacer que una persona se incline hacia los pecados, y estar en compañía constante de personas pecaminosas, tarde o temprano, atraerá la tentación de pecar. En la era moderna, los medios han tomado el papel de compañía para muchas personas. Una persona que se preocupa por su alma debe evaluar su relación con los medios de comunicación.





Satanás


Satanás tiene un odio intenso que nace de la envidia y la arrogancia hacia todos los miembros de la humanidad. Su objetivo es la condena eterna de los seres humanos. Allah nos ordena: 





“¡Oh, creyentes! No sigan los pasos del demonio, porque quien siga los pasos del demonio debe saber que él induce a cometer obscenidades y actos reprobables” (Corán 24:21). 





Satanás usa muchos medios para alcanzar sus metas. Él anima a la gente a llegar a los extremos, le da falsas esperanzas y le inculca la procrastinación y la pereza. La principal estrategia de Satanás es hacer que la gente vea el mal como bien. Fue así como logró engañar a los primeros seres humanos, los padres de la humanidad. Allah nos ha informado su historia para advertirnos del truco de Satanás (véase Corán 7:20-21). Satanás sigue engañando a la gente de la misma manera hoy en día. Otra forma en que Satanás desvía a la gente es haciéndole creer que hay muchos caminos para llegar a Dios. La gente termina siguiendo sus deseos, creyendo que están siguiendo un "camino hacia Dios". Después de la llegada del Profeta Muhammad, solo existe un único camino hacia Dios, y ese es el camino que mostró el Profeta. Su camino es amplio y puede albergar a todos los que quieran tomarlo.





El primer ser en mostrar orgullo y arrogancia fue Shaitan o, como se lo conoce especialmente en la historia de Adán, Iblís. Era muy orgulloso y arrogante porque se creyó mejor, superior a Adán. 





“... Luego dije a los ángeles: '¡Hagan reverencia ante Adán!' Todos se prosternaron, excepto el demonio, que se negó a obedecer. [Dios] le preguntó: '¿Qué te impidió prosternarte cuando te lo ordené?' Respondió: 'Yo soy superior a él, pues a mí me creaste de fuego, mientras que a él lo creaste de barro'” (Corán 7:11-12).





Esa sensación de superioridad es la raíz de toda arrogancia y orgullo desmedido. Soy mejor que tú, gano más dinero, mi casa es más grande, mi intelecto es superior al tuyo, he viajado más que tú, mis músculos son más fuertes, hago mejor comida que tú, y la lista sigue... Algo que tienen en común todas las cosas sobre las que nos sentimos superiores es que son asuntos de la dunia. El amor a la dunia y sus trampas nos alejan paulatinamente del Paraíso. Ser o parecer superior de acuerdo a los estándares de la dunia puede ser mucho más una carga que una ayuda. Lo que hace una diferencia es nuestra consciencia de Dios; ser superior en ese aspecto es lo que cuenta.   





Puede que usted gane más dinero que otros, pero ¿lo ha usado para complacer a Allah? Puede que haga deliciosas comidas, pero ¿alimentó a los pobres? Si la respuesta es sí y está orgulloso de sus logros, esto no es la arrogancia u orgullo que se traduce como kibr en árabe (orgullo y arrogancia innecesarios y perjudiciales). El Islam no está en contra de la innovación y los logros, más bien recompensa y alienta la excelencia y el éxito; la motivación, el deseo de retribución e incluso de reconocimiento no son pecados. El pecado es hacer algo con una intención incorrecta. Buscar obtener logros por la causa de Allah y servir la humanidad es la intención correcta, pero realizar una acción buscando el beneficio personal o por causa del amor propio es incorrecto. Hacer algo motivado por las propias necesidades y deseos mundanales y tener la sensación de que uno es importante, eso es kibr. 





El kibr tiene como consecuencia no buscada que le desagrades a la gente, incluso que te teman; te quita su respeto. Además, y mucho más grave, es que te quite un lugar en el Paraíso. El Profeta Muhammad aconsejaba a los sahabah a menudo sobre la importancia de la humildad. Dijo: "... aquel que posea el peso de medio grano de mostaza de kibr en su corazón, no se le dará entrada al Paraíso"[1].





“Se les dirá: 'Entren por la puerta del Infierno, y morarán allí por toda la eternidad'. ¡Qué pésima morada tendrán los soberbios!” (Corán 39:72).





El kibr pone en peligro nuestro lugar en el Paraíso porque nos impide obtener cualidades de creyente. Una persona orgullosa no puede querer para los demás lo que quiere para sí misma, ni tampoco puede ser humilde o evitar la envidia. Una persona arrogante rehúsa aceptar consejos y le es difícil controlar su ira y enojo. Un creyente, sin embargo, hace un esfuerzo para remover estas características de su carácter y siempre cuida su comportamiento.  





El Profeta Muhammad dijo que el Día del Juicio Allah no mirará a la persona que camina arrastrando sus ropas por vanidad. Su fiel amigo, Abu Bakr, acotó: "Oh, Mensajero de Allah, un costado de mi túnica cae un poco, pero cuido de subirlo". El Profeta respondió: "Pero no lo haces por orgullo"[2]. Una vez más observamos que el kibr, comportamiento presuntuoso, emana de la intención. 





El remedio para el kibr y la forma de mantenerse alejado del orgullo y la arrogancia es tan simple como recordar quién es uno: solo un ser humano, con una madre y un padre como el resto de seres humanos. Todos lloramos las mismas lágrimas saladas y sangramos la misma sangre roja, y todos tenemos el mismo propósito en la vida: adorar a Allah. También debemos recordar que todo rizq viene de Él. Alguien puede ganar más dinero, pero fue Allah quien le dio la habilidad para hacerlo. Otra persona puede ser más hermosa, pero es Allah quien determinó sus genes. Cuando recibimos algo que percibimos como una bendición especial de Allah, debemos recordar ser agradecidos. Un paso más allá sería usar esa bendición para complacer a Allah y beneficiar a la humanidad o el planeta de alguna forma.  





Otra solución para el kibr es recordar a Allah, mantenerlo siempre como prioridad en nuestras mentes, si es posible, en todo momento. Tenga presente que Allah ve todo, incluso lo que hay en nuestros corazones. Como musulmanes, fuimos bendecidos con un sistema de recordatorios: rezamos cinco veces al día, utilizamos palabras específicas, y se nos alienta a hacer du'a y tener a Allah siempre presente. Usamos estos métodos para acercarnos a Allah y obedecer Sus órdenes. Al hacer esto, protegemos nuestros corazones de los pecados del deseo y la codicia y aquellos relacionados con sentirnos superiores a los que nos rodean. Esta dunia es importante porque es nuestro examen final, no es una oportunidad de aprovisionarnos de bienes y pertenencias. Es deseable sentirse bien porque logramos una verdadera consciencia de Dios, no por tomar nuestro rizq y engañarnos pensando que lo logramos por nuestra cuenta. El orgullo y la arrogancia deben ser desterrados de nuestras vidas y reemplazados con bondad y compasión.  



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