En el sexto año de la emigración (hégira) el Profeta, la paz y las bendiciones de Dios sean con él, decidió ampliar el espectro de su misión. Entonces envió ocho cartas a los distintos gobernantes de la Península Arábiga invitándolos al Islam. Uno de esos gobernantes era Zumamah ibn Uzal.
Zumamah ibn Uzal al-Hanifi era uno de los gobernantes árabes más poderosos de la era pre-islámica. Era la autoridad de la tribu Banu Hanifah y su palabra no era discutida ni desobedecida.
Cuando Zumamah recibió la carta del Profeta, la ira lo consumió y la rechazó. Se rehusó a escuchar la invitación a la verdad y la guía. Pero más aún, sintió el deseó de asesinar al Profeta y enterrar su misión junto con él.
Entonces Zumamah esperó el momento indicado para llevar a cabo su cometido, hasta que pasado un tiempo le restó importancia y terminó por olvidarlo. Sin embargo, uno de sus tíos le recordó el plan, esperando que lo consumara.
En su camino a cumplir con el objetivo de asesinar al Profeta, Zumamah se encontró con un grupo de compañeros del Profeta a quienes asesinó. Como consecuencia, el Profeta ordenó su captura.
Tiempo después, Zumamah decidió realizar una visita ritual a La Meca. Quería circunvalar la Ka’bah y ofrecer el sacrificio de animales a sus ídolos (la gente de La Meca, antes de convertirse al Islam habían dispuesto numerosos ídolos alrededor de la Ka’bah). Entonces dejó su zona de al-Yamamah para dirigirse a La Meca. Cuando iba pasando por las cercanías de Medina, un incidente inesperado tuvo lugar.
Un grupo de musulmanes que patrullaban la zona apresó a Zumamah, sin saber quién era él. Lo llevaron a Medina, lo ataron a una de las columnas de la mezquita y esperaron a que el Profeta decidiera qué hacer con él.
Al ingresar a la mezquita, el Profeta, la paz y las bendiciones de Dios sean con él, vio a Zumamah, entonces preguntó a sus compañeros:
“¿Saben a quién han apresado?”
“No mensajero de Dios” le respondieron.
“Este es Zumamah ibn Uzal Al-Hanifi” dijo. “Han hecho bien en capturarlo.”
El Profeta volvió a su familia y les dijo:
“Tomen comida y llévenla a Zumamah ibn Uzal.”
Luego ordenó que su camella sea ordeñada y le dieran a Zumamah de su leche. Todo esto tuvo lugar antes de hablar con Zumamah.
El Profeta se acercó a Zumamah con la esperanza de que éste abrazara el Islam.
“¿Qué piensas que haré contigo Zumama?” le dijo.
“Tengo (en mente) el bien Muhammad. Si me matas estás matando a un asesino; si me tratas bien estarás tratando bien a alguien agradecido, y si quieres dinero (como rescate), pide lo que quieras.”
El Profeta lo dejó así por dos días, y personalmente le enviaba comida y leche de su camella. Nuevamente fue donde él y le dijo:
“¿Qué tienes para decir sobre ti mismo?”
Zumamah repitió lo que había dicho días atrás, por lo que el Profeta se retiró y volvió al día siguiente.
“¿Qué tienes para decir sobre ti mismo?”
Zumamah repitió lo que había dicho días atrás, por lo que el Profeta le dijo a sus compañeros:
“Liberen a Zumamah.”
Zumamah abandonó la mezquita del Profeta y tomó camino a La Meca hasta llegar a un huerto de palmeras donde tomó un baño; luego volvió a la mezquita del Profeta y delante de un grupo de musulmanes dijo:
“¡Doy testimonio de que no hay más dios sino Allah y que Muhammad es Mensajero de Allah!”
Luego fue donde el Profeta y le dijo:
“¡Oh Muhammad! ¡Por Allah! ¡En toda la tierra no había un rostro más odiado para mí que el tuyo y ahora tu rostro es el más amado para mí! ¡Por Allah! ¡No había una religión más odiada para mí que tu religión, ahora tu religión es la más querida para mí! ¡Por Allah! ¡No había una tierra más odiada para mí que tu tierra, pero ahora tu tierra es la más querida para mí! Asesiné a algunos de tus seguidores, ¿qué harás conmigo?
“No hay juicio para ti Zumamah” respondió el Profeta. “Al convertirte al Islam has borrado todas tus acciones pasadas, y tienes delante de ti un nuevo comienzo.”