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Es una escritora inglesa especializada en la ciencia de las religiones. Ella nació el 11 de noviembre de 1944 en Wildmoor, Worcestershire Inglaterra y escribió numerosos libros sobre religión comparada. Su fama comenzó con su exitoso libro A History of God (Una historia de Dios). Como una ex monja católica, ella se había cerciorado de que todos los preceptos de las religiones principales dicen casi lo mismo de la misma manera, independientemente de las diferencias ostensivas. Todos ponen énfasis en la importancia de la compasión, que se expresan según la regla de oro: no hacer nada a otras personas que no haces contigo mismo.





 





Porque ella escribió muchos libros acerca de los preceptos islámicos, ella fue buscada mucho más para ofrecer conferencias sobre todo después de los ataques del 11-S. En febrero de 2008, fue invitada a un consejo de líderes musulmanes, cristianos y judíos a participar en la formulación de una carta de compasión, para identificar prioridades morales compartidas entre las tradiciones religiosas, con el fin de fomentar la comprensión global y un mundo de paz. Su iniciativa de diálogo interreligioso ganó el Premio TED de $100.000 en febrero de 2008, apoyado por la Conferencia Internacional de Personalidades Prominentes en el Diseño, el Entretenimiento y la Tecnología. Sus libros incluyen: Muhammad: A Biography of the Prophet (Muhammad. Una biografía del Profeta) (1991); Islam: A Short History (Islam. Una breve historia) (2000); The Bible: A Biography (La Biblia. Una biografía) (2007); Muhammad: A Prophet For Our Time (Muhammad. Un profeta para nuestro tiempo) (2006).





 





De Muhammad. Una biografía del Profeta:





 





Sin agresividad





 





“Es un error imaginar que el Islam es una fe intrínsecamente violenta o fanática, como a veces se sugiere. El Islam es una religión universal y no hay nada agresivamente oriental o anti-occidental en ella”[1].





 





La moralidad coránica





 





“Constantemente (el Corán) insta a los musulmanes a ser pacientes y aguantar sus sufrimientos presentes con entereza y dignidad. No deben aprovechar la oportunidad para una venganza personal contra sus enemigos”[2].





 





Un occidental quizá no pueda ser capaz de apreciar la belleza del Corán





 





“La gente occidental encuentra esto muy difícil de entender. Hemos visto que incluso algunos como Gibbon y Carlyle, que razonablemente simpatizaban con el Islam, fueron desconcertados por el Corán. Esto, por supuesto, no es particularmente sorprendente. Siempre es difícil apreciar los libros sagrados de otras culturas. En el caso del Corán, también existe el problema de la traducción. Las líneas más bellas de Shakespeare con frecuencia suenan banales en otro idioma, porque muy poco de la poesía se puede transmitir en un idioma extranjero, y el árabe es un idioma que es especialmente difícil de traducir. Los árabes señalan que encuentran traducciones de poemas o relatos que ellos han disfrutado en el árabe original pero que son irreconocibles en otra lengua. Hay algo en el árabe que es incomunicable en otro idioma. Incluso los discursos de los políticos árabes suenan forzados, artificiales y extraños traducidos al inglés. Si esto es verdad acerca del árabe común, la expresión mundana o la literatura convencional, es doblemente cierto acerca del Corán, que está escrito en un lenguaje muy complejo, denso y alusivo. Incluso los árabes que hablan inglés con fluidez han dicho que, cuando leen el Corán en una traducción al inglés, se sienten que están leyendo un libro completamente diferente”[3].





 





Pero...





 





“Esto no significa que debemos descartar el Corán arrogantemente. No está destinado a ser leído como otros libros. Si se enfoca en la manera correcta, los creyentes afirman que da un sentido de presencia divina. Esto es difícil de comprender para alguien que ha sido criado en la tradición cristiana, porque los cristianos no tienen un idioma sagrado”[4].





 





Aquí tienes una prueba





 





“El poder del Corán puede verse en el hecho de que muchas personas dentro del imperio islámico abandonaron sus propios idiomas con el fin de adoptar la lengua sagrada del Libro Santo”[5].





 





Ninguna falsedad podría llegar a él





 





“Cuando los musulmanes escuchan un sura (es decir, un capítulo del Corán) en la mezquita, se les recuerda de los principios centrales de su fe en una sola recitación. Los no musulmanes, sin embargo, encontrarán en el Corán una valiosa fuente de información acerca de Muhammad. Aunque oficialmente no se compiló hasta después de su muerte, puede ser considerado como auténtico. Los estudiosos modernos, que han sido capaces de fechar varios suras con precisión razonable, señalan que, por ejemplo, las primeras partes del Corán se refieren a los problemas especiales que Muhammad encontró mientras su religión era todavía una pequeña secta luchadora y habrían sido olvidados más tarde cuando el Islam era una religión establecida y triunfante. Por lo tanto, en el Corán tenemos un comentario contemporáneo en la carrera de Muhammad que es única en la historia de la religión”[6].





 





Estaban a años luz por delante de Europa





 





“Las relaciones de los cristianos y los musulmanes eran normalmente buenas. Como los judíos, a los cristianos se les permitió la plena libertad religiosa dentro del imperio islámico y la mayoría de los españoles estaban orgullosos de pertenecer a una cultura tan avanzada, años luz por delante del resto de Europa. A menudo fueron llamados 'Mozárabes' o ' Arabizadores'”[7].





 





Tenían el anhelo por el árabe





 





Karen Armstrong se refiere al dicho de Paul Alvaro, un laico español en ese momento: “A los cristianos les encanta leer poemas y romances de los árabes. Estudian a los teólogos y filósofos árabes, no para refutarlos sino para formar un árabe correcto y elegante. ¿Dónde está el laico que ahora lee los comentarios latinos en las Sagradas Escrituras o que estudia los Evangelios, profetas o apóstoles? ¡Ay! Todos los jóvenes cristianos talentosos leen y estudian con entusiasmo libros árabes”[8].





 





No hay conflicto entre ciencia y religión





 





“Pero el Corán no pide a los musulmanes renunciar a su razón. Los signos son ‘para gente de entendimiento’, ‘para gente que sabe’. Se insta a los musulmanes a ‘observar’ los signos en el mundo natural y examinarlos cuidadosamente. Esta actitud también ayudó a cultivar ese hábito de curiosidad inteligente que permitió a los musulmanes desarrollar una excelente tradición de ciencias naturales y matemáticas. Nunca ha habido un conflicto entre investigación científica racional y la religión en la tradición islámica”[9].





 





Una gran civilización





 





“Los primeros musulmanes fundaron una importante civilización de gran belleza y establecieron una tradición filosófica racionalista que fue una inspiración para los eruditos en el occidente medieval”[10].





 





Un hecho esencial





 





“Creo que Mahoma tuvo una experiencia e hizo un distintivo y valioso aporte a la experiencia espiritual de la humanidad. Si queremos hacer justicia a nuestros vecinos musulmanes, debemos apreciar este hecho esencial”[11].





 





El logro único





 





“De hecho, Mahoma estaba frecuentemente en peligro mortal y su supervivencia era casi un milagro. Pero sí tuvo éxito. Al final de su vida, él puso un hacha en la raíz del ciclo crónico de violencia tribal que afectaba a la región, y el paganismo ya no era una constante preocupación. Los árabes estaban dispuestos a embarcarse en una nueva fase de su historia. Para apreciar este logro único, debemos entender las condiciones en Arabia antes de la llegada del Islam – un período que los musulmanes llamar Yâhiliiah, ‘el tiempo de la ignorancia’”[12].





 





Uno de los mayores genios





 





“Pero si podemos poner a un lado nuestras expectativas cristianas de santidad, nos encontraremos con un ser humano apasionado y complejo. Muhammad tuvo grandes dones, tanto espirituales como políticos – los dos no siempre van juntos - y estaba convencido de que todas las personas religiosas tienen la responsabilidad de crear una sociedad justa y buena. Podía volverse amenazantemente implacable y enojado, pero también podía ser tierno, compasivo, vulnerable e inmensamente bondadoso. Nunca leemos que Jesús reía pero a menudo encontramos a Muhammad sonriendo y bromeando con las personas más cercanas a él. Lo vamos a ver jugando con los niños, teniendo problemas con sus esposas, llorando amargamente cuando un amigo moría y mostrando a su nuevo hijo como cualquier padre encantado. Si pudiéramos ver a Muhammad como hacemos con cualquier otra figura histórica importante, seguramente lo consideraríamos uno de los mayores genios que el mundo ha conocido”[13].





 





El buen gusto





 





“En La Meca, fue conocido como al-Amîn, el confiable. Toda su vida, tuvo la capacidad de inspirar confianza en otros. Tenía un carácter incondicional y decisivo que le hizo dar su plena atención a lo que estaba haciendo, y esto también se expresó en su resistencia física. Si se volvía a hablar con alguien, nunca se inclinaba parcialmente hacia él, pero giraba su cuerpo y se dirigía a él de frente. Cuando estrechaba la mano, nunca era el que retiraba su mano primero”[14].





 





Un hombre apasionado





 





“Muhammad era un hombre apasionado, pero nunca tomó una esposa más joven, mientras estaba casado con Jadîyah– un hecho que debe ser tenido en cuenta por quienes le critican por su poligamia en años posteriores. De hecho, después de su muerte (de Jadîyah), Mahoma solía enfurecer a las mujeres con las que se casó por su incesante cantico de alabanzas a Jadîyah, y en una ocasión se puso pálido de dolor cuando pensó que había oído su voz. No se trataba de un matrimonio por conveniencia. Muhammad dio una gran proporción de su ingreso familiar a los pobres e hizo que su familia viviera muy frugalmente. A pesar de su austeridad, parece que fue un hogar feliz. Muhammad amaba a los niños, toda su vida los abrazaba y besaba y participaba en sus juegos. Siempre se dedicaba a sus hijas”[15].





 





Incluso cuando se convirtió en un Sayyid





 





“Muhammad mismo siempre llevó una vida simple y frugal, incluso cuando se convirtió en el más poderoso sayyid [señor] de Arabia. Odiaba el lujo, y a menudo no había nada para comer en su casa”[16].





 





Un extraordinario éxito





 





“Muhammad logró un extraordinario éxito político, y los cristianos tienden a ver tal triunfo mundano como una piedad cuestionable”[17].





 





El logro político





 





“Cuando Muhammad comenzó a predicar la palabra en La Meca, toda Arabia estaba en un estado de desunión crónica. Cada una de las numerosas tribus de beduinos de la península fue una ley en sí misma y estaba en un estado de guerra constante con otros grupos tribales. Parecía imposible para los árabes unirse, y eso significaba que no podían fundar una civilización y un gobierno que les permitieran tomar su lugar en el mundo. El Hiyâz parecía condenado a la barbarie salvaje y existía fuera de los límites de la civilización. Veintitrés años después, cuando Muhammad murió el 8 de junio de 632, había logrado la unión de casi todas las tribus en su nueva comunidad musulmana. Es cierto, se trataba de una situación precaria. Muchos de los beduinos, como bien sabía Muhammad, se aferraban en secreto al antiguo paganismo. Pero, contra todo pronóstico, se conservó esta unidad árabe. Muhammad tuvo dones políticos de una clase elevada. Totalmente había transformado las condiciones de su pueblo, los rescató de la desintegración y la violencia infructuosa y les brindó una nueva identidad orgullosa. Así estaban listos para fundar su propia cultura única, y las enseñanzas de Muhammad habían desbloqueado tales reservas de energía de modo que, dentro de 100 años, el Imperio de los árabes extendería de Gibraltar al Himalaya. Si esta hazaña política hubiera sido el único logro de Muhammad, tendría derecho a nuestra admiración”[18].





 





 El genio de un grado profundo





 





“(Muhammad) tuvo una genialidad de un estrato profundo y fundó una religión y una tradición cultural que no se basaba en la espada, a pesar del mito occidental, y cuyo nombre 'Islam' significa paz y reconciliación”[19].





 





Uno sólo puede maravillarse





 





“Uno sólo puede maravillarse con el genio espiritual de Muhammad, quien prácticamente no tuvo contacto con los practicantes judíos o cristianos y cuyo conocimiento real de estas revelaciones anteriores fue inevitablemente rudimentario. Sin embargo, logró llegar al corazón de la experiencia monoteísta”[20].





 









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