Pregunta
Tengo un colega no musulmán en el trabajo. Cuando yo intento hablarle del Islam y de la grandeza de esta religión, de que el Profeta Muhámmad (que la paz y las bendiciones de Allah sean con él) fue el más grandioso hombre de la historia y de cómo su venida fue una misericordia para la humanidad, él siempre me responde diciendo: “¿Cómo pudo Muhámmad ser una misericordia, cuando le cortaba las manos a la gente o los mataba en el desierto, y asesinaba a los judíos frente a sus esposas y luego las violaba?”. Él dice que las palabras ‘bondad’ y ‘misericordia’ deberían ser omitidas de todos los textos sobre el Islam, y dijo: “Nunca lograrás que yo crea en un Dios que quema a la gente hasta que ya no les quede piel, y luego les da una piel nueva para volver a quemársela, y así hasta la eternidad. Y eso está en el Corán, ¿así crees que es la bondad y la misericordia?”.
Yo le agradecería si usted puede darme argumentos, porque yo le expliqué que las cosas que él dice o han sido sacadas de contexto, o no son correctas, o son lisa y llanamente falsas, pero él trae textos y los presenta de la forma que se le antoja, y se concentra especialmente en los reportes que hablan de batallas y aplicación de penas y castigos legales. Yo no supe muy bien qué responderle, y me ha hecho sentir angustiado. Espero que usted pueda ayudarme, que Dios se lo recompense.
Texto de la respuesta
Relacionado
Alabado sea Dios.
Ciertamente, alabado sea Dios, glorificado y exaltado sea, Él envió a Su Mensajero Muhámmad (que la paz y las bendiciones de Allah sean con él) como una misericordia para el mundo. Dios dijo (traducción del significado):
“Y no te enviamos [¡Oh, Muhammad!] sino como misericordia para los mundos” (Al-Anbiá', 21:107).
AL-Hákim narró en Al-Mustádrak (100) que Abu Hurairah dijo: “El Mensajero de Dios (que la paz y las bendiciones de Allah sean con él) dijo: “Oh, gente, yo soy una misericordia que Dios ha concedido”. Clasificado como auténtico por al-Albani en Sahih al-Yami’, 2345.
Algunas personas aceptaron esta misericordia, y otras la rechazaron.
As-Sa’di (que Allah tenga misericordia de él) dijo: “Él fue una misericordia y guía para la humanidad enviada por Dios. Por lo tanto aquellos que creyeron en él aceptaron su misericordia, fueron agradecidos, y vivieron de acuerdo a ello, mientras que otros la rechazaron y respondieron a Dios con ingratitud”. Fin de la cita de Tafsir as-Sa’di, p. 532.
Por eso Dios, glorificado y exaltado sea, dijo de Su Mensajero (que la paz y las bendiciones de Allah sean con él):
“Ciertamente se os ha presentado un Mensajero de entre vosotros que se apena por vuestras adversidades, se preocupa y desea que alcancéis el bien [e ingreséis al Paraíso]; es compasivo y misericordioso con los creyentes” (At-Táwbah, 9:128).
Entonces, esta es una misericordia para el mundo y una facilidad para los honrados. Pero los honrados y los criminales no se comportan de la misma forma ni tienen los mismos intereses, por lo tanto una misericordia para la gente de bien, es un obstáculo para los malvados y malhechores.
Si alguien rechaza la misericordia, no se contará entre su gente. Este es un principio conocido y bien establecido en el pensamiento humano, como así también en la ley islámica. Si una persona rechaza la misericordia, tarde o temprano será de la gente del Infierno.
En consecuencia, la forma en que la ley islámica entiende este asunto es razonable y queda apoyada por cualquier análisis objetivo.
Aquellos que fueron sancionados o ejecutados en los tiempos del Profeta Muhámmad (que la paz y las bendiciones de Allah sean con él) por el estado musulmán, en un tiempo en que no existían las cárceles, fueron criminales que asaltaron, traicionaron o asesinaron a personas inocentes. Y el joven Estado era un Estado de derecho, por lo que las actividades delictivas estaban penalizadas y quienes las cometían eran perseguidos.
La penalización del crimen y sus adherentes puede ser chocante y dolorosa, pero es exactamente la misma lógica, el mismo caso y con las mismas razones con que un cirujano clava un bisturí en el cuerpo de un paciente para operarlo y extirpar un tumor, o amputa un miembro engangrenado: salvar la vida del paciente. En el caso de una población humana y civil, el cuerpo es la comunidad, y el tumor es el criminal deliberado y reincidente.
Así como a nadie se le ocurriría argumentar que el cirujano no tiene misericordia porque extirpa un tumor y luego lo desecha para salvar la vida del paciente, nadie en su sano juicio argumentaría que la policía o el juez “no tienen misericordia” cuando detiene a un asaltante, a un violador o a un asesino y lo meten tras las rejas para evitar que asalte, viole o mate. Muy por el contrario, el policía y el juez cuando combaten el crimen están defendiendo a gente inocente y pacífica, y al igual que el cirujano, son la expresión misma de la misericordia entre los seres humanos, de la civilidad y la cooperación en la virtud.
Al-Bujari (6390) y Muslim (3163) narraron de Anas que 8 hombres de la tribu de ‘Ukl llegaron al Mensajero de Dios (que la paz y las bendiciones de Allah sean con él) y le juraron lealtad a él y a los musulmanes. Poco después descubrieron que no se adaptaban bien al clima, y cayeron enfermos. Se quejaron acerca de eso con el Mensajero de Dios (que la paz y las bendiciones de Allah sean con él), y él les aconsejó: “¿Por qué no salen con el pastor a donde están los camellos y recogen algo de leche u orina de camello?”. Ellos estuvieron de acuerdo, y fueron a ver al pastor, recogieron leche y orina de camello, bebieron y se sintieron mejor. Pero inesperadamente, luego de eso asesinaron al pastor e intentaron llevarse la manada de camellos.
Cuando le llegaron noticias al Mensajero de Dios (que la paz y las bendiciones de Allah sean con él), él envió a varios hombres para perseguirlos y apresarlos. Fueron atrapados, y el Mensajero de Dios (que la paz y las bendiciones de Allah sean con él) los juzgó, y ordenó que fueran ejecutados.
Abu Quilabi dijo sobre este reporte: “Esta gente eran criminales, juraron en falso al Mensajero y a los musulmanes, luego asesinaron a un hombre e intentaron robar”. Narrado por al-Bujari, 226.
Esta gente eran delincuentes; ellos son a la sociedad lo que un tumor a un cuerpo sano, y por lo tanto no es ‘inmisericorde’ combatirlos para evitar que asalten o asesinen a gente inocente. De hecho, hacerlo es sabio e inevitable cuando se tiene misericordia, porque combatir el crimen es la única forma de sostener en el tiempo la seguridad y progreso de cualquier sociedad humana, y una forma efectiva de disuadir a todas las personas para que no realicen actividades delictivas.
Si la sociedad no instrumentara ningún mecanismo para impedir que este tipo de actividades proliferen, rápidamente los fuertes abusarían de los débiles, y ya nadie se sentiría seguro, siendo un lugar inhabitable especialmente para las mujeres y los niños.
Cualquiera que estudie un poquito de historia y sociología tomando como ejemplo cualquier pueblo de la historia de la humanidad, bajo cualquier religión o sistema de derecho, llegará indudablemente a la conclusión de que la penalización del crimen es ineludible para lograr la paz y el progreso de cualquier sociedad.
Basándonos en esto, lo que sucedió con estas personas es que se les aplicó una pena tipificada en el código penal de la época por cometer un delito. Dios dijo (traducción del significado):
“El castigo de quienes hacen la guerra a Allah y a Su Mensajero y siembran en la Tierra la corrupción es que se les mate, o crucifique, o se les ampute una mano y el pie opuesto o se les destierre. Esto es para que sean denigrados en esta vida, y en la otra tendrán un terrible castigo” (Al-Má'idah, 5:33).
El debate sobre cuáles son los métodos más apropiados para disuadir el crimen en una sociedad lleva miles de años, en particular entre Oriente y Occidente, y no es el tópico de este artículo. Muchas sociedades occidentales modernas son altamente inseguras, precisamente, porque el sistema penal y judicial es demasiado permisivo, o por el contrario demasiado severo con delitos menores.
Pero sin importar cuál sea el código penal que adopte una sociedad, nadie en su sano juicio argumentaría que dejar impunes los asaltos, violaciones y asesinatos contra la población, es misericordia de alguna clase. Dios dijo (traducción del significado):
“Pero quienes se arrepientan y no sean apresados sepan que Allah es Absolvedor, Misericordioso” (Al-Má'idah, 5:34)
Entonces, Dios incentivó a la gente a arrepentirse y abandonar el crimen y la corrupción, y ordenó castigar a los criminales para disuadir a todas las personas de cometer delitos y abusar los unos de los otros. ¿No es acaso esta la más perfecta misericordia?
Quienes objetan nuestra religión y las leyes que Dios ha revelado con el Islam manifestando exagerada sensibilidad y empatía por el destino de los delincuentes condenados, no muestran al parecer ninguna sensibilidad ni empatía por sus víctimas, generalmente trabajadores honrados, y muy a menudo mujeres y niños, especialmente de los sectores más vulnerables y desprotegidos de la sociedad.
Con respecto a aquellos de la tribu judía de Banu Quraizah que fueron ejecutados en el tiempo del Profeta Muhámmad (que la paz y las bendiciones de Allah sean con él), ellos vivían en Medina y rompieron a traición un pacto de no agresión que habían hecho con los musulmanes, colaborando con las tribus idólatras confederadas cuando la ciudad fue sitiada. Dios dijo (traducción del significado):
“¡Oh, creyentes! Recordad las mercedes con las que Allah os agració, cuando [en la batalla de Al Jandaq] os cercó un ejército [de incrédulos], y enviamos contra ellos un fuerte viento y un ejército [de Ángeles] que no veíais, y Allah bien sabía cuanto hacíais. 10. Cuando os atacaron por todas partes, el terror desencajó vuestras miradas, se os subieron vuestros corazones hasta las gargantas, e hicisteis conjeturas sobre Allah [pensando que no socorrería a los creyentes]. 11. Allí fueron probados los creyentes, y sacudidos por una fuerte conmoción” (Al-Ahzáb, 33:9-11).
Siendo habitantes de Medina que vivían bajo la protección del Mensajero de Dios (que la paz y las bendiciones de Allah sean con él) y del Estado musulmán, no se esperaba que participaran en la defensa de la ciudad. Lo único que se esperaba de ellos era que no socavaran la seguridad de Medina colaborando con los complots de los Confederados extranjeros, que perseguían y declaraban la guerra a los musulmanes desde el comienzo, torturándolos y asesinándolos. Sin embargo, ¡hicieron precisamente esto!
Si se hubiera permitido a estas personas que continuaran socavando la estabilidad social de Medina, complotando y colaborando con un ejército foráneo, ciertamente lo habrían hecho. Y si no se les hubiera penalizado, ciertamente habrían vuelto a engañar y traicionar, firmando más tratados y volviendo a quebrantarlos. Medina habría caído en la ruina y en la guerra civil, y la civilización islámica nunca habría surgido a la luz, y los invaluables aportes que ha hecho a la civilización universal serían desconocidos y habrían sido desarrollados cientos de años después, y no existiría hoy ninguna religión libre de idolatría: el monoteísmo original que practicaron todos los grandes profetas (la paz sea con todos ellos), habría desaparecido de la faz de la Tierra. Alabado sea Dios, Él tuvo misericordia de la humanidad y no permitió que esto sucediera.
Cuando Dios, glorificado y exaltado sea, concedió la victoria a Su Mensajero y a Sus servidores luego del asedio contra la ciudad por parte de los confederados, estos sediciosos y traidores fueron interpelados y se les concedió el derecho a defenderse y hacer un descargo, explicando su accionar. Y acordaron con el Mensajero de Dios (que la paz y las bendiciones de Allah sean con él) aceptar como juez a Sa’d ibn Mu’ádh, quien era un musulmán converso de su propia tribu, que los conocía bien.
Pero el veredicto de Sa’d ibn Mu’ádh no los favoreció, porque él dictaminó que sus soldados fueran ejecutados, y las mujeres y los niños quedaran bajo las órdenes y cuidados de los musulmanes, como se detalla en Al-Bujari (2716) y Muslim (3314). Ciertamente, Sa’d ibn Mu’ádh juzgó de acuerdo a lo que Dios había revelado.
Pero la pregunta aquí es, si este veredicto fue realmente tan injustificado y repulsivo como muchos proponen, ¿por qué Safíyah bint Huiai (que Dios esté complacido con ella), cuyo padre y tío estaban entre los líderes ejecutados de Banu Quraizah, aceptó posteriormente casarse con el Mensajero de Dios (que la paz y las bendiciones de Allah sean con él)? ¿Cómo fue que estuvo de acuerdo?
Muchos dirían que por temor. Sin embargo, eso no explica por qué no huyó cuando tuvo la oportunidad, por qué no apostató del Islam cuando falleció el Mensajero de Dios (que la paz y las bendiciones de Allah sean con él), y más aún: por qué amaba al Mensajero de Dios (que la paz y las bendiciones de Allah sean con él) y murió creyendo en él, en su ejemplo de vida y en su misión. Ninguno de estos objetores de dudosa honestidad se atrevería a responder estas preguntas. En este punto no se limitarían a cuestionar al Profeta Muhámmad (que la paz y las bendiciones de Allah sean con él), y su esposa Safíyah ya no sería una pobre víctima forzada por el miedo, sino una mujer sometida. ¡Cualquier irracionalidad sería preferible para ellos, antes de aceptar que el Profeta Muhámmad (que la paz y las bendiciones de Allah sean con él) fue uno de los más grandes formadores morales de la historia de la humanidad!
At-Tabaráni narró en Al-Mu’yám al-Kabir (177) que Ibn ‘Umar dijo: “Había cierto dolor en la mirada de Safíyah. El Profeta Muhámmad (que la paz y las bendiciones de Allah sean con él) le preguntó: “¿Por qué tienes ese dolor en la mirada?”. Ella le respondió: “Le dije a mi marido que había soñado que la luna caía en mi regazo, pero me abofeteó y me dijo: “¡¿Estás tú deseando casarte con el rey de Iazrib?!” (Iázrib era Medina, por lo tanto se refería al Profeta Muhámmad (que la paz y las bendiciones de Allah sean con él)). Entonces le respondí que no, que detestaba al Profeta Muhámmad porque había mandado a ejecutar a mi padre y a mi tío”.
Entonces el Profeta Muhámmad (que la paz y las bendiciones de Allah sean con él) estuvo durante algún tiempo disculpándose con ella, y diciéndole: “Oh, Safíyah… tu padre me odiaba, solía incitar a los idólatras contra mí y complotar contra los musulmanes…”, hasta que el rencor de Safíyah desapareció”. Clasificado como auténtico por al-Albani en As-Sahihah, 2739.
Con respecto a quien te dijo que “…él mataba a los judíos frente a sus esposas y luego las violaba”, esto es completamente falso y una calumnia. En el caso de esta acusación, a diferencia de la anterior, no se puede creer siquiera que estuviera basado en un reporte de la época. Es de sobra conocido para cualquier historiador que el Profeta Muhámmad (que la paz y las bendiciones de Allah sean con él) prohibió a los musulmanes matar a mujeres y niños durante las batallas, e incluso cosas mucho menores como golpear en el rostro, atacar con fuego o matar a los obreros que hayan sido contratados para asistir a los ejércitos enemigos.
Abu Dawud (2295) narró que Rabah ibn Rabi’ dijo: “Estábamos con el Mensajero de Dios (que la paz y las bendiciones de Allah sean con él) durante una campaña militar, y él vio que la gente se reunía alrededor de algo. Envió a un hombre diciéndole: “Ve y averigua qué está observando la gente”. El hombre fue y volvió, y le dijo que estaban mirando a una mujer que había sido abatida en la batalla. Él replicó: “No puede haber estado luchando…”.
Jalid ibn Walid estaba a cargo de la vanguardia, entonces envió a un hombre a decirle a Walid: “Ninguna mujer ni ningún obrero debe ser abatido en batalla”. Clasificado como auténtico por al-Albani en Sahih Abi Dawud.
Entre los judíos que combatieron al Mensajero de Dios (que la paz y las bendiciones de Allah sean con él) y que fueron perdonados por él, muchos abrazaron luego el Islam, alabado sea Dios.
An-Nasá'i (3376) narró que ‘Atíyah al-Qurazi dijo: “En el día en que Sa’d dio su veredicto sobre la tribu de Banu Quraizah, yo era un muchacho, y ellos no estaban seguros sobre si aplicarme la pena o no. Cuando supieron que no tenía siquiera vello púbico, se me eximió de la pena, y todavía estoy viviendo entre los musulmanes”. Clasificado como auténtico por al-Albani en Sahih An-Nasá'i.
En otras palabras, él era todavía un menor cuando sucedió el juicio de Sa’d contra los Banu Quraizah, por lo que quedó eximido de la pena de ejecución. Posteriormente Dios lo bendijo con el Islam, y él dio testimonio de ello con este reporte registrado por los eruditos.
No es raro escuchar este tipo de mentiras en gente que simula una gran sensibilidad pero carece de los conocimientos más básicos de historia. Lo que no saben, lo inventan para hacerlo encajar en sus argumentos tendenciosos. Realmente son diletantes y charlatanes que buscan impresionar a la gente con golpes bajos, cargados de una emocionalidad irracional y exagerada, que se parecen más a chantajes emocionales que a una verdadera propuesta argumental. No vale la pena gastar tiempo en discutirles, pues saben que lo que dicen no resiste un examen.
Con respecto al verso en el que Dios dijo (traducción del significado):
“A quienes no crean en nuestros signos les arrojaremos al Fuego. Toda vez que se les queme la piel se la cambiaremos por una nueva, para que sigan sufriendo el castigo. Allah es Poderoso, Sabio” (An-Nisá', 4:56).
Aquí Dios, glorificado y exaltado sea, nos está hablando de los malvados y malhechores que negaron los signos de Dios y rechazaron a Sus mensajeros. Él nos cuenta cosas que les sucederán en el Infierno, y que escapan a nuestra comprensión, y que por lo tanto no pueden ser analizadas desde el punto de vista mundano. Ver: Exégesis Coránica (Tafsir), de At-Tabari, 8/484.
¿Quién le ha dicho a la gente que Dios tendrá misericordia de todos los criminales, que los perdonará a todos y que no castigará a nadie? Nunca, jamás ninguna religión ni sistema moral ha producido o sugerido semejante idea.
¿Acaso piensan que Dios tendrá misericordia con aquellos que no tuvieron ninguna? ¿Qué tratará igual a los médicos y a los genocidas, a los bomberos y a los pirómanos, a los santos y a los criminales?
El perdón de Dios es para aquellos que hacen el bien entre la gente, para aquellos que creen en Él, en Sus mensajeros y en Sus libros revelados. Pero aquellos que rechazaron todo esto y se dedicaron al mal, serán severamente castigados, por misericordia hacia aquellos a quienes injuriaron. Dios dijo (traducción del significado):
“Por cierto que los benefactores están más cerca de la misericordia de Allah” (Al-A’ráf, 7:56).
“Dijo [Allah]: Azoto con Mi castigo a quien quiero, pero sabed que Mi misericordia lo abarca todo, y se la concederé a los piadosos que pagan el Zakât y creen en Nuestros signos” (Al-A’ráf, 7:156).
“Los creyentes y las creyentes son aliados unos de otros, ordenan el bien y prohíben el mal, cumplen con la oración prescrita, pagan el Zakât y obedecen a Allah y a Su Mensajero. Allah tendrá misericordia de ellos; y Él es Allah, Poderoso, Sabio” (At-Táwbah, 9:71).
“Por cierto que a quienes no crean en los signos de Allah, Él no los guiará y recibirán un castigo doloroso” (An-Náhl, 16:104).
“Anúnciales a Mis siervos que soy Absolvedor, Misericordioso. 50. Y que Mi castigo es el más doloroso” (Al-Híyr, 15:49-50).
Entonces, Dios emitió una advertencia; envió a Sus mensajeros, reveló Sus leyes contenidas en Sus libros, y presentó evidencias claras, albriciando a los bienhechores y amonestando a los malhechores.
Quien después de esto no responda y reaccione adecuadamente, será destinado al Infierno, por vulnerar los derechos ajenos y los propios, y no podrá culpar a nadie de ello más que a sí mismo.
Si estas personas que ingresarán al Infierno tuvieran un átomo de bien en sus corazones, eso haría que tuvieran un mínimo de temor a Dios y respeto por Sus criaturas, aun si sólo fuera por miedo al castigo. Pero si llegaron al Infierno, es porque no manifestaron fe en Dios, ni temor, ni respeto, ni ninguna de las cualidades que los habrían salvado.
Por lo tanto, los musulmanes debemos permanecer firmes en nuestra religión y no permitir que nadie nos haga dudar de nuestra fe en Dios y en Su Último Mensajero (que la paz y las bendiciones de Allah sean con él).
Si se le fuera a decir a una persona adulta y sana: “Ten cuidado con este veneno, si lo bebes morirás”, y la persona lo bebe siendo plenamente consciente de lo que está haciendo, ¿a quién puede culpar? ¿A Dios, por haber creado las sustancias con las que fue fabricado o a la serpiente de la que fue extraído? ¿O a la persona que lo bebió voluntariamente?
Así como aceptamos los fenómenos del universo sin objetarlos y tal como Dios los ha creado, de la misma forma debemos aceptar las leyes que Dios ha brindado a la humanidad para protegerla y que no se extravíe, y no objetarlas.
Debemos mencionar también que no te recomendamos involucrarte en discusiones con gente capaz de verter argumentos de esa naturaleza tan baja como los que has mencionado. Debes limitarte a señalarles que las enseñanzas del Islam intentan difundir el bien y la honradez entre la gente, y no otra cosa. Por supuesto que siempre es pertinente informar a la gente sobre la historia del Islam y su verdadera naturaleza, y qué mejor para eso que citar las historias registradas en los reportes auténticos sobre la vida del Profeta Muhámmad (que la paz y las bendiciones de Allah sean con él) y sus compañeros.
La historia está llena de sucesos elocuentes que demuestran los enormes esfuerzos que tantos hombres y mujeres nobles y honradas de la época hicieron por seguir esta religión, y el amor que le profesaron al Profeta Muhámmad (que la paz y las bendiciones de Allah sean con él). En muchos casos, particularmente entre los primeros musulmanes de La Meca, la gente elegía los ideales y valores morales y religiosos del Islam y de los musulmanes por encima de las costumbres y tradiciones de sus propias familias. Como en el caso de Umm Habibah, quien eligió convertirse al Islam y se casó con el Profeta Muhámmad (que la paz y las bendiciones de Allah sean con él), aun cuando era la hija de Abu Sufián, quien fue uno de los líderes de los idólatras de La Meca y uno de los más aguerridos enemigos del Islam y los musulmanes.
La historia del Islam está repleta de ejemplos como este. Estos ejemplos de lucha, de sacrificio y de amor por el Islam y por su Mensajero (que la paz y las bendiciones de Allah sean con él) sólo se explican entendiendo que el Islam es una religión de misericordia, y que trajo misericordia a la humanidad.
Ni qué hablar de lo que era la conducta de los gobernantes y líderes de las distintas naciones e imperios no musulmanes en aquella época, si fuéramos a hacer la más ligera comparación con el ejemplo de vida del Profeta Muhámmad (que la paz y las bendiciones de Allah sean con él). Y ni qué hablar si fuéramos a comparar la forma en que el Islam se difundió por el mundo, versus la forma en que el moderno imperialismo anglo americano intenta difundir la libertad y la democracia con bloqueos económicos, invasiones y salvajes bombardeos a todas aquellas naciones que se oponen a sus planes geopolíticos o se niegan a entregar sus recursos naturales a las multinacionales.
Vale mencionar también que si esta persona que dijo objetar a la religión musulmana es judía o cristiana, bien se podría invitarla a leer la Biblia a ver si este libro está exento de menciones sobre la guerra o el castigo divino. Aun si es ateo, puedes mencionarle la corrupción, crímenes y atrocidades que han cometido muchos líderes de movimientos políticos ateos y laicos en el siglo XX o ya entrado el siglo XXI, demostrando definitivamente que el dogmatismo y el fanatismo no son en absoluto cualidades intrínsecas de las religiones, sino cualidades intrínsecas del ser humano sin importar su raza, sexo, nacionalidad, religión, o la época en que haya nacido.
En resumen, la misericordia es para la gente que la busca, la defiende y la practica, y el castigo del Infierno será para aquellos que defiendan los valores opuestos y contrarios.
El Profeta Muhámmad (que la paz y las bendiciones de Allah sean con él) fue enviado como una misericordia para la humanidad, y por eso combatió a aquellos que no tuvieron misericordia de los débiles, de los oprimidos y de la gente inocente. Sin embargo, él fue misericordioso con todas aquellas personas sinceras que no estuvieron de acuerdo con él, y no los combatió ni dejó de tratarlos con misericordia basado en diferencias de opinión.
Debemos recalcar también que el concepto de ‘yihad’ en el Islam, traducido a menudo como ‘guerra santa’, significa en realidad el esfuerzo que el creyente debe hacer en este mundo para seguir y practicar el bien. Porque ello no es fácil y el bien tiene muchos enemigos, por lo que la yihad involucra a veces la lucha armada. Pero básicamente, la yihad es en la filosofía islámica la lucha de toda persona de bien contra su propio egoísmo, su avaricia, y sus malas inclinaciones.