¿La deformidad del feto, o de algunas plantas, o el desequilibrio cósmico que a veces ocurre, es una deficiencia en el señorío y poder de Dios?
La duda planteada en la pregunta fue formulada antiguamente por Yahm ibn Safwán, líder de la secta de los yahmíes. Se cuenta que Yahm salía y veía a los leprosos, y decía: «¿El más Misericordioso de los misericordiosos hace esto?». Con ello quería decir: «Actúa por mera voluntad; si actuara con sabiduría y misericordia, no habría hecho esto».
Esto proviene de la ignorancia de Yahm, pues no entendía la sabiduría, la misericordia y los beneficios que hay en las pruebas y tribulaciones.
Las calamidades y desgracias tienen múltiples sabidurías y objetivos que los sabios han señalado. Entre ellas:
Reconocer la grandeza y el dominio absoluto de la señoría divina.
Reconocer la humildad y sometimiento de la servidumbre ante Dios.
Volver a Dios con arrepentimiento, recurrir a Él, suplicarle y orarle.
Expia los pecados y las faltas.
Ser motivo de misericordia hacia quienes sufren, y ayudarlos en sus tribulaciones.
Reconocer el valor de la bendición de la salud y agradecer por ella.
Descubrir beneficios ocultos en las pruebas.
Las desgracias y calamidades previenen el orgullo y la arrogancia.
El Señor de los mundos es el más sabio de los sabios, el que todo lo sabe, el que no necesita de nadie y el que todo lo puede. Quien posee estas cualidades, sus actos y mandatos nunca se apartan de la sabiduría, la misericordia y el beneficio.
Lo que los siervos no comprenden de los significados de Su sabiduría en Su creación y mandato, les basta saber que en términos generales todo ello implica una sabiduría absoluta y un objetivo loable, aunque no comprendan sus detalles. Esto pertenece al conocimiento del mundo oculto que Dios ha reservado para Sí. Por tanto, les basta encomendarse a Su sabiduría absoluta, general y abarcadora, de la que conocen una parte y se les oculta otra.
Además, Dios Todopoderoso ha establecido los asuntos de Sus siervos de manera que les ha dado a conocer los significados generales de Su creación y mandato, sin entrar en los detalles y sutilezas de estos. Esto es constante en todos los aspectos: principios y detalles.
Por ello, si no logramos comprender la sabiduría específica detrás de algunos fenómenos cósmicos, nos aferramos a lo que conocemos de la sabiduría y la misericordia de Dios, sin negar lo que sabemos debido a los detalles que no alcanzamos a entender. Hacer lo contrario contradice el método científico, que se basa en la observación inductiva para adquirir conocimientos correctos.