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La creación de una conciencia ambiental


(parte 1 de 4): La naturaleza de la naturaleza


“… A Dios pertenece el reino de los cielos y la Tierra; y por


cierto que ante Él compareceréis”. (Corán 39:44)


El Islam enseña que todo en el universo, todos los sistemas ecológicos y las


formas de vida a las que sirven de soporte, son creadas por y dependen de su


Señor, Dios, el Único Dios Verdadero: Allah.


Por tanto, los seres humanos en realidad tienen más en común con el pez en


el mar, los pájaros en el cielo y las bestias que se arrastran sobre la tierra de lo


que tienen en común con Dios mismo.


“No hay criatura que camine en la tierra o vuele con sus


dos alas que no forme una comunidad igual que vosotros.


No hemos omitido nada en el Libro. Éstas [criaturas]


también serán congregadas ante su Señor [el Día del


Juicio]”. (Corán 6:38)


Si bien el hombre puede estar en la cima de la cadena alimenticia, él es


parte de una cadena alimenticia de todas formas; mientras que su Creador no


está limitado por la necesidad de comida ni de buscar refugio ni de


reproducirse. Aquellos que son incapaces de ver esta realidad y en lugar de ello


toman a otros seres humanos como objetos de adoración, harían bien en


considerar el siguiente versículo:


“El Mesías hijo de María es sólo un Mensajero, igual que


los otros Mensajeros que lo precedieron, y su madre fue


una fiel y veraz creyente. Ambos comían alimentos [como


el resto de la humanidad]. Observa cómo les explicamos las


evidencias y observa cómo [a pesar de esto] se desvían”.


(Corán 5:75)


En este versículo está implícito el punto de que si uno necesita comida,


también necesita defecar y orinar a efectos de deshacerse de los productos de


desecho de la comida. Lejos está Dios de tales necesidades fisiológicas.


“Y todos los Mensajeros que te precedieron [¡Oh,


Muhammad!] también se alimentaban y andaban por el


mercado [procurando su sustento]”. (Corán 25:20)


En otras palabras, a pesar de que los Profetas, sus seguidores y los


miembros creyentes de sus familias en verdad fueron los mejores y más rectos


que jamás hayan caminado por la tierra de entre las criaturas de Dios, ellos


seguían siendoSus criaturas, enviadas por Él y totalmente dependientes de Él


para la vida, el sustento y la salvación. Por lo tanto, antes que uno pueda


apreciar realmente la relación entre el hombre y su medio ambiente, uno debe


primero apreciar la relación entre el hombre y Dios.


Ubudiah – La servidumbre al Único Dios


Los musulmanes creen que toda la creación está creada en un estado natural


de sumisión a su Creador. Es decir, en la medida en que todas las cosas se


someten inherentemente al Único Dios, el estado natural de todas las cosas es


el Islam, por así decirlo. El guepardo cazando a la gacela y la gacela huyendo


del guepardo se comportan no sólo como Dios decretó sino, más aún, tal y


como Él ordenó.


“A Él pertenece cuanto hay en los cielos y en la Tierra;


todo Le obedece”. (Corán 30:26)


Es sólo porque la creación sigue precisamente el camino que Dios ha


establecido para ella que tenemos balance y armonía por todo el universo, lo


que es más conocido comúnmente como “ley de la naturaleza” o el “orden


natural de las cosas”. Esta obediencia del mundo que nos rodea a lo Divino a


través de su actuar de acuerdo a su naturaleza imbuida es, en sí misma, un


estado de servidumbre perpetua y de adoración. Numerosos pasajes del Corán


señalan esta realidad.


“¿Acaso no ves [¡Oh, Muhammad!] que todo cuanto existe


en los cielos y en la Tierra glorifica a Dios? Hasta las aves


con sus alas desplegadas lo hacen. Todos saben cómo


adorarlo y glorificarlo; y Dios bien sabe lo que hacen”.


(Corán 24:41)


“Lo glorifican los siete cielos, la Tierra y todo cuanto hay


en ellos. No existe nada que no Lo glorifique con alabanzas,


pero no podéis percibir sus glorificaciones. Él es Tolerante,


Absolvedor”. (Corán 17:44)


“Todos los que habitan en los cielos y en la Tierra se


presentarán sumisos ante el Clemente”. (Corán 19:93)


Fitra – La naturaleza primordial del hombre


Los humanos también están creados con una disposición islámica natural,


conocida como fitra. Si sólo siguieran su fitra o “naturaleza”, todos los seres


humanos serían creyentes del Tawhid (monoteísmo Islámico), instintivamente


reconocerían a su Creador y se inclinarían a adorarlo y a realizar buenas obras


en general. Dios dice en el Corán:


“Conságrate [¡Oh, Muhammad!] al monoteísmo, que ello


es la inclinación natural con la que Dios creó a los hombres.


La religión de Dios es inalterable y ésta es la forma de


adoración verdadera, pero la mayoría de los hombres lo


ignora”. (Corán 30:30)


Por lo tanto, se puede argumentar con razón que el Islam y, por extensión,


todo lo que se considera bueno, incluyendo la conciencia social, no es algo que


necesariamente deba adoctrinarse, sino que simplemente debe ser despertado


de las profundidades de la conciencia del hombre. Sólo entonces la humanidad


estará en sintonía con el resto del universo. Después de todo, cada alma


humana que ha vivido y que vivirá ha jurado al menos una vez haber


reconocido a su Creador.


“Y tu Señor creó a partir de Adán su descendencia e hizo


que todos ellos atestiguaran [diciéndoles]: ¿Acaso no soy


Yo vuestro Señor? Respondieron: Sí, lo atestiguamos. Esto


es para que el Día de la Resurrección no digáis: No


sabíamos [que Dios era nuestro Señor]”. (Corán 7:172)


(parte 2 de 4): El hombre – Auxiliar de Dios en la Tierra


“Y cuando tu Señor les dijo a los ángeles: He de establecer


un Califa en la Tierra, dijeron: ¿Pondrás en ella quien la


corrompa [desbastándola] y derrame sangre siendo que


nosotros te alabamos y santificamos? Dijo: En verdad Yo


sé lo que vosotros ignoráis’”. (Corán 2:30)


La humanidad, a través de su padre Adán, fue enviada a la Tierra como


su Califa–un término que simultáneamente significa: sucesor, administrador,


síndico, representante y guardián–. Es decir, el hombre fue hecho responsable


de utilizar los recursos de la Tierra con la consideración debida, recursos que


Dios ha sometido a todas sus necesidades.


“Dios es Quien creó los cielos y la Tierra e hizo descender


la lluvia del cielo con la que hace brotar los frutos para


vuestro sustento. Él os sometió las naves para que con ellas


surquéis el mar por Su designio, y os sometió los ríos [para


que os beneficiéis de ellos]”. (Corán 14:32-33)


“¿Acaso no veis que Dios os sometió todo cuanto hay en los


cielos y en la Tierra, y os colmó de Sus gracias, las cuales


podéis apreciar algunas y otras no? Pero, a pesar de esto,


entre los hombres hay quienes discuten acerca de Dios sin


tener ningún tipo de conocimiento, guía o libro revelado”.


(Corán 31:20)


Por lo tanto, la Tierra ha sido creada con una causa y afecto definidos:


facilitar a los humanos el cumplimiento de los fines por los cuales fueron


creados ellos mismos, que son adorar y servir a su Creador.


“Por cierto que he creado a los genios y a los hombres para


que Me adoren”. (Corán 51:56)


Aunque la creación de los cielos y de la Tierra es en verdad mayor que la


creación de la humanidad ante los ojos de Dios [véase Corán 40:57], los


humanos tienen una responsabilidad que no tienen los cielos ni la tierra. De


hecho, Dios le ofreció a los cielos y a la Tierra confiarles la responsabilidad


moral. Sin embargo, ellos comprendieron el peso de lo que se les pedía y


respetuosamente declinaron. Adán, sin embargo, aceptó la responsabilidad


moral por parte de la humanidad. Lamentablemente, a diferencia de su padre,


muchos de los descendientes de Adán fueron y son incrédulos, incompetentes y


poco dispuestos a mantenerse fieles a sus obligaciones.


“Ciertamente propusimos concederle la responsabilidad a


los cielos, a la Tierra y a las montañas, y rehusaron cargar


con él, y sintieron temor de ello. Pero el hombre cargó con


él; en verdad el hombre es injusto consigo mismo e


ignorante”. (Corán 33:72)


Cuando el hombre cumple fielmente con lo que se le ha confiado,


obedeciendo y adorando a Dios de acuerdo a su naturaleza primigenia, obtiene


la complacencia y la recompensa de Dios; cuando no, está en necesidad de Su


perdón. Por cierto, la única razón por la que una persona sucumbe a los deseos


falsos y opresivos, es porque se está dejando alejar engañosamente de su


naturaleza, apartándose del camino recto y transitando el camino errado


tomado por el enemigo de Dios y del hombre: Satanás.


“Y agregó [Satanás]: ¿Por qué lo has honrado más que a


mí [que me has creado de fuego]? Si me dejas vivir hasta el


Día de la Resurrección, desviaré a la mayoría de sus


descendientes”. (Corán 17:62)


“Dios maldijo a Satanás y éste replicó: Seduciré a una gran


mayoría de Tus siervos. Y los desviaré, les daré falsas


esperanzas, les ordenaré que hiendan las orejas del ganado


[marcándolas como ofrenda para falsas deidades] y que


alteren la creación de Dios. Quien tome a Satanás como


amigo en lugar de Dios estará evidentemente perdido. Les


hace promesas y les da falsas esperanzas, pero Satanás no


les promete sino algo ilusorio”. (Corán 4:118-120)


Así, después de enterarse de una realidad más importante respecto al


ambiente natural y a nuestro lugar en él, y es que aparte de la humanidad (y


los yinn), toda la creación animada e inanimada es inherentemente obediente a


Dios y está en armonía consigo misma; también aprendemos cómo el hombre


puede recuperar su estado natural inocente: sirviendo y obedeciendo a Dios. Y


entre la gran cantidad de actos de obediencia dignos de elogio está nuestro


comportamiento responsable con el mundo que nos rodea. Un mundo que, para


el propósito de este discurso, puede ser dividido en dos reinos o recursos


principales: los sujetos del reino animal y sus hábitats naturales.


“Dios es Quien os sometió el mar para que las


embarcaciones navegasen sobre él por Su designio, y así


pudieseis procurar el sustento. Sed agradecidos con Dios,


pues. Y os sometió cuanto hay en los cielos y la Tierra por


Su gracia. Ciertamente en esto hay signos para quienes


reflexionan”. (Corán 45:12-13)


(parte 3 de 4): La ética del trato hacia los animales


“Dios creó [al hombre y a] todos los animales a partir del


agua. Algunos de ellos se arrastran sobre sus vientres, otros


caminan sobre dos patas, y otros sobre cuatro. Dios crea lo


que quiere; ciertamente Él tiene poder sobre todas las


cosas”. (Corán 24:45)


A través de los textos revelados del Islam, encontramos que Dios no tiene


a los animales jugando papeles insignificantes en el destino de las naciones.


Después de todo, en el versículo anterior somos informados de nuestro origen


común: el agua.


En la historia del pueblo de Zamud, por ejemplo, se nos brinda una


indicación de la obligación Islámica del trato ético hacia los animales, o más


precisamente, las consecuencias graves de maltratarlos. Pues fue sólo después


que Zamud sacrificara a la camella enviada milagrosamente a ellos por Dios


como una Señal, luego que ya habían oprimido a la bestia negándole agua para


beber, que Dios destruyó la nación en una sola explosión poderosa[1].


“El pueblo de Zamud desmintió [a su Mensajero] por


soberbia. Y el más inicuo de entre ellos se propuso matar a


la camella. El Enviado de Dios [Salih] les previno: No


matéis la camella [enviada como un milagro] de Dios y


dejadla beber. Pero lo desmintieron y la mataron.


Entonces, su Señor los destruyó a todos por lo que


cometieron”. (Corán 91:11-4)


En aras de apreciar mejor qué tan seriamente defiende el Islam lo que en


tiempos modernos es comúnmente conocido como “derechos de los animales”,


y qué tan seriamente el Islam criminaliza cualquier daño hecho a los animales,


uno no necesita aventurarse más allá de las narraciones auténticas (en


árabe ahadiz) del Profeta Muhammad. Ningún comentario detallado será


necesario, pues las palabras del Profeta, a menudo muy cargadas de emoción y


empatía por los pájaros y bestias que sufren, hablan con vehemencia por sí


mismas, en tanto que ellas mismas ilustran vivamente la atención


“humanística” sin precedentes del Islam por las criaturas que acompañan al


hombre. Entre los muchos dichos del Profeta Muhammad están:


“Mientras un hombre caminaba por un camino, se sintió embargado por


una sed aguda. Entonces, halló un pozo, descendió en él, bebió (hasta


hartarse) y salió. Luego, vio a un perro jadeando fuerte y comiendo barro.


El hombre dijo: ‘En verdad, este perro está embargado con la misma sed


que yo tenía’. Entonces descendió (de nuevo) al pozo y llenó sus medias de


cuero con agua. Sosteniendo en su boca los calcetines, salió del pozo y


aplacó la sed del perro. Por ello, Dios devolvió al hombre su buena acción


y le perdonó sus pecados”. Los Compañeros le preguntaron: “¡Oh,


Mensajero de Dios! ¿Seremos premiados por (tener buen corazón hacia)


los animales?” El Profeta contestó: “Habrá recompensa por (mostrar


bondad hacia) todo ser viviente”. (Sahih Al-Bujari, Sahih Muslim, Abu


Dawud)


“Una mujer fue castigada a causa de un gato. Ella lo encerró hasta que


murió, así que entró en el Infierno. Ella no lo alimentó ni sació su sed


mientras lo mantuvo cautivo, ni le permitió que saliera a comer los


insectos de la tierra”. (Sahih Al-Bujari, Sahih Muslim, Ibn Mayah)


“Quienquiera que mate incluso a un gorrión sin una buena razón, Dios le


pedirá cuentas de ello el Día de la Resurrección.” (Ahmad)


“No utilicen criaturas vivientes como blanco de prácticas de tiro”. (Sahih


Muslim)


“Un Profeta de Dios anterior fue picado por una hormiga y entonces,


furioso, ordenó que el hormiguero entero fuera quemado. En esto, Dios


reprendió a este Profeta con las palabras: ‘Por una hormiga que te ha


picado, has quemado a una comunidad entera que Me glorificaba’”.


(Sahih Al-Bujari, Sahih Muslim)


“Aquel para quien su caballo es una fuente de recompensas es aquel que lo


mantiene en el camino de Dios, y lo ata con una cuerda larga en un pastizal


o jardín. Tal persona obtendrá una recompensa igual a lo que la cuerda


larga le permita al caballo comer en el pastizal o jardín. Y si el caballo


rompe la cuerda y cruza una o dos colinas, entonces todas las marcas de


sus pezuñas y su estiércol serán contados como obras buenas para su


dueño. Y si pasa por un río y bebe de él, entonces eso también será


considerado una obra buena por parte de su dueño”. (Sahih Al-Bujari)


“No recorten el tupé de un caballo, pues su presencia está atada a su tupé;


ni su crin, pues lo protege; ni su cola, pues es su espantamoscas”. (Abu


Dawud)


“Cuando un hombre cabalgaba a un buey, éste se volvió hacia él y le dijo:


‘No he sido creado con este propósito, he sido creado para el arado’”.


(Sahih Al-Bujari)


Abdullah bin Abbas narró:


“El Mensajero de Dios prohibió incitar a los animales a que peleen unos


con otros.” (Sahih Al-Bujari, Sahih Muslim, at-Tirmidhi)


Abdur-Rahman bin Abdullah bin Mas‘ud narró:


“Estábamos en un viaje con el Mensajero de Dios y él nos dejó por un rato.


Durante su ausencia, vimos un pájaro llamado Hummara con sus dos


polluelos y tomamos a los jóvenes. La madre estaba dando círculos sobre


nosotros, batiendo sus alas con gran pena, cuando el Profeta volvió y dijo:


‘¿Quién ha herido los sentimientos de esta ave tomando a sus crías?


¡Regrésenselas!’” (Sahih Muslim)


Yabir bin Abdullah narró que el Profeta, al ver pasar a un burro que había


sido marcado en la cara, se molestó tanto que exclamó:


“Dios mío, castiga al que lo marcó”. (Sahih Muslim)


La esposa del profeta, A’isha, narró: “Estaba cabalgando un camello difícil,


y para hacerlo girar lo hice con rudeza. El Profeta me dijo:


‘Te corresponde tratar a los animales con gentileza’”. (Sahih Muslim)


Yahya bin Said narró:


“El Profeta fue visto limpiando el rostro de su caballo con su ropa. Cuando


se le preguntó por qué hacía eso, respondió: ‘Anoche fui reprendido por


Dios por haber descuidado a mi caballo’”. (Muwatta)


Abdullah bin Ya’far mencionó que el Profeta pasó junto a algunos niños


que estaban disparándole flechas a un carnero, y los reprendió diciéndoles:


“No mutilen al pobre animal”. (An-Nasai)


Incluso una lectura superficial de las citadas palabras del Profeta pondrá de


manifiesto cómo el dañar, abusar o mutilar a los animales acarrea una censura


severa en este mundo y un castigo duro en el más allá, mientras que proteger a


los animales y mostrar misericordia y amabilidad con ellos es recompensado


por Dios, y es un camino de perdón y de expiación de pecados. Está claro


también que el Islam reconoce el dolor y el sufrimiento que sienten y


experimentan los animales —tanto el físico como el psicológico—, y cómo


ellos reconocen instintivamente cuando se comete una injusticia con ellos. De


forma muy notable, el Islam también reconoce que los animales poseen una


consciencia, dignidad natural, e incluso identidades individuales únicas (un


pájaro llamado “Hummara”, una mula llamada “Uqair”, etc.).


“Creó la Tierra para Sus criaturas. En ella hay árboles


frutales, palmeras con racimos de dátiles, granos con su


forraje y plantas aromáticas. ¿Cuál de las gracias de


vuestro Señor negaréis?” (Corán 55:10-13)


Footnotes:


[1] La destrucción de la camella, en sí misma, no es la razón por la cual Dios destruyó la


nación. Más bien, es la destrucción de Su Señal Especial que había sido enviada a ellos, tal


destrucción simbolizaba su negativa absoluta de Dios como el Uno al que regresarían, y del


Tawhid como la religión que Él ordenó. De forma similar, cuando un ser humano lastima a


cualquier animal sin causa justa, está negando uno de los aspectos que Dios ha ordenado


respecto a cómo debe actuar la humanidad, que es la misericordia. Cuando un hombre le


niega a un animal (o a la vegetación) su derecho a la misericordia, entonces el derecho a la


misericordia que el hombre tiene por parte de Dios es igualmente negado, y él será castigado.


Además, si un hombre tiene intencionalmente misericordia hacia un animal, vegetación o


persona, entonces Dios lo recompensará con Su misericordia.


(parte 4 de 4): La tierra verde de Dios


“Él posee las llaves de lo oculto y nadie más que Él las


conoce. Sabe lo que hay en la tierra y en el mar. No hay


hoja que caiga que Él no lo sepa, ni grano en el seno de la


tierra, o algo que esté verde o seco sin que se encuentre


registrado en un libro evidente”. (Corán 6:59)


El Profeta Muhammad, que la misericordia y las bendiciones de Dios sean


con él, dijo una vez:


“El mundo es verde y hermoso, y Dios te ha nombrado como su


guardián”.(Sahih Muslim)


Mantener la tierra verde, productiva y beneficiosa para el hombre y los


animales es una de las más nobles preocupaciones de acuerdo al Islam.


Aprendemos del Profeta que:


“No hay nadie entre los creyentes que plante un árbol, o siembre una


semilla, y luego un pájaro, o una persona, o un animal coma de ello, sin


que lo considere como que ha dado un regalo en caridad (por el cual puede


esperar la complacencia y la recompensa de Dios)”. (Sahih Al-Bujari)


Plantar vegetación es un esfuerzo tan virtuoso ante los Ojos de Dios que se


anima a que sea realizado aunque sea el último acto de una persona en la


Tierra. El Profeta dijo:


“Incluso cuando el Día del Juicio llegue (a ustedes), si alguno tiene un


brote de palma en la mano, debe plantarlo”. (Ahmad)


En cuanto a la pregunta de quién tiene derechos sobre el forraje y otros


recursos que son vitales para la supervivencia y el bienestar de la humanidad, el


Profeta declaró explícitamente:


“Las personas son socias en tres cosas: el agua, el forraje y el (combustible


para el) fuego”. (Ibn Mayah)


Es un hecho en el Islam que si los recursos vitales de la tierra no se


comparten equitativamente, las sociedades se polarizarán entre los que tienen y


los que no tienen. Por lo tanto, a aquellos musulmanes que se encuentran en


control de provisiones más allá de sus medios se les anima a que sean


caritativos y compasivos con los menos afortunados por un lado, y por otro,


que eviten el acaparamiento y el derroche. En cualquier caso, la institución


islámica obligatoria del zakat (donación para los pobres), la prohibición de


la riba (usura en todas sus formas), y el sistema económico ético del Islam en


general, en conjunto garantizan que la brecha entre ricos y pobres no


permanezca insuperable o, en todo caso, sea muy porosa.


“Él es Quien ha creado huertos, unos con plantas rastreras


y otros con plantas que crecen hacia lo alto, [y ha creado


también] las palmeras, las plantas de diferentes frutos, los


olivos, y los granados; [todos de aspecto] parecido pero [de


frutos con sabores] diferentes. Comed de sus frutos cuando


maduren, pero pagad lo que corresponda por ellos [de


Zakat] el día de la cosecha; y no derrochéis, porque Dios no


ama a los derrochadores”. (Corán 6:141)


La causa del desarrollo sostenible —la habilidad de las generaciones


actuales de desarrollarse sin comprometer las necesidades de las generaciones


futuras— está en sí misma en completa armonía con las enseñanzas del Islam.


Hoy día, menos del 25% de la población mundial consume más del 75% de los


recursos del planeta. Es esta apropiación indebida, este desperdicio, abuso y


uso excesivo de los recursos mundiales, lo que conforma el consumo


insostenible de los mismos. En cuanto a los culpables de tal abuso, ellos


recibirán su merecido de forma severa en el más allá, como fue mencionado


por el Profeta cuando dijo:


“(Hay)... tres tipos de personas con las que Dios, el Día de la Resurrección,


nunca intercambiará palabras, ni los mirará… es aquel que posee un


exceso de agua pero no lo comparte con los demás. Dios le dirá: ‘Hoy no


compartiré Mi gracia contigo, así como dejaste de compartir con los otros


el exceso de agua que no habías creado por ti mismo’”. (Sahih Al Bujari)


“Y Él es Quien ha hecho que os sucedáis unos a otros en la


Tierra, y ha agraciado a unos más que a otros para


probaros con ello. Ciertamente tu Señor es rápido en


castigar, pero también es Absolvedor, Misericordioso”.


(Corán 6:165)


En realidad, la pérdida acelerada de biodiversidad, la destrucción de


hábitats naturales, la contaminación y el daño a los ecosistemas, y la


degradación ambiental en general, daño y destrucción, por no hablar de la


opresión a gran escala sufrida por muchos de los habitantes del mundo, son


todas formas de los signos manifiestos de la corrupción y la villanía en la tierra.


“Por cierto que en las generaciones que os precedieron


hubo sólo unos pocos piadosos, a quienes salvamos, que se


opusieron a la corrupción en la Tierra. En cambio, los


inicuos [que eran la mayoría] permanecieron cegados por


los placeres de la vida mundanal, y fueron pecadores”.


(Corán 11:116)


Si la humanidad fracasa en su deber y responsabilidad hacia el Único


(Dios) más grande que él, ¿cómo puede esperarse que sea obediente y


responsable con lo que considera menor que él? Si hay ingratitud hacia el


Creador, ¿cómo puede el hombre mostrar gratitud hacia su prójimo, y mucho


menos hacia las bestias de la tierra? Si el ser humano se preocupa poco por el


balance de sus buenas obras ante Su Señor, ¿por qué habría de esperarse que se


preocupe por el balance del mundo a su alrededor?


“Y creía [el malvado] que jamás comparecería [ante Dios].


Pero al contrario, tu Señor estaba bien informado de lo que


hacía”. (Corán 84:14-15)


Por lo tanto, ¡que toda la humanidad tenga cuidado! En verdad que


cosechamos lo que sembramos. Todo lo que hacemos en esta vida se nos


devolverá después de nuestra muerte. Nosotros, los seres humanos que hemos


tenido toda la tierra y sus criaturas a nuestro servicio por una causa justa. Este


simple hecho debería hacernos responsables de nuestra preparación para ese día


fatídico, el Día del Juicio.


“Cuando la Tierra se sacuda por el gran terremoto, y


expulse su carga [haciendo surgir a los muertos de sus


tumbas], y el hombre diga: ¿Qué le sucede? Ese día, la


Tierra dará testimonio [atestiguando el bien y el mal que se


hubiere cometido sobre ella]”. (Corán 99:1-4)



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