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El número de los musulmanes en España en los últimos años aumentó, a tal punto que llegaron a ser una gran colonia que tiene una destacada posición. Eso ocurrió sobre todo después de que la emigración del norte de África (Marruecos y Argelia) se intensificó y empezó a pasar a Europa a través del estrecho de Gibraltar. Y a causa del aumento creciente de musulmanes, surgió la preocupación de construir mezquitas y lugares para efectuar la oración, sea en las grandes ciudades o en varias aldeas pequeñas que atrajeron a la mano de obra inmigrante. Es así que las mezquitas empezaron a llamar la atención pasando a ser puntos de encuentro y sus puertas y minaretes se iluminan para celebrar el sagrado mes de Ramadán.





En los vecindarios de estas mezquitas, se comenzaron a difundir nuevas tradiciones que no se conocían antes; como las mesas de Iftar (servir comida para los ayunantes en Ramadán) y las escuelas donde se enseña la lengua árabe y el Noble Corán a los hijos de los musulmanes, para que no pierdan su lengua con el pasar de las generaciones.





Este fenómeno fue algo nuevo para la España católica, que desde cuando Granada cayó, cinco siglos atrás y se estableció el Estado de la España unificada bajo la corona real católica, no reconocía ninguna otra religión salvo “el catolicismo”. Tampoco admitían las otras Iglesias cristianas: las ortodoxas, protestantes y otras de las ramas pertenecientes al cristianismo, además de las otras dos religiones celestiales: el Islam y el judaísmo que no eran reconocidas. Los adeptos de dichas religiones eran considerados “ateos” según las leyes de la España católica. También, la ley castigaba la práctica de los ritos religiosos conforme a esas religiones, y ordenaba confiscar el dinero de quien practicaba unos ritos disconformes con la Iglesia católica. Y por eso, los ritos de esas religiones se realizaban en secreto, o muchas veces bajo un estricto control gubernamental.





Esta situación siguió así hasta un corto período antes de la muerte del General Franco, y de la conversión de España al sistema democrático pluralista, y en un Estado laico y no religioso en cumplimiento de la Constitución de 1978. Y desde entonces, las autoridades españolas tomaron rápidos pasos hacia liberar la vida civil del dominio de la Iglesia católica y empezaron a reconocer la libertad de practicar los ritos de otras religiones. También, se eliminó la referencia a la religión del ciudadano español en los papeles oficiales.





De aquí, empezaron a organizarse institucionalmente las otras religiones aparte de la católica según leyes que permitían la institución de lugares de adoración propios para las religiones reconocidas por el Estado; entre ellas el Islam. Por lo tanto, se difundieron las mezquitas que llegaron a ser más de 300.





La actividad de algunas de ellas no se limita solamente a la práctica de As-Salat y las celebraciones religiosas de temporada, sino que se transformaron en verdaderos centros culturales islámicos. Quizá el más importante de todos sea “el Centro Cultural Islámico de Madrid”, el cual fue construido por donación del rey Fahd ibn ‘Abd Al ‘Aziz  en un terreno que el municipio de Madrid regaló a la comunidad musulmana. El centro está bajo la administración de “la Liga Islámica Mundial[IA1] ”. Además, el príncipe Salman ibn ‘Abd Al ‘Aziz inauguró el centro acompañado por Juan Carlos I, el rey de España en 24 Rabi‘ Al Awwal 1413/01-09-1992, en una ceremonia que la colonia musulmana en España consideró un comienzo para una verdadera actividad islámica y un apoyo para su presencia en ese país.





Actualmente lo dirige el profesor Salih ibn Muhammad Al-Sinaydi, quien obtuvo el doctorado en la Universidad de Granada, y quien afirmó que la superficie total del centro islámico es mayor a 13000 metros cuadrados. Y por lo tanto es uno de los centros islámicos más grandes en Europa. Esta superficie está distribuida en cinco pisos, dos de los cuales están en el subsuelo. También, el edificio incluye una mezquita de mil metros cuadrados, adornada con cincuenta columnas de mármol rojo y negro; además de unos versos coránicos grabados en madera. La iluminan candelabros de estilo islámico. El resto de la superficie está dividido entre la escuela en la cual estudian los hijos de los musulmanes, con arreglo a los contenidos educativos saudíes, y alberga aproximadamente 250 estudiantes de guardería infantil, escuela primaria y preparatoria. Además, la biblioteca ocupa una importante posición en esta nueva estructura islámica; ya que, contiene los libros clásicos que actualmente suman más de 30000 libros. Y según lo que mencionó el doctor Al-Sinaydi, la biblioteca se está proveyendo paso a paso de las publicaciones más recientes en varias lenguas, y en todos los campos del conocimiento humano. Tal vez la sala más impresionante del Centro Cultural Islámico sea la enorme sala de conferencias que incluye un teatro abastecido de todo el equipo necesario, en el que caben 500 personas. También, sus butacas están provistas de los equipos de traducción simultánea a tres idiomas al mismo tiempo. Eso es además de la sala de gimnasio y de las artesanías que hace de la actividad social una de las principales del centro; puesto que, se ayuda a las mujeres y jóvenes huérfanas o necesitadas, enseñándoles la hechura y costura bajo la guía de algunas voluntarias, con el fin de enseñarles una profesión con la cual pueden ganarse una vida honesta.





Y no debemos olvidarnos del museo islámico, singular en su clase, que incluye un número de antigüedades científicas que confirman el gran progreso científico que alcanzaron los musulmanes y con el cual superaron a otras civilizaciones que vivían épocas de oscuridad.





La unificación de los musulmanes





Y acerca de la actividad religiosa y social del centro; el doctor Al-Sinaydi dice que el Centro Cultural Islámico de Madrid que él dirige, trata de unificar al conjunto de las comunidades musulmanas desparramadas por España bajo una única bandera, especialmente después de que su número aumentó de modo significativo y se dividieron en comunidades separadas debido a la afiliación nacional o étnica. También, afirma que el número de los musulmanes en España no se ha precisado, sino que, la Unión de Comunidades Islámicas de España calcula su número entre 600 o 700 mil musulmanes, entre los cuales 200000 nacieron llevando la nacionalidad española o de padres musulmanes, y se concentran en las grandes ciudades como Madrid, Barcelona y Valencia, además de las dos ciudades: Ceuta y Melilla que están en disputa con Marruecos. Y se estima que el número de aquellos que abrazaron la fe musulmana en los últimos veinte años es 30000. 





Además, dice que hay quien estima que el número de las mezquitas que los musulmanes residentes en España frecuentan, es aproximadamente 300 mezquitas y oratorios; y de estas mezquitas tres están en la capital Madrid, y la más grande en tamaño y la más importante en cuanto a la actividad religiosa, cultural y social es el Centro Cultural Islámico.





A pesar de esta presencia, los musulmanes siguen enfrentando varios problemas en sus tratos diarios, y particularmente a la luz de los acontecimientos registrados en algunos Estados Islámicos a través de los diferentes medios de comunicación.





El Centro Cultural Islámico y su dirección están intentando en los últimos años corregir los conceptos erróneos del Islam, contestar a las preguntas y abrir el diálogo con los medios de comunicación para encaminarlos hacia conceptos correctos. También, Al-Sinaydi afirma que esta obra tiene resonancia, sobre todo a la luz de los intentos del gobierno español para abrir canales durables de diálogo con las comunidades musulmanas.





Sin embargo, aún hay problemas por resolver concernientes al desenvolvimiento de la vida de los musulmanes como ciudadanos españoles, que cumplen con sus deberes y tienen los derechos de ciudadanía ante el Estado.





Uno de los problemas principales es el hecho de enseñar el Islam a los hijos de los musulmanes en las escuelas gubernamentales. Esta demanda fue aceptada recientemente por el gobierno español, y el Centro Cultural Islámico de Madrid fue aprobado como una de las autoridades a las cuales los musulmanes pueden recurrir para pedir ingresar a sus hijos en las clases de estudio de la religión islámica en las escuelas gubernamentales. Este paso de parte del gobierno español, se considera acertado.





El Centro Cultural Islámico se encargaba y aún se encarga de apoyar esas escuelas con los profesores de lengua árabe y de religión, gratis. O algunos padres de los estudiantes se ofrecen como voluntarios para enseñar esta materia, aunque fue firmado un acuerdo entre la dirección y la Unión de los Musulmanes para facilitar esta misión a través de docentes pagados por el gobierno.





Además, el Centro Cultural Islámico facilita la presencia de quien supervise las operaciones del degüello según la Shari’a, ya que no hay mataderos donde se puede degollar según la Shari‘ah, salvo en Madrid, la capital, cuyo matadero dedica dos días a la semana a degollar con la asistencia de un delegado del Centro Cultural Islámico.





De las actividades del Centro Cultural Islámico de Madrid está también la asistencia y supervisión de los rituales fúnebres según la Shari’a; algo que para muchos musulmanes representaba un gran problema, puesto que no hay cementerios musulmanes excepto en Ceuta y Melilla porque en ellas hay una mayoría musulmana, y aquellos entierros cerca de la capital Madrid, que fueron establecidos por orden del General Franco, quien tomaba soldados marroquíes como guardias personales.





Invitar a la gente hacia el camino de Al-lah es el deber de todo musulmán responsable y consciente. Debido a que no hay clero o una clase sacerdotal entre los musulmanes, el deber de predicar el Islam no está limitado a un grupo imaginario llamado "hombres de Dios" o "religiosos" como en otras religiones. En el Islam todo hombre o mujer es un “hombre/mujer de Dios”, y cada uno rendirá cuentas a Al-lah acerca de si cumplió o no con sus obligaciones sinceramente y dando lo mejor de sí.





Urgiendo a los musulmanes a cumplir con sus responsabilidades en este sentido, Al-lah, Todopoderoso, Dice (lo que se interpreta en español): {Quién puede expresar palabras más bellas que aquel que exhorta a los hombres a creer en Al-lah, obra rectamente, y dice: ¡Ciertamente me cuento entre quienes se someten a Al-lah!} [Corán 41:33]





Por lo tanto, uno no tiene por qué ser un erudito ni un gran jurista para llamar a otros hacia el Islam. Es mejor que el musulmán sea un predicador que llama al Islam mediante su buena conducta que alguien que lo hace con elocuentes discursos, pues predicar a los demás lo que uno mismo no hace se considera un esfuerzo que nunca ganará las mentes y corazones de aquellos que lo escuchan. Más aun, el tener esta actitud es algo que no complace a Al-lah, ya que Él Dice (lo que se interpreta en español): {¡Oh, creyentes! ¿Por qué decís lo que no hacéis? Es muy aborrecible para Al-lah que digáis lo que no hacéis.}[Corán 61:2-3]





El adagio "las acciones valen más que las palabras" encontró siempre eco en la historia islámica, en especial en lo que respecta a la prédica y difusión del Islam en territorios no musulmanes, como partes de Asia, África y Europa, a través de la buena conducta y ética de los mercaderes musulmanes que tuvieron contactos comerciales con la gente de dichas regiones.





A continuación, mencionaremos un resumen de la difusión pacífica del Islam que estos hombres llevaron a cabo:





Sudeste de Asia





En el siglo 14, la región del mundo hoy conocida como Malasia, en la cual se practicaba el hinduismo y el budismo, entró en contacto con mercaderes musulmanes provenientes de la India y China. Con el paso del tiempo, los reyes malayos adoptaron el Islam como su fuente de legitimidad. Fue durante este periodo que la identidad islámica y la malaya se combinaron, aunque algunas costumbres y prácticas hindús y pre-hindús se mantuvieron como parte de la mezcla social y cultural malaya. 





La influencia musulmana en el sudeste de Asia tiene por lo menos seis siglos de antigüedad, aunque algunos dicen que es mucho más antigua y la colocan en el año 1 100 de la era común, tal es el caso de algunas regiones como Aceh al norte de Sumatra en Indonesia. Sin importar cuál sea la fecha exacta, no hay duda de que muchas personas en lo que hoy es Malasia, el sur de Tailandia, Indonesia, Brunei y el sur de las Filipinas se convirtieron al Islam en unos cien años.





En el año 1500, el historiador Anthony Reid notó que la influencia islámica estaba presente en los puertos de Sumatra, Java y Malasia. La gente del sureste de Asia entró en contacto directo con mercaderes musulmanes, quienes no solo habían estado en la India, sino en Arabia. Muchos eruditos musulmanes árabes llegaron a Malasia e Indonesia, facilitando así un conocimiento más profundo sobre la nueva religión.





La exitosa expansión del Islam en Indonesia, Malasia y las Filipinas le debe mucho a la temprana introducción del texto del Sagrado Corán y otros libros islámicos entre la población de estas regiones.





Hoy en día, el 90% de los indonesios son musulmanes, mientras que más de la mitad de la población de Malasia también lo es. En las Filipinas, donde los españoles (y posteriormente los norteamericanos) ganaron la guerra por conversos, solo el 5% de la población es musulmana.





África





El crecimiento de las ciudades fue causa y efecto de la expansión del Islam y el crecimiento económico en las regiones controladas por los musulmanes en África. El desarrollo cultural en la literatura, las artes, las ciencias, la manufactura y el comercio acompañó la difusión del Islam y su influencia en la vida religiosa, intelectual, económica y política de esas áreas.





A pesar que el gobierno musulmán unificado duró poco más de un siglo, el Islam siguió creciendo, y la cultura y sociedad musulmana floreció.





Antes del año 1500, el Islam se había expandido ampliamente en las regiones sub saharianas de África. El primer pueblo al sur del Sahara en tener una población mayoritariamente musulmana fue Gao, en las orillas del rio Níger, en Mali, antes del 990, cuando el gobernante de la ciudad se convirtió al Islam. Con el paso de los siglos, muchos otros gobernantes hicieron lo mismo. En el año 1040, varios grupos de personas se hicieron musulmanes en Senegal. Fueron ellos quienes hicieron llegar el Islam a lo que hoy es Senegal, el occidente de Mali y Guinea. Después que el Sonike, del reino de Ghana, se convirtió al Islam cerca del año 1076, este se difundió extensivamente a lo largo del rio Níger.





Los musulmanes establecieron el reino de Mali entre los siglos 13 y 15, y el de Songhai del año 1465 al 1600. Más hacia el este, Kanem-Bornu, cerca del lago Chad, se hizo musulmana antes del año 1100.





En África occidental, al igual que en el sudeste de Asia, fueron los comerciantes quienes introdujeron el Islam, y muchos gobernantes lo aceptaron, seguidos por otros. Eruditos musulmanes africanos se establecieron en las principales ciudades como Timbuktú, y allí enseñaron, escribieron y practicaron la Ley Islámica como jueces. El Islam se estableció en África occidental a lo largo del Sehel junto al Río Níger, en lo que hoy en Nigeria.





Había rutas comerciales famosas que llevaban al imperio de Ghana y conectaban importantes lugares de África, como Timbuktú (en Mali), la actual Nigeria, Trípoli y Túnez. Estas rutas convirtieron a los lugares antes mencionados en famosos centros comerciales. Estos centros de comercio invariablemente se convirtieron en centros de aprendizaje y civilización islámica. Llegaron nuevas ideas a través de los comerciantes visitantes en el campo de las prácticas administrativas.





En África oriental, los comerciantes esparcieron el Islam por la zona costera a lo largo del siglo 10, y gradualmente se fue desarrollando en los siglos siguientes. En Sudan, al sur de Egipto, la población de Nubia se convirtió poco a poco en musulmana durante el siglo 14, a través de la emigración de musulmanes árabes. Sin embargo, la influencia y el dominio musulmán no se extendieron por el sur de Jartum antes del año 1500.



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