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Una persona hablaba con toda la confianza del mundo sobre un plan que había trazado relacionado con un asunto determinado. Se basaba, para apoyar su teoría, en lo que mencionaban los expertos en la materia -en pruebas históricas, pruebas realizadas, ejemplos expuestos, etc.- para llegar a la conclusión de que era algo seguro, cierto y verdadero. Pero en realidad, todo lo que salía de su boca no era más que necedad e ignorancia, intencionada y no intencionada.





Al poco tiempo, la realidad demostró por sí sola que todas esas estrategias eran erradas y que no llevaban a nada en concreto, que se perdió el tiempo y los recursos del estado. En una reunión en la que estaba la persona que había diseñado el plan, que ya había fracasado, uno de los presentes le pregunta: “¡¿Qué pasó con ese plan infalible que tanto defendías?!” Su respuesta contradice totalmente la posición que anteriormente tenía, comienza a sacar un sinnúmero de excusas y a echarle la culpa al sistema político, militar o económico del país… pareciera que fuera otra persona la que habla, pues su discurso es totalmente diferente.




Todo analista o experto en planificación y desarrollo de estrategias y planes sociales, políticos, económicos, etc., lo mínimo que puede alegar cuando algo no sale como se esperaba es que solo se basaban en proyecciones, las cuales pueden acertar o equivocarse; aunque eso no sea una excusa del todo aceptable, pero por lo menos lo aleja de la arrogancia de los ignorantes. Sabemos que los planes a largo plazo sobre cualquier asunto son solo visiones que pueden lograrse o no, sobre las cuales no se puede asegurar absolutamente nada, pues la experiencia nos demuestra que todos esos proyectos al final terminan fracasando, o como mínimo se le debe estar haciendo ajustes y cambios periódicos, lo que significa al final que no todo lo que se decía era seguro; y pues, aunque el plan lleve el mismo nombre, termina cambiando y contradiciendo hasta las bases mismas que al principio lo fundamentaron.




La persona de la que hablamos asume una posición absurda, pues no quiere reconocer que su plan falló, sino que la culpa del fracaso es de otros, pero él sigue en su obstinada idea de que todo lo que dijo y cree es correcto. Pero al esconderse detrás de esas falsa excusas no se da cuenta que se está contradiciendo a sí mismo, pues todo plan proyectado a realizarse a largo o a corto plazo tiene que preveer las posibles limitantes que se le presenten en el camino y las estrategias para afrontarlos.




Por más que un plan tome todas las prevenciones del caso, se encontrará en su camino con que las voluntades encontradas de las personas encargadas de desarrollarlo van a hacerlo cambiar o fracasar; pero sobre todo, está la voluntad de Al-lah que Es Quien Decide si algo se da o no, y por ello es que Ha Dispuesto que exista entre los seres humanos voluntades encontradas, formas de pensar, deseos y puntos de vista diferentes. Ignorar este asunto es muy peligroso, pues puede llevar a la persona a la incredulidad.




En el Corán, Al-lah, Todopoderoso, nos Ha Informado que Ha Dispuesto que haya este encuentro de voluntades entre las personas y que haya gente que gobierna a otra, Dice (lo que se interpreta en español): {Y si Al-lah no Hubiera Hecho que unos vencieran a otros, se habría corrompido la Tierra...} [Corán 2: 251] Ignorar o no tener en cuenta este punto es lo que ha llevado a muchos analistas y expertos a que se basen solo en un punto determinado, cuando el plan del que se está hablando es demasiado grande. Pese a esta forma errónea de ver las cosas, hay gente que apoya las conclusiones a las que ellos llegan, así no las compartan; estos buitres solo esperan sacar provecho de las situaciones para alcanzar sus propósitos, y así promueven las ideas que les convienen y que les permiten mantener su hegemonía y posición.




Por otra parte, está el factor sorpresa, el cual no significa ningún tipo de negación o contradicción con el destino divino sino todo lo contrario; pues en ocasiones nos encontramos en situaciones inesperadas, donde se dan las cosas sin que las planeemos; y si le contáramos a la gente que todo fue de improviso no nos creerían, es más, no le darían la mínima probabilidad a lo inesperado, en especial cuando las cosas salen bien, pues se han alejado totalmente de la idea -más bien, de la realidad- de que nada pasa sin la anuencia de Al-lah, el Todopoderoso.




Dice Al-lah (lo que se interpreta en español): {Y si Al-lah no Hubiera Hecho que unos vencieran a otros se habría corrompido la Tierra; pero Al-lah Concede Sus gracias a la humanidad.} [Corán 2: 251] Por más que los “expertos” no lo quieran aceptar, la voluntad de Al-lah está por encima de todo plan, prevención, análisis, medio y poder. El designio divino se impone por sobre lo que el ser humano quiere en ocasiones, por razones específicas y precisas que el hombre no conoce, pero que más adelante se da cuenta de que era lo más apropiado para todos.




Al-lah Es Anuente con quien tiene en su conciencia el punto anterior, que planea para el bien de la comunidad en general y que analiza cada punto con esmero y mente abierta. Una persona así tiene una visión más amplia que cualquier otra, por más que algunas veces las cosas no salgan como se planearon en un principio.


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