Se ha realizado una encuesta a nivel internacional dirigido a mujeres jóvenes que usan el hiyab. El 100% de sus guardarropas estaba compuesto de pantalones, faltas, blusas, jeans, etc. Más del 90% de las encuestadas describieron su ropa como “moderna”, “de moda” o “elegante”. La respuesta típica se parecía a esta: “En invierno y en otoño por lo general (uso) una blusa formal con mangas largas de mi talla, acompañada con jeans, botas o tacones, y una pañoleta con diseño divertido. A menudo solo utilizo mi gabardina para cubrirme. Considero esto elegante porque yo trato de ir por un look clásico adornado con accesorios como mi velo, zapatos, joyas y cartera. En el verano y la primavera, también hago lo mismo, pero a menudo agrego camisas sueltas y vestidos largos, acompañados con chaquetas”.
Presiones internas y externas
Quería saber qué hace que las musulmanas decidan vestir de la forma en que lo hacen. Si has prestado atención a la moda y estilos cambiantes de las mujeres a lo largo de la década pasada, no puedes dejar de notar el enorme cambio que se ha visto en las mujeres que cubren su cabello.
Parece que nadie se viste “mejor” que la mujer musulmana moderna que usa hiyab. Nuestros armarios están en orden, ¡de verdad! No hay una sola camisa muy corta, ni una blusa muy llamativa, una chaqueta que marque las curvas y pañoletas hechas específicamente para resaltar nuestros ojos y complexiones que no tengamos en nuestros desbordantes closets.
No tomen esto como un juicio. Tómenlo como una autoevaluación. Sólo Al-lah Tiene el derecho a Juzgar, y si existe algo que no está bien, todos tenemos parte en ello. Estas son las respuestas que recibimos junto con un análisis crítico que se espera que abra un diálogo sobre este asunto crucial de nuestro estilo de vida.
Todas las mujeres entrevistadas dijeron sienten que sus hiyabs podían mejorarse. Al mismo tiempo, dijeron que sentían que estaban cumpliendo con el mandato y requisito islámico del hiyab. Más del 70% dijeron que sentían que estaban haciendo lo mejor que podían con su vestuario. El 90% dijo que deliberadamente escogían ropa moderna (incluyendo colores brillantes, chaquetas, jeans, faldas y pantalones), que eso daba una buena impresión en una sociedad no musulmana, cumpliendo así los requisitos del hiyab con buen gusto, porque ellas veían esto como su “deber” como mujeres que se identificaban como musulmanas para representar bien el Islam.
“Yo uso ropa de moda y elegante para representar al hiyab y a las mujeres musulmanas de la forma correcta”.
El 100% de las mujeres creían, y respondieron por su propia voluntad, que el hiyab se compone de ropa modesta. “Físicamente, debe ser ropa que cubra de la cabeza a los pies, con excepción de las manos, el rostro y los pies. La ropa no debe revelar la figura. Pienso que el hiyab tiene que ver con cómo uno lo lleva. Esto implica (llevarlo) con respeto, dignidad y modestia”.
Menos del 10% de las encuestadas dijeron que sentían presión cultural para vestir a la moda. También se les preguntó a las encuestadas con quiénes se sentían más cómodas usando hiyab. Yo tenía en mente mi propia perspectiva, de que la mayor parte de mi vida me he sentido consciente de mi hiyab en frente de los no musulmanes y más cómoda alrededor de musulmanes. Sorprendentemente, la mayoría de las mujeres dijeron que se sentían muy “juzgadas” en frente de otras mujeres musulmanas, especialmente, de aquellas que usan hiyab. Esto es importante porque si las mujeres musulmanas están más cómodas entre no musulmanes, entonces su ropa inevitablemente se parecerá a la ropa de los no musulmanes.
Es también interesante el hecho de que la mayoría de las mujeres dijeron que se sentían cómodas con su espiritualidad así como con su adherencia religiosa al escoger su vestuario. Solo una de las mujeres discutió extensamente sobre la crisis espiritual que sentía con su actual guardarropa: “Yo diría que estoy definitivamente influenciada por el ambiente, estoy inmersa en la vida cotidiana de la escuela, donde rara vez veo musulmanas. Pero luego tengo la presión de mi casa para mantenerme a raya. No hay un equilibrio en esto al final, ya que no estoy respondiendo completamente a las órdenes de Al-lah ni tengo el anhelo e perfeccionar mi hiyab. A pesar de que una mujer debe sentirse bella y reconocer esa belleza protegiéndola, mi fe está débil”.
Primero, permítanme decir que las mujeres musulmanas que simplemente deciden cubrir su cabello, dan un paso gigante para levantarse en un mundo que afirma que acoge a la minoría, pero que en realidad hace totalmente lo contrario. En un ambiente así se hace vital actuar como mujeres bien unidas, mujeres que se toman en serio a sí mismas, mujeres que no son ingenuas, ni en lo social no en lo cultural, mujeres que son independientes. Esto es lo que significa vestir a la moda para las jóvenes musulmanas.
Pero, también hay una parte de nuestra nafs, nuestros propios deseos y vanidad, que nos incita a vestirnos de forma moderna, lo admitamos o no. ¿Cómo podemos no responder al deseo de querer lucir atractivas, de expresar nuestra sensualidad, lucir como mujeres deseables entre nuestras compañeras que van mucho más allá que nosotras?
Estas dos corrientes (la presión social para lucir tanto serias como elegantes) de alguna forma explica las razones detrás de nuestra elección de la ropa. El argumento es más o menos este: Si las mujeres musulmanas que usan el hiyab tradicional son vistas como atrasadas, poco elegantes, reprimidas, oprimidas; entonces, parece correcto que otra forma de vestir, una que parezca transmitir los valores asignados a las mujeres de nuestro mundo moderno, debe ser considerada como la forma real de usar el hiyab. Y si ese código de vestimenta, en una sociedad cada vez más hipersexualizada, puede hacernos sentir más femeninas, llamativas y encantadoras… entonces, ¡que así sea!
Modestia vs. modernidad
Existen contradicciones en lo que estas mujeres afirmaron: decimos que el hiyab debe ser modesto; sin embargo usamos ropas occidentales de moda que no están destinadas a ser modestas. Debemos ser conscientes de que si vivimos con principios contradictorios, tendremos prácticas contradictorias. Por ejemplo, si el concepto del hiyab es ser modesto, pero una mujer usa colores vivos y llamativos, deja de ser modesto.
El hiyab “correcto” –ropa que cubre la piel, que no es llamativa, que no busca embellecer y acentuar el look de una mujer, y que oculta la figura–, es decir, ropa que cumple su función de cubrir la forma y figura de una mujer –minimizando al máximo el atractivo sexual de la mujer como la primera fuerza social motivadora y, por lo tanto, poner a la mujer en igualdad de condiciones con los hombres con quienes necesariamente tienen que interactuar en el mundo. Pero esto acarrea una realidad concomitante en tiempos como los nuestros. El hiyab se convierte en una afirmación de rechazo a las principales supuestos que nos rodean hoy en día en lo que se refiere a cómo debe vestir o comportarse la mujer en una sociedad.
Comentando sobre el hiyab y la modestia, una mujer respondió que se supone que el hiyab debe ser modesto y que ella hace lo mejor que puede para cumplir con este requisito. Cuando se le preguntó sobre los detalles de su hiyab, ella dijo: “(Mi estilo se ha) vuelto más refinado y elegante. Esto es porque me he hecho mayor y me enamoré de la moda. Pienso que también mi ropa se ha vuelto más ajustada porque he perdido peso. Antes, me sentía incómoda con mi cuerpo y optaba por ropa más grande que mi talla real”.
No hay duda al respecto. Las mujeres estamos respondiendo al ambiente en el que estamos, eso significa que somos sensibles a la situación social, política, temporal y espacial que crea la atmósfera que hace que una mujer se sienta incómoda usando el hiyab correcto. Esto sin mencionar la presión que sienten las mujeres en el campo de trabajo.
Lo que más me impresionó en la realización de esta encuesta fue lo arrogantes que fueron las respuestas cuando se tocó el tema de a qué conclusión llegaron las entrevistadas respecto a lo que constituye el hiyab apropiado y lo que no lo hace. Parecía haber una falta de respeto, reverencia y humildad hacia el Corán y la Sunnah. Y en este sentido, había una notable falta de conocimiento objetivo, y una carencia de preocupación por adquirir ese conocimiento, así como una ausencia de un espíritu de sumisión a las enseñanzas del Corán y la Sunnah como una prioridad.
No se trata de que no podemos pensar por nosotras mismas, pero parece que no somos capaces de hacerlo respecto a los requisitos adecuados del hiyab porque los hemos racionalizado para adaptarlos a la ética de la cultura dominante, sin ningún estudio o investigación.
Piénsalo de esta forma: si una tía india trata de convencerte de que los saris son las vestimentas más modestas para una mujer, lo más probable es que lo encuentres risible. Nuestra cultura predominante enseña que no hay autoridad más alta que nuestros propios deseos mundanales, concepto que nosotros reformulamos y consideramos como nuestra iluminada búsqueda por una vida feliz.
Pero, pensar por nosotras mismas nos lleva a querer saber cuáles son los requisitos correctos (para el hiyab, para la adoración, para la vida), incluso si esto va en contracorriente, y al deseo de poner en práctica lo que aprendimos. He hablado con un sinnúmero de chicas y mujeres de todas las edades, y las opiniones predominantes en los debates sobre el Corán y la Sunnah, cuando se toca el tema, son compleja
Por un lado, parece que muchas mujeres jóvenes simplemente no tienen la intención de buscar la información, el conocimiento y los verdaderos lineamientos para el hiyab como se encuentran en los hadices, el Corán y los comentarios en ambos referentes al tema. Leer sobre cosas inútiles se ha convertido en algo sofisticado y refinado ante la vista de las jóvenes musulmanas de hoy en día. Sin embargo, discutir realmente sobre lo que has estado leyendo, pasar tiempo contigo misma y reflexionar en ello y luego implementarlo –bueno, no parece merecer nuestra atención–. Sin embargo, sin esto, estamos en tinieblas, siguiendo servilmente nuestros caprichos, pero más a menudo los caprichos de aquellos que dominan las estructuras sociales y culturales de las que somos parte.
Un espíritu dividido
A pesar de que aquí se remarcan las formalidades del hiyab, hay que tomar precaución. Los mecanismos del hiyab son tan importantes como el espíritu detrás de este. El verdadero deseo de cubrir lo que no debe ser expuesto y de buscar, con nuestros corazones, perfeccionar el hiyab, los aspectos técnicos, así como el espíritu detrás de este, son realmente uno y el mismo. Este, después de todo, fue con lo que vino el mensaje de Jesús, la paz sea con él, el profeta al tanto dicen apreciar muchos de quienes nos rodean: para infundir los ritos y formalidades de la adoración, con una verdadera energía vital, con un corazón lleno de sinceridad.
Entonces, pregunto, ¿qué significa usar hiyab?, y me refiero a realmente usarlo. ¿Qué significa dejar de lado las expectativas de todos excepto de tu Señor, y luego vestir de una forma que solo busque complacerlo a Él? ¿Por qué esta es una parte obligatoria de nuestra religión? ¿Qué impacto debe tener esto en nuestra psique, nuestra autoestima y nuestra forma de pensar? ¿Qué es lo que Al-lah nos ha ordenado hacer en el Corán, y qué es lo que el Profeta nos aconsejó? ¿Qué es lo que más tarde dijeron los eruditos y por qué? Aquí es donde nos debemos concentrar, y existen decenas de otras preguntas como estas.
Ante la ausencia del verdadero impulso espiritual para tratar de complacer a Al-lah, es difícil pasar por este mundo como musulmanas adecuadamente vestidas. Sin embargo, no dejemos que los hombres olviden que ellos juegan un rol muy importante en nuestra elección de la ropa. Los estudios demuestran que cuando el esposo anima a la mujer a hacer algo difícil, pero en lo que ella realmente cree, casi siempre ella es capaz de hacerlo.
Además, se reporta que el Profeta, sallallahu ‘alaihi wa sallam, dijo: “Sean castos y vuestras esposas serán castas”. La modestia está directamente conectada con la castidad. Aquí, se nos ha dado los elementos para comprender el funcionamiento de la comunidad humana. Si nuestros hombres son castos (y modestos), entonces nuestras mujeres serán castas (y modestas). El Profeta, sallallahu ‘alaihi wa sallam, dijo: “Toda religión tiene una característica (que la define). La del Islam es la modestia”. Ser un musulmán, hombre o mujer, significa ser modesto, y no así actuar de acuerdo a los estilos y actitudes de otras comunidades.