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El Imam llegó. La novia y el novio están emocionados. Los padres están ansiosos. Y solo con unas cuantas palabras, este hombre y esta mujer se convierten es marido y mujer ante los Ojos de Al-lah y la sociedad. Las palabras especiales que transforman a estos individuos simples en una hermosa pareja: “Yo te desposo de acuerdo con el Libro de Al-lah y la Sunnah de Su Mensajero”. Pero, ¿somos realmente conscientes de lo que estamos prometiendo cuando declaramos esta frase que cambia la vida?





 Estamos jurando vivir por los principios establecidos en el Corán, el cual nos explica que el matrimonio es una de las señales de Al-lah: {Y entre Sus signos está haberos creado esposas de entre vosotros para que encontréis en ellas sosiego, y puso entre vosotros amor y misericordia. Por cierto que en esto hay signos para quienes reflexionan.} [Corán 30:21]





 





¿Realmente vivimos a la altura de nuestro compromiso de mantener la tranquilidad y satisfacción al tratarnos mutuamente con bondad, consideración y paciencia? ¿O romperemos nuestro juramento con juicios apresurados e inmisericordes, emitidos sin pensar y por enojo? ¿Alimentaremos el amor en nuestra relación mediante simples y cotidianos actos de compasión? ¿O abandonaremos al amor, descuidándolo al no dar suficiente tiempo y esfuerzo para hacer que nuestros matrimonios perduren fortalecidos por el amor?





 Una de las mejores cualidades de una persona y, de hecho, de un musulmán, es tener fe y cumplir sus promesas. ¿Y cómo podría no ser así cuando Al-lah Mencionó estas características como las más importantes de los creyentes en la Surah “Los Creyentes”? La Surah comienza con una afirmación divina de que los creyentes serán exitosos, y luego continúa para mencionar algunas de sus señales o características, incluyendo la humildad en sus Salat, evitar las conversaciones vanas, la constancia en la caridad y la abstención del adulterio. Inmediatamente después de esto, dice (lo que se interpreta en español): {[También triunfarán quienes] Devuelvan los depósitos que se les confían y respeten los acuerdos que celebran.} [Corán 23:8] La recompensa de mantener estas características, entre las cuales está la fidelidad, no es otra sino el Paraíso: {Todos éstos serán quienes heredarán el Paraíso, en el que morarán eternamente.} [Corán 23:10-11]





 ¿Qué es la fidelidad?





La fidelidad implica cumplir nuestros juramentos y compromisos como musulmanes y creyentes, para implementar las enseñanzas del Corán y la Sunnah en nuestras vidas. Esto incluye la oración, el ayuno, dar caridad, y todas las otras obligaciones que Al-lah nos Ha impuesto. De hecho, los eruditos han dicho que la fidelidad abarca todo lo que se nos ha confiado, incluyendo nuestros cuerpos, con los que           Al-lah nos Elogió, lo cual significa que no debemos usar nuestros cuerpos para cometer pecados o acciones que provoquen la Ira de Al-lah. De esto podemos ver que la fidelidad no debe ser simplemente comprendida como relacionada con la confianza y los compromisos. Los Compañeros del Profeta, sallallahu ‘alaihi wa sallam, comprendieron el alcance de la fidelidad. Se reporta que Ibn Mas’ud dijo: “La fidelidad es realizar tu Salat, dar tu Zakat, ayunar en Ramadán, realizar el Hayy, ser honesto en tu hablar, pagar tus deudas, ser justo al comprar y vender, y devolver lo que te confiaron”.





 Puede ser abrumador pensar que cada palabra que pronunciamos es una promesa, pero después de todo, este es el carácter del creyente. No cumplir nuestras promesas constituye uno de los rasgos de un hipócrita. El Profeta, sallallahu ‘alaihi wa sallam, describió esto diciendo: “Las señales del hipócrita son tres: si habla, no dice la verdad; si promete, no cumple; si se le confía algo, traiciona”.





Por lo tanto, cuando decimos que llegaremos a una reunión a las 6 p.m., pero decidimos no llegar hasta las 6:30, en esencia estamos rompiendo nuestra promesa, sobre lo que Al-lah nos Amonesta: {…Cumplid con vuestros compromisos, porque se os interrogará por ellos.} [Corán 17:34] Personalmente, me molesta mucho cuando yo llego a algún evento o reunión a tiempo y las otras partes llegan 15, 20 o 30 minutos tarde.





Del mismo modo, me incomoda mucho cuando no puedo llegar a una cita a tiempo, especialmente cuando, sobre todo sabiendo que esto no es solo una forma de romper nuestras promesas, sino que además puede ser una señal de kiber o arrogancia. Esto porque la persona que llega tarde podría pensar que es mejor que las demás y por eso tiene el privilegio de llegar más tarde que los otros, lo cual, al final de cuentas, es un signo de orgullo excesivo.





 





La fidelidad también se aplica a nuestros trabajos. En el momento en que firmamos un contrato de trabajo, estamos haciendo una promesa a nuestros empleadores de trabajar diligentemente y completar nuestras tareas. Por tanto, llegar tarde al trabajo es una forma de romper nuestras promesas. Perder el tiempo con tareas que no están relacionadas con el trabajo es también otra violación a nuestra palabra.





Cuando les pido a mis empleados que presenten un reporte, hagan una llamada telefónica o envíen un email a una hora específica, y no lo hacen sin tener ninguna razón válida, me dejan pensando si es que no les importa o es que no cumplen sus promesas. Entonces, ¿cómo puedo confiar en ellos otra vez? Naturalmente, esto refleja negligencia en su trabajo y no me anima a dar buenas referencias o volver a contar con ellos en el futuro.





Del mismo modo, tenemos promesas que cumplir en nuestras relaciones. El Profeta, sallallahu ‘alaihi wa sallam, fue el primer ejemplo de honradez en sus relaciones. La gente de Meca lo llamaba Al Amin (el Confiable). Incluso después de su declaración de profecía, la gente continuaba confiándole sus posesiones de valor, a pesar de que lo consideraban un enemigo. Él, sallallahu ‘alaihi wa sallam, advirtió a su gente contra la mentira, romper la palabra y el abuso de la confianza; y les recordaba que la mentira es también “un signo de hipocresía”.





Cuántos de nosotros nos hemos sentido heridos y traicionados cuando confiamos a algún amigo un asunto personal, y cuando nos damos cuentas otras personas hablan sobre el tema. Sabiendo el daño que esto puede causar en nuestras relaciones y en nuestras comunidades, ¿por qué alguna vez nos atrevemos a hacerlo?





 El Profeta, sallallahu ‘alaihi wa sallam, era tan meticuloso en este asunto que una vez vio a una mujer llamar a su hijo y diciéndole para convencerlo: “¡Ven, te voy a dar algo!” Él, sallallahu ‘alaihi wa sallam, le preguntó si verdaderamente iba a darle algo al niño. Cuando la mujer respondió que le iba a dar un dátil, el Mensajero de Al-lah, sallallahu ‘alaihi wa sallam, le dijo: “Si no le fueras a dar algo, eso sería una mentira”. Está claro que debemos cumplir nuestras promesas, especialmente con nuestros hijos, porque nosotros somos su modelo a seguir.





Una comunidad confiable





Los Compañeros también nos mostraron grandes virtudes sobre cumplir nuestras promesas cuando estamos en una posición de liderazgo. Durante el tiempo de Omar ibn Al Jattab, que Al-lah Esté complacido con él, cuando Siria estaba bajo el ataque del ejército bizantino, Abu ‘Ubaidah, que Al-lah Esté complacido con él, llamó a evacuar a los ciudadanos de la ciudad de Hims ya que eran sobrepasados en número por los bizantinos. Él reunió a las personas en el cuartel de la ciudad y anunció que había reunido el impuesto por protección que ellos pagaban para ser defendidos, pero ahora que eran demasiado débiles para protegerlos del ataque del emperador bizantino, él les devolvería todo el impuesto recaudado.





Los cristianos y los judíos de Hima estaban tan complacidos con la integridad del accionar de Abu ‘Ubaida, que Al-lah Esté complacido con él, que acudieron a sus iglesias y sinagogas para rezar a Al-lah que Concediera la victoria a los musulmanas en contra del ejército del emperador bizantino.





En este caso, vemos que cuando Abu ‘Ubaidah, que Al-lah Esté complacido con él, no pudo cumplir con su promesa, le devolvió a la gente lo que les correspondía. Y los frutos de su carácter se vieron en la respuesta de los cristianos y los judíos, quienes suplicaron por la victoria de los musulmanes.





No hay ninguna excusa para no ser fiel. El Profeta, sallallahu ‘alaihi wa sallam, dijo en un hadiz  narrado por Al Hasan: “Sean fieles con aquellos que son fieles con ustedes, y no traicionen a quienes los traicionan”.





Si verdaderamente deseamos que la nobleza e integridad regresen a nuestras familias y comunidades, entonces debemos comenzar por cumplir nuestras promesas.



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