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La Inquisición Española:





Thomas, otra vez más, busca ocultar lo que es más claro que la luz del sol, que el primer y principal objetivo de la inquisición española fueron los judíos y los musulmanes. Musulmanes y judíos fueron forzados y coaccionados a convertirse al cristianismo. Este hecho no es una sorpresa, ya que históricamente se sabe que el cristianismo ganó la mayoría de sus seguidores a través de conversiones forzadas (tenemos un ejemplo cercano de esto en el caso de las indias, las Américas, donde los aborígenes fueron obligados a dejar su religión, aceptar la autoridad de la iglesia y convertirse al cristianismo).





La Enciclopedia Compton dice:





“Fue un tribunal eclesiástico establecido en 1478 por los reyes católicos Fernando II de Aragón e Isabel I de Castilla, con el objetivo de examinar a los judíos convertidos y después a los musulmanes convertidos, para torturar y castigar a aquellos que no eran sinceros en su conversión. La inquisición española fue mucho más dura que la inquisición medieval, que había nacido antes en el resto de Europa, y la pena de muerte era más usada, en especial se llevaba a cabo durante los Autos de fe (éstos fueron una manifestación pública de la Inquisición. Se realizaban en espacios amplios y se llamaba al público. Generalmente se hacían durante los días festivos, allí se lanzaban a los herejes a las hogueras, se los torturaba o mataba de miles de maneras). Eran juzgados por casos de bigamia, seducción, usura, y otros crímenes, y era activo en España y sus colonias. El número de sus víctimas varía mucho, se registra que llegaron a ser entre cuatro mil y treinta mil” .





La Enciclopedia Británica, indica:





“Los procedimientos secretos de la Inquisición, su afán de aceptar denuncias, el uso de tortura, la ausencia de un abogado para el acusado, la falta de todo derecho de confrontar testigos hostiles, y la práctica de confiscación de propiedades de aquellos que eran condenados y repartiéndolas entre la Inquisición, el Estado y sus acusadores, todo esto inspiró un terror muy grande en la gente, como estaba supuesto en realidad de hacer, pues así lo habían planeado los inquisidores” .





Al caer el último reino islámico en España, los musulmanes se rindieron porque los oficiales cristianos habían hecho un tratado con ellos, pacto mejor conocido como el “tratado de 1492”. En ese tratado los oficiales cristianos prometieron tolerancia religiosa a los musulmanes y judíos. Era un intento de ganar tolerancia religiosa para todos los musulmanes y judíos que todavía quedaban en España. Como los musulmanes ya no eran los soberanos de Andalucía, ellos esperaban por lo menos que pudieran permitir adorar a su Dios, el Único Dios, en la manera presentada por el Profeta, sallallahu ‘alaihi wa sallam. Sin embargo, en 1499, Francisco Jiménez Cisneros, más conocido como el Cardenal Cisneros y tercer inquisidor de Castilla, inició una campaña para coaccionar a los musulmanes de España del Sur para convertirlos al cristianismo. P. de Gayangos escribe:


“Como resultado de sus esfuerzos, fue reportado que el 8 de diciembre de 1499 casi tres mil moros fueron bautizados por él y que una mezquita principal en Granada fue convertida en una iglesia. ‘Los conversos’ fueron animados a entregarle todos sus libros islámicos, varios miles de los cuales fueron destruidos por Cisneros en una hoguera pública. Unos cuantos libros de medicina fueron guardados aparte para la Universidad de Alcalá” .





Los musulmanes que rechazaron adoptar la fe cristiana y se reusaron a las peticiones de la inquisición, fueron arrastrados por las calles del barrio musulmán. Posteriormente, los musulmanes iniciaron disturbios protestando por que el tratado no estaba siendo honorado.


 





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1- Compton's Concise Encyclopedia, Inquisition


2- Encyclopedia Britannica





 





P. de Gayangos escribe al respecto:





“Jiménez inmediatamente denunció la insurrección como rebelión, proclamó entonces que los moros habían perdido todos sus derechos bajo los términos de capitulación. Consiguientemente, de esa manera se les dio a ellos, los musulmanes, la opción entre el bautizo o la expulsión. El gobierno estuvo de acuerdo con sus argumentos, y Jiménez entonces comenzó a bautizar masas de la población de Granada, la mayoría prefirió este destino al peligro que representaba para ellos el destierro y la deportación a África. La rapidez con la cual fueron llevados a cabo estos bautizos, significaba que no había tiempo para instruir a los moros en los fundamentos de su nueva religión, y de esta manera, inevitablemente, gran parte de estos nuevos conversos se convirtieron al cristianismo sólo de nombre” .





Adicionalmente, se ha estimado que por lo menos unos cincuenta mil musulmanes fueron forzados a convertirse en el bautismo masivo de Granada realizado por Jiménez. Un pequeña suma de judíos y musulmanes fueron deportados al Norte de África. La tolerancia de los musulmanes hacia los judíos nunca disminuyó, y de esta forma ellos ayudaron a los judíos durante el proceso de deportación. A pesar de las circunstancias, una nueva edad de oro floreció en el norte de África. En Andarax, las mezquitas fueron explosionadas con pólvora, y en Belfique todos los hombres musulmanes fueron sentenciados por la espada, mientras que las mujeres fueron tomadas como esclavas. Los niños musulmanes fueron separados de sus padres y fueron entregados a la iglesia para que fueran educados como católicos. Los libros árabes, incluyendo el Corán, fueron recopilados y quemados.





H. Kamen escribe:





“Mientras que la mayoría de musulmanes ya habían sido ‘convertidos’, la oferta de emigración era una opción vacía, y la ‘igualdad legal’ dada por Fernando fue más que todo una parodia de los términos del tratado de Granada que él descaradamente había permitido romper. Detrás de las palabras de conciliación y paz, la intención general de la iglesia para eliminar la práctica del Islam era inconfundible. Y ahora que los musulmanes de Andalucía del sur, o los moriscos como eran llamados, estaban entre la jurisdicción de la Inquisición Española, los inquisidores se embarcaron en la tarea de detectar herejes y musulmanes secretos. Las comunidades musulmanas que sobrevivieron a la violenta acción lanzada para controlar la revuelta fueron acosados por los inquisidores” .





Thomas escribe:





La antigua fe del cristianismo, con su respeto para con las mujeres y su rechazo de la esclavitud, no solamente sobrevivió sino que floreció. 





Por el contrario, el cristianismo defendió el apoyo de la esclavitud. La Enciclopedia Británica indica:





“Los textos canónicos judaicos e islámicos se refieren con frecuencia a la esclavitud y la tratan como una condición natural que puede pasarle a cualquiera. Pero ellos lo ven como una condición que debe ser acabada con rapidez y eficacia. La práctica islámica estaba basada en la suposición de que el esclavo rápido se convertía en un privilegiado, y consiguientemente tenía que ser manumitido después de seis años. El cristianismo no tenía prescripciones para que los esclavos fueran manumitidos. El derecho canónico sanciona la esclavitud. Esto fue parte, por lo menos parcialmente, del cristianismo primitivo, este derecho más bien se enfocó en los valores espirituales y la salvación después de la muerte, en vez de condiciones temporales y la vida presente. Estas leyes se convirtieron en un régimen al que le importaba poco si alguien era un esclavo o una persona libre mientras vivía en la tierra” .





En cuanto a las mujeres, pues no debemos olvidarnos de que hasta apenas hace un siglo más o menos, se seguía discutiendo en el ceno de la iglesia sobre la naturaleza de la mujer, si era humana o no.





Conclusiones:





Pese a los intentos de personas como Thomas F. Madden, que pretenden ocultar la verdad sobre las cruzadas, negar que fueron empresas que buscaban expandir el feudalismo, el pillaje y la intolerancia a todo lo que no fuera europeo (religión, raza y costumbres), y obviar los hechos sangrientos y brutales que cometieron esos vándalos, a los que llaman “virtuosos hombres de fe en Cristo”, la historia es clara. No hace falta más que mirar un poco más allá de los libros de escuela y adentrarse en la misma historia occidental y sus registros para darse cuenta de que lo que hacen supuestos pensadores e investigadores como él, es un crimen en sí. Nadie les está pidiendo que se disculpen, que devuelvan lo que se robaron y que compensen a los descendientes de los cientos de miles de personas que asesinaron. Sólo se pide que no mientan, que no difamen y que no engañen a la gente, pues esto lleva a que el odio hacia el Islam y los musulmanes crezca cada vez más, lo que amenaza la estabilidad del mundo mismo en el que vivimos.


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1- Íbid.


2- H. Kamen, The Spanish Inquisition.


3- Enciclopedia Británica.



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