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Pero Thomas niega este detalle significante y persiste en elogiar a los llamados caballeros cruzados, hecho que revela su pensamiento extremista, se niega a aceptar la verdadera naturaleza de los cruzados y los intereses que los movieron para llevar a cabo esta empresa. Menciona citas de otro revisionista llamado Jonathan Riley-Smith, quien es conocido por sus trabajos islamófobos. Riley-Smith alega que “participar en la cruzada” fue “un acto de amor”; pero, de acuerdo a “La enciclopedia Católica”, las cruzadas fueron entendidas como:





Guerras asumidas en cumplimiento de un voto, y directamente en contra de los infieles, es decir, en contra de los mahometanos, paganos, herejes, o aquellos que fueron excomulgados de la iglesia” .





Thomas, curiosamente, no hace mención del discurso del Papa Urbano II, el promotor de la Primera Cruzada, con el cual llamó a la exterminación de “la vil raza” musulmana de la tierra:





“Deben apresurarse a socorrer a sus hermanos en Oriente, ellos necesitan su ayuda. Constantemente nos piden auxilio para ser salvados de los turcos, quienes los han atacado e invadido. Los exhorto con una ferviente oración, no yo sino Dios mismo, a que, como anunciadores de Cristo, llamen a todo hombre de cualquier rango, a todo caballero, a todo soldado, a todo rico y pobre, para que se apresuren a exterminar esta vil raza de las tierras de sus hermanos, ¡Cristo así lo ordena! Anúncienles que todo aquel que muera en su camino, sea por tierra o mar, o durante el enfrentamiento con esos infieles, todos sus pecados serán perdonados. ¡Qué vergüenza sería si una raza tan vil, que además es instrumento del demonio, venciera a gente que es creyente en Dios Todopoderoso, y cuya fe resplandece en nombre de Cristo! Pídanles a los mercenarios que dejen de atacar a los fieles, y que sigan con su victorioso éxito hacia la guerra en contra de los infieles. ¡Que aquellos criminales, pillos y ladrones, se conviertan en soldados de Cristo. Los que peleaban en contra de su hermano y familia, que ahora luche en contra de estos salvajes! ¡Que salgan y emprendan su viaje bajo la guía de Dios!”


Pero Thomas se limita a pronunciar que era tarea de los cruzados defender a quienes los habían atacado, y que a los musulmanes que vivían en los territorios que eran conquistados por los cruzados se les permitió mantener sus propiedades, creencias y costumbres.





Un detalle esencial en el discurso de Thomas es el excluir el genocidio predicado por el Papa Urbano II, especialmente si acredita todo argumento de que las cruzadas fueron actos de rectitud. Cuando estos “rectos” cruzados llegaron a Jerusalén, no tuvieron misericordia con los habitantes, ya fueran musulmanes, judíos, o sus propios hermanos cristianos.





Philip Schaff escribe:


“Las escenas de matanza que siguieron después pertenecen a muchas páginas negras de la historia de Jerusalén y demuestra cómo, en la calidad de misericordia, el caballero cruzado fue muy bajo, más lejos de lo ideal de la perfección cristiana. Las calles se ahogaron con los cuerpos y la sangre de las víctimas. Los judíos fueron quemados con y en sus sinagogas… Como si hubiera sido poco el espectáculo de despiadada brutalidad, los prisioneros sarracenos (musulmanes) fueron forzados a limpiar las calles, remover los cuerpos muertos y la sangre para salvar la ciudad de la pestilencia. Ellos lloraron y transportaron los cuerpos muertos fuera de Jerusalén (es la cruel declaración de Roberto el Monje)”. Ellos cortaron con la espada, dijo el arzobispo Guillermo de Tiro, “Mataron a cada uno de los que encontraron en Jerusalén y no dejaron a nadie. Los vencedores (los cruzados) estaban cubiertos de sangre de los pies a la cabeza”. Inspirado por lo que veía a su alrededor, dijo el arzobispo hablando de la devoción de los cruzados: “Fue conmovedor lo que se veía, tanto así que llenó el corazón de alegría sagrada, pues se estaba viendo a los creyentes pisar los lugares sagrados con el fervor y una sublime devoción” .


Esta horrenda descripción automáticamente refuta la declaración de que la mayor parte de los musulmanes fueron librados de sufrimiento. Ellos no pararon con los musulmanes, sino que avanzaron mucho más exterminando a los judíos y los cristianos orientales que vivían pacíficamente bajo la luz del Estado musulmán. Ellos tomaron a las mujeres musulmanas como cautivas y las violaron. Philip Schaff añade diciendo:


“Los vástagos ilegítimos de los cruzados, concebidos con las mujeres musulmanas, fueron llamados “pullani”, eran una raza degenerada, marcados por la avaricia, la
falta de fe, y el libertinaje” .





 





En los comentarios de Daimbert, en el resumen oficial de la primera cruzada, él anota que muchos cruzados fanfarroneaban de cómo “nadaban” sobre la sangre de sus enemigos, ya fueran niños o mujeres, dijo:





“Y si quieren saber qué fue lo que hicimos con los enemigos que encontramos allí, sepan que en el pórtico de Salomón y su templo, nuestros hombres nadaban en la sangre de los sarracenos (musulmanes) la cual llegaba hasta las rodillas de los caballos” .





Un testigo observó:


“…Ahí [enfrente del templo de Salomón] fue tal la magnitud de una de esas matanzas sangrientas, que nuestra gente caminaba en la profundidad de sangre que nos llegaba a las rodillas, y después de eso, “felices y llorando de alegría”, nuestra gente marchó a la tumba de nuestro salvador para honorarlo y pagar nuestra deuda de gratitud”.





En las palabras del arzobispo de Tiro, encontramos:


“Era imposible mirar sobre el enorme número de hombres asesinados y no sentir horror. Ver por todos lados pedazos de cuerpos de humanos tirados, y el suelo completa y enteramente cubierto con la sangre de los que fueron asesinados. En el espectáculo no sólo había cuerpos decapitados, también habían miembros mutilados, esparcidos en todas las direcciones, que despertaban el horror de todos los que los miraban. Todavía más terrible era ver a los vencedores mismos, sangre chorreando de los pies a la cabeza, una vista despreciable que daba terror a todo aquel que los encontraba. Hay informes que sólo dentro del recinto del templo como diez mil infieles perecieron” .





Sobre la devastación que fue ocasionado en la ciudad, Philip Schaff comenta:


“La ocupación cristiana de Palestina no trajo con ella un reinado de paz. El reino fue rasgado por las amargas intrigas de los barones y eclesiásticos, mientras constantemente estuvo amenazada por sus alrededores. Los conflictos internos fueron la fuente principal de debilidad” .





La Enciclopedia Británica cita:


“Los grandes santuarios musulmanes se convirtieron en iglesias cristianas, y en 1149 la iglesia del Santo Sepulcro, de la misma manera que existe hoy, fue consagrada. A los musulmanes y a los judíos les fue prohibido vivir en la ciudad” .





Esto fue lo que sucedió en las “nobles” y “piadosas” campañas de “Dios” sólo durante la primera cruzada. No solamente fue el ataque de una jauría de bandidos que se lanzó con toda barbarie sobre los habitantes de la Tierra Santa, acabando con todo lo que estaba a su paso y jugando y bañándose en la sangre de sus víctimas, sino que los que sobrevivieron a este salvajismo fueron despojados de todo derecho, como parias, a los musulmanes y judíos les fue prohibida la entrada a la ciudad santa. Todo lo contrario sucedió cuando los musulmanes llegaron a esta ciudad y cuando la recuperaron después de esa cruzada. No sólo se le permitió a los musulmanes el regreso a sus casas y entrar a la ciudad, sino que se hizo lo mismo con los judíos, a los que los cruzados también habían arrasado y desterrado.





El historiador judío alemán del siglo XIX, Heinrich Graetz, indicó que el Sultán abrió todo el reino para los judíos que fueron perseguidos, así ellos regresaron, buscando la seguridad y encontrando justicia . El poeta judío español Yehuda Al Harizi, quien estuvo en Jerusalén en 1207 d.C., describió la importancia que tuvo para los judíos la recuperación de Jerusalén a manos de Saladino:





“Dios despertó el espíritu del príncipe de los Ismaelitas [Saladino], un prudente y valiente hombre, que vino con todo su ejército, sitió Jerusalén, la tomó y proclamó en todo el país que permitiría recibir y aceptar a la raza completa de Efraín, por donde quiera que vinieran. Y así nosotros vinimos de todos los lugares del mundo a tomar residencia aquí. Ahora nosotros vivimos aquí a la sombra de paz” .





 





La historiadora británica Karen Armstrong dijo sobre la reconquista de Jerusalén:





“El 2 de octubre de 1187, Saladino y su ejército entraron a Jerusalén como conquistadores, y por los 800 años siguientes Jerusalén permaneció como una ciudad musulmana… Saladino guardó su palabra, y conquisto la ciudad de acuerdo a los más altos ideales islámicos. Él no se vengó por la masacre de 1099 (encontramos en el Corán: {Sé paciente y sabe que la paciencia es una virtud que Al-lah concede a quien Le place. No te apenes [por la incredulidad de tu pueblo] ni te angusties por lo que traman} [Corán 16:127]), y a la hora que las hostilidades terminaron él frenó la matanza y el genocidio al que había sido sometido por tantos años esta región (en el Corán se menciona: {Combatidlos hasta que cese la sedición y triunfe la religión de Al-lah; pero si dejan de combatiros, que no haya más enemistad, excepto con los agresores. Si os combaten en un mes sagrado, combatidlos y aplicad la ley del talión; así pues, si os agreden agredidles en igual medida. Temed a Al-lah y sabed que Al-lah está con los piadosos} [Corán 2:193-94]). Ningún cristiano fue asesinado durante la reconquista y no hubo saqueo” .





P.H. Newby dijo:


“Los cruzados se fascinaron con el líder musulmán que poseía virtudes que suponían ser cristianas. Para ellos, para sus contemporáneos musulmanes y para nosotros, todavía sigue siendo extraordinario que en tiempos tan duros y sangrientos como aquellos, un hombre con tanto poder no se hubiera dejado llevar por el deseo de venganza” .





La Segunda Cruzada:





La Segunda Cruzada fue iniciada por Bernardo de Claraval en directa respuesta a los musulmanes seléucidas quienes habían recuperado el condado de Edesa y liberado sus tierras y gente. Bernardo de Claraval, monje que dirigió la orden de Císter, la cual influyó fuertemente la cristiandad durante su época, declaró al lanzar la Segunda Cruzada: “El cristiano se glorifica con la muerte de un pagano (obviamente se refería a los musulmanes y judíos), porque de ese modo Cristo mismo es glorificado” .





Los musulmanes seléucidas salvaron a todos los territorios islámicos de la extinción total, en lo que respecta a la masacre que al por mayor propagaban los cruzados de las poblaciones de Maarat An-Numan (Arra), Antioquía y Jerusalén. Cuando ellos, los cruzados, conquistaron el pueblo de Tanis al Este del delta del Nilo, ellos literalmente mataron a los habitantes que resultaron ser cristianos coptos. Hasta sus hermanos no pudieron escapar de su brutalidad desenfrenada, de la matanza y la rapiña. Muchas atrocidades fueron cometidas en contra de los judíos en Maguncia, Colonia y Estrasburgo. El colapso de la Segunda Cruzada causó una profunda consternación. Ellos trataron de atacar Damasco, pero por falta de confianza entre sus aliados, falló dramáticamente. Las atrocidades cometidas en esta segunda campaña siguen comprobando el por qué las cruzadas son tomadas como una de las guerras más bárbaras.





La tercera cruzada





Esta cruzada, conocida como la cruzada de los reyes, fue concordada por el rey Enrique II de Inglaterra y el rey Felipe II de Francia, quienes, motivados por su fanatismo religioso, dejaron de lado sus conflictos y se unieron en un intento para recuperar Tierra Santa, que había sido liberada por Saladino años atrás. Tras la muerte de Enrique II, Ricardo Corazón de León, quien lo sucedió, y Felipe II asediaron la ciudad musulmana de Acre. La ciudad fue finalmente asediada en 1191.





Ricardo encarceló a los soldados musulmanes, incluyendo a sus esposas e hijos, y anunció un intercambio de prisioneros. Este intercambio no se llevó a cabo, así que Ricardo ordenó la ejecución de 3.000 soldados musulmanes junto con sus esposas e hijos enfrente de Saladino y su ejército. Este acto feroz cometido por este rey revela la bajeza de los líderes cristianos, quienes eran unos fanáticos desenfrenados que arrasaban lo que se les ponía en frente de ellos, para así saciar su deseo de poder y dinero.





Aunque durante esta cruzada se logró avanzar muy adentro de las tierras que los musulmanes habían recuperado y liberado de los primeros cruzados y del Imperio Bizantino, no alcanzó su principal objetivo, el cual era recuperar para la cristiandad la ciudad santa de Jerusalén y acabar con todos los “infieles” que en ella vivía, es decir, con los musulmanes y los judíos. Pues el intento de unirse con el Sacro Imperio Romano Germánico, gobernado por Federico Barba Roja, falló cuando las tropas que envió el emperador Federico, las cuales cruzaron a través de Anatolia, se ahogaron antes de llegar, factor que hizo que los sobrevivientes regresaran a sus hogares.





Al ver que no se pudo llegar a Jerusalén, y luego de varios enfrentamientos, finalmente Ricardo y Saladino firmaron un tratado en el cual se estableció que Jerusalén seguiría bajo el control islámico, y que los musulmanes permitirían a los cristianos europeos y orientales visitar la ciudad en peregrinaje.





En 1198 el nuevo Papa, Inocencio II, buscó el apoyo de los monarcas europeos, quienes se encontraban sumidos en disputas internas y con sus vecinos, para lanzar una cuarta cruzada que buscaba, como la anterior, recuperar a Jerusalén. Sin embargo, por problemas de logística, la falta de apoyo y otra serie de inconvenientes que se dieron, esta empresa fracasó, así que se desvió hacia Constantinopla, ciudad capital del Imperio Bizantino (cristiano de Oriente), la saqueó y se apoderó de ella.








 



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