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 El ser humano, desde el inicio de su existencia, ha elevado a la razón al nivel de Al-lah. Algunos incluso la han colocado por encima del Creador de los cielos, la tierra y todo lo que hay en ellos, en especial en épocas donde el desarrollo tecnológico o el poderío político, económico y militar está en sus manos. Su vanidad es tal que se piensa divino, creyendo falsamente que lo que ha logrado es gracias a sus propios méritos y medios, y que es capaz de hacer todo lo que se proponga.





Es por esto, que el hombre ha dejado de lado los mandatos y leyes de Al-lah, Glorificado sea, y se ha dado a la tarea de crear sus propias leyes, basándose en sus caprichos y los arranques de su razón. Así, ha iniciado una lucha en contra de la religión en nombre de la “liberación” de la razón y la “libertad” de pensamiento, llegando a formar sus propias leyes, mismas que le son dictadas por su limitada y pequeña razón.





El Islam NO rechaza el uso de la razón y la lógica, pero sí establece que estas tienen límites y deben ser usadas adecuadamente. No exagera en elevarla a un puesto que no le corresponde ni la adora como si fuera un dios, pero tampoco la desprecia y rechaza. Para el Islam, la razón es la que nos diferencia de los animales, cuando la usamos para lo que fue creada, para reconocer lo que nos beneficia y perjudica, y actuar en nuestras vidas bajo estas bases. El buen uso de la razón nos lleva a una premisa que hace parte de nuestra propia naturaleza, esta es que el ser humano, por medio del uso único y exclusivo de su razón, no puede dictaminar las leyes que rigen su vida como individuo, miembro de una familia y una sociedad, sino que necesita de la guía divina que se encuentra en la revelación de Al-lah a Sus Profetas, la paz de Al-lah sea con todos ellos. Además, comprendemos y aceptamos que hay muchas cosas a las que nuestro entendimiento y conocimiento no puede llegar sino por medio del Mensaje de Al-lah, como lo relacionado a la creencia en Él, es decir, qué creer y cómo creer, o la creencia en el más allá (los ángeles, lo genios, el Paraíso, el Infierno, etc.).





Siguiendo este mismo orden de ideas, nos encontramos con que la razón humana generaliza en los conceptos y no los particulariza. Tenemos que un determinado comportamiento es justo y bueno y que otro no, pero se encuentra frente a una serie de situaciones en las que es incapaz de establecer un juicio correcto sobre lo que es justo y bueno y lo que no lo es. Además, el criterio del ser humano frete a lo bueno, lo justo y lo que debe hacer se ve afectado por la situación en la que se encuentre, sus necesidades, sus intereses y, como dijimos, sus deseos y pasiones. Al respecto el Shaij del Islam, Ibn Taimiah, que Al-lah lo tenga en Su misericordia, dijo: “Los Mensajero y Profetas de Al-lah fueron enviados para aclarar los asuntos que la razón humana no puede comprender ni alcanzar por sí sola. En el mensaje que Al-lah les reveló no existe nada que contradiga el sano juicio y la razón”. [Tomado de Mayymu’ Al Fatawa]





Se debe reconocer también que la diferencia de pensamiento que existe entre la gente influye en la concepción que cada uno tiene sobre la vida, el comportamiento, los valores, etc.; por lo que hay cosas que para algunos son buenas mientras que para otros no lo son. Es por esta razón que nos encontramos con que la gente no logra ponerse de acuerdo en varios asuntos que son vitales para el individuo, la familia y la sociedad, pues cada uno quiere imponer su posición y teoría personal. Y no podemos olvidarnos que muchos de los razonamientos que realizamos se ven fuertemente influenciados por factores externos, como el ambiente en el que nos desenvolvemos o las ideas que creemos como correctas.





La razón es una de las grandes bendiciones que Al-lah ha concedido al ser humano, para que por medio de esta Lo reconozca, crea en Él, Lo adore, aproveche todos los recursos que ha puesto a su disposición en la tierra, entienda cómo funcionan las cosas a su alrededor y encuentre medios que le ayuden a mejorar su estilo de vida.





Escuché una vez a una mujer que nunca se casó. Cuando le preguntaba su razón para ello, solía decir que siempre había estado buscando la pareja perfecta.


“Pero es posible que hayas encontrado a alguien casi perfecto durante todos estos años”, protestó alguien. “Sí, una vez”, respondió ella, “pero, desafortunadamente, él estaba buscando también la pareja perfecta, y yo no cumplía con los requisitos”.


¿Significa esto que sólo si uno es perfecto puede buscar la pareja perfecta? Ahora, cada uno de nosotros podría considerarse a sí mismo perfecto, pero somos muy diestros y expertos en encontrar fallas en los demás. Y esto nos lleva a la causa principal de muchos matrimonios miserables, nada satisfactorios, y destrozados: No nos damos cuenta de nuestros propios defectos, en lugar de estar buscándolos en nuestra pareja.


De la influencia de los medios que no dejan de hacer comparaciones entre unos y otros, desarrollamos nuestras propias inseguridades, y luego formamos nociones exageradas respecto a cómo debe amarnos nuestra pareja para que pueda satisfacernos. Pero en este empeño inútil, pasamos por alto todas las formas reales en que nuestra pareja en verdad nos ama.


Por ejemplo, puedo preocuparme por el hecho de que mi esposo no me traiga flores durante mucho tiempo. Por otra parte, él siempre llega tarde a casa de la oficina, prefiriendo ir primero a la mezquita para su curso de aprendizaje islámico. Por lo tanto, termina por darme a mí y a mis hijos muy poco tiempo. Esto suena a un esposo duro de corazón, ¿no?


Pero si fuera un poco optimista y alegre, habría estado más consciente de las muchas maneras en que él se encarga de todas mis necesidades, incluso antes de que yo se lo pida. Apenas ayer él me pidió que me fuera a la cama y descansara, mientras él dormía al niño. Y él no se molestó conmigo cuando perdí su pasaporte el mes pasado. Por el contrario, me premió con una pulsera de oro cuando por fin encontré su pasaporte. Ahora suena más como un marido de buen corazón. Y en cuanto a su llegada tarde a casa, si lo tomo de manera positiva, ganaré recompensas por ser paciente por facilitar a mi esposo el camino hacia Al-lah para estudiar y trabajar por su Din.








El ojo del espectador








Pues bien, todo está en cómo percibimos las cosas. Primero lo he retratado como a un esposo duro de corazón, debido a que mis elevadas expectativas no están cubiertas. Sin embargo, se convirtió en un esposo de buen corazón por lo que hace en realidad. Así pues, podemos disponernos para la decepción o apreciar lo que tenemos.


El verdadero asunto sigue siendo no encontrar las fallas en nuestra pareja, sino apreciarla por lo que en verdad hace. Pues, ¿acaso alguien que no es capaz de soportar las espinas, puede tener las rosas de la vida?


‘Abdal-lah, que Al-lah esté complacido con él, reportó que el Profeta de Al-lah, sallallahu alaihi wa sallam, dijo: “Un creyente no es alguien que busca los errores de los demás, no es abusivo ni obsceno ni maldice”. [Bujari, Ahmad]


En otro caso, está reportado que Ibn ‘Abbas, que Al-lah esté complacido con él, dijo: “Si quieres hablar de las fallas de tu amigo, menciona tus fallas primero”. [Bujari]


Un poeta dijo una vez: “Al ocultar los defectos de los demás sé como la noche”.








La belleza en nuestro comportamiento








Todas estas narraciones hablan de un buen comportamiento en general hacia todos nuestros semejantes, sean cercanos a nosotros o no. Los buenos modales tienen un gran énfasis en el Islam, debido a que la falta de ellos desvía al hombre hacia lo que está mal. La abundancia de murmuración, calumnia, avaricia y egoísmo que vemos hoy en día en nuestras sociedades, nos ilustra con claridad las consecuencias trágicas de la escasez de buenos modales en el mundo.


Esto también debe iluminar nuestra imaginación en cuanto a la gran importancia que el buen comportamiento debe ser para una persona, pues como dice el Sagrado Corán, es más cercano a nosotros que nuestra ropa… ropa que oculta y cubre.


Podemos detectar el valor de ser felices con nuestros cónyuges dándonos cuenta de cuántos de los demás aspectos de nuestra vida se centran alrededor de nuestros matrimonios, sea que lo deseemos o no. De modo tal que, Dios no lo quiera, si peleas con tu cónyuge, tu día, tu noche, tu sueño, todo se arruina.


Si, por el contrario, te sientes bien respecto a tu matrimonio, puedes concentrarte en otras cosas, como el trabajo, los pasatiempos, la familia, la espiritualidad, etc. Estar sano en el amor tiene un claro efecto sobre nuestra salud física, de modo que nos hace sentir bien, ver bien y disfrutar más de la vida.


Así que, en lugar de querer siempre obtener el máximo provecho de nuestra pareja, ¿por qué no simplemente queremos darle sin esperar nada a cambio, por la causa de Al-lah? ¿Por qué no apreciamos a nuestro cónyuge por lo que es, la persona con quien nos casamos en primer lugar, en vez de estar tratando constantemente de cambiarlo?


Si ambos esposos hacen esto, habrá abundante paz en el matrimonio, y más importante, ambos terminarán maravillados de estar en el camino de Al-lah y de cómo Él los guio, milagrosamente, a ser la pareja perfecta el uno del otro.



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