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Es sabido que nuestros primeros eruditos musulmanes solían pasar los seis meses previos a Ramadán pidiendo a Al-lah que les permitiera vivirlo con fe, y los seis meses siguientes orando a Al-lah para que aceptara todas las obras buenas que trataron de hacer en él.








Es mucho lo que depende de este mes de virtud –mucho en términos de alcanzar todo nuestro potencial con el apoyo de Al-lah para purificar nuestra fe y nuestra práctica–. Porque con todo nuestro enfoque en este tiempo “espiritualmente intensivo” no podemos –no debemos– darnos el lujo de dejarlo ir sin haber hecho nuestro mejor esfuerzo.








Antes que aparezca la primera luz de la luna creciente de Ramadán, necesitamos prepararnos, práctica y espiritualmente, tanto como podamos para que no se pierda ninguna obra de beneficio cuando este portal del Paraíso se abra realmente para nosotros. Estar tan próximos a Al-lah, Sus libros, Sus ángeles y Su adoración, cuando podemos en verdad renacer, es de un valor inexplicable.








Prepararnos para Ramadán








La preparación para Ramadán implica diferentes cosas para diferentes personas. Quienes trabajan tiempo completo pueden tener la opción de disponer de algunos días de descanso, preferiblemente durante el último tercio de Ramadán. Otros querrán crear un horario para llegar temprano a casa. Y lo opuesto –comenzar a trabajar tarde después de una noche de Salah– podría funcionar mejor para los que deciden pasar en vela la noche.








Hay otros aspectos logísticos que deben organizarse de antemano. Piensa en una lista completa de compras para el Iftar y el Suhur antes de Ramadán y abastécete de todo cuanto puedas antes de los ciclos intensos del mes y de sus ritmos. Ten listas las pastas, salsas, rellenos, y todos los elementos necesarios para facilitar la preparación diaria de alimentos. No quieres desperdiciar tiempo pelando y cortando cuando podrías estar leyendo el Corán y haciendo Dhiker.








Considera coordinar viajes compartidos con otras personas para ir y venir del Tarawih. Y planea viajes especiales a la mezquita que normalmente no haces, en especial con comunidades con las que normalmente no rezas, para conseguir esa sensación de maravillosa diversidad y unión de nuestra Ummah. El punto es que Ramadán tiene muchos aspectos prácticos qué preparar, de modo que adelanta la mayor cantidad de trabajo que puedas antes de que nos sumerjamos en Ramadán, así no perderás tiempos preciosos de adoración.








Hay preparaciones psicológicas que son aún más importantes, como levantar el estado de ánimo propio y de la familia. Mantén a los pequeños entusiasmados con la nueva rutina. Explícales la alegría de Ramadán. Sobra decir que cuando estamos felices y animados con algo nuestros hijos obtienen sin esfuerzo esa energía de nosotros.








Habla con tu esposa sobre cómo coordinarán sus esfuerzos. Esto es especialmente importante si los niños son pequeños y la madre cuida de ellos todo el día. En mi caso, todos vamos a la mezquita para el Tarawih. Mi esposo hace los ocho Rak’ah mientras cuido de los niños. Luego, completa Witer y se encarga de los niños por mi. Entonces es mi turno de realizar los ocho Rak’ah.


Esto funciona muy bien. Ambos nos concentramos en el Salah individualmente sabiendo que los niños están en buenas manos, y lo sentimos como un buen trabajo en equipo, la forma en que debe ser una familia. En las últimas 10 noches, nos turnamos las noches impares para nuestro Qiam personal.








Esto no es sobre igualdad sino sobre nuestro deseo de compartir el crecimiento de la fe en la familia. Y hay un precedente. Tomemos, por ejemplo, al Compañero que solía despertarse en el primer tercio de la noche para hacer el Salah. Cuando terminaba, despertaba a su esposa para su Tahayud. Cuando ella completaba su tercio, despertaba a su hija, de modo que esa casa estaba en Salah toda la noche y la lámpara de la adoración se mantenía encendida en su interior.








Una de las medidas prácticas obvias que debemos tomar antes del primer amanecer de Ramadán es ayunar en el mes anterior. Esta era la rutina del Profeta, sallallahu ‘alaihi wa sallam, y tiene mucho sentido. En especial con la llegada de Ramadán en verano, necesitamos entrenarnos para el ayuno en las semanas antes de que el ayuno se haga obligatorio.








Piénsalo, puedes pasar la primera semana o más de los largos días de ayuno, sin poder casi funcionar debido a la falta de ajuste fisiológico, en cuyo caso no serás capaz de hacer muchas cosas que habías planeado y que deseabas (y un mal inicio puede dañarte todo tu Ramadán). O puedes ayunar tanto como puedas en el mes anterior, y de esta forma tendrás tus niveles de energía y tu capacidad de ayuno al máximo, mientras te concientizas psicológicamente y te entrenas para todo lo que deseas alcanzar espiritualmente en los días benditos por venir.





Algo esencial en nuestra preparación para la llegada de Ramadán es mejorar nuestra recitación del Corán, y me refiero a incrementar nuestra lectura del Corán a medida que Ramadán se acerca con el fin de agudizar nuestra capacidad y nuestro esfuerzo de memorizar tantas Suras y aleyas nuevas como nos sea posible, de modo que podamos utilizarlas en este mes de misericordia y perdón.








Listo o no








Una vez llega Ramadán, enfoca tu mente tanto como puedas en dos cosas: Ibadah y ‘Adah (actos de adoración y cualidades de carácter). Muchas veces realizamos ciertos actos de adoración en casa, como leer mucho el Corán y preparar cuánto de él recitaremos en el Tarawih. Pero no ponemos atención a las cualidades personales que debemos cambiar y los hábitos que necesitamos eliminar o desarrollar.








Esto también es un proyecto familiar. Involucra a jóvenes y adultos en ayudarse unos a otros a construir su Ibadah. Mientras más adoración y buenos modales adquiramos en Ramadán, será mejor. Pero también necesitamos recordar el consejo del Profeta, sallallahu ‘alaihi wa sallam, de que las mejores obras son aquellas que son constantes, aunque sean pequeñas. De modo que este Ramadán enfócate en formarte hábitos deseables, mantenlos a lo largo del mes, en especial aquellos que por pereza o falta de motivación no hemos inculcado en nuestras vidas en años anteriores.








Entre los mejores actos de este tipo está el Adhkar (Recuerdo de Al-lah) que el Profeta, sallallahu ‘alaihi wa sallam, nos enseñó, hacer Du’a (súplicas) sencillas para comer, beber, dormir, despertar, entrar o salir de la casa, la mezquita, el mercado, el baño, subirse a un vehículo, etc. Escríbelas o imprímelas y colócalas en los lugares apropiados para recordar decirlas y para memorizarlas.








En esta categoría también están los Adhkar después de los cinco Salah, especialmente al amanecer y al atardecer, por las mañanas de los viernes, etc. Intégralos en tus prácticas de Ramadán. Hay otra actividad de preparación para Ramadán para toda la familia. Antes que llegue, abre un buen libro sobre estos recuerdos y reflexiona sobre la belleza de la vida del Profeta, sallallahu ‘alaihi wa sallam, saturada con la mención de su Señor en la lluvia o la sequía, el temor o la felicidad, en momentos de enfermedad, nacimiento y muerte, al mirarse al espejo y para refugiarse de todo mal bajo el sol, desde la pereza hasta la deuda y al ataque de animales). Estos Adhkar en verdad llenan nuestras vidas con la fuerte presencia de Al-lah y Su Mensajero, sallallahu ‘alaihi wa sallam. De modo que une a la familia en esta misión, y ten listas las Du’a, escritas y preparadas antes de que inicie Ramadán.








Y lo más importante de Ramadán (¡y de la vida!), la Ibadah de Sadaqah, las donaciones caritativas. Anima a tus hijos a dar algo de Sadaqah para los necesitados a diario. Haz comida y compártela con aquellos a tu alrededor, en especial con los que más lo necesitan, sean musulmanes o no. Asegúrate de incorporar una visión amplia de la Sadaqah en tu vida. No necesariamente tiene que ser dinero, sino que también puedes dar alimentos, ropa, ropa de cama, zapatos, y todas las cosas que la gente necesita, incluyendo el mostrar una actitud positiva hacia los demás por la causa de Al-lah. Recuerda que sonreír, saludar a los demás con la paz, y dar orientación, se convierte en una obra de caridad cuyo hábito necesitamos practicar. El Profeta, sallallahu ‘alaihi wa sallam, fue la persona más caritativa siempre, pero era más caritativo que el suave viento que anuncia la buena lluvia durante Ramadán.








El Libro de Al-lah








Por fin llegamos al Corán, la revelación que celebra este mes para la humanidad y los habitantes de la Tierra. Ramadán es el mes del Corán, por lo tanto, ¡Iqra’ Bismi Rabbika! Lee el Corán en el Nombre de tu Señor. Y léelo a diferentes niveles: de recitación, entendimiento y explicación. Con la firme intención de implementar de él tanto como te sea posible. Pues ese es, después de todo, el propósito del Corán.








Aprovecha el mes bendito de Ramadán para tomar el hábito de leer un poco del Corán cada día, de darte la oportunidad de hablar con Al-lah, Glorificado sea, y de estudiar más a fondo el Corán y el Hadiz. Lleva un registro de sus mandamientos y exhortaciones, y crea una lista de comprobación para su aplicación en la medida de tus posibilidades.








Esto nos lleva a otra prueba seria. Necesitamos ser conscientes de cuán correcto es nuestro Salah y de la sinceridad con la que lo realizamos. Si estás rezando el Tarawih solo, haz en él tanta recitación del Corán como te sea posible. Si has memorizado nuevas Suras esto hará que tu Salah florezca. A veces recitamos las mismas Suras día tras día en nuestro Salah, sin poner atención en cuán mecánica se ha vuelto nuestra recitación. La recitación sin sentido no involucra al corazón. El Corán es más proclamación que recitación, y sólo puede serlo si nos enfocamos en lo que dice.








Por último, aprovecha los tres periodos en los que se divide el bendito mes de Ramadán: misericordia, perdón y escape del Infierno. Ruega a Al-lah, Glorificado sea, por Su misericordia durante los primeros diez días, por Su perdón en los diez días siguientes, y por Su protección del Infierno en los últimos diez días.








Del mismo modo, cuando se trata de ‘Adah (los modales), reúne a la familia para que se ayuden mutuamente a superar las malas características que cada uno posee y desea eliminar de su vida. Ten cuidado de no ser vago respecto a lo que se intenta corregir, ni lo menosprecies. Sugiero con vehemencia que escribas las cualidades de carácter que necesitas mejorar y que necesitas erradicar cuando se trata de tu ‘Adah. Si eres alguien propenso a los chismes, pon eso en tu lista de “erradicar”. Escribe al respecto y dile a tu familia que te detengan si te ven haciendo algo que has anotado como indeseable. Ya sea la ira, el resentimiento, la pereza, el dedicar mucho tiempo a Facebook, Youtube, películas o novelas, cualquier hábito que necesites cambiar, escríbelo para que puedas cambiarlo conscientemente.








Una buena forma para comenzar a corregir nuestro carácter es tomando consciencia de las obras que realizamos con nuestros sentidos. Debemos aprender a proteger nuestra lengua de hablar mal y de las conversaciones vanas, nuestros ojos de mirar lo que no deben, nuestras manos de acercarse a lo que no deben, nuestros oídos de escuchar lo que no deben, y sí, incluso nuestras narices, de meterlas en los asuntos que no tienen nada que ver con nosotros. No hay nada más inútil que estos vicios. Tener a un amigo o a los miembros de la familia ayudándote en este proyecto de autocorrección, sería una gran bendición.








Pero no se trata sólo de desechar lo malo, sino también se trata de inculcar lo bueno. Si el Profeta, sallallahu ‘alaihi wa sallam, dijo que fueras amable con los sirvientes, seguramente él quería que fuéramos amables también con nuestros propios hijos, esposas, parientes y hermanos. De modo que debemos intentar ser amables con todos a nuestro alrededor. Deja que tus ojos vean las cosas que les traen alegría sana y el recuerdo de Al-lah, Glorificado sea. Trata de mejorar las relaciones familiares de las que te has alejado por mucho tiempo, e intenta restablecer las relaciones con aquellos familiares con quienes hayas tenido conflictos y con quienes necesitas unirte de nuevo.








Al-lah, Exaltado sea, pasará por alto nuestros pecados si pasamos por alto los de los demás. Él tendrá misericordia de nosotros si tenemos compasión por los demás. De modo que los primeros diez días, enfócate en caracterizarte por tu compasión. Los siguientes diez días, concéntrate en perdonar y olvidar lo que ya pasó. Y en los últimos diez días, mira en tu interior, impidiéndote a ti mismo todo aquello que siendo malo te lleva hacia el fuego del Infierno. Protege tu vida real, la vida que más importa porque será eterna, la vida del el más allá.








Además, si es el amor de Al-lah, Glorificado sea, lo que decimos buscar en Ramadán, está claro entonces que es Su Mensajero, sallallahu ‘alaihi wa sallam, a quien más ardientemente debemos seguir. Comprométete a inculcar conscientemente treinta nuevas Sunnahs en tu vida. Cada día anota una nueva práctica Sunnah que puedas agregar a tu vida. Comienza con las Sunnahs grandes, es decir, las que son más básicas e importantes: tus Salahs, tu trato con la gente, etc. Luego, trabaja para refinar tus cualidades de carácter. Revive una Sunnah olvidada en tiempos de crisis, tiene el beneficio de morir como mártir.


Prepara cada evento espiritual de tu vida durante Ramadán antes de que comience el mes, sea que caiga en la categoría de Ibadah o en la de ‘Adah. Esto significa que debes comenzar ahora mismo.



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