
¿Y si Jesús no quisiera lo que tú crees que quiere?"
No empiezo con Corán.
No empiezo con Biblia.
Empiezo contigo… contigo que amas a Jesús.
Porque si estás leyendo esto, es porque tu corazón siente algo cuando escuchas su nombre.
Jesús.
El de la ternura. El del sacrificio. El del amor.
Pero, dime algo… con toda sinceridad:
¿Lo amas como Él enseñó… o como te enseñaron a amarlo?
Jesús no fue cristiano.
No fue católico.
No fue protestante.
No celebró Navidad.
No rezó a sí mismo.
¿Sabes qué hizo?
Se arrodillaba.
Lloraba.
Le hablaba a Dios, no a sí mismo.
Y decía:
"No se haga mi voluntad, sino la tuya."
(Lucas 22:42)
Eso no lo dice Dios.
Lo dice un siervo de Dios.
¿Te atreves a cuestionar lo que te contaron?
Yo lo hice.
Y no fue fácil. Porque duele cuando lo que amas… no es como creías.
Pero también libera.
El Islam no me pidió odiar a Jesús.
Me enseñó a amarlo como él quería ser amado.
Como un profeta.
Un siervo puro.
Un hombre que nunca dijo “yo soy Dios”.
Versículos olvidados:
Marcos 12:29 – "Dios es uno."
Juan 17:3 – "El único Dios verdadero… y Jesús, a quien has enviado."
Hechos 2:22 – "Jesús de Nazaret, hombre aprobado por Dios…"
No hay Trinidad.
No hay Jesús diciendo “adórame”.
Hay un mensaje simple… que fue complicado por los hombres.
Entonces, si amas a Jesús…
Ámalo con la verdad.
No con emoción heredada.
No con miedo a preguntar.
No con culpa por dudar.
El Islam no vino a borrar a Jesús.
Vino a limpiarlo del ruido.
Y ahora…
No te digo: conviértete.
Te digo: piensa.
Te digo: lee el Corán.
Te digo: pregunta.
Porque si Jesús vuelve hoy…
y te encuentra rezándole a él, no al Dios que lo envió…
¿qué crees que diría?
Jesús no vino a que lo adores.
Vino a enseñarte a adorar.
¿Tienes el valor de buscar la verdad aunque duela?
Estoy aquí si quieres caminar. Sin presión. Solo corazón.
Dios te bendiga. Hoy… y hasta la eternidad.