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El profeta Muhammad fue una figura religiosa y política cuya misión fue unir las diferentes tribus de la Península Arábiga específicamente, y el mundo entero en general, bajo una religión. Como ejemplo a seguir para el mundo, la vida y las decisiones del Profeta Muhammad son aquellas de las que puede obtenerse mucho beneficio y sabiduría. Desde la época de la revelación, el Profeta vivió una vida bajo la supervisión directa del Creador. Así, estuvo bajo la protección de Dios para no cometer ningún error en difundir la religión y la forma de vida correctas. Todas y cada una de sus acciones son de las que deben ser emuladas, y Dios mismo dijo sobre él:





“En efecto, tienes un carácter con una alta escala de valores”.





El Profeta fue un hombre concentrado en una misión, y sus preocupaciones no eran las de otros humanos ordinarios. Por estas razones, uno debe investigar las razones por las cuales el Profeta tomó ciertas decisiones en el transcurso de su vida. Aunque algunas de ellas puedan parecer de fácil aplicación, otras pueden resultarnos poco familiares en esta época. En consecuencia, es importante tener en cuenta los distintos contextos que rodearon su vida para así no sacar conclusiones falsas sin base ni evidencia alguna.





Una de estas facetas de la vida del Profeta que es poco comprendida, o francamente mal representada, es el hecho de que él haya contraído múltiples matrimonios en el curso de su vida. Para entender la sabiduría de esto, uno debe estudiar los diferentes factores que rodearon esta decisión. Sólo entonces puede sacarse una buena conclusión con base en ellos.





La vida marital del Profeta puede ser dividida en cuatro etapas.





La primera etapa





Los primeros 25 años de su vida fueron un periodo de celibato. La juventud es normalmente la época de la vida cuando la gente se hace temeraria, cuando las pasiones alborotadas en la adolescencia se hacen salvajes, pues aún no se ha aprendido el autocontrol. Más aún, en la época en que él vivió, la sociedad árabe no restringía las relaciones sexuales. A pesar de ello, él llevó una vida casta y pura, ganándose el título de Amin (el confiable). Un hombre que se puede controlar a sí mismo como adulto joven tiene mayor posibilidad de mantener el autocontrol en la vejez.





La segunda etapa





Cuando eventualmente se casó, no fue con una virgen joven, menor que él. Al contrario, después de pasar célibe 25 años, su primera esposa, Jadiyah, tenía 40 años de edad y se había casado ya dos veces. Permanecieron felizmente casados por 25 años hasta que ella murió, y durante ese período él no se casó con nadie más. Cuando él recibió la primera revelación, ella fue la primera persona en creer que él era un Profeta de Dios. ¿Puede haber mayor testimonio que una esposa 15 años mayor que su esposo, siendo la primera persona en creer en su llamado?





Él también tuvo muchas razones para casarse con otra esposa mientras estaba casado con ella:





En primer lugar, aunque ella le dio tres hijas, Jadiyah no le dio ningún hijo varón que sobreviviera a la infancia. En una sociedad que practicaba el infanticidio femenino debido a su preferencia por los hijos varones, esta fue de seguro una dura prueba. Sus adversarios incluso se mofaron de él después de la muerte de su segundo hijo. Dios, sin embargo, los repudió:





 “Por cierto que a quien te desdeñe y odie le privaremos de todo bien [en esta vida y en la otra]”. (Corán 108:3)





Segundo, él fue un hombre muy bien parecido. Uno de sus seguidores lo describió así:





‘Comencé a mirarlo a él y a la luna, él vestía un manto rojo, y me pareció que era más bello que la luna’[1].





Tercero, la poligamia estaba ampliamente generalizada y era socialmente aceptable para las mujeres de la época. No había barreras sociales que le impidieran tomar otra esposa. Él pudo fácilmente desposar a una mujer más joven y hermosa que hubiera escogido, pero no lo hizo. Más aún, cuando fue presionado para que se casara después de la muerte de Jadiyah, eligió a otra viuda.





Cuarto, los paganos de La Meca le ofrecieron riquezas, ornamentos de oro y plata, liderazgo e incluso el casarse con las más bellas mujeres, sólo si dejaba de predicar, pero se rehusó. Dijo:





 “Incluso si pusieran el sol en mi mano derecha y la luna en mi mano izquierda, no abandonaría mi propósito hasta que Dios me dé el éxito o hasta que muera”[2].





¿Es esta la respuesta de un hombre dominado por sus deseos, o la de un hombre entregado a la llamada de Dios?





La tercera etapa





Después que pasó el mejor momento de su vida (físicamente), contrajo matrimonio con más de una esposa en el período comprendido entre el año 2 H. y el año 7 H. (623 - 628 d.C.). Esto ocurrió entre las edades de 55 y 60 años, y todos los matrimonios fueron realizados por razones desinteresadas. Estos fueron años de guerras para la emergente nación islámica, cuando los musulmanes tuvieron que pelear en defensa propia para proteger sus vidas y su religión. En consecuencia, cientos de sus compañeros fueron muertos, dejando tras ellos viudas y huérfanos sin nadie que cuidara de ellos. El Profeta Muhammad estableció un ejemplo para los compañeros sobrevivientes al casarse con las viudas en aras de mantenerlas, de modo que muchas de sus esposas eran viudas. Si la lujuria hubiera sido su motivo, la elección no habrían sido las viudas o divorciadas.





El Profeta Muhammad se casó con una virgen, Aisha, que era joven. Tal matrimonio es el que ha causado la mayor controversia entre los críticos que le imputan inmoralidad al carácter del Profeta debido a éste. Él se casó con ella a pedido de su padre, Abu Baker, quien era su más cercano y el primero de sus seguidores fuera de la familia. Abu Baker fue el primero de los compañeros en la estima del Profeta, y su aliado más confiable. Con él compartió la peligrosa emigración hacia Medina. ¿Por qué ofendería gratuitamente a semejante aliado rechazando su petición? Aisha es también la fuente de mucho de lo que se conoce de la Sunnah del Profeta, que sería mucho más pobre sin el legado dejado por ella. Además, el Profeta estaba cumpliendo el mandamiento de Dios, que es casar a aquellos que estén listos para casarse lo antes posible. La consumación o boda completa (nikah), se realizó tres años después de la disposición contractual (el compromiso), cuando ella ya era madura. Como niña, ella vivía en la casa de su padre, donde Muhammad la visitaba, a menudo participando con ella en sus juegos de muñecas.





Otra razón tras sus matrimonios fue el consolidar alianzas. Al casarse con familiares de aliados estratégicos y enemigos vencidos, estableció los cimientos de la cooperación entre los musulmanes de diferentes tribus. Ninguna de las esposas que el Profeta desposó después de Aisha se comparaban con su juventud, inteligencia o deseo de aprender, pero todas ellas contribuyeron en otras formas a la estabilidad de la nación musulmana. Tal hombre fue un amo, no un esclavo, de sus pasiones. Sus matrimonios señalan planeación con amplitud de miras e intereses compasivos. Si no hubiera sido por esta compasión, sin duda él habría escogido, además de Aisha, a otras similares a ella, en lugar de viudas y divorciadas, para que fueran sus esposas.





La cuarta etapa





Con la conquista de La Meca en el año 8 H.; la guerra terminó en su mayor parte. Después de esto, el Profeta no volvió a casarse. Esto muestra que él agregaba esposas a su familia sólo en la época de inestabilidad y guerra, tanto para protegerlas a ellas y a sus hijos, como para expandir y estabilizar la nación musulmana.





El hecho de que el Profeta Muhammad llevara una vida virtuosa fue admirado por sus adversarios, y a esto se refiere el Corán cuando Dios desafía a sus detractores preguntándoles de forma retórica si pueden hallar algún defecto moral en su vida. Él le dijo al Profeta Muhammad que:





“… (Di), Vosotros bien conocéis mi lealtad y confiabilidad, puesto que viví muchos años entre vosotros antes de la revelación”. (Corán 10:16)





Nadie fue capaz de encontrar ninguna falta en su carácter que pudiera ser utilizada en su contra. Asumiendo, en contra de toda evidencia, que él era un impostor y el autor personal del Corán, ¿habría presentado su vida virtuosa como prueba de su declaración de ser Profeta de Dios?





Su humilde forma de vida





 Aquellos pocos años en Medina en los que se llevaron a cabo la mayoría de sus matrimonios, no fueron años de lujo y comodidad. Por el contrario, su vida fue dura, empañada con la lucha a muerte contra los incrédulos. Grandes ejércitos estaban a las puertas de Medina listos para aplastar a los musulmanes, y gran parte de Arabia se había unido en contra suya. Las batallas debieron ser luchadas en rápida sucesión, sin tiempo para descansar en los laureles de la victoria o las cenizas de la derrota entre ellas. Para un líder responsable, no había tiempo para entregarse a las pasiones, ni siquiera el hombre ordinario que tuviera tal inclinación hallaría fácil el satisfacer sus pasiones en tales tiempos.





Huérfano desde pequeño, llegó a ser el gobernante de una Arabia unificada, pero eso no cambió su sencilla forma de vida. Comía la misma comida humilde y vestía la misma ropa que había llevado desde su juventud, quizás incluso más simple y humilde que entonces. El mobiliario de su dormitorio consistía de una estera hecha de hojas de palmera datilera, que le dejaba marcas en el cuerpo; uno de sus más cercanos compañeros le dijo al respecto:





“Oh, Mensajero de Dios, los líderes de los Persas beben en copas de oro y plata, ¿y tú vives así?” (Ahmed)





  Él a menudo se iba a la cama en la noche sin comer, y en su casa pasaban días sin que se encendiera fuego para cocinar. Cuando esto ocurría, toda la familia debía sobrevivir con dátiles y agua, a pesar del hecho de que el tesoro público estaba a su disposición. El Profeta pudo haber vivido con comodidad si lo hubiera deseado, ya que sus seguidores, algunos de los cuales eran muy ricos, estaban dispuestos a sacrificar cualquier cosa por él. Sin embargo, debido a la orden de Dios respecto al comportamiento de los Profetas, él no aceptaría caridad para sí mismo ni para su familia. Más aún, ya fuera en tiempos de pobreza o de riqueza, él no era un hombre dedicado a los placeres de esta vida mundana.





Sus noches





El Profeta Muhammad tuvo muchas esposas, pero no dedicaba la mayor parte de la noche en el disfrute conyugal con ellas. El Profeta fue ordenado por Dios:





 “Levántate en la noche y ora gran parte de ella, la mitad, o un poco menos”. (Corán 73:2-4)





Sus esposas describieron cómo sus pies se inflamaban de estar de pie orando. Esta ocupación habitual y constante claramente no pertenece a la vida de un hombre entregado a los placeres sensuales.





La vida sencilla de sus esposas





Después de la migración a Medina, el comercio próspero cambió la condición de los musulmanes. Las conquistas trajeron comodidades a la vida, y las esposas del Profeta naturalmente desearon compartir las comodidades legítimas de la vida. Sin embargo, Dios reveló:





 “¡Oh, Profeta! Diles a tus mujeres: Si preferís la vida mundanal y sus placeres transitorios, venid que os dejaré en libertad [divorciándoos] de buena forma. Pero si preferís a Allah y a Su Mensajero, y la morada que os aguarda en la otra vida, ciertamente Allah tiene una magnífica recompensa para quienes de vosotras obren el bien”. (Corán 33:28-29)





A todas las esposas se les ofrecieron alternativas, pero ni una sola de ellas lo dejó por una vida más cómoda. Si ellas hubieran sospechado que él era un impostor, o hubieran encontrado al menos una falla en su carácter, o incluso si hubieran realmente deseado la vida cómoda que se les ofrecía como alternativa a estar casadas con él, simplemente pudieron haberlo dejado. En lugar de ello, cada una de ellas eligió el honor de ser su esposa. De seguro si él hubiera sido un hombre sensual, no les hubiera negado a sus esposas deseos como éste, ni hubiera estado dispuesto a divorciarlas a todas si se hubieran inclinado, aunque fuera un poco, hacia los placeres mundanos que ahora tenían a su disposición.





 



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