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El Profeta Muhammad (la paz sea con él) quedó muy agitado por su primer encuentro con el ángel Gabriel en la cueva en las afueras de la Meca.





Estaba preocupado por lo que había sucedido y temía por su propio bienestar.





Jadiya hizo todo lo posible por calmarlo, como se menciona en la Parte 1. Para tranquilizarlo aún más, lo llevó a reunirse con su primo mayor, Waraqa ibn Naufal, que era un hombre de conocimiento religioso.





Waraqa era conocido como uno de los cuatro hunafaa (seguidores de las enseñanzas del profeta Abraham, la paz sea con él) que rechazó las prácticas idólatras de las tribus de La Meca y Arabia.





Se había convertido en nazareo y solía escribir usando el alfabeto hebreo. Escribía del Evangelio en hebreo tanto como Dios deseaba que escribiera. Cuando conoció al Profeta Muhammad (la paz sea con él), era un anciano y había perdido la vista.





Cuando el Profeta Muhammad (la paz sea con él) le dijo lo que había sucedido en la cueva, Waraqa inmediatamente reconoció al ángel como el mismo ángel que había venido al Profeta Moisés (la paz sea con él).





Este hadiz resume la respuesta de Waraqa:





Aisha narró en Sahih Al-Bujari:





…El Profeta regresó a Jadiya mientras su corazón latía rápidamente. Ella lo llevó a Waraqa ibn Naufal, quien era un cristiano converso y solía leer el Evangelio en árabe.





Waraqa preguntó (el Profeta):





“¿Que viste?”





Cuando le dijo, Waraqa dijo:





“Ese es el mismo ángel que Dios envió al Profeta Moisés. Si vivo hasta que recibas el Mensaje Divino, te apoyaré firmemente”.





LA AUSENCIA DEL ÁNGEL GABRIEL


Unos días después, Waraqa murió y la revelación también disminuyó. El ángel Gabriel no regresó con el Profeta Muhammad (la paz sea con él) durante varias semanas.





Se desconoce la duración precisa de esta ausencia. El Profeta Muhammad (la paz sea con él) necesitaba tiempo para recuperarse físicamente de la primera instancia de revelación y esta ausencia también le hizo anhelar el regreso del Ángel Gabriel y la Revelación Divina.





El Profeta Muhammad (la paz sea con él) estaba triste porque el ángel Gabriel desapareció durante estas semanas, pero reanudó su vida hasta que sucedió esto:





Mientras caminaba, escuché un sonido y miré hacia arriba y vi al mismo ángel que vino a mí en la cueva Hira, sentado en un trono que estaba en los cielos. Y una vez más temblé, y comencé a correr y fue entonces cuando Gabriel vino y reveló: ¡Oh, tú [Muhammad] que te envuelves en un manto! Ponte de pie y advierte.)…” (primeros siete versículos del capítulo 74 del Corán)





Después de eso, la revelación comenzó a llegar con fuerza de manera regular. El ángel Gabriel acudía al Profeta Muhammad (la paz sea con él) en diferentes momentos y lugares para revelarle nuevos capítulos y versículos del Corán.





¿QUIÉNES FUERON LOS PRIMEROS CONVERSOS?


Después de Jadiya, el Profeta Muhammad (la paz sea con él) informó a las personas más cercanas a él de la revelación que había recibido de Dios.





Las primeras cuatro personas que fueron queridas y cercanas a él fueron su esposa Jadiya, su mejor amigo Abu Bakr, su primo Ali y su sirviente Zaid.





Por lo tanto, se dice que Jadiya fue la primera mujer en convertirse al Islam, Abu Bakr el primer hombre adulto en aceptar el Islam, Ali el primer niño musulmán y Zaid el primer esclavo liberado.





Abu Bakr se convirtió al Islam al instante, sin dudarlo. Ali ibn Abi Talib, quien se crió en la casa del Profeta Muhammad (la paz sea con él) y tenía alrededor de 10 años en ese momento, también aceptó el Islam después de una noche de pensar en ello.





Se narra que vio al Profeta (la paz sea con él) y a Jadiya orando y les preguntó qué estaban haciendo. Cuando el Profeta le contó sobre la revelación, Ali le pidió que lo dejara pensar en ello. Pasó esa noche pensando, y a la mañana siguiente regresó con el Profeta (la paz sea con él) y abrazó el Islam.





La historia de Zaid, a quien tanto amaba el Profeta Muhammad (la paz sea con él), es una historia asombrosa. Después de ser liberado, Zaid decidió quedarse y servir al Profeta Muhammad (la paz sea con él) en lugar de regresar a su tribu como un hombre libre con su padre y su tío que fueron a La Meca para acompañarlo de regreso.





Las historias de cada uno de estos primeros conversos son asombrosas e inspiradoras, ya que cada uno de ellos contribuyó mucho al Islam a través de su fuerte fe y dedicación a la difusión de la religión y su apoyo al Profeta del Islam (la paz sea con él).





MÁS CONVERSOS ACEPTAN EL ISLAM


Abu Bakr tuvo un papel importante en la transmisión del mensaje a cuatro personas que más tarde se convirtieron en los principales compañeros del Profeta (la paz sea con él).





Fueron Sa’d ibn Abi Waqqas, Uzman ibn Affan, Al-Zubair ibn al-Awam y Abdur Rahman bin Awf.





El Profeta (la paz y las bendiciones de Dios sean con él) solía reunirse y enseñar la religión a los nuevos conversos en privado. Porque la llamada al Islam todavía se estaba produciendo de forma individual y secreta.





Él (la paz sea con él) solía encontrarse con ellos en la casa de un joven en La Meca llamado Al-Arqam ibn Abi Al-Arqam. Les recitó los versos revelados del Corán y los ayudó a guiarlos en su viaje por el camino hacia Dios.





Todos los nuevos conversos necesitaban el apoyo del Profeta (la paz sea con él), ya que enfrentaban una tremenda presión por parte de sus familias y tribus. Uno de esos casos fue Sa’d ibn Abi Waqqas, que tenía solo 16 años cuando se convirtió al Islam.





Su madre lo amenazó y trató de torturarlo para obligarlo a abandonar el Islam. Cuando eso no funcionó, intentó el chantaje emocional para que dejara la religión. Dijo que dejaría de comer y beber hasta que Sa’d regresara a la adoración de ídolos y que moriría de una muerte dolorosa si su hijo no abandonaba el Islam.





Pero Sa’d fue firme en su fe y le dijo a su madre que nunca dejaría el Islam, sin importar lo que ella hiciera. Cuando vio su determinación, rompió su huelga de hambre.





Después de este incidente, Dios reveló el siguientes versículo del Corán:





“Le he ordenado al ser humano hacer el bien a sus padres. Pero si se esfuerzan por hacer que caigas en la idolatría de dedicar actos de adoración a otro que a Mí, lo cual es algo que no te he enseñado, no les debes obediencia. Ante Mí has de comparecer y te informaré lo que hacías.”. (Corán, 29: 8)





El próximo artículo de esta serie analizará un importante punto de inflexión, cuando el Profeta (la paz sea con él) presentó el Islam primero a sus parientes y tribu, luego a la gente de La Meca y declaró su profecía.





 





Por favor mantente al tanto…





 





Fuente: About Islam



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