La religión del Islam y los musulmanes son protagonistas en los medios de comunicación hoy día; desafortunadamente, son retratados como fanáticos o extremistas simplemente por seguir los principios básicos del Islam. La información que está circulando es incorrecta o se explica de forma poco adecuada. Los principios básicos y los pilares del Islam empiezan a tomar connotaciones extrañas, cuando la realidad es que ellos son actos de adoración que denotan piedad y conciencia de Dios. Los musulmanes creen con certeza que nadie es merecedor de adoración sino solo Dios. Ellos creen que Muhammad, que la misericordia y las bendiciones de Dios sean con él, es Su Mensajero. Ellos ayunan, dan caridad y realizan el peregrinaje una vez en su vida, siempre y cuando estén en capacidad de permitirse el viaje. También rezan cinco veces al día.
¡Cinco veces! Algunos, al escuchar esto, se escandalizan y preguntan cuánto tiempo les debe tomar y cómo les alcanza para hacerlo cada 24 horas. Otros, que suelen comunicarse con Dios rezando a su propia forma, preguntan sobre las reglas y condiciones relacionadas con la oración en el Islam. Dios, dicen, está disponible todo el tiempo. Según la creencia musulmana, esto es correcto. Dios está disponible en cualquier momento y lugar. Los musulmanes invocan a Dios con frecuencia durante el día y la noche. Levantan sus manos y suplican a Dios por Su ayuda, misericordia y perdón.
Esto, sin embargo, no es el acto que los musulmanes llaman oración. Esto se llama hacer dua(súplicas) y es similar a la oración cristiana en que se trata de invocar a Dios, pedirle Su ayuda y reconocer Su grandeza. Para los musulmanes, la oración implica un grupo de movimientos rituales y palabras en momentos específicos del día y de la noche. Dios dice en el Corán: “La oración ha sido prescrita a los creyentes para realizarla en horarios determinados” (Corán 4:103). Los musulmanes rezan al alba (antes del amanecer), al mediodía, en la tarde, al ocaso y por la noche. Los musulmanes rezan en obediencia a Dios debido a que creen que Dios creó a la humanidad con el objetivo de que Lo adore.
“Por cierto que he creado… a los hombres para que Me adoren”. (Corán 51:56)
En consecuencia, para el creyente la adoración es su forma de vida. Orar en momentos específicos sirve como recordatorio de por qué estamos aquí, y ayuda a dirigir los pensamientos y los actos de la persona lejos del pecado, hacia el recuerdo de Dios. El Profeta Muhammad enfatizó la importancia de la oración cuando explicó su habilidad de limpiar el pecado. Dijo: “¿Qué pensarían si hubiera un río frente a la puerta de cada uno de ustedes, y se bañaran en él cinco veces al día, creen que les quedaría algo de suciedad?” Dijeron: “No quedaría rastro alguno de suciedad”. Les dijo: “Eso mismo ocurre con las cinco oraciones diarias, a través de las cuales Dios limpia los pecados”[1].
La oración es apenas uno entre muchos actos de adoración, sin embargo mantiene un estatus muy especial en el Islam debido a la forma en que fue ordenada. La orden de realizar la oraciónno fue descendida a la tierra por un ángel, sino que fue entregada al Profeta Muhammad durante su ascensión única al cielo. Cincuenta oraciones fueron ordenadas primero a los creyentes, pero esto fue reducido eventualmente a cinco, mientras que las recompensas por la oración se mantuvieron como si aún fueran cincuenta[2]. Esta reducción muestra cuán grande es el amor de Dios por la humanidad, pues unos pocos minutos al día son recompensados como si fuera una adoración continua.
Los musulmanes rezan cinco veces al día. De ser posible, los hombres deben rezar en una mezquita o en congregación. Las mujeres tienen la opción de rezar en casa. Los creyentes se ponen de pie, solos o rodeados de otros, en sus hogares y lugares de trabajo, en parques y mezquitas. Se levantan, inclinan, postran y sientan. Sus voces a veces se levantan y a veces son silenciosas, pero las palabras son siempre las mismas. Cuando un musulmán reza, se dirige a Dios en lengua árabe y utiliza las mismas palabras y movimientos que cualquier otro musulmán en el mundo. Los musulmanes están unidos en el ritual y el idioma de la oración.
Para rezar, los musulmanes dirigen sus rostros hacia La Meca en Arabia Saudita, donde está ubicada la Casa Sagrada de Dios, conocida como la Kaba. Si una persona está enferma o herida, puede rezar sentada o incluso acostada. El líder de la oración, conocido como Imam, no es un intermediario entre la gente y Dios; en lugar de ello, es usualmente la persona que ha podido memorizar el Corán completo o en su mayor parte. Las mujeres pueden rezar en una congregación de mujeres. Cuando los musulmanes rezan juntos se ponen de pie hombro con hombro. La cercanía entre ellos demuestra unidad. Ninguna persona es mejor que otra excepto por su piedad.
Los reyes se paran junto a los pobres, los blancos al lado de los negros, los árabes al lado de los europeos. Los creyentes levantan luego sus manos hasta la altura de los oídos y dicen: “Allah Akbar”, que significa “Dios es el Más Grande”. Esto indica que la oración ha comenzado y que todos los asuntos relacionados con este mundo han quedado de lado. La conexión está hecha, y en los siguientes minutos es utilizada por cada persona para rezar ante Dios en sumisión total. Es interesante anotar que la palabra árabe para oración es Salat, la cual se origina en un verbo que significa, entre otras cosas, “conectar”. A continuación, los musulmanes recitan el capítulo de apertura del Corán y a veces otro capítulo más. Pasan por una serie de movimientos rituales inclinándose y postrándose, mientras proclaman la grandeza, gloria y majestuosidad de Dios.
Mientras están postrados, cuando la frente toca el suelo, el creyente está más cerca de Dios que en cualquier otro momento. Es entonces la oportunidad de suplicar, de pedirle a Dios ayuda, misericordia o perdón (lo que puede hacerse en cualquier idioma). Hacia el final de la oración, los musulmanes se sientan para alabar a Dios y pedirle que bendiga a los Profetas Muhammad y Abraham. La oración concluye con las palabras Assalamu alaikum wa Rahmatullah (Que la paz y las bendiciones de Dios sean contigo), pronunciadas mientras vuelven la cabeza a la derecha y a la izquierda.
La oración ha terminado entonces y el mundo vuelve a girar. Sin embargo, durante esos pocos minutos, el creyente ha estado solo con Dios. Sea que rece en solitario o en congregación, la conexión es entre Dios y el individuo. Ha sido un momento de dicha, paz y tranquilidad. La oración es un recordatorio y un consuelo. Cada hora del día, en algún lugar del mundo, un musulmán está rezando. El creyente busca el consuelo que proviene de sentirse cerca de Dios, la paz que llega con el sentimiento del amor y la misericordia de Dios, y la serenidad que viene de saber que Dios es real.
La importancia de la oración en el Islam no puede ser subestimada. Es el primer pilar del Islam que el Profeta, Dios lo bendiga, mencionó después de mencionar el Testimonio de Fe, con el que uno se convierte en musulmán. Se hizo obligatoria para todos los profetas y para todos los pueblos. Dios ha declarado su estatus obligatorio bajo circunstancias majestuosas. Por ejemplo, cuando Dios le habló directamente a Moisés, dijo:
“Y Yo te he elegido; escucha, pues, lo que te revelaré. Ciertamente Yo soy Allah, y no hay más divinidad que Yo. Adórame, pues, y haz la oración para tenerme presente en tu corazón.” (Corán 20:13-14)
De manera similar, las oraciones fueron obligatorias para el profeta Muhámmad durante su ascensión al cielo. Por otra parte, cuando Dios alaba a los creyentes, como al comienzo del capítulo titulado ‘al Muminún’ (los Creyentes), una de las primeras descripciones que Él hace es su apego a las oraciones.
Una vez un hombre le preguntó al profeta sobre la obra más virtuosa. El profeta declaró que la obra más virtuosa es la oración. El hombre preguntó una y otra vez y las tres primeras veces el profeta respondió: “La oración”, y a la cuarta afirmó: “La yihad por la causa de Dios.”[1]
La importancia de la oración se demuestra de muchas formas en las declaraciones del Profeta. Por ejemplo, el Profeta dijo:
“La primera cosa sobre la que el siervo tendrá que rendir cuentas el Día del Juicio es la oración. Si es correcta, entonces sus demás obras serán correctas. Y si es incompleta, entonces sus demás obras serán incompletas.”[2]
La importancia de las oraciones reside en el hecho de que sin importar qué haga uno en su vida, el aspecto más importante es la relación de uno con Dios, esto es, la fe de uno (imaan), la consciencia de Dios (takua), la sinceridad (ijlas) y la adoración de Dios (ibádah). Esta relación con Dios es demostrada y puesta en práctica, así como mejorada y aumentada, por la oración. Por lo tanto, si las oraciones son correctas y apropiadas, las demás obras serán correctas y apropiadas, y si las oraciones no son correctas ni apropiadas, las demás obras tampoco serán correctas ni apropiadas, como afirmó el propio Profeta.
En realidad, la oración que se realiza correctamente —con el verdadero recuerdo de Dios y volviéndose a él pidiéndole perdón— tendrá un efecto duradero en la persona. Después que termina la oración, su corazón se llenará con el recuerdo de Dios. Será temeroso y también estará esperanzado en Dios. Después de tal experiencia, no querrá salir de esa posición elevada hacia una en la que desobedece a Dios. Dios ha mencionado este aspecto de la oración cuando ha dicho:
“Ciertamente la oración preserva de cometer actos inmorales y reprobables.” (Corán 29:45)
Nadwi ha descrito este efecto de la siguiente forma elocuente:
Su objetivo es generar dentro del yo subliminal del hombre tal poder espiritual, luz de fe y conocimiento de Dios, que le permita luchar con éxito contra todo tipo de males y tentaciones y mantenerse firme en los momentos de prueba y en la adversidad, y protegerse a sí mismo contra la debilidad de la carne y la malicia de los apetitos inmoderados.[3]
El efecto global que las oraciones correctamente realizadas deben tener sobre los humanos se describe en otros versículos del Corán:
“Ciertamente el hombre fue creado impaciente; se desespera cuando sufre un mal, y se torna mezquino cuando la fortuna le favorece, salvo los orantes, que son perseverantes en la oración…” (Corán 70:19-23)
En cuanto a la Otra Vida, el perdón de Dios y el placer están estrechamente relacionados con las oraciones. El Mensajero de Dios dijo:
“Dios ha establecido cinco oraciones. Quien realiza excelentemente sus abluciones, reza en sus tiempos apropiados, completa sus reverencias, postraciones y Jushu[4].
Las oraciones son un tipo de purificación para un ser humano. Él se vuelve hacia su Señor y se reúne con Él cinco veces al día. Como se mencionó antes, la repetición de este encuentro con Dios debe mantener a la persona alejada de realizar actos pecaminosos durante el día. Además, debe ser también su momento de remordimiento y arrepentimiento, de tal manera que le pide a Dios que perdone aquellos pecados que ha cometido. Además, la oración en sí misma es una buena obra que borra algunas de las obras malas que haya hecho. Este punto puede observarse en el siguiente hadiz del Profeta, que Dios lo bendiga:
“Si una persona tiene un río frente a su puerta y se baña en él cinco veces al día, ¿creen que quedaría alguna suciedad en él?” Dijo la gente: “no le quedaría ninguna suciedad.” El Profeta dijo entonces: “Así mismo son las cinco oraciones diarias, Dios borra los pecados por ellos.” (Sahih Al Bujari, Sahih Muslim)
En otro hadiz, el Profeta dijo:
“Las cinco oraciones diarias y la Oración del Viernes hasta la siguiente Oración del Viernes son una expiación por lo que hay entre ellas.” (Sahih Muslim)