alguien se mudara a su casa, comiera y usara sus muebles, y luego eligiera ignorarlo y no reconocer su presencia en su propia casa, ¿cómo se sentiría?
Eso hacemos con Dios.
Vivimos en su tierra, respiramos su aire, comemos su comida, y aún así muchos de nosotros decidimos ignorarlo y olvidar nuestra relación con él.
Si alguien sabe si podemos vivir en otro lugar que no sea la tierra de Dios; que lo haga saber y lo demuestre.
Si somos capaces de vivir sin el agua y la comida que Él creó; sobrevivir sin respirar su aire; bombear nuestros propios corazones y controlar la producción de nuestras propias enzimas, entonces tenemos la opción de ignorarlo a Él y a su religión.
Incluso si rechazamos este argumento basado en la necesidad, tenemos que admitir que el Creador tiene derechos sobre su creación. Por ejemplo, cuando tenemos una mascota, aunque no la creamos, simplemente la compramos, nos damos a la tarea de entrenarla y protegerla esperando lograr su obediencia por su propio bien. Y al poseer la plantilla de la mascota, que nos acredita como los propietarios de ella, aceptamos la responsabilidad de su cuidado y al mismo tiempo adquirimos derechos sobre ella.
¿Qué hay de los derechos que posee sobre nosotros y sobre todo lo que tenemos aquel que nos creó?
¿Dios, No tiene derechos sobre nosotros? ¿No le debemos nada por lo que poseemos, por lo que somos?
Y que hay de nuestra existencia; nuestros sentidos, nuestros seres queridos, este mundo, entre muchas otras cosas. ¿No es esto lo más destacado?
En la mayoría de los aspectos de la vida, estamos ya sometidos a la voluntad de Dios: no elegimos a nuestros padres; ni a nuestros genes, no controlamos nuestra respiración, no bombeamos nuestros propios corazones; etc. Sin embargo, nuestro Creador quiere que nos dejemos llevar fácilmente por otros aspectos en los que nos dió libre elección, es decir: en la mente y el corazón.
Sin embargo, Dios no requiere una sumisión basada únicamente en nuestra dependencia.
Pero no es porque Él necesite adoración alguna, pues él es completamente independiente y no tiene necesidades, sino que es por nuestro propio bien.
Como nuestro creador, Él sabe lo que es mejor para nosotros.
Nuestra felicidad en esta y en la próxima vida solo puede ser posible a través de la sumisión al Creador después de su revelación.
El siguiente ejemplo permite comprender mejor la afirmación anterior. Cuando alguien visita un lugar nuevo y pregunta, a un residente que conoce bien el área, cómo llegar a un cierto lugar, tiene dos opciones:
Puede seguir las instrucciones.
O puede tratar de encontrar el camino por si mismo.
Prueba y error. Si elije la primera opción, seguramente no se perderá. Cuando elije la segunda, se abre la posibilidad al fracaso de lograr su objetivo.
La forma más lógica y eficiente para llegar a un punto desconocido es tener instrucciones que provengan de una fuente confiable.
En la situación anterior, se optó por seguir las instrucciones proporcionadas por el lugareño, él podría haber ayudado aún más si hubiera caminado con al visitante, o haberlo llevado al sitio donde quería ir. Pero si el viajero hubiera dicho que no quería indicaciones, que el encontraría su propio camino, probablemente hubiera tenido que enfrentar las consecuencias de su obstinación y podría haberse perdido.
Del mismo modo, si aceptamos la guía de Dios, tendremos más ayuda y orientación para lograr nuestro objetivo. Pero, si nos alejamos de Dios, Él podría hacernos retorcer en nuestra ignorancia.
Di: “¿Queréis que os informemos de quienes son los mayores perdedores en cuanto a sus obras? “[Son] aquellos cuyas obras se han extraviado en [su afán exclusivo por] esta vida y que, no obstante, piensan que están haciendo buenas obras. (Corán 103:104)
Anteriormente definimos a la religión como un conjunto de relaciones, ética y valores que conectan a una persona con su creador y la comunidad que la rodea.
Las siguientes explicaciones tienen como objetivo aclarar la naturaleza de las leyes éticas universales de la religión:
Estas guías éticas están destinadas a regular el comportamiento humano. Uno puede llamarlos “conciencia interior”, algo que se logra mediante la educación.
Son valores morales innatos esenciales que existen solo dentro de nuestra conciencia humana. Uno puede transgredir fácilmente las reglas éticas y violar los mandatos morales porque son, en la medida en que no existan objetivamente, inherentemente débiles. Por lo tanto, toda sociedad civilizada se ve obligada a establecerlas firmemente como reglas sociales en función a una recompensa (para una buena acción) y una sanción (para un mal proceder). Aquellos que se atreven a socavar estos valores mediante un comportamiento imprudente y antisocial deben ser procesados sin piedad.
En principio, estas guías no necesitan ser explicadas a las personas ni deben ser impuestas por la fuerza, porque son parte de la habilidad innata de un ser humano para adquirir estos valores morales de forma natural e instintiva. Por lo tanto, la sinceridad y la honestidad son virtudes naturales, mientras que el fraude y el engaño son vileza. Estos actos no están ni cultural ni históricamente condicionadas.
Estos mandatos morales son obligaciones sociales que no pueden ser disputadas o convertirse en objeto de referéndums públicos. Son hechos sociales cuyo contenido y significado son inequívocos. Por ejemplo, las mentiras o la falta de respeto hacía los padres siempre serán vistas como un comportamiento repulsivo y no pueden ser, en ningún caso, reinterpretadas como honestidad o respeto. Establecer estos valores morales como normas sociales no implica negar que exista inmoralidad y maldad en este mundo. La religión es realista y pragmática, y no tiene lugar para visiones o fantasías beatificadas e irreales. Sabe aceptar tanto el bien como el mal en este mundo, de la misma manera que reconoce la existencia de la muerte. Leemos:
Todo ser humano ha de saborear la muerte; y os ponemos a prueba tentándoos [a todos] por medio de lo malo y lo bueno [de esta vida]: y todos habréis de retornar a Nosotros. (Corán 21:35)
Estas guías reflejan valores universales que abarcan todos los períodos de la historia humana. Esto significa que su verdad ética está oculta debajo de sus expresiones explícitas en el Corán. El vasto potencial de la verdad ética no se agota con expresiones explícitas de normas morales. En otras palabras, uno puede agregar otras pautas morales y ampliar las que ya existen. Para este propósito lo que se requiere es sabiduría humana, no revelación divina. Las guías morales son formuladas por las personas más astutas de una sociedad que saben cómo armonizar las reglas éticas con las experiencias de vida de la gente común y cómo vincularlas con la sabiduría acumulada de su pasado cultural. Sin lugar a dudas, la historia ofrece a las personas mucha sabiduría y es, al mismo tiempo, su más estricto juez, ya que refleja sin descanso las experiencias reales que las personas tienen en su vida diaria.
Todas estas pautas morales están firmemente entrelazadas, formando una red holística de cadenas y conexiones; no se permite la partición o división, porque solo hay una ruta indivisible. El libro lo dice así:
Y [sabed] que este es el camino que conduce rectamente a Mí, … (Corán 6:153)
Adherirse a estas pautas morales no depende de la fuerza del individuo y la capacidad humana. Creer en Dios y seguir estos mandamientos morales no requiere de habilidades especiales ni de mucha inteligencia. No es necesario tener dones excepcionales para saber que el asesinato de otras personas es una mala acción. Tal aversión está arraigada en la naturaleza humana. Quizás, uno puede comparar los pilares del Islam y sus mandamientos, con lo que sabemos al contar los goles en un partido de fútbol: por decir algo, 1 o 0, pero nunca nada en medio.
¡Oh vosotros que habéis llegado a creer! Sed conscientes de Dios con toda la consciencia que Le es debida, y no permitáis que la muerte os alcance sin estar sometidos a Él. (Corán 3:102)
La moral se entiende aquí como una ley socio-espiritual que sienta las bases de las relaciones entre los miembros de la raza humana. Distingue a los seres humanos de los animales y es eficaz, independientemente de la estructura económica de una sociedad. La moralidad de la religión se caracteriza por la validez universal. Alcanza su característica como “ética general” a través de su condición de revelación divina. Esta moral difiere de la mera costumbre y tradición, que, aunque mencionadas en el Libro, no se establecieron como reglas precisas ni, debido a su naturaleza como práctica social en constante cambio, normas explícitamente particulares. En contraste, la ética social se reveló en forma de mandamientos, la verdad, desde el tiempo de Noé hasta llegar a la época de Mahoma. Todavía son válidos en la actualidad y son compartidos por muchas culturas diferentes en el mundo; se aplican independientemente de la naturaleza del sistema económico o del entorno social. En resumen, son el denominador común (humano) que une culturas, sistemas políticos, raza, clase y género. Influyen directamente en el comportamiento social del individuo una vez que se han institucionalizado como una norma cultural o una práctica común. Lo que todo musulmán árabe y no árabe debe reconocer es que esta ética no solo termina con el compromiso religioso, sino que es una obligación social hacia la sociedad y, sobre todo, obligaciones morales que no tienen nada que ver con la política o la administración de los asuntos estatales.
La importancia de la religión a nivel individual, social y nacional varía enormemente, pero hay algunas razones por las que sigue siendo importante en general. Las personas a menudo anhelan una mejor comprensión del mundo y la religión busca dar respuesta las preguntas que surgen con respecto a este tema y además asignarles un propósito para darle un mayor significado a la vida. La religión también puede unir sociedades y naciones.
La religión ayuda a lidiar con los momentos más estresantes de la vida porque da la esperanza de seguir adelante. Permite evitar la depresión y, por lo tanto, la vida se mueve de manera más fluida y saludable. Proporciona una comunicación entre el Creador y los humanos.
Dios dijo:
pues un Día suscitaremos a un testigo de cada comunidad, de entre ellos mismos, para que testifique en su contra. Y a ti [también, Oh Profeta,] te hemos suscitado para que des testimonio de esos [a quienes llegue tu mensaje], ya que hemos hecho descender sobre ti esta escritura divina, gradualmente, como aclaración de todas las cosas, y como guía, misericordia y buena nueva para todos los que se han sometido a Dios. (Corán 16:89)
por faten sabri