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¿Que Significa la palabra "Islam"?


En una aproximación lingüística, la palabra islam procede de la raíz árabe s-l-m que significa al mismo tiempo ‘sometimiento’ y ‘paz’ (salam). El significado literal de musulmán (muslim) es “aquel que se somete o se adecua a lo único real”. Por ello el significado de la palabra árabe islam sería aproximadamente la de “sometimiento o adecuación a la Realidad Única, a Dios”. Este sometimiento a lo real implica una determinada forma de vivir. A esta manera concreta de vivir y concebir la existencia los musulmanes la denominan din del islam.





El islam no es una cultura ni una religión —en el sentido habitual que suele darse a esta palabra en las sociedades y culturas occidentales, de raíces judeocristianas— sino una forma de ser y de vivir. La palabra ‘religión’ tiene la connotación cultural latina de religare, que resalta sobre todo el vínculo entre personas de un rebaño o comunidad, que se ‘religan’ por medio de los ritos. Por el contrario, el islam se define a si mismo como din, como forma de vida, como sistema de relación entre el ser y la realidad, y no sólo como vínculo entre los seres, aunque este vínculo, por supuesto, existe.





En el din del islam hay principios y formas, pero no dogmas ni misterios. No hay sacerdotes ni iglesia, no hay sacramentos ni liturgia en un sentido representacional: es más bien una manera de vivir y concebir la existencia.





Una vez aclarada esta cuestión podemos decir que el din del islam es la forma de vida que Dios transmitió por medio del Corán y que fue ejemplarmente puesta en práctica por el profeta Muhámmad, la paz y las bendiciones sean con él. El núcleo de este din del islam es una actitud y un ordenamiento existenciales completos y específicos que regulan todas y cada una de las facetas de la vida humana.





El origen de esta forma de vivir se remonta, según el Corán, hasta el profeta Ibrahim (Abraham), la paz sea con él, que era hanif, es decir, “que adoraba y reconocía al Dios Único, sin rendir adoración a ninguna otra cosa”. Por ello decimos también que el islam es una forma de vida revelada al ser humano a través de los profetas y enviados desde los primeros tiempos históricos.





A la hora de estudiar el islam habrá que tener en cuenta que lo que normalmente se entiende por islam, es decir, el islam de Muhámmad, es sólo su última y más reciente manifestación, puesto que, según el Corán, el Dios y el din de Ibrahim (Abraham), de Musa (Moisés), de Isa (Jesús), y de Muhámmad, la paz sea con ellos, son uno y el mismo.





El musulmán, aquel que vive sometiéndose a la realidad, a aquello que viene de Dios, sea bueno o malo, consigue así que su vida fluya libremente, siente que Dios es la esencia de todo ser, de toda criatura, siente que Dios está vivo en su corazón y no es una abstracción inalcanzable; cree en el mensaje y por ello practica el din del islam, que se concreta en cinco pilares que le ayudan, día a día, ciclo tras ciclo, a limpiar su corazón y su mente de la alienación, de las falsas ideas y de cualquier tipo de adherencia o idolatría (shirk).





El musulmán no relega a Dios a momentos y lugares determinados, sino que vive la dimensión divina de lo cotidiano, de lo sencillo. Hace lo que siente, dice lo que piensa, y transmite esa actitud ante la Realidad a todo aquello que alcanza. En este sentido, todo en la vida del musulmán tiene una cualidad trascendente y sagrada. No existe un ámbito para lo religioso y otro ámbito para lo profano sino que ambos, como todas las demás facetas, conforman una unidad indisoluble que se manifiesta en el ahora.





La base sobre la que se asienta el pensamiento islámico, su consecuencia existencial y su visión del mundo, es el tawhid, la conciencia de la unicidad de lo real, que está claramente contenida en la shahada o testificación primera que hace todo musulmán: “La illaha illa Allah”. El musulmán, aquel que reconoce y se somete a la Realidad Única, testifica mediante estas palabras, casi constantemente, muchas veces cada día de su vida, que no existen dioses, figuras o realidades excepto esa Realidad Única a la que llamamos Dios.





Como fruto de esa conciencia, la shahada lleva al musulmán a considerar y a sentir que aquello que pertenece a la creación, al mundo, es ilusorio, diverso, relativo, transitorio y destinado a desaparecer. Para poder vivir en ese mundo inabarcable y múltiple sometiéndose a la Realidad Única, el ser humano necesita una guía, un criterio que le permita el discernimiento cabal de la realidad. Este criterio está implícito en la Revelación, en el Corán, donde se concretan los diversos aspectos de la existencia humana, del cosmos y de las relaciones entre ambos.





El ser humano aparece en el Corán como parte esencial de la creación de Dios, como Su expresión y representación distinguida (jalifa) en el mundo. Esta distinción que Dios hace al ser humano sobre las demás criaturas, este privilegio, está inevitablemente acompañado de un incremento de la conciencia (haqq) y, por lo tanto, de la responsabilidad (ajlaq).





Las obras de la naturaleza y las del ser humano pertenecen a la sola creación de Dios. El ser humano vive inmerso en esta creación formando parte de ella. Por ello, no existe para el musulmán esa vocación de ‘conquista de la naturaleza’ tan presente en la tradición occidental. Lo único que diferencia al ser humano del resto de las criaturas es el intelecto (aql), cualidad que implica discernimiento, reflexión y, sobre todo, lenguaje. El ejercicio reflexivo está íntimamente ligado al albedrío, a la posibilidad de elegir entre lo diverso que se muestra en la creación, a la adquisición y expresión de sentido y finalidad.





El islam atiende a todos y cada uno de los aspectos y facetas del ser humano, tanto a la dimensión interior y espiritual como a las relaciones sociales, familiares o económicas, así como al papel del ser humano con relación a los demás seres, a la naturaleza y al cosmos. Podemos decir por ello que el islam es una forma de vida que ayuda al ser humano a vivir una experiencia de la realidad al mismo tiempo integral e integradora.


¿QUÉ ES EL ISLAM? (PARTE 1 DE 4): EL CENTRO DEL ISLAM


Entre las bendiciones y favores que Dios ha otorgado a la humanidad, es el habernos dotado con una innata capacidad para conocer y reconocer Su existencia.  Ha colocado esta conciencia en lo profundo de nuestros corazones como una disposición natural, que no ha cambiado desde la creación del ser humano.  Además, ha fortalecido esta disposición natural con los signos que ha colocado en la Creación, que demuestran Su existencia.  Sin embargo, ya que no es posible para la humanidad tener un conocimiento detallado de Dios excepto por Sus propias revelaciones, Dios envió a Sus Mensajeros, para que nos enseñaran acerca del Creador, al cual debemos adorar.  Estos Mensajeros también nos detallaron la forma en que se debe adorar a Dios, ya que esos detalles no se pueden saber sino a través de revelaciones.  Estos dos principios básicos fueron los asuntos más importantes que los Mensajeros de todas las revelaciones divinas transmitieron de Dios.  Sobre esta base, todas las revelaciones divinas han tenido los mismos nobles objetivos, que son:





1.    Afirmar la unicidad de Dios –  el glorificado y alabado Creador – en Su esencia y Sus atributos.





2.    Afirmar que solamente Dios tiene derecho a ser adorado y que ningún otro ser creado debe ser adorado junto a Él o en Su lugar.





3.    Salvaguardar el bienestar y oponerse a la corrupción y al mal. De este modo, todo lo que proteja la fe, la vida, la razón, la propiedad y justicia social, y la familia son parte del bienestar humano que protege la religión. Por otro lado, cualquier cosa que ponga en peligro estos cinco principios básicos es una forma de corrupción a lo que la religión se opone y prohíbe.





4.    Invitar a la gente a un máximo nivel de virtud, valores morales y nobles costumbres.





La meta principal de cada Mensaje Divino ha sido siempre la misma: guiar a la gente hacia Dios, que seamos conscientes de Él y que lo adoremos solamente a Él.  Cada Mensaje Divino llegó para reforzar este significado, y las siguientes palabras fueron repetidas por todos los Mensajeros: “Adora a Dios, no tienes otro dios que no sea Él”.  Este mensaje fue transmitido a la humanidad por Profetas y Mensajeros que Dios envió a cada nación.  Todos estos mensajeros llegaron con el mismo mensaje: el mensaje del Islam.





Todos los mensajes divinos llegaron para invitar a la gente a la sumisión voluntaria a Dios.  Por esta razón, todos compartieron el concepto de “Islam”, o “sumisión” derivada de la palabra  “salam”, que significa “paz”, en árabe.  El Islam, entendido de esta manera, fue la religión de todos los Profetas, pero ¿Por qué uno ve diferentes variaciones de la religión de Dios si todas surgieron de la misma fuente?  Existen dos razones:





La primera razón es que como resultado del paso del tiempo, y debido al hecho de que las religiones anteriores no se encontraban bajo la divina protección de Dios, se deterioraron, experimentando muchos cambios y variaciones.  Como resultado, vemos que las verdades fundamentales que transmitieron los mensajeros difieren ahora de una religión a la otra, y aparentemente el principio más común a todas ellas es el principio de la creencia y adoración de un único Dios.





La segunda razón para esta variación es que Dios, en Su sabiduría infinita y Su eterna voluntad, decretó que todas las misiones divinas anteriores al mensaje final del Islam traído por Muhámmad, la paz sea con él, se limiten a un tiempo determinado.  Como resultado, sus leyes y metodologías tratan condiciones específicas de la gente a quienes habían sido destinadas esas revelaciones.





La humanidad ha pasado por numerosos periodos de guía, engaño, integridad, y desviación, desde la era más primitiva hasta la cumbre de la civilización.  La guía divina acompañó a la humanidad a través de todo esto, siempre proveyendo las soluciones y remedios apropiados.





Ésta fue la esencia de la disparidad que existió entre las diferentes religiones.  Este desacuerdo nunca fue más allá de la legislación divina específica, ya que cada época y lugar tenía una legislación adecuada para tal circunstancia.  Pero por el contrario, las áreas de contacto eran fundamentales, como las bases de la fe y los principios básicos que representan el objetivo de la religión, como proteger la fe, la vida, la razón, la propiedad y justicia social, y la familia, estableciendo justicia en la tierra; y ciertas prohibiciones fundamentales, siendo algunas de las más importantes la idolatría, el asesinato, el robo, la fornicación y la mentira.  Además, también concordaron en virtudes morales como la honestidad, la justicia, la caridad, la bondad, la castidad matrimonial, la justicia y la piedad.  Estos principios así como otros son permanentes y eternos; son la esencia de todos los mensajes divinos.


¿QUÉ ES EL ISLAM? (PARTE 2 DE 4): LOS ORÍGENES DEL ISLAM


Pero ¿Cómo encaja el mensaje de Muhámmad, la paz sea con él, con el mensaje previo revelado por Dios? Una breve historia de los profetas puede aclarar este punto.





El primer ser humano, Adán, siguió el Islam, debido a que adoró a Dios solamente y vivió según Sus mandatos. Pero a través del tiempo y la dispersión de la humanidad por la tierra, la gente se apartó de este mensaje y comenzó a adorar a otros en lugar de Dios. Algunos comenzaron a adorar a los piadosos que estaban entre ellos, mientras que otros comenzaron a adorar a espíritus y a las fuerzas de la naturaleza. Fue entonces cuando Dios comenzó a enviar mensajeros a la humanidad, conduciéndolos a la adoración de Dios solamente, de acuerdo a su verdadera naturaleza, y advirtiéndoles acerca de las graves consecuencias de la idolatría y el paganismo.





El primero de estos mensajeros fue Noé, que fue enviado a predicar este mensaje del Islam a su gente, después de que comenzaran a adorar a sus ancestros piadosos junto con Dios. Noé invitó a su pueblo a dejar de adorar a sus ídolos, y a regresar a la adoración de Dios solamente. Algunos siguieron las enseñanzas de Noé, mientras que la mayoría no creyó en ellas. Los que siguieron a Noé fueron seguidores del Islam, o musulmanes, mientras que aquellos que no lo hicieron, se mantuvieron en la incredulidad y fueron castigados por el diluvio.





Después de  Noé, Dios envió mensajeros a cada nación que se había alejado de la verdad, para hacerlos retomar el camino correcto. Esta verdad fue la misma a través del tiempo: rechazar todo objeto de adoración con excepción de Dios, el Creador y Señor de todo, y vivir según Sus órdenes. Pero como mencionamos anteriormente, ya que cada nación difiere en su forma de vida, lenguaje y cultura, mensajeros específicos fueron enviados a naciones específicas por determinados períodos de tiempo.





Dios envió mensajeros a todas las naciones, al Reino de Babilonia envió a  Abraham –  uno de los primeros y más grandes profetas –  quien invitó a su gente a rechazar la adoración de los ídolos a los cuales eran devotos. Los invitó al Islam, pero éstos lo rechazaron y hasta trataron de matarlo. Dios probó a Abraham  muchas veces, él superó cada una de estas pruebas, y por sus tantos sacrificios, Dios proclamó que erguiría de entre su descendencia una gran nación y elegiría profetas de entre ellos. Cuando sus descendientes comenzaron a desviarse de la Verdad, que era adorar únicamente a Dios y obedecer Sus órdenes, Dios les envió a otro mensajero para que regresen al camino recto.





Consecuentemente, vemos que muchos profetas fueron enviados a los descendientes de Abraham, tales como sus dos hijos Isaac e Ismael, junto a  Jacob, José, David, Salomón, Moisés, y por supuesto, Jesús, para mencionar sólo a algunos, que la Paz y la Bendición de Dios se encuentre con todos ellos. Algunos profetas fueron enviados al pueblo de Israel (los judíos) cuando se alejaban de la religión de Dios, y era su obligación seguir al mensajero que había sido enviado y seguir sus órdenes. Todos los mensajeros llegaron con el mismo mensaje, rechazar la adoración de cualquier ser excepto Dios y obedecer Sus órdenes. Algunos no creyeron en los profetas, mientras que otros sí lo hicieron. Los que creyeron fueron seguidores del Islam, o musulmanes.





El último de estos mensajeros fue Muhámmad, la paz sea con él, descendiente de Ismael, hijo de Abraham, la paz sea con él, que fue enviado como mensajero luego de Jesús. Muhámmad, la paz sea con él, predicó el mismo mensaje del Islam como los anteriores profetas y mensajeros – adorar solamente a Dios y obedecer Sus órdenes –  lo que muchos de los seguidores de los anteriores profetas no hicieron.





Por lo tanto, como vemos, el profeta Muhámmad, la paz sea con él, no fundó una nueva religión como mucha gente piensa equivocadamente, sino que fue enviado como el Último Profeta del Islam. Al revelar Su último mensaje a Muhámmad en su forma eterna y universal para toda la humanidad, Dios finalmente cumplió con lo prometido a Abraham.





Así como les incumbía a aquellos que pertenecieron a épocas pasadas seguir el mensaje del último de los profetas que les fue enviado, le incumbe a toda la humanidad seguir el mensaje de Muhámmad. Dios prometió en el mismo Sagrado Corán, que este mensaje permanecería intacto y sería viable para todo tiempo y lugar. Basta decir que los fundamentos del Islam son los mismos que seguía el Profeta Abraham, ya que la Biblia y el Corán retratan a Abraham como un ejemplo a seguir, como alguien que se entregó completamente a Dios y lo adoró solamente a Él, sin ningún intermediario. Una vez mencionado ésto, cabe aclarar que el Islam tiene el mensaje más continuo y universal de todas las religiones, porque todos los profetas y mensajeros eran  “musulmanes”, i.e. los que se sometieron a la voluntad de Dios y predicaron el “Islam”,  i.e. sometimiento a la voluntad de Dios Todopoderoso al adorarlo solamente a Él, obedeciendo sus órdenes.





Por lo tanto, vemos que aquellos que se hacen llamar a sí mismos musulmanes hoy en día no siguen una nueva religión; por el contrario siguen la religión y el mensaje de todos los profetas y mensajeros que fueron enviados a la humanidad por orden de Dios, también conocido como Islam. La palabra “Islam” es una palabra árabe que significa literalmente “sumisión a Dios”, y los musulmanes son aquellos que por propia voluntad se someten y obedecen a Dios, viviendo de acuerdo a Su mensaje.


¿QUÉ ES EL ISLAM? (PARTE 3 DE 4): LAS CREENCIAS FUNDAMENTALES DEL ISLAM


Hay algunos principios en las creencias por los cuales el que se adhiere al Islam debe tener una firme convicción.  De estos principios, los más importantes son seis, conocidos como los “Seis pilares de la fe”.





1)      Creencia en Dios


El Islam sostiene que un estricto monoteísmo y creencia en Dios conforman el eje de su fe.  El Islam enseña a creer en un Dios que no engendró ni fue engendrado, y que no comparte con nadie Su cuidado del mundo.  Solo Él da la vida, causa la muerte, concede el bien, causa la aflicción y provee el sustento para Su creación.  Dios según el Islam es el Único Creador, Señor, Sustentador, Gobernador, Juez, y Salvador del universo.  Nadie lo iguala en Sus cualidades y habilidades, como el poder y el conocimiento.  Toda veneración, adoración y devoción debe dirigirse a Dios y a nadie más.  Cualquier ruptura de estos conceptos niega la base del monoteísmo, y por ende del Islam.





2)      Creencia en los Ángeles


Los seguidores del Islam debemos creer en un mundo que no se ve, como se menciona en el Corán.  A este mundo pertenecen los ángeles emisarios de Dios, cada uno asignado con una tarea especifica.  No tienen libre albedrío o habilidad para desobedecer; está en su naturaleza ser los fieles sirvientes de Dios.  Los  ángeles no deben ser tomados como semidioses u objetos de alabanza o veneración; son meros sirvientes de Dios que obedecen cada una de Sus órdenes.





3)      Creencia en los Profetas y Mensajeros


El Islam es una religión universal.  Los musulmanes creemos en los profetas, no sólo en el profeta surgido de los árabes,  Muhámmad el Enviado de Dios, la paz sea con él, sino en los profetas hebreos, incluidos  Abraham y Moisés, así como también los profetas del Nuevo Testamento, Jesús, y Juan el Bautista.  El Islam enseña que Dios no envió profetas solamente a los judíos y a los cristianos, sino que envió profetas a todas las naciones del mundo con un mensaje central: adorar a únicamente a Dios.  Los musulmanes debemos creer en todos los profetas enviados por Dios mencionados en el Corán, sin hacer ninguna distinción entre ellos.  Muhámmad fue enviado con el mensaje final, y ningún otro profeta vino después de él.  Su mensaje es la continuación y conclusión de los mensajes anteriores, final y eterno, y a través de él, Dios completó Su Mensaje a la humanidad, iniciado con Noé, la paz sea con  él.





4)      Creencia en los Textos Sagrados


Los musulmanes creemos en todos los libros que Dios ha enviado a la humanidad a través de Sus profetas.  Estos libros incluyen las páginas de  Abraham, la  Toráh de Moisés, los Salmos de David, los Evangelios de Jesús, y otras escrituras no mencionadas en el Corán de las cuáles probablemente no hayan quedado vestigios.  Estos libros provienen originalmente todos de la misma fuente,  de Dios el Altísimo, con el mismo mensaje, y todos fueron revelados con la verdad.  Esto no significa que hayan sido preservados.  Los musulmanes y muchos otros eruditos e historiadores judíos y cristianos encuentran que el grueso de los libros religiosos que existen hoy en día no son las escrituras originales, que de hecho se han perdido, cambiado, sufrido adulteraciones, y/o traducido una y otra vez, perdiéndose así su mensaje original.





Como los cristianos ven al Nuevo Testamento para finalizar y completar el Viejo Testamento, los musulmanes creemos que el Profeta Muhámmad recibió revelaciones de Dios a través del ángel Gabriel para corregir el error humano en el que se había incurrido con las escrituras y doctrinas del judaísmo, cristianismo y todas las demás religiones.  Esta revelación es el Corán, revelado en lengua árabe, y se encuentra hoy en día en su forma original.  El Corán busca guiar a la humanidad en todos los pasos de la vida; espirituales, temporales, individuales y colectivos.  Contiene direcciones para las conductas de la vida, relata historias, parábolas, describe los atributos de Dios, y reflexiona sobre las mejores reglas para gobernar la vida social.  Tiene instrucciones para toda la humanidad, cualquiera sea el lugar y la época.  Millones de personas hoy en día han memorizado el Corán, y las copias del Corán que se encuentran en la actualidad son idénticas a las del pasado.  Dios ha prometido que Él preservará al Corán de todo cambio hasta el final de los tiempos, para que la orientación sea clara para la humanidad y el mensaje de todos los profetas esté al alcance de aquellos que lo buscan.





5)      Creencia en la Vida después de la Muerte


Los musulmanes creemos que llegará el día en que toda la creación perecerá y resucitará para ser juzgada por sus actos: El Día del Juicio.  En este día, todo se reunirá en presencia de Dios y cada individuo será cuestionado acerca de su vida en el mundo y su manera de vivirla.  Aquellos que mantengan correctas sus creencias acerca de Dios y la vida, y hayan traducido sus creencias en actos justos, entrarán al Paraíso, aún si deben pagar por algunos de sus pecados en el Infierno si Dios a pesar de Su infinita justicia elige no perdonarlos por ellos.  Para aquellos que caigan en el politeísmo en sus tantas fases, entrarán al fuego del Infierno, para nunca salir de allí.





6)      Creencia en la Predestinación Divina


El Islam afirma que Dios tiene todo el poder y conocimiento acerca de todas las cosas, y que nada sucede sino a través de Su Voluntad y con Su total conocimiento.  Lo que se conoce como Predestinación Divina, suerte, o “destino” se conoce en árabe como al-Qádr.  El destino de cada criatura ya es conocido por Dios.





Esta creencia, sin embargo, no se contradice con el concepto del libre albedrío del hombre para elegir su curso de acción.  Dios no nos fuerza a hacer nada, podemos elegir obedecer o no.  Nuestra elección ya es conocida por Dios.  Nosotros no sabemos cual es nuestro destino; pero Dios conoce el destino de todas las cosas.





Por lo tanto, debemos creer firmemente que lo que nos sucede es de acuerdo a la voluntad de Dios y con Su total conocimiento.  Puede haber cosas que suceden en este mundo que no entendemos, pero debemos confiar en que Dios tiene sabiduría sobre todas las cosas.


 



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