Entrar en la Gran Mezquita de la Meca (al-Masyid al-Haram)
En el sexto año después de que el Profeta fuese forzado a emigrar de la Meca a Medina, se vio a sí mismo visitando la Meca y realizando la peregrinación en un sueño que se menciona en el Corán:
Por cierto que Dios hará realidad la visión que tuvo Su Mensajero [en sueños] y entraréis en la Mezquita Sagrada, si Dios quiere, algunos con las cabezas rasuradas y otros con el cabello recortado, sin temer absolutamente nada
Corán 48:27
Dios hizo tres promesas:
(a) Muhammad entraría a la Gran Mezquita de la Meca.
(b) Muhammad entraría en estado de seguridad.
(c) Muhammad y sus compañeros realizarían la peregrinación y sus rituales.
Ignorando la hostilidad de los mecanos, el Profeta Muhammad reunió a sus compañeros y se embarcó en un pacífico viaje a la Meca. Pero los mecanos continuaros siendo hostiles y lo forzaron a volver a Medina. El sueño permaneció sin realizarse; sin embargo, un importante tratado fue firmado entre el Profeta y los mecanos, que tendría gran importancia en el futuro. Fue gracias a este tratado que Muhammad realizó una pacífica peregrinación con sus compañeros al año siguiente. El sueño se hizo realidad.
La Profecía Coránica: ‘Los incrédulos serán derrotados’
Los musulmanes fueron víctimas de severas persecuciones en la Meca por parte de los paganos. En una ocasión fueron boicoteados durante tres años, y la eterna escasez de comida algunas veces bordeaba la hambruna. Cualquier palabra de victoria era inimaginable. A pesar de todos los inconvenientes, Dios profetizaba en la Meca:
Pero ciertamente todos ellos serán vencidos y huirán
Corán 54:45
El verbo árabe yuhzamu es precedido por sa (un prefijo árabe que denota tiempo futuro), haciendo de él una profecía distintiva que espera ser cumplida en el futuro. Y así lo fue como en el sagrado mes de Ramadán, dos años después de la emigración del Profeta desde la Meca a Medina, los mecanos fueron derrotados en la Batalla de Badr y se vieron forzados a retirarse.
Umar, el Segundo califa de los musulmanes después del Profeta, solía decir que ¡no sabían como la profecía Coránica se cumpliría hasta que ellos mismos fueron testigos de su realidad en la famosa Batalla de Badr! (Sahih Al-Bujari)
La Profecía Coránica: ‘Los Creyentes Tendrán Autoridad Política’
A pesar de la severa opresión en manos de los mecanos, los musulmanes tuvieron buenas noticias de Dios:
Dios prometió hacer prevalecer en la Tierra a quienes crean de vosotros y obren correctamente, como lo hizo con quienes os precedieron. [A éstos también] Les concederá el poder necesario para que puedan practicar la religión que Dios ha dispuesto para ellos [el Islam] y tornará su temor en seguridad. Adoradme, pues, y no Me atribuyáis copartícipe alguno. Y [sabed que] quienes no crean [y no agradezcan Mis gracias] estarán descarriados
Corán 24:55
Era imposible de imaginar cómo tal promesa de Dios sería cumplida cuando los creyentes eran oprimidos por los idólatras de la Meca en el momento en que se hizo. Sin embargo, se cumplió. Es cierto, Dios brindó seguridad y dominio político a los musulmanes en cuestión de años.
Y por cierto que decretamos para quienes elegimos como Mensajeros de Nuestros siervos [y así se lo prometimos] que serían auxiliados
Corán 37:171-172
Al principio, los musulmanes establecieron su propio estado, invitados por la gente de Medina, cuando Dios ordenó su emigración allí desde la Meca. Luego, durante la vida del Profeta, el estado se expandió dominando toda la Península árabe, desde el Golfo de Aqaba y el Golfo árabe hasta el mar arábigo al sur, incluyendo el lugar desde donde los musulmanes habían sido expulsados (La Meca misma). Este decreto siguió en curso para la expansión política de los musulmanes y el dominio religioso y no se detuvo en la Península árabe. La historia brinda un vivo testimonio de como los musulmanes gobernaron las tierras de la antiguos Imperios Persa y Romano, una expansión que asombró y ganó la admiración de los historiadores del mundo. En las palabras de la Enciclopedia británica:
“Dentro de un período de sólo 12 años después de la muerte de Muhammad, los ejércitos del Islam tomaron posesión de Siria, Irak, Persia, Armenia, Egipto y Cirenaica (Libia).”
Las Profecías del Corán con respecto a los Hipócritas y la Tribu de Banu Nadhir
Dios dice en el Corán
¿Acaso no observaste [¡Oh, Muhammad!] a los hipócritas cuando decían a sus hermanos incrédulos de la Gente del Libro: Si sois expulsados, nos iremos con vosotros, y jamás obedeceremos a nadie que os quiera dañar. Y si os combaten os socorreremos? Y Dios es testigo de que son unos mentirosos. Si son expulsados, no se irán con ellos. Si son combatidos no les socorrerán. Y aun si les socorrieran huirían del combate, y luego no serían auxiliados.
Corán 59:11-12
La Profecía se llevó a cabo cuando la tribu de Banu Nadhir fue expulsada en agosto de 625 DC de Medina; los hipócritas no los acompañaron ni acudieron en su ayuda.
Las profecías Coránicas con respecto a las futuras Confrontaciones
Ellos sólo podrán agraviaros [con sus calumnias], y cada vez que os combatan huirán por temor, y no serán socorridos
Corán 3:111
Sabed que aun cuando los incrédulos os hubieran combatido [en Hudaibiiah], habrían huido vencidos, pues no hubiesen tenido quien les proteja ni les defienda
Corán 48:22
Históricamente, después de que los versículos fuesen revelados, los incrédulos de la Península árabe nunca pudieron resistir a los musulmanes nuevamente.
Podemos dilucidar de las profecías que se mencionan en estos artículos que las afirmaciones de los detractores de la Profecía de Muhammad son completamente infundadas. Han basado sus críticas en el reto de mostrar lo que Muhammad, que Dios le de paz, predijo, si acaso, y las predicciones que se hicieron realidad. Él si, manifiestamente, profetizó, guiado por Dios, y siendo el último de los profetas enviados, lo que nos dijo realmente sucedió. Por lo tanto, bajo el criterio de los detractores, Muhammad fue el Mensajero de Dios, y el último de los profetas enviados, por las declaraciones hechas en su tradición (Sunnah) y el Corán.
Una de las maneras por las que se comprueba su profecía es la honestidad, sea de acuerdo a los incidentes del pasado, en la vida cotidiana, o cosas que vendrán en el futuro. Aparte del Corán, hay muchos dichos del Profeta Muhammad que contienen profecías que él realizó a lo largo de su vida con respecto al cercano o distante futuro. Algunas de ellas se han convertido en realidad, otras esperan ser verse realizadas en el futuro. Hudhaifah, un discípulo del Profeta Muhammad, nos dice:
El Profeta dio una vez un discurso frente a nosotros donde mencionó todo (los signos) que sucederán hasta el advenimiento de la Hora sin dejar nada de lado. Algunos de nosotros lo recordaron y algunos otros lo olvidaron. Después de ese discurso, yo solía ver eventos llevarse a cabo mencionados en ese discurso, pero los había olvidado antes de que ocurrieran. Luego reconocía los eventos como un hombre reconoce a otro hombre que ha estado ausente y lo ve y lo reconoce.
Sahih Al-Bujari
Hay al menos 160 profecías conocidas y confirmadas del Profeta Muhammad que fueron cumplidas a lo largo de su vida y la primera generación después de él [1]. Mencionaremos algunas de ellas.
(1) La Batalla de Badr, la primera y decisiva confrontación con los paganos Mecanos en el segundo año de la emigración desde la Meca en el año 623 DC, el Profeta Muhammad predijo el lugar en que cada soldado pagano Mecano caería. Aquellos que fueron testigos de la batalla fueron presenciaron la profecía cumplirse con sus propios ojos. [2]
(2) El Profeta Muhammad profetizó que la Batalla de los Aliados (al-Ahzab) sería la última invasión de la tribu de Quraish (los paganos mecanos) en contra de los musulmanes. Esta tuvo lugar en el año quinto de la emigración, en el año 626 y fue el último conflicto militar entre los dos bandos. Los mecanos abrazaron el Islam después de algunos años.[3]
(3) El Profeta informó a su hija, Fátima, que sería el primer miembro de su familia en morir después de él. Existen dos profecías en una: Fátima viviría más que su padre; Fátima sería la primera en morir después de él. Las dos fueron cumplidas.[4]
(4) El Profeta Muhammad profetizó que Jerusalén sería conquistada después de su muerte.[5] La profecía fue cumplida cuando, de acuerdo a la Enciclopedia Británica: “En 638 el califa musulmán Umar, ingresó a Jerusalén.” [6]
(5) El Profeta Muhammad profetizó la conquista de Persia. [7] Fue conquistada por el comandante de Umar, Sa’ad bin Abi Waqqas. En las palabras de la Enciclopedia Británica:
“…los asaltos al territorio Sasánida fueron rápidamente realizados por los califas de Muhammad, en Medina - Abu Bakr y Umar ibn al-Jattab… una victoria en Al-Qadisiyyah en 636/637 DC fue seguida por la conquista de la capital Sasánida en el Tigris. La Batalla de Nahavand en 642 completó la derrota de los Sasánidas.”[8]
(6) El Profeta Muhammad profetizó la conquista de Egipto.[9] En las palabras de la Enciclopedia Británica:
“Amr… emprendió la invasión en el año 639 con un pequeño ejército de unos 4.000 hombres (luego se sumaron más). Con una impresionante velocidad las fuerzas Bizantinas se retiraron de Egipto en 642… Varias explicaciones se han dado acerca de la conquista lograda.”[10]
(7) El Profeta predijo la confrontación con los turcos.[11] El primer conflicto se llevó a cabo durante el califato de Umar en el año 22 DH.[12]
(8) El Profeta predijo que la primera batalla marítima de los musulmanes sería atestiguada por Umm Haram, la primera mujer en participar en una expedición naval. Él también profetizó el primer enfrentamiento en Constantinopla. [13]
La primera batalla marítima en la historia musulmana fue en el año 28 DH (año 648) durante el gobierno de Mu’awiya, y fue atestiguada por Umm Haram tal como lo había presagiado el Profeta Muhammad, y Yazid ibn Mu’awiya llevó a cabo el primer enfrentamiento en Constantinopla en el año 52 DH (año 672). [14]
(9) La Profecía que Roma, Persia y Yemen serían conquistadas fue realizada durante la batalla de los Aliados en el año 626, [15]bajo circunstancias extremas,
como se describe en el Corán
Cuando os atacaron por todas partes, el terror desencajó vuestras miradas, se os subieron vuestros corazones hasta las gargantas, e hicisteis conjeturas sobre Allah [pensando que no socorrería a los creyentes]. Allí fueron probados los creyentes, y sacudidos por una fuerte conmoción. Y dijeron los hipócritas y aquellos en cuyos corazones había dudas [sobre la Verdad]: Allah y Su Mensajero no nos han hecho más que falsas promesas.
Corán 33:10-12
(10) El Profeta Muhammad profetizó que un impostor afirmando hablar en nombre de Dios sería muerto en manos de un hombre piadoso en los tiempos de Muhammad. [16] Al-Aswad al-Ansi, un falso profeta impostor en Yemen, fue muerto en los tiempos del profeta por Fayruz al-Daylami. [17]
Hay al menos 28 profecías más que pertenecen al final de los tiempos que esperan ser cumplidas.
De hecho, estas profecías bien documentadas son claras pruebas de la profecía de Muhammad, que Dios lo alabe. No hay manera posible por la cual el Profeta pueda haber sabido acerca de estos incidentes si no hubiese sido inspirado por Dios mismo, todo para probar la veracidad de Muhammad, que él no era un impostor, sino un Profeta enviado por Dios para guiar a la humanidad.
El trato del Profeta, que Dios exalte su mención, hacia otras religiones puede ser mejor descrito en el verso del
Corán que dice
Vosotros tenéis vuestra religión, y yo tengo la mía
La península de Arabia, durante el tiempo del Profeta, era una región en la que varias religiones estaban presentes. Allí había cristianos, judíos, zoroastrianos, politeístas, y otros no afiliados a ninguna religión. Cuando uno mira la vida del Profeta, puede tomar muchos ejemplos que representan el alto nivel de tolerancia hacia la gente de otras religiones.
Con el fin de entender y juzgar esta tolerancia, uno debe mirar el periodo en el que el Islam era un estado formal, con las leyes específicas establecidas por el Profeta de acuerdo con los principios de la religión. Aunque se pueden observar muchos ejemplos de tolerancia mostrados por el Profeta en los 13 años de su permanencia en La Meca, uno puede equivocadamente pensar que esto sólo se debía a que buscaba elevar el perfil de los musulmanes y el status social del Islam en general. Por esta razón, la discusión se limitará al periodo que tuvo inicio con la emigración del Profeta a Medina y, específicamente, una vez se estableció la constitución.
La Sahifah
El mejor ejemplo de tolerancia mostrado por el Profeta hacia otras religiones puede ser la constitución misma, llamada la ‘Sahifah’ por los primeros historiadores. Cuando el Profeta emigró hacia Medina, su papel como un simple líder religioso llegó a su fin; él era ahora el líder político de un estado, gobernado por medio de los preceptos del Islam, los cuales exigían que se establecieran leyes claras de gobierno para asegurar la armonía y la estabilidad en una sociedad que alguna vez había sido afligida por décadas de guerra; leyes que debían asegurar la coexistencia pacífica de los musulmanes, los judíos, los cristianos y los politeístas. Debido a esto, el Profeta estableció una ‘constitución’, misma que detalló las responsabilidades de todas las partes que residían en Medina, sus obligaciones para con cada una de las otras, y ciertas restricciones que se imponían a cada una. Todas las partes debían obedecer lo que allí se mencionaba, y cualquier violación de sus artículos sería considerada como un acto de traición.
Una Nación
El primer artículo de la constitución era que todos los habitantes de Medina, los musulmanes, así como aquellos que habían entrado en el pacto como los judíos, los cristianos, y los idólatras, eran “una nación”. Todos eran considerados miembros y ciudadanos de la sociedad de Medina, sin importar su religión, raza o ancestros. Las personas de otras religiones eran protegidas de cualquier daño de la misma forma que los musulmanes, como está establecido en otro artículo: “A los judíos que nos siguen les corresponde la ayuda y la equidad. Ellos no deben ser dañados ni auxiliados sus enemigos”. Previamente, cada tribu tenía alianzas y enemigos dentro y fuera de Medina. El Profeta reunió a estas tribus bajo un sistema de gobierno, el cual sostuvo los pactos de las alianzas en existencia con anterioridad entre aquellas tribus individuales. Todas las tribus tenían que actuar como un todo, sin importar las alianzas individuales. Cualquier ataque sobre otra religión u otra tribu era considerado un ataque sobre el estado y sobre los musulmanes también.
Las vidas de los practicantes de otras religiones en la sociedad musulmana también recibían estatus de protegidas.
El Profeta dijo
Quienquiera que mate a una persona que tenga una tregua con los musulmanes nunca olerá la fragancia del Paraíso
Sahih Muslim
Dado que la ventaja estaba de parte de los musulmanes, el Profeta estrictamente advirtió en contra de cualquier maltrato hacia personas de otras religiones.
Él dijo
¡Cuidado! Quienquiera que sea cruel y duro con una minoría no musulmana o quien restrinja sus derechos o le cargue con algo mayor a lo que ellos puedan soportar, o quienquiera que tome cualquier cosa para él en contra de su libre voluntad, yo (el Profeta Muhammad) me quejaré en contra de esa persona en el Día del Juicio
Abu Dawud
A cada cual su propia religión
En otro artículo, la constitución establece: “Los judíos tienen su religión y los musulmanes tienen la suya”. En esto, está claro que nada, excepto la tolerancia, sería tolerado; y que, aunque todos eran miembros de la misma sociedad, cada cual tenía su religión separada que no podía ser violada. A cada cual le era permitido practicar sus creencias con libertad, sin ningún impedimento, y no se toleraría ningún acto de provocación.
Hay muchos otros artículos de esta constitución que pueden ser discutidos, pero el énfasis será puesto en un artículo que establece: “Si alguna disputa o controversia que pueda causar problema llegare a surgir, ésta debe ser referida a Dios y a su Mensajero”. Esta cláusula sostenía que todos los habitantes de un Estado deben reconocer un nivel superior de autoridad y en aquellos asuntos que involucraban varias tribus y religiones, la justicia no podían ser tomada por líderes individuales; en lugar de eso, ésta debía ser arbitrada por un líder del estado en persona o sus representantes designados. Estaba permitido, sin embargo, para las tribus individuales que no eran musulmanas, referirse a sus propias escrituras religiosas y a sus hombres instruidos con relación a sus propios asuntos. Aunque podían, si así optaban por hacerlo, pedirle al Profeta que juzgara entre ellos sus asuntos.
Dios dice en el Corán
Prestan oídos a la mentira y comen vorazmente de lo ilícito. Y si se presentan ante ti [para que juzgues entre ellos], hazlo o no intervengas [si no quieres]. Si no intervienes, no podrán perjudicarte en absoluto; y si juzgas entre ellos, hazlo con equidad. Dios ama a los justos
Corán 5:42
Aquí vemos que el Profeta le permitía a cada religión juzgar sobre sus propios asuntos, de acuerdo con sus propias escrituras, siempre y cuando ello no estuviera en oposición con los artículos de la constitución, un pacto que tomó en cuenta el mayor beneficio de la coexistencia pacífica de la sociedad.
Hay muchos otros ejemplos durante el tiempo de vida del Profeta, que Dios exalte su mención, además de la Sahifah, que demuestran prácticamente la tolerancia que el Islam muestra hacia las otras religiones.
Libertad de reunión y autonomía religiosa
Dado el consentimiento por parte de la constitución, los judíos tuvieron la completa libertad de practicar su religión. Los judíos en Medina en el tiempo del Profeta tuvieron su propia escuela de aprendizaje, llamada Bait-ul-Midras, en la que ellos solían recitar la Tora, hacer actos de adoración y educarse a ellos mismos.
El Profeta enfatizó en muchas cartas a sus emisarios que las instituciones no podían ser maltratadas. He aquí una carta dirigida a su emisario ante los líderes de Santa Catalina en el Monte Sinaí, quienes buscaban la protección de los musulmanes:
“Este es un mensaje de Muhammad ibn Abdullah, como un pacto con aquellos que adoptan el cristianismo, cercanos o lejanos, nosotros estamos con ellos. En verdad, yo, los servidores, los asistentes y mis seguidores los defienden, debido a que los cristianos son mis ciudadanos. ¡Y por Dios!, yo estoy en contra de cualquier cosa que no los complazca a ellos. Ninguna imposición debe haber sobre ellos. Ni tampoco sus jueces deben ser removidos de sus puestos ni sus monjes de sus monasterios. Nadie debe destruir una casa de culto, ni dañarla, ni llevarse nada de ella para las casas musulmanas. Si alguien toma algo de esto, él dañará el pacto de Dios y desobedecerá a Su Profeta. En verdad, ellos son mis aliados y tienen mi apoyo seguro contra todos aquellos con los que ellos se enemisten. Nadie debe obligarlos a viajar u obligarlos a luchar. Los musulmanes deben luchar junto a ellos. Una mujer cristiana no puede ser casada con un musulmán sin que ella dé su consentimiento. A ella no se le debe impedir visitar su iglesia para orar. Sus iglesias son declaradas bajo protección. A ellos no se les deben impedir repararlas ni dejar de observar lo sagrado de sus pactos. Nadie de la nación (los musulmanes) debe desobedecer el pacto hasta el Ultimo Día (el fin del mundo)”.
Como uno puede ver, esta carta consistía de varias cláusulas que cubrían todos los aspectos importantes de los derechos humanos, incluyendo temas como la protección de las minorías que vivían bajo el mandato islámico, la libertad de culto y movimiento, la libertad de nombramiento de sus propios jueces, y de tener y mantener su propiedad, la exención del servicio militar, y el derecho a la protección en la guerra.
En otra ocasión, el Profeta recibió una delegación de sesenta cristianos de la región de Nayrán, en ese entonces una parte de Yemen, en su mezquita. Cuando llegó el momento de su oración, ellos miraron hacia el este y oraron. El Profeta ordenó que se los dejara tranquilos y que no fueran interrumpidos.
Política
También hay ejemplos en la vida del Profeta en los cuales él cooperó con la gente de otras religiones en la arena política. Seleccionó a un no musulmán, Amr ibn Umaiyah-ad-Damri, como embajador para ser enviado ante Negus, el Rey de Etiopía.
Estos son sólo algunos ejemplos de la tolerancia del Profeta hacia otras religiones. El Islam reconoce que hay pluralidad de regiones en esta tierra, y le da el derecho a los individuos a escoger el camino que ellos crean que sea verdadero. La religión no deber ser, y nunca lo fue, obligatoria para un individuo en contra de su propia voluntad; y estos ejemplos de la vida del Profeta, que Dios exalte su mención, son un epítome del versículo del Corán que promueve la tolerancia religiosa y establece la guía para la interacción de los musulmanes con las personas de otras religiones.
Dios dice
No está permitido forzar a nadie a creer
Corán 2:256
El Profeta Muhámmad, que la misericordia y las bendiciones de Dios sean con él, es el hombre amado por más de 1.200 millones de musulmanes. Él es el hombre que enseñó la paciencia frente a la adversidad, y nos enseñó a vivir en este mundo pero buscando también la vida eterna en el Más Allá. Fue al Profeta Muhámmad que Dios le reveló el Corán. Junto con este Libro guía, Dios envió al Profeta Muhámmad, cuyos estándares elevados de comportamiento y moral son un ejemplo para todos nosotros. La vida del Profeta Muhámmad fue el Corán. Él lo entendió, lo amó y vivió su vida basado en sus estándares. Nos enseñó a recitar el Corán, vivir según sus principios y amarlo. Cuando los musulmanes declaran su fe en Un Dios, también declaran su creencia en que Muhámmad es el siervo y el mensajero final de Dios.
Cuando un musulmán escucha que se menciona el nombre de Muhámmad, le pide a Dios que le envíe bendiciones. El Profeta Muhámmad fue un hombre, un ser humano como cualquier otro, pero es su amor por la humanidad lo que lo hace único. Los musulmanes aman al Profeta Muhámmad, pero es su amor por nosotros lo que lo hace un hombre como ningún otro. Anheló el Paraíso no sólo para sí mismo sino para todos nosotros. No derramó lágrimas por sí mismo sino por su Ummah[1], y por la humanidad. A menudo se le escuchó gritar: “¡Oh Dios, mi Ummah, mi Ummah!”
Los musulmanes también creen en los mismos profetas mencionados en las tradiciones judía y cristiana, incluyendo a Noé, Moisés, Abraham y Jesús, y creen que todos los profetas vinieron con el mismo mensaje: adorar a Dios únicamente, sin asociados, hijos ni hijas. Hay una diferencia, sin embargo, entre todos los demás profetas y el Profeta Muhámmad. Antes de Muhámmad, los profetas fueron enviados para un pueblo particular en un lugar y una época particulares. Muhámmad, sin embargo, es el Profeta final y su mensaje es para toda la humanidad.
Dios nos dice en el Corán que Él no envió al Profeta Muhámmad sino como una misericordia para la humanidad.
Y no te enviamos [¡Oh, Muhammad!] sino como misericordia para los mundos.
Corán 21:107
Dios no dijo que Muhámmad fue enviado para el pueblo de Arabia, o para los hombres, o para la gente del siglo VII. Él dejó claro que el Profeta Muhámmad fue un profeta como ningún otro, cuyo mensaje se extendería por todas partes y sería aplicable en todo tiempo y lugar. Los musulmanes lo aman, respetan y siguen. Lo tienen en tal estima que para muchos es doloroso emocionalmente ver o escuchar que su mentor amado sea ridiculizado u ofendido.
Durante toda la historia y alrededor del mundo, los no musulmanes han mostrado gran respeto y honor al Profeta Muhámmad y él es considerado influyente tanto en asuntos religiosos como seculares. Mahatma Ghandi lo describió como meticuloso respecto a las promesas, muy serio en su devoción a sus amigos y seguidores, intrépido, temerario y con una confianza absoluta en Dios y en su misión. El Profeta Muhámmad enseñó el Islam como forma de vida, fundó un imperio, instauró un código moral e instituyó un código legal concentrado en el respeto, la tolerancia y la justicia.
¿Qué hay en el Profeta Muhámmad que inspira tal devoción? ¿Es su naturaleza apacible y cariñosa, su amabilidad y su generosidad, o su habilidad para establecer lazos de empatía con toda la humanidad? Muhámmad era un hombre desinteresado que dedicó los últimos 23 años de su vida a enseñarle a sus compañeros y seguidores cómo adorar a Dios y cómo respetar a la humanidad. El Profeta Muhámmad era muy consciente de la enorme responsabilidad que le había sido confiada por Dios. Cuidaba mucho de enseñar el mensaje tal como Dios lo había prescrito y de advertir a sus seguidores de no adularlo de la misma forma en que Jesús, el hijo de María, era elogiado.[2]
Los musulmanes no adoran al Profeta Muhámmad, entienden que sólo es un hombre. Sin embargo, él es un hombre merecedor de nuestro mayor respeto y amor. El Profeta Muhámmad amó a la humanidad tanto que lloraría de miedo por ellos. Él amó a su Ummah con una devoción tan honda y profunda que Dios resaltó la profundidad de su amor por nosotros en el Corán.
Ciertamente se os ha presentado un Mensajero de entre vosotros que se apena por vuestras adversidades, se preocupa y desea que alcancéis el bien [e ingreséis al Paraíso]; es compasivo y misericordioso con los creyentes
Corán 9:128
El Profeta Muhámmad nos enseñó a amar y obedecer a Dios. Nos enseñó a ser amables unos con otros, a respetar a nuestros mayores, a cuidar a nuestros niños. Nos enseñó que es mejor dar que recibir y que cada vida humana es merecedora de respeto y de dignidad. Nos enseñó a amar a nuestros hermanos y hermanas como nos amamos a nosotros mismos. El Profeta Muhámmad nos enseñó que las familias y comunidades son esenciales, y señaló que los derechos individuales, aunque importantes, no son más importantes que una sociedad estable y moral. El Profeta Muhámmad nos enseñó que los hombres y mujeres son iguales ante Dios y que ninguna persona es mejor que otra excepto en relación a su piedad y devoción por Dios.
¿Quién es el Profeta Muhámmad? En resumen, él es el hombre que se presentará ante Dios el Día de la Retribución y le rogará a Dios que tenga misericordia de nosotros. Él intercederá por nosotros. Los musulmanes lo queremos porque es el siervo y mensajero de Dios, es una misericordia para la humanidad y su amabilidad y devoción por la humanidad no tiene precedentes.
Durante los siglos de las Cruzadas, todo tipo de calumnias fueron inventadas en contra del Profeta Muhammad, que la misericordia y las bendiciones de Dios sean con él. Con el nacimiento de la era moderna, sin embargo, marcada por la tolerancia religiosa y la libertad de pensamiento, ha habido un gran cambio en el enfoque de los autores occidentales sobre su vida y su carácter. Las opiniones de algunos eruditos no musulmanes respecto al Profeta Muhammad, que se ofrecen al final, justifican esta aseveración.
Occidente tiene todavía que dar un paso adelante para descubrir la verdad sobre Muhammad: que era auténtico y el último Profeta de Dios para toda la humanidad. A pesar de toda su objetividad e ilustración, no ha habido un intento sincero e imparcial por parte de Occidente de entender la Profecía de Muhammad. Es tan extraño que se le hayan ofrecido grandes tributos por su integridad y sus logros, pero su declaración de ser el Profeta de Dios ha sido rechazada de forma explícita e implícita. Es aquí que se requiere una investigación detallada y una revisión de las evidencias. Los siguientes hechos evidentes en la vida de Muhammad han sido proveídos para facilitar una decisión imparcial, objetiva y lógica con respecto a su Profecía.
Hasta la edad de cuarenta años, Muhammad no era conocido como estadista, predicador u orador. Jamás se lo vio discutir los principios de la metafísica, la ética, las leyes, la política, la economía o la sociología. Sin duda poseía un carácter excelente, modales encantadores, y era muy culto. Sin embargo, no había nada tan profundamente sorprendente ni tan radicalmente extraordinario en él que hiciera que los hombres esperaran algo grande y revolucionario de su parte en el futuro. Pero cuando volvió de la Cueva de Hira con un nuevo mensaje, estaba transformado por completo. ¿Es posible que una persona con las cualidades mencionadas se convirtiera de repente en un “impostor” y proclamara ser el Profeta de Dios y así ganarse la ira de su pueblo? Uno podría preguntarse, ¿por qué razón sufrió todas las dificultades que se le impusieron? Su pueblo le ofreció aceptarlo como su rey y poner todas las riquezas de su tierra a sus pies sólo si abandonaba la prédica de su religión. Pero él prefirió rechazar sus ofertas tentadoras y continuar predicando su religión sin ayuda de nadie, enfrentando todo tipo de insultos, el boicot social e incluso el ataque físico de su propia gente. ¿No fue acaso sólo el apoyo de Dios y su firme decisión de difundir el mensaje de Dios y su creencia profundamente arraigada de que al final el Islam se erigiría como la única forma de vida para la humanidad, lo que lo afirmó como una montaña frente a toda la oposición y las conspiraciones para eliminarlo? Además, si él había llegado con una intención de rivalizar con los cristianos y los judíos, ¿por qué debería haber hecho de la creencia en Jesús, Moisés y otros Profetas de Dios, que Dios los bendiga a todos ellos, un requerimiento básico de fe sin el cual no es posible ser musulmán?
¿No es una prueba incontrovertible de su Profecía que, a pesar de ser analfabeto y haber llevado una vida muy normal y tranquila durante cuarenta años, cuando comenzó a predicar su mensaje, toda Arabia admiró y se sorprendió de su maravillosa elocuencia y su oratoria? Era del todo incomprensible que toda la legión de poetas árabes, predicadores y oradores del mayor calibre, fracasara en igualarlo. Y sobre todo, ¿cómo podía él pronunciar entonces verdades de naturaleza científica contenidas en el Corán que ningún ser humano podría haber desarrollado en aquella época?
Por último, pero no menos importante, ¿por qué llevó una vida dura, incluso después de lograr poder y autoridad? Reflexionemos sobre las palabras que pronunció al morir:
“Nosotros, los Profetas, no heredamos. Cualquier cosa que dejemos al morir, es para caridad”.
De hecho, Muhammad es el último eslabón en la cadena de Profetas enviados a diferentes lugares y épocas desde el comienzo de la vida humana en este planeta. Los siguientes son los escritos de algunos autores respecto a Muhammad.
Lamartine, Historie de la Turquie, París 1854, Vol. II, pp. 276-77:
“Si la grandeza de los propósito, la escases de los medios y los resultados sorprendentes son los tres criterios del genio humano, ¿quién podría atreverse a comparar a cualquier gran hombre en la historia moderna con Muhammad? Los hombres más famosos sólo crearon ejércitos, leyes o imperios. Ellos fundaron, los que fundaron algo, nada más que poderes materiales que a menudo se desmoronaron ante sus propios ojos. Este hombre (Muhammad) movió no sólo ejércitos, legislaciones, imperios, pueblos y dinastías, sino a millones de hombres en un tercio del mundo habitado entonces. Y más que eso, movió los altares, los dioses, las religiones, las ideas, las creencias y las almas… la tolerancia en la victoria, su ambición, que fue dedicada por completo a una idea y no a luchar de forma alguna por un imperio. Sus oraciones interminables, sus conversaciones místicas con Dios, su muerte y su triunfo después de morir; todo esto da fe no de una impostura, sino de una firme convicción que le dio el poder de restaurar un dogma. Este dogma fue doble: la unidad de Dios y la inmaterialidad de Dios; el primero habla de lo que es Dios, el segundo de lo que no es Dios; el primero derroca a los falsos dioses con la espada, el otro a partir de una idea con palabras.”
“Filósofo, orador, apóstol, legislador, guerrero, conquistador de ideas, restaurador de dogmas racionales, de un culto sin imágenes; el fundador de veinte imperios terrestres y un imperio espiritual, ese es Muhammad. En cuanto a todos los estándares por los que la grandeza humana puede ser medida, podemos preguntarnos: ¿existe algún hombre más grande que él?”
Edward Gibbon y Simon Ocklay, Historia del Imperio Sarraceno, Londres, 1870, p. 54:
“No es la propagación sino la permanencia de su religión la que merece nuestra admiración, la misma impresión pura y perfecta que grabó en La Meca y en Medina se conserva, después de revoluciones de doce siglos por parte de los seguidores indios, africanos y turcos del Corán… los mahometanos[ Los términos mahometano y mahometismo son introducciones inapropiadas hechas por orientalistas, que hicieron analogía con Cristo y el cristianismo debido a su desconocimiento del Islam.] han resistido de manera uniforme la tentación de reducir el objeto de su fe y devoción al nivel de los sentidos y la imaginación del hombre. ‘Creo en Un Dios y Mahoma es el Apóstol de Dios’, es la profesión simple e invariable del Islam. La imagen intelectual de la Deidad no ha sido degradada nunca por ningún ídolo visible; los honores del profeta nunca han transgredido la medida de la virtud humana, y sus preceptos de vida han refrenado la gratitud de sus discípulos dentro de los límites de la razón y la religión”.
Bosworth Smith, Mahoma y el Mahometismo, Londres 1874, p. 92:
“Él fue el César y el Papa en uno, pero fue Papa sin las pretensiones papales y César sin las legiones de César: sin un ejército permanente, sin guardaespaldas, sin fuerza policial, sin palacio, sin ingresos fijos. Si alguna vez un hombre tuvo el derecho de decir que gobernó por derecho divino, ese fue Mahoma, porque tenía todo el poder sin sus instrumentos y sin sus apoyos”.
Annie Besant, Vida y Enseñanzas de Muhammad, Madras 1932, p. 4:
“Es imposible para cualquiera que estudie la vida y el carácter del gran Profeta de Arabia, que sepa cómo él enseñó y cómo vivió, sentir algo menos que reverencia por ese poderoso profeta, uno de los grandes mensajeros del Supremo. Y aunque en lo que les manifiesto encontrarán muchas cosas que tal vez sean familiares a muchos de ustedes, incluso yo misma siento, cada vez que las releo, una nueva forma de admiración, un nuevo sentimiento de reverencia por este poderoso maestro árabe”.
W. Montgomery, Mohammad en La Meca, Oxford 1953, p. 52:
“Su disposición a someterse a las persecuciones por sus creencias, el elevado carácter moral de los hombres que creyeron en él y lo vieron como su líder, y la grandeza de su último logro, todo ello defiende su integridad fundamental. Suponer que Muhammad fue un impostor plantea más problemas que soluciones. Además, ninguna de las grandes figuras de la historia es tan poco apreciada en occidente como Muhammad”.
James A. Michener, Islam: La Religión Incomprendida, en Selecciones de Reader’s Digest (Edición Estadounidense), Mayo 1955, pp. 68-70:
“Muhammad, el hombre inspirado que fundó el Islam, nació alrededor del año 570 d.C. en una tribu árabe que adoraba ídolos. Huérfano de nacimiento, siempre fue particularmente solícito con los pobres y necesitados, las viudas y los huérfanos, los esclavos y los oprimidos. A los veinte años ya era un exitoso hombre de negocios y pronto se convirtió en director de caravanas de camellos para una viuda rica. Cuando cumplió 25, su empleadora, reconociendo sus méritos, le propuso matrimonio. A pesar de que él era quince años menor, se casó con ella, y mientras vivía, fue un esposo devoto.
“Como la mayoría de los grandes profetas antes que él, Muhammad no se mostró dispuesto a servir como transmisor de la palabra de Dios, sintiendo su propia insuficiencia. Pero el ángel le ordenó: ‘Lee’. Por lo que sabemos, Muhammad era incapaz de leer o escribir, pero él le comenzó a dictar aquellas palabras inspiradas que pronto revolucionarían a una gran parte de la tierra: ‘Hay un solo Dios’.
“En todas las cosas Muhammad fue profundamente práctico. Cuando su amado hijo Ibrahim murió, ocurrió un eclipse, y rápidamente se levantaron rumores de la condolencia personal de Dios. Respecto a esto, se dice que Muhammad anunció: ‘Un eclipse es un fenómeno natural. Es absurdo atribuir tales cosas a la muerte o al nacimiento de un ser humano’.
“A la muerte del propio Muhammad se hizo un intento de deificarlo, pero el hombre que se convirtió en su sucesor administrativo acabó la histeria con uno de los discursos más nobles en la historia religiosa: ‘Si hay entre ustedes quien adoraba a Muhammad, sepa que él está muerto. Pero si es Dios a quien adora, sepa que Él vive para siempre’”.
Michael H. Hart, Los 100: Ranking de las Personas Más Influyentes en la Historia, Nueva York: Hart Publishing Company, Inc. 1978, p. 33:
“Mi elección de que Muhammad lidere la lista de las personas más influyentes del mundo puede sorprender a algunos lectores y puede ser cuestionada por otros, pero él fue el único hombre en la historia que fue extremadamente exitoso tanto a nivel religioso como a nivel secular”.
Enciclopedia Británica:
“....una gran cantidad de detalles de las fuentes más tempranas muestran que fue un hombre honesto y recto, que se ganó el respeto y la lealtad de otros hombres que también eran honestos y rectos”. (Vol. 12)
George Bernard Shaw dijo sobre él:
“Debe ser llamado el Salvador de la humanidad. Creo que si un hombre como él asumiera la dictadura del mundo moderno, tendría éxito en resolver sus problemas de forma que traería la tan necesaria paz y felicidad”.
(El Islam Genuino, Singapur, Vol. 1, No. 8, 1936)
Él fue de lejos el hombre más extraordinario que jamás haya puesto un pie en esta tierra. Predicó la religión, fundó un estado, construyó una nación, estableció un código moral, inició numerosas reformas sociales y políticas, estableció una sociedad poderosa y dinámica para practicar y representar sus enseñanzas, y revolucionó por completo los mundos del pensamiento y del comportamiento humanos para todos los tiempos por venir.
Su nombre es Muhammad. Nació en Arabia en el año 570 d.C., comenzó su misión de predicar la religión de la Verdad, el Islam (sumisión a Un Dios) a la edad de 40 y partió de este mundo a la edad de 63. Durante este corto período de tiempo de 23 años de su Profecía, cambió por completo la Península Arábiga del paganismo y la idolatría a la adoración del Dios Único; de las disputas y guerras tribales a la solidaridad y la cohesión nacionales, de la embriaguez y el libertinaje a la sobriedad y la piedad, de la corrupción y la anarquía a la vida disciplinada, de la ruindad total a los más altos estándares de excelencia moral. La historia humana jamás ha conocido una transformación tan completa de un pueblo o lugar antes o después, e imaginemos todas esas maravillas increíbles en poco más de dos décadas.
El mundo ha tenido su parte de grandes personalidades. Pero estas eran de un lado figuras que se distinguieron sólo en uno o dos campos, como el pensamiento religioso o el liderazgo militar. Las vidas y enseñanzas de estas grandes personalidades del mundo están envueltas en la bruma del tiempo. Hay mucha especulación sobre la época y el lugar de su nacimiento, el modo y estilo de sus vidas, la naturaleza y detalles de sus enseñanzas, y el grado y medida de su éxito o fracaso, al punto que es imposible para la humanidad reconstruir con precisión las vidas y enseñanzas de estos hombres.
No ocurre así con este hombre. Muhammad, que la misericordia y las bendiciones de Dios sean con él, logró mucho en campos muy diversos del pensamiento y el comportamiento humanos en pleno resplandor de la historia humana. Cada detalle de su vida privada y sus declaraciones públicas ha sido documentado con precisión, y fielmente preservado hasta nuestros días. La autenticidad del registro así preservado ha sido avalado no sólo por los seguidores creyentes sino incluso por sus críticos prejuiciosos.
Muhammad fue un maestro religioso, reformador social, guía moral, coloso administrativo, amigo fiel, compañero maravilloso, esposo devoto, padre amoroso… todo en uno. Ningún otro hombre en la historia jamás lo ha superado o siquiera igualado en cualquiera de estos aspectos de la vida: sólo la personalidad desinteresada de Muhammad alcanzó una perfección tan increíble.
Mahatma Gandhi, hablando respecto al carácter de Muhammad, dijo en India Joven:
“Quería conocer lo mejor de uno que tiene hoy un dominio indiscutible en el corazón de millones de personas… Estoy más que convencido que no fue la espada la que ganó un lugar para el Islam en aquellos días en el proyecto de la vida. Fue la completa sencillez, la absoluta humildad del Profeta, el respeto escrupuloso de sus promesas, su devoción intensa hacia sus amigos y seguidores, su intrepidez, su absoluta confianza en Dios y en su propia misión. Esto, y no la espada, asumió todo lo que se le presentó y superó todo obstáculo. Cuando cerré el segundo volumen (de la biografía del Profeta), me sentí triste de no tener más qué leer sobre su gran vida”.
Thomas Carlyle, en su Héroes y Heroísmo, simplemente refiere asombrado:
“¿Cómo un solo hombre pudo fusionar las tribus en guerra y los beduinos errantes en la nación más poderosa y civilizada, en menos de dos décadas?”
Diwan Chand Sharma escribió:
“Muhammad era el alma de la bondad, y su influencia fue sentida y nunca olvidada por quienes lo rodearon”. (D.C. Sharma, El Profeta de Oriente, Calcuta, 1935, pp. 12)
Muhammad no fue más ni menos que un ser humano. Pero fue un hombre con una misión noble, la de unir a la humanidad en la adoración al Uno y Único Dios Verdadero, y enseñarle el camino para vivir en la honestidad y la rectitud con base en los mandamientos de Dios. Siempre se describió a sí mismo como “un siervo y mensajero de Dios” y, de hecho, cada uno de sus actos proclamó que ello era cierto.
Hablando sobre el aspecto de la igualdad ante Dios en el Islam, la famosa poetisa de India, Sarojini Naidu, dijo:
“Fue la primera religión que predicó y practicó la democracia, ya que en la mezquita, al sonar la llamada para la oración, los fieles se congregan y la democracia del Islam se materializa cinco veces al día, cuando el campesino y el rey se arrodillan uno al lado del otro y proclaman: ‘Sólo Dios es Grande’… Me he sorprendido una y otra vez por esta unidad indivisible del Islam, que hace al hombre instintivamente un hermano”. (S. Naidu, Ideales del Islam, Discursos y Escritos, Madras, 1918, p. 169)
En palabras del Profesor Hurgronje:
“La liga de naciones fundada por el profeta del Islam, puso los principios de la unidad internacional y la hermandad humana en fundamentos tan universales que son una luz para otras naciones”. Él continúa: “El hecho es que ninguna otra nación en el mundo puede mostrar un paralelo a lo que el Islam ha hecho hacia la realización de la idea de Liga de Naciones”.
El mundo no ha dudado en elevar al rango de divinidad a individuos cuyas vidas y misiones se han perdido en la leyenda. Históricamente hablando, ninguna de estas leyendas alcanzó siquiera una fracción de lo que logró Muhammad. Y todo su esfuerzo fue con el único propósito de unir a la humanidad en la adoración al Dios Único sobre el código de la excelencia moral. Muhammad ni sus seguidores proclamaron jamás en ninguna época que él fuera un Hijo de Dios o Dios encarnado o un hombre con divinidad. Por el contrario, él siempre fue y hoy día sigue siendo considerado como sólo un Mensajero elegido por Dios.
K. S. Ramakrishna Rao, un Profesor de Filosofía de India, en su libro “Muhammad, El Profeta del Islam”, lo llama el “modelo perfecto de vida humana”.
El Profesor Ramakrishna Rao explica su opinión diciendo:
“Es muy difícil llegar a la verdad completa sobre la personalidad de Muhammad. Sólo una idea de ella podemos captar. ¡Qué dramática sucesión de escenas pintorescas! Allí está Muhammad, el Profeta. Y allí, Muhammad, el Guerrero; Muhammad, el Comerciante; Muhammad, el Estadista; Muhammad, el Orador; Muhammad, el Reformador; Muhammad, el Refugio de los Huérfanos; Muhammad, el Protector de los esclavos; Muhammad, el Emancipador de las mujeres; Muhammad, el Juez; Muhammad, el Santo. Todo en todos esos papeles magníficos, en todas esas dimensiones de las actividades humanas, él es como un héroe”.
Hoy, después de un lapso de catorce siglos, la vida y las enseñanzas de Muhammad han sobrevivido sin la más mínima pérdida, alteración o interpolación. Ofrecen la misma esperanza imperecedera para el tratamiento de muchos males de la humanidad, que ofrecían cuando estaba vivo. Este no es un alegato de los seguidores de Muhammad, sino la conclusión inevitable impuesta por una historia crítica e imparcial.
Lo menos que puedes hacer como ser humano pensante y consciente, es detenerte a pensar por un momento y preguntarte: ¿Estas declaraciones que suenan tan extraordinarias y revolucionarias, pueden ser verdad? Y suponiendo que realmente fueran ciertas, y que no conozcas a este hombre Muhammad o no hayas escuchado sobre él, ¿no es momento de que respondas a su tremendo desafío y pongas algún esfuerzo en conocerlo?
No te costará nada, pero puede llegar a ser el comienzo de una era completamente nueva en tu vida.
Entrar en la Gran Mezquita de la Meca (al-Masyid al-Haram)
En el sexto año después de que el Profeta fuese forzado a emigrar de la Meca a Medina, se vio a sí mismo visitando la Meca y realizando la peregrinación en un sueño que se menciona en el Corán:
Por cierto que Dios hará realidad la visión que tuvo Su Mensajero [en sueños] y entraréis en la Mezquita Sagrada, si Dios quiere, algunos con las cabezas rasuradas y otros con el cabello recortado, sin temer absolutamente nada
Corán 48:27
Dios hizo tres promesas:
(a) Muhammad entraría a la Gran Mezquita de la Meca.
(b) Muhammad entraría en estado de seguridad.
(c) Muhammad y sus compañeros realizarían la peregrinación y sus rituales.
Ignorando la hostilidad de los mecanos, el Profeta Muhammad reunió a sus compañeros y se embarcó en un pacífico viaje a la Meca. Pero los mecanos continuaros siendo hostiles y lo forzaron a volver a Medina. El sueño permaneció sin realizarse; sin embargo, un importante tratado fue firmado entre el Profeta y los mecanos, que tendría gran importancia en el futuro. Fue gracias a este tratado que Muhammad realizó una pacífica peregrinación con sus compañeros al año siguiente. El sueño se hizo realidad.
La Profecía Coránica: ‘Los incrédulos serán derrotados’
Los musulmanes fueron víctimas de severas persecuciones en la Meca por parte de los paganos. En una ocasión fueron boicoteados durante tres años, y la eterna escasez de comida algunas veces bordeaba la hambruna. Cualquier palabra de victoria era inimaginable. A pesar de todos los inconvenientes, Dios profetizaba en la Meca:
Pero ciertamente todos ellos serán vencidos y huirán
Corán 54:45
El verbo árabe yuhzamu es precedido por sa (un prefijo árabe que denota tiempo futuro), haciendo de él una profecía distintiva que espera ser cumplida en el futuro. Y así lo fue como en el sagrado mes de Ramadán, dos años después de la emigración del Profeta desde la Meca a Medina, los mecanos fueron derrotados en la Batalla de Badr y se vieron forzados a retirarse.