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Las Enseñanzas de Muhámmad (saaws)





(la paz y las bendiciones de Allah sean con él)





 





1. Las Enseñanzas del Profeta (saaws) sobre la higiene y la ablución[1]





 





Sus enseñanzas sobre ir al baño





 





–  Cuando entraba al baño decía:





  “Oh Allah, busco refugio en ti del mal y de los malvados”.[2]





Y al salir decía: “Pido Tu perdón”.[3]





–  Usualmente orinaba en cuclillas.





–  A veces se higienizaba con agua, algunas veces con piedras[4] y algunas veces usaba ambos.





–  Usaba su mano izquierda para higienizarse las partes pudendas.





–  Luego de higienizarse con agua, frotaba sus manos contra el suelo.





–  Cuando viajaba, se alejaba para realizar sus necesidades con el fin de ocultarse de sus compañeros de viaje.





–  A veces se escondía detrás de arbustos y otras detrás de palmas.





–  Seleccionaba las partes suaves del suelo para orinar.





–  No se levantaba sus prendas hasta cuando estuviera abajo cerca al suelo.





–  No hablaba ni respondía a los saludos mientras estuviera realizando sus necesidades fisiológicas.





–   





Sus enseñanzas sobre la ablución menor (Wudhu') [5]





 





–  Usualmente hacía la ablución para cada oración, aunque en ocasiones podía hacer muchas oraciones con una sola ablución.





–  Para la ablución, usaba una medida[6] de agua o dos tercios de ella o a veces levemente más.





–  Usaba el agua de la ablución con mucho cuidado y advertía a sus seguidores de no derrochar agua.





–  Solía lavarse sus extremidades a veces una vez, a veces dos o tres veces, pero nunca más de tres veces.





–  Solía lavarse su boca y nariz con una mano de agua y a veces dos o tres, y se lavaba su boca y nariz juntas.





–  Usaba su mano derecha para tomar el agua y su mano izquierda para expulsarla.





–  Nunca hizo ablución sin lavarse la boca y la nariz.





–  Solía enjugar toda su cabeza, moviendo con frecuencia sus manos para atrás y adelante.





–  Cuando frotaba su frente, incluía su turbante.





–  Frotaba las partes internas y externas de sus orejas junto con su cabeza.





–  Lavaba sus pies cuando no estaba vistiendo botas o medias.





–  Su ablución era en secuencia e ininterrumpida.





– Empezaba su ablución diciendo “Bismillah” y la concluía diciendo: “Atestiguo que no hay divinidad sino Allah, solo, sin socio, y atestiguo que Muhámmad es Su servidor y mensajero. Oh Allah, hazme de aquellos que continuamente se arrepienten y de aquellos que continuamente se purifican”.[7] También decía: “Oh Allah, Tú eres merecedor de toda glorificación y alabanza. Atestiguo que no hay dios sino Tu. Busco Tu perdón y me arrepiento ante Ti”.





–  Ni él ni sus compañeros decían al comenzar: “Tengo la intención de remover la impureza para hacer la oración.”[8]





–  Nunca se lavó arriba de los codos y los tobillos.





–  No era su costumbre secarse luego de la ablución.





–  Algunas veces frotaba el agua dentro de su barba, pero no siempre.





–  Con frecuencia se lavaba entre los dedos de los pies, pero no siempre.





–  No esperaba que alguien le derramara agua mientras hacía la ablución; usualmente él mismo se la derramaba, pero algunas veces otro le ayudaría.





–   





Sus enseñanzas sobre pasar la mano húmeda sobre el calzado[9]





 





–  Narraciones auténticas señalan que el Profeta r pasaba la mano húmeda sobre el calzado de cuero al realizar la ablución, ya sea que estuviera residente o viajando. Él especificó un límite de un día y una noche para los residentes, y tres días y tres noches para los viajeros.





–  Solía pasar la mano húmeda sobre la parte superior de los zapatos o medias. (También pasaba la mano húmeda sobre el turbante solo o junto con su frente.)





–  Él actuaba de acuerdo con la condición de sus pies: si estaba usando zapatos o medias pasaba la mano húmeda sobre ellos, y si sus pies estaban descalzos los lavaba.





 





Sus enseñanzas sobre el Tayammum[10] 





 





–  Hacía el tayammum en el tipo de terreno en el cual él estaba orando, ya fuera polvo, tierra o arena, y decía: “Donde quiera que alguien de mi Ummah esté cuando se deba hacer la oración, él tiene su mezquita y su fuente de purificación”.[11]





–  No llevaba arena con él en los viajes largos ni le ordenó a sus compañeros que lo hicieran.





–  Ninguna narración auténtica muestra que él hiciera un tayammum para cada oración ni ordenaba que ello fuera hecho. Él simplemente consideraba el tayammum como un sustituto para la ablución.





–  Solía hacer el tayammum golpeando el suelo con las manos una vez para luego pasarlas tanto por la cara como las manos.[12]





¿Debería la mujer quitarse su hijab debido al hostigamiento?





 





 





Alabado sea Allah.





Antes de emitir una fatwa general en estos casos, es primordial tener una descripción completa de la situación y averiguar si ha llegado a un grado de necesidad en el que se esté permitido realizar una acción de la cual existe consenso de que es haraam.





Parece que no se ha llegado a esta instancia, si no que sólo se trata de acciones de unos pocos necios y extremistas, y no es una tendencia general en ese país. Como algunos de ellos lo han expresado, sólo existen pocos casos de provocación y hostigamiento que pueden ser solucionados sin este serio compromiso. Basados en ello, los musulmanes deben luchar por sus derechos de protección, y no deben ser culpados por las acciones de los demás, o comprometer la practica de su religión que es fuente de orgullo y distinción.





 





Debemos recordar que el hijab es una obligación que Allah ha impuesto sobre las mujeres musulmanas, comprobada en el Corán y la Sunnah auténtica; además, la ummah está de acuerdo con esto a pesar de las diferencias entre sus madhhabs y escuelas de pensamiento. Ningún madhhad se ha desviado de este punto de vista, y ningún jurista ha estado en su contra, y esta ha sido la práctica de la ummah a través de los siglos.





 





Allah dice (interpretación del significado):





“¡Oh, Profeta! Dile a tus mujeres, a tus hijas y a las mujeres de los creyentes que se cubran [todo el cuerpo] con sus mantos; es mejor para que se las reconozca y no sean molestadas. Allah es Absolvedor, Misericordioso.”





[al-Ahzaab 33:59] 





“Y diles a las creyentes que recaten sus miradas, se abstengan de cometer obscenidades, no muestren de sus arreglos y adornos más de lo que está a simple vista [como lo que usan sobre el rostro, las manos y las vestimentas], cubran sus pechos con sus velos, sólo muestren sus encantos [más allá del rostro y las manos] a sus maridos, sus padres, los padres de sus maridos, sus hijos, los hijos de sus maridos, sus hermanos, los hijos de sus hermanos, los hijos de sus hermanas, las mujeres, sus esclavas, sus sirvientes que no tengan deseos sexuales, los niños que todavía no sienten atracción por el sexo femenino, y [diles también] que no golpeen con los pies al caminar para que no se escuche el sonido de sus ajorcas [y llamen la atención de los hombres]. Y pedid perdón a Allah por vuestros pecados ¡Oh, creyentes!, que así tendréis éxito [en esta vida y en la otra].”





[al-Nur 24:31] 





 





Es el deber de todo musulmán ser fiel a las obligaciones que impone su religión, y esforzarse para complacer a su Señor y obedecer Sus mandamientos, y nadie debe forzarlo, por ningún medio, a no hacerlo.





Se sorprendería al ver cierta gente que defiende la libertad y la protección de los derechos humanos quitando la libertad de los demás por causa de ciertos hechos con los que en realidad, ellos no están relacionados.





 





Con respecto a si las mujeres musulmanas pueden quitarse su hijab porque enfrentan hostigamiento, debemos resumir este tema en los siguientes puntos:





 





      * No está permitido que una mujer musulmana permanezca en una tierra en la que no puede practicar su fe abiertamente. Basado en esto, cada mujer musulmana que vive allí y no puede practicar su fe abiertamente, debe migrar a una tierra en la que pueda practicar su fe con total libertad.





      * Si ella no puede migrar, en dichas circunstancias, la mujer musulmana debe quedarse en su hogar, especialmente si tiene un responsable que pueda cuidarla y atender sus necesidades, y no debería salir, salvo en casos de necesidad, por temor a una fitnah (sedición) al que pudiera estar expuesta.





      * No es necesario que salga a trabajar y estudiar si existe alguien que pueda mantenerla, y puede atrasar sus estudios hasta el próximo semestre, o tomar licencia en su trabajo hasta que la situación se tranquilice, ya que este hostigamiento sólo ocurre en los días siguientes a un incidente, luego todo se calma rápidamente y las cosas vuelven a la normalidad.





      * En caso de salir por alguna razón necesaria y tiene miedo de enfrentar algún tipo de hostigamiento, entonces debe observar de qué tipo de hostigamiento se trata. Si se trata de algo que se puede tolerar, como maldiciones o insultos, o sólo miradas hostiles de algunas personas, no se les permite quitarse su hijab, porque uno puede tolerar dichos hostigamientos. No es correcto decirle a una mujer que se quite su hijab por algunas palabras que ha escuchado en la calle; sino que debe ser paciente y tolerar esas palabras. Esto constituye la parte principal de la prueba de fe de la mujer creyente.





 





Allah dice en el Corán (interpretación del significado):





“¿Acaso piensan los hombres que se les dejará decir: ¡Creemos! sin ser puestos a prueba? Por cierto que probamos a quienes les precedieron, y Allah bien sabe quiénes son los sinceros y quiénes los mentirosos.”





[al-‘Ankabut 29:2-3]





 





Entonces, la mujer debe tolerar cualquier tipo de hostigamiento o burla que proviene en nombre de Allah, y tener en mente que Allah ha prometido recompensas para los que cumplen Su religión, como el Profeta (la paz y las bendiciones de Allah sean con él) dijo: “Delante de ustedes hay un tiempo en el cual los que cumplen con las reglas del Islam tendrán la recompensa de 50 mártires de entre ustedes.” Narrado por al-Albaani en Sahih al-Yaami’.





            * Otra forma de resguardarse del hostigamiento es no salir sola, sino con la compañía de algún familiar o como parte de un grupo, para que los necios no la hostiguen si se encuentra sola.





 





            * Si enfrenta hostigamiento insoportable, como el hecho de ser golpeada, intentan asesinarla o que su honor pueda ser manchado, en ese caso, está permitido que cambie su hijab por uno menor, como por uno que sólo cubra el cuello y la cabeza. Sólo debe renunciar a su hijab en tanto esto la proteja de la exposición a algún daño, porque la necesidad no debe exagerarse. También podría cubrirse sin el tipo de hijab al que la gente está acostumbrada, para que no aparezca como el blanco de los hostigamientos para los ojos de aquellas personas. Entre la vestimenta de invierno, etc. de una mujer que no es musulmana hay prendas que cubren todo o la mayoría de las partes que la shari’ah requiere que estén cubiertas.





            * Si se le quita su hijab por la fuerza, la mujer está siendo puesta a prueba, por lo tanto será recompensada, sin embargo deberá vestirse de manera adecuada una vez que el problema termine.





 





Tal fatwa debe emitirse con precaución y de manera gradual, según la situación, de este modo evitaremos la pérdida de la identidad Islámica en países que no son musulmanes.





Los tipos de consejo





 





 





Aquellos de quienes se sabe que han tenido la intención de que su refutación a los sabios sea considerada como un consejo por Allah y su Mensajero, entonces en este caso deben ser tratados con gratitud, respeto y elogios, como es el caso de los Imames de los musulmanes que fueron mencionados previamente como también los que siguieron sus pasos.





 





Sin embargo, aquellos que han tenido la intención, a través de su refutación, de menospreciar, deshonrar y sacar a la luz los defectos del refutado, entonces esta persona merece ser reprendida para que él, y los que actúen de igual manera, dejen de cometer actos prohibidos tan bajos.





 





Esta intención en ocasiones se conoce cuando la persona que refuta a los demás admite por evidencias secundarias sus acciones y palabras. Los que son conocidos por su conocimiento, piedad, respeto y honor por los Imames de los musulmanes solo mencionan dichas refutaciones y aclaraciones de los errores en la forma que lo ven otros Imames.





En el caso de trabajos escritos y de investigación, es obligatorio que su discurso se ajuste al primer tipo mencionado, luego quien lo considere diferente, en esta situación, es alguien que piensa mal del inocente de una forma ilícita, y es el tipo de sospechas prohibidas por Allah y su Mensajero, según las palabras de Allah:





 





 “Quien cometa una falta o un delito y acuse de ello a un inocente, cargará con su calumnia y un pecado evidente” (4:112).





 





Los malos pensamientos y las dudas sobre alguien que no muestra signos de necesitarlo es algo que Allah y su Mensajero han prohibido. La persona que duda no solo ha pecado y difamado, sino que además comete el pecado de acusar a un inocente basado simplemente en una duda o sospecha.





El entrar bajo esta advertencia – es decir, sospechar del inocente – se fortalece cuando la persona muestra señales malignas como la trasgresión y el ataque, la falta de piedad, la ligereza de palabras, difamación y envidia de lo que Allah le da a las personas con su virtud y gracia, como también aspirar a posiciones de importancia antes del momento adecuado.





 





Si alguien es reconocido por estos atributos, de los cuales la gente de conocimiento y la fe no se complace, sólo piensa de manera enfermiza sobre los sabios. Y si sus refutaciones a los sabios son de la segunda categoría, entonces merece ser refutado con desprecio y degradación.





 





Pero aquella persona que no manifiesta signos de malas intenciones, uno tiene la obligación de que sus palabras sean tomadas de la mejor manera posible, pues no está permitido sospechar maliciosamente sobre él. Se ha registrado que ‘Umar dijo: “No pienses mal de las palabras dichas por tu hermano musulmán mientras puedas excusarlas de alguna manera”.





Cómo realiza la oración el enfermo





 





El enfermo debe rezar la oración obligatoria de pie, pero si no puede lo hará sentado. Si tampoco puede sentado, lo hará recostado sobre su lado derecho, y si ello le es dificultoso lo hará sobre su lado izquierdo. Si no puede rezar recostado sobre alguno de sus lados, entonces rezará recostado sobre su espalda y con las piernas en dirección a la Qiblah, e inclinará su cabeza hacia su pecho para el Ruku‘ y el Suyud, esforzándose en inclinar su cabeza más para el Suyud que para el Ruku‘. La oración es obligación realizarla mientras la persona se encuentra consciente, y debe rezar según sus posibilidades.





 





El enfermo debe rezar en dirección a la Qiblah como los demás. Si no puede, rezará como esté y en la dirección que pueda. La oración de los enfermos que rezan cerrando los párpados o indicando con su dedo no es válido. Lo correcto es rezar como se mencionó anteriormente.





 





Dice Alán en el Corán: “Temed a Aláh cuanto podáis, escuchadle, obedecedle, y haced caridad, pues es lo mejor para vosotros. Y sabed que quienes luchen contra la propia avaricia serán los triunfadores.” (64:16)


‘Imran Ibn Husain (Aláh se complazca con él) dijo: Yo tenía hemorroides, y le pregunté al Profeta (la paz y las bendiciones de Aláh sean con él) acerca de la oración, y me dijo: “Reza de pie. Si no puedes, reza sentado, si tampoco puedes sentado, entonces reza recostado sobre un costado”.[1]


‘Imran Ibn Husain (Aláh se complazca con él) que padecía de hemorroides, dijo: Le pregunté al Profeta (la paz y las bendiciones de Aláh sean con él) sobre rezar sentado, y me dijo: “Rezar de pie es lo mejor. El que reza sentado recibe la mitad de la recompensa de quien reza de pie, y el que reza recostado recibe la mitad de la recompensa de quien reza sentado”.[2]


Cómo realiza el enfermo la ablución





El enfermo debe purificarse con agua para la oración. Si no puede, hará el Taiammum. Si tampoco puede hacer el Taiammum no está obligado a purificarse, y rezará en el estado que se encuentre.





Veredictos legales varios sobre la oración del enfermo





Si el enfermo está rezando sentado y siente que puede ponerse de pie, o está rezando reclinado y siente que puede hacer el Suyud o está rezando recostado sobre un costado y siente que puede sentarse, tiene la obligación de cambiar de posición y rezar en la postura más próxima a la original.


El enfermo puede rezar acostado aunque pueda hacerlo de pie si esto es parte del tratamiento recomendado por un médico confiable.


Si el enfermo puede rezar de pie o sentado pero sin hacer el Ruku‘ y el Suyud, se inclinará levemente para el Ruku‘ estando de pie y más pronunciado para el Suyud estando sentado.


Quien no puede prosternarse sobre el suelo hará el Ruku‘ y el Suyud sentado. El Suyud será una inclinación más pronunciada que el Ruku‘, y en ambas pondrá sus manos sobre las rodillas. No es correcto que levante una almohada o similar hasta su frente.


Cuándo puede el enfermo juntar las oraciones





Si el enfermo tiene dificultades para rezar cada oración en su momento prescripto, puede juntar el Dhuhr con el ‘Asr en el momento de uno de los dos. Lo mismo puede hacer con el Magrib y el ‘Isha'.





La dificultad en la oración es aquello que impide la concentración durante la misma.





Dónde reza el enfermo





El enfermo que puede ir a la mezquita debe rezar en grupo en la mezquita. Si puede rezará de pie; de lo contrario lo hará según sus posibilidades.





Pero si no puede ir a la mezquita rezará en grupo en donde se encuentre, de lo contrario rezará de forma individual.





La recompensa por las obras del enfermo y el viajero





Aláh recompensa al enfermo y al viajero por sus obras con la misma recompensa que les concedía durante su salud o su residencia. Y al enfermo, en particular, le perdona sus pecados.





Abu Musa Al-Ash‘ari (Aláh se complazca con él) relató que el Mensajero de Aláh (la paz y las bendiciones de Aláh sean con él) dijo: “Si la persona se enferma o emprende un viaje, Aláh le registra lo que hacía cuando se encontraba con buena salud o estaba en su lugar de residencia”.[3]





Abu Umamah (Aláh se complazca con él) relató que el Mensajero de Aláh (la paz y las bendiciones de Aláh sean con él) dijo: “Si un siervo de Aláh se enferma, Aláh le dice a Sus ángeles: ¡Ángeles! Yo he limitado a Mi siervo con una de mis limitaciones. Si tomo su alma le perdonaré, y si sana quedará sin pecados”.[4]





El amor hacia el Mensajero de Al∙lâh 





 





Después del amor hacia Al∙lâh, que es la cima de la pirámide, viene el amor hacia el Mensajero de Al∙lâh (SAAWS). Quien ama a Al∙lâh debe amar a Su Mensajero.





Según el Imám Shamsud·Dîn Ibnul Qayyem: "Existen varios tipos de amor. El mejor y el más virtuoso de ellos es el amor en Al∙lâh y para Al∙lâh. Esto requiere amar lo que Al∙lâh ama, y amar a Al∙lâh y a Su Mensajero."





En la mencionada aleya de la sura de At·tawba "El Arrepentimiento" aleya 24, se comprueba el vínculo divino entre el amor hacia Al∙lâh y hacia Su profeta.





En relación con esta aleya, Ibnu Kazîr, en su famosa interpretación, mencionó el dicho de ‘Omar Ibnu Al Jattâb al Mensajero de Al∙lâh: "Por Al∙lâh, Mensajero de Al∙lâh, tú eres más querido para mí que todas las cosas" Pero se exceptuó a sí mismo.





Y El mensajero le contestó: "No se cumple la fe de alguien de vosotros hasta que sea más querido para él que su propio ser".





Respondió ‘Omar: "Por Al∙lâh que ahora te quiero más que a mí mismo".





La comunidad musulmana, antiguamente y actualmente, está de acuerdo en que el amor hacia el mensajero de Al∙lâh es requerido para que se cumpla la fe, en conformidad con el Corán y con los dichos del Profeta (SAAWS).





De entre estos dichos:





"No se experimenta la dulzura de la fe hasta que la persona ame a otra solo por Al∙lâh, y hasta que ame a Al∙lâh y a Su mensajero más que cualquier otra cosa".  





Este dicho viene mencionado en los libros de los dichos y de la Tradición en diferentes transmisiones, pero todas giran sobre estos significados.





En un dicho global y destacado por su expresión de la elocuencia del Profeta mediante la profundidad de sus significados y concisión de sus palabras, dice el escogido Mensajero: "¿Acaso la religión no es otra cosa que el amor en Al∙lâh y el odio en Al∙lâh?".





Se narra que ‘Amr Ibnu Al-‘Âs dijo: "Nadie fue más querido para mí que el Mensajero de Al∙lâh, ni más sublime, tanto que ni siquiera podía fijar la mirada en él por respeto. Si me pidiesen describirle, no podría hacerlo".





Esta es una de las imágenes del amor del musulmán hacia su Profeta (SAAWS). Se trata de una imagen profunda en sus significados, pues une entre el amor, la apreciación y la estimación del ser querido por sus características de gran valor y grandeza, hasta tal punto que ‘Amr Ibnu Al-‘Âs, el héroe valiente e inteligente, no podía fijar la mirada en el Mensajero de Al∙lâh.





Nuestro patrimonio cultural islámico, con todas sus formas creativas (Prosa, poesía, historia, novelas) ha arrojado luz sobre todos los puntos de la personalidad del Mensajero (SAAWS) de forma detallada: como Mensajero, esposo, educador y como líder.





En todo este patrimonio se manifiesta el amor hacia el Profeta (SAAWS): es una misericordia para los mundos, es el dotado de la gran moral, es el ingeniero de "la sociedad del amor", la sociedad de la Medina. Esa sociedad que fundó desde el primer día basándose en el amor. – trataré este tema con detalles en un próximo capítulo.





La diferencia entre aconsejar y condenar - Segunda  parte





 





La diferencia entre aconsejar y condenar





 





Hay que saber que mencionar a una persona con aquello que le disgusta está prohibido si se hace con el fin de humillarla y avergonzarla, sacando a la luz sus defectos.





 





Sin embargo,  si hay en dicha acción algún beneficio para los musulmanes en general, como también un beneficio específico para algunos de ellos, y la intención al mencionar esos errores es alcanzar ese beneficio, entonces en ese caso no está prohibido, sino que es un acto recomendado.





 





Los sabios del hadiz así lo establecieron en sus obras sobre el tema de Yarh wa Ta’dil (Elogio o crítica de los narradores). Allí mencionaron la diferencia entre la crítica de un narrador y la difamación. Allí mencionan también su refutación a quienes consideraron que ambas cosas eran iguales, como los devotos ascéticos que no poseían un conocimiento sólido.





 





No existe diferencia alguna entre criticar a los narradores que han memorizado el hadiz, distinguir entre aquellos cuyos narradores están aceptados y aquellos cuyos narradores no lo están, no hay diferencia alguna entre esto y clarificar un error que alguien ha cometido respecto a la comprensión del Corán y la Sunnah, interpretando algo de una manera que no es la correcta, aferrándose a algo indebido; advertir contra dicha persona para que no sea tomada como ejemplo o modelo a seguir está permitido. Los sabios han llegado a un consenso en cuanto a la permisibilidad de dicha acción.





 





Y es por esto que, en los escritos que abarcan las diversas ciencias islámicas desde el tafsir, la explicación del hadiz, Fiqh y las opiniones de los sabios, además de otras ciencias, encontramos abundantes debates y refutaciones de quienes tenían opiniones débiles de los musulmanes de las primeras generaciones (Salaf) y los que vinieron después (Jalaf); de los Sahabah, los Taabi’in, y los que vinieron después.





Ninguno de los sabios dejó de lado esta actividad, ni tampoco difamaba a los que refutaban sus afirmaciones. Esto no era considerado por ellos como un defecto de la persona, a excepción del caso en que quien refutaba tenía malos modales y era mal hablado, en este caso era refutado y se le respondía por su descaro y su mala educación, no por el solo hecho de refutarlo a él y a su opinión. Esto se hacía mencionando las pruebas legales y las evidencias racionales.





 





La razón de esto es que los sabios del Islam, en su totalidad, opinan de forma unánime que la verdad que trajo el Mensajero de Allah r debe evidenciarse y aclararse a la gente. De esta manera, para que sólo Allah sea adorado y su palabra sea la más sublime. Todos los sabios reconocen que el abarcar todo el conocimiento sin tener debilidad en alguna de las ciencias es un nivel que ninguno de ellos alcanzó. Ninguno de ellos afirmó tener el conocimiento completo, ni entre los primeros ni los últimos de esta Ummah. Por esta razón, los grandes sabios de los Salaf, los que concordaban en su conocimiento y virtud, aceptaban la verdad de cualquiera que la presentase, aún si fuese una persona más joven. Así como aconsejaban a sus seguidores a aceptar la verdad de cualquier fuente, aún si ésta estaba fuera de sus afirmaciones.





 





Como el ejemplo de ‘Umar, que Allah esté complacido con él, cuando dio una opinión legal sobre poner un límite a la dote que exige una mujer, pero una mujer lo refutó citando las las palabras de Allah:





 





 “Si queréis cambiar de esposa [divorciando a la que tenéis para casaros con otra] habiéndole dado una dote cuantiosa, no pretendáis recuperar nada de la misma. ¿Acaso queréis cometer una injusticia?”. (4:20)





 





Entonces ‘Umar, al darse cuenta de su error, se desdijo de su afirmación previa y dijo: ‘La mujer tenía razón y el hombre estaba equivocado’. También ha sido reportado que dijo: ‘Todos saben más que ‘Umar’.





Algunos de los sabios más conocidos, si daban una opinión legal solían decir: “esta es mi opinión, pero si alguien tiene una opinión mejor, la aceptaré”.





 





El gran sabio Ash-Shafi’i solía reiterar este significado, aconsejándoles a sus compañeros seguir la verdad y aceptar la Sunnah cuando les fuera evidente, aunque fuera contra su opinión personal, y arrojar su opinión contra una pared. Solía escribir en sus libros:





“Evidentemente alguna de mis opiniones contradecirá el Corán o la Sunnah, ya que Allah dice en su libro: 





 





 “¿Acaso no reflexionan en el Corán y sus significados? Si no procediera de Allah habrían encontrado en él numerosas contradicciones”. (4:82).





 





Y transmiten aún mejor el significado estas palabras suyas: “Cuando discutía con alguien jamás me importó si la verdad se manifestaba en sus palabras o en las mías”.





Esto demuestra que su objetivo era solamente que la verdad quedara en claro, aún cuando fuese en las palabras de su contrincante en el debate.





Quien tenga esta posición no se ofende porque rechacen su opinión al comprender que su opinión era contraria a la Sunnah, ya sea en esta vida o después de su muerte. Esto es lo que pensamos de los grandes sabios del Islam, los que lucharon por establecer el Corán y la Sunnah de entre los Salaf y los Jalaf. A ellos no les molestaba la diversidad siempre que se basaran en una evidencia, aunque esta no fuera definitiva, ni muy fuerte, pero se aferraban a él y abandonaban otra.





 





Debido a esto, vemos que el Imam Ahmad ibn Hanbal, que Allah tenga piedad de él, elogiaba a Ishaw ibn Rahwaih con estas palabras: “Aún si no concuerdo en algunas cosas con él, pero la gente nunca dejará de tener diferencias entre sí”.





A menudo le eran presentadas las palabras de Ishaq o de otros sabios, junto con la fuente en que basaban sus opiniones. Ahmad no siempre estaba de acuerdo con sus posturas, pero tampoco los criticaba por sus posturas o formas de comprender las evidencias, aún cuando no estaba de acuerdo con ellos.





 





Al Imam Ahmad le gustaron las palabras atribuidas a Hatim al-‘Asamm cuando le fue dicho: “No eres árabe y no tienes un discurso elocuente, pero siempre que debates con alguien impones tu opinión. ¿Cómo logras superar a tu contrincante?”. Él respondió: “Con tres cosas: Me alegro cuando él tiene la razón, siento pena cuando él está equivocado y me cuido de no decir nada que pueda ofenderlo”. El Imam Ahmad dijo: “¡Qué persona tan inteligente!”.





 





Por lo tanto, la refutación de las afirmaciones débiles, para clarificar la verdad mencionando las pruebas legales del Corán y la Sunnah no es algo que desaprueben los sabios, sino que por el contrario, siempre elogiaron a quien lo hacía





Por lo tanto, no se considera gibah en absoluto. Suponiendo que a alguien no le guste que su error sea evidenciado, no se debe prestar atención a su posición, porque es obligación del musulmán amar evidenciar la verdad y que los musulmanes la conozcan, ya sea la persona que refute de su grupo o un opositor a él.





 





Esto es dar consejo a Allah, su libro, su mensajero, su religión, a los líderes de los musulmanes y al  pueblo en general. Eso es el Din tal como fue mencionado por el Mensajero de Allah r.





En cuanto a señalarle el error a un sabio del pasado que ha cometido un error, si utiliza buenos modales al hablar y hace la refutación con amabilidad y evidenciando que no hay culpa alguna en su conclusión, no hay razón para reprochárselo. Algunos de los Salaf cuando les llegaba alguna afirmación reprochable decían “Tal o cual persona ha cometido un error”, como por ejemplo cuando el Profeta r dijo: “Abu Al-Sanaabil estaba equivocado” cuando llegó a sus oídos que había emitido una fatwa diciendo que una mujer cuyo esposo había muerto mientras estaba embarazada no termina su iddah al dar a luz a su bebé, sino hasta que transcurran cuatro meses y diez días.





 





Los Imames piadosos rechazaban enérgicamente las afirmaciones débiles que venían de algunos de los sabios, refutándolas en su totalidad tal como el Imam Ahmad refutaba a Abu Zawr y a otros por afirmaciones débiles que habían señalado, refutándolas al máximo.





Todo esto es referente a los asuntos que son aparentes.





En cuanto a lo que no es tan evidente, si el objetivo de una persona al debatir y refutar es solamente evidenciar la verdad, y así evitar que las personas sean engañadas por las afirmaciones de los que están errados, entonces no cabe duda alguna de que es recompensado por eso, y sus palabras se consideran un consejo sincero (nasiha).





 





Sin importar si quien refuta es joven o anciano, tiene un ejemplo en los sabios que refutaron las extrañas afirmaciones hechas por Ibn Abbas sobre la Mut’ah, el cambio de dinero, un caso sobre la división de la herencia llamado al  umratain y otros.





También hay un precedente en aquellos que refutaban a Said ibn Al-Musaib en su opinión de que la mujer divorciada tres veces es lícito volver a contraer matrimonio con ella, y otros asuntos en los que contradice la Sunnah de forma evidente.





También hay un ejemplo en la refutación hecha a Al-Hasan cuando dijo que una mujer cuyo esposo falleció no tenía que realizar luto (Ihdaad), y la refutación hecha a ‘Ataa porque consideraba lícito prestar a una esclava para que mantuvieran relaciones sexuales con ella, y a Taawus en algunos temas en que tuvo opiniones completamente distintas al conjunto de los sabios, como también otros que fueron refutados, pero que los sabios concuerdan sobre su guía, su conocimiento, el elogio a su persona y el amor por ellos, a pesar de sus errores y que fueran refutados por algunas opiniones específicas.





 





Nadie consideraba que refutarlos en esos temas específicos fuera un menosprecio ni un rechazo al conjunto de su sabiduría.





Los libros de los sabios, tanto los Salaf como los Jalaf, abundan con clarificaciones sobre estas opiniones, como por ejemplo los libros de Ash-Shafi’i, Ishaaq, Abu Ubaid, Abu Zawr, al igual que los que vinieron después entre los eruditos del Fiqh y del Hadiz. Si fuera a mencionar todas las situaciones similares, me extendería demasiado en este libro.





Sin embargo, si el objetivo del que refuta es sacar a relucir el defecto de la persona refutada y hacer deducciones a partir de su condición, hacer que los demás adviertan su ignorancia y sus falencias de conocimiento, esto es prohibido tanto hacia una persona viva como ya ha fallecido.





 





Esta acción se incluye en lo que Allah condenó en su libro cuando prohibió la calumnia y la difamación. Esto también lo evidencia el dicho del Profeta: “Oh tú que has creído con la lengua pero tu corazón aún tiene que creer. No dañes a los musulmanes y no evidencies sus errores. A quien evidencie los errores de otro, Allah evidenciará sus errores, y aquel a quien Allah evidencie sus errores quedará expuesto por Allah aunque se oculte en lo más recóndito de su casa”.





 





Estas condiciones se aplican a los sabios, los que guían en la religión, mientras que a la gente de la innovación y el desvío, los que se hacen pasar por sabios, pero no son de ellos en la realidad, es permitido exponer su ignorancia y deficiencias, con el fin de advertir a la gente para que no los sigan. Pero ahora no estoy tratando a ese grupo de personas.





 La oración en momentos de temor (Salat Al-Jauf)





 





El Islam es una religión de facilidad y tolerancia, donde las oraciones obligatorias, por su importancia y beneficio, no se abandonan bajo ninguna circunstancia, pero  cuando los soldados musulmanes están en campos de batalla por la causa de Aláh y temen la hostilidad del enemigo, les es permitido rezar oración Al-Jauf en sus variadas formas. Éstas son las más conocidas:





Variantes de la oración en momentos de temor





Si el enemigo se encuentra en dirección a la Qiblah rezarán de la siguiente forma:





El Imám pronuncia el Takbir y el resto de los musulmanes, formados en dos filas detrás de él, también pronuncian el Takbir. Luego hacen el Ruku‘ y se levantan del mismo todos juntos. Luego hacen el Suyud con el Imám los de la primera fila detrás del Imám, y luego de que se levantan hacen el Suyud los de la segunda fila y se levantan también. Luego se adelanta la segunda fila y retrocede la primera, y rezan la segunda Rak‘ah tal como fue la primera, y finalmente saludan todos juntos.





Si el enemigo no está en dirección a la Qiblah, rezarán de la siguiente forma:





El Imám pronuncia el Takbir y se forma con él parte de los orantes. El resto permanecerá vigilando al enemigo. El Imám reza con este grupo una Rak‘ah y luego se queda de pie, entonces los soldados completan la oración por su cuenta y se retiran para posicionarse vigilando al enemigo. Luego viene el segundo grupo y reza con el Imám la Rak‘ah restante. Cuando termina la Rak‘ah, el Imám se queda sentado y los soldados completan su oración mientras él espera sentado, luego saluda y termina la oración con ellos. Los soldados deben cargar armas ligeras durante la oración y permanecer atentos a la hostilidad enemiga.


El Imám reza con una parte de los soldados dos Raka‘at, y luego ellos saludan y viene el segundo grupo, con los que reza otras dos Raka‘at. Así, el Imám reza cuatro Raka‘at y cada grupo de soldados dos.


El Imám reza con el primer grupo una oración completa de dos Raka‘at y luego saluda. Después reza con el segundo grupo otra oración completa de dos Raka‘at y saluda.


Cada grupo reza una Rak‘ah con el Imám. El Imám acaba rezando dos Raka‘at y cada grupo una, sin necesidad de compensar.


Todas estas formas han sido confirmadas en la Sunnah.





Si la batalla se desencadena y el enfrentamiento y el temor son constantes,





entonces rezan montados o a pie una sola Rak‘ah, inclinándose levemente para el Ruku‘ y un poco más para el Suyud. No es necesario que estén orientados a la Qiblah. Si ni siquiera esta forma es posible, deberán posponer su oración hasta que termine la batalla.





Aláh dice en el Sagrado Corán: “Observad la oración prescripta, y especialmente la oración intermedia [oración Al ‘Asr], y cumplidla con sometimiento a Aláh. Si teméis [en situación de guerra o peligro], orad de pie o montados, pero cuando cese el temor, recordad y agradeced a Aláh que os enseñó lo que no sabíais”. (2:238-239)


‘Abdullah Ibn ‘Abbas (Aláh se complazca con él) dijo: “Aláh les prescribió hacer la oración a través de las palabras del Profeta, cuando se encuentren en sus lugares de residencia realicen cuatro Raka‘at, durante los viajes dos y en situación de inseguridad y temor una sola Rak‘ah”.[1]



 





Debido a que la oración del Magrib no acepta ninguna disminución, el Imám puede rezar dos Raka‘at con el primer grupo y una sola con el segundo,



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