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Todas las alabanzas le pertenecen a Al-lah; testifico que nadie es merecedor de adoración sino sólo Al-lah, y que Muhammad es Su siervo y mensajero, que Al-lah lo bendiga y exalte su nombre, así como el de sus familiares y de todos sus Compañeros.


Al-lah nos envía, al finalizar cada siglo, una persona para rejuvenecer y revivir la religión del Islam en los corazones de la gente, y regresarlos al camino recto después que se han desviado y extraviado. Al-lah envía a estos recuperadores a los musulmanes tal como envió a los Profetas a las naciones anteriores.


Cuando uno mira las historias de estas personas, especialmente de aquellos entre ellos que reformaron la corrupción, encontramos muchas lecciones beneficiosas. Uno de los mayores de tales reformadores y recuperadores fue Omar ibn ‘Abdul ‘Aziz, que Al-lah lo tenga en Su misericordia, el líder y califa justo; sus antepasados fueron reconocidos también por su justicia y equidad, y su historia es como sigue:


Durante el califato de Omar ibn Al Jattab, que Al-lah esté complacido con él, él (es decir, Omar ibn Al Jattab) caminaba una noche entre las casas en Medina para ver la situación de su gente; se cansó y se sentó apoyando su espalda en la pared de una de estas casas. Entonces escuchó a una madre diciéndole a su hija: “¿Por qué no mezclas la leche con agua para aumentar su volumen?”, a lo que la hija respondió: “¿Cómo puedo mezclarla cuando Omar, el líder de los creyentes, nos ha prohibido hacer tal cosa, ya que es un engaño?” La madre dijo entonces: “¿Cómo puede saber Omar lo que hacemos?”, a lo que la hija contestó: “Omar puede que no se entere, pero el Señor de Omar lo hará. No voy a hacer esto después de que ha sido prohibido”. Esta declaración de la joven tuvo un gran efecto en Omar, que Al-lah esté complacido con él, y cuando regresó a casa, llamó a su hijo ‘Asim, que Al-lah esté complacido con él, y le aconsejó que se casara con esa muchacha, cosa que él hizo, y luego tuvieron una niña que creció y se casó con ‘Abdul ‘Aziz ibn Marwan, que Al-lah lo tenga en Su misericordia, y tuvieron a Omar ibn ‘Abdul ‘Aziz, que Al-lah lo tenga en Su misericordia, quien por tanto era bisnieto de Omar ibn Al Jattab, que Al-lah esté complacido con él.


Omar ibn ‘Abdul ‘Aziz, que Al-lah lo tenga en Su misericordia, pasó la mayor parte de su infancia en Medina y aprendió de los sabios de allí, también memorizó el Corán a edad temprana. Una vez dijo sobre sí mismo: “Yo sólo era uno de los niños de Medina, y luego me sentí ansioso de adquirir conocimiento, así que comencé a buscarlo”. Así, adquirió conocimiento a edad temprana y Al-lah lo hizo querido en su corazón, cuando se hizo mayor se fue en búsqueda del conocimiento de ‘Abdul-lah ibn Omar, que Al-lah esté complacido con él, quien amó mucho a la madre de Omar (que era su sobrina).


Omar ibn ‘Abdul Aziz, que Al-lah lo tenga en Su misericordia, fue profundamente influenciado por ‘Abdul-lah ibn Omar, que Al-lah esté complacido con él, y una vez le dijo a su madre: “¡Oh, madre! Me encantaría ser como mi tío ‘Abdul-lah”, a lo que ella respondió: “Nadie está más lejos que tú de ser como tu tío”. Ella dijo esto debido a las circunstancias en las que vivía su hijo, con todos los lujos que vienen con el hecho de ser hijo de una familia gobernante. Sin embargo, cuando Al-lah decreta algo, Él pone los medios para que se haga realidad.


Cuando Omar ibn ‘Abdul ‘Aziz, que Al-lah lo tenga en Su misericordia, creció, su padre fue enviado como gobernador de Egipto y dejó a Omar, que Al-lah lo tenga en Su misericordia, en Medina para que continuara aprendiendo de su tío ‘Abdul-lah ibn Omar, que Al-lah esté complacido con él. Salih ibn Kaisan, que Al-lah lo tenga en Su misericordia, que era uno de los mejores y más reconocidos eruditos de Medina, se encargó desde entonces de enseñarle.





Oh, musulmanes! Un ambiente sano produce buenos niños, y los niños bien criados y que han sido correctamente cultivados, se convierten en buenos adultos, por lo que el cuidado y la educación temprana de los niños se traducen en que se conviertan en adultos piadosos. Solía ser una buena práctica entre la gente, que ahora ha desaparecido, el tener tutores especializados para los niños que los dirigían y les enseñaban modales, les ayudaban a memorizar el Corán y el Hadiz, y les enseñaban etiqueta islámica. Esto es lo que solía hacer que los niños crecieran con buenos modales, que amaran el conocimiento y que fueran rectos.


Aún si el padre está ocupado debe siempre controlar a sus hijos, incluso desde la distancia. El padre de Omar ibn ‘Abdul ‘Aziz, que Al-lah lo tenga en Su misericordia, estaba en Egipto mientras su hijo estaba en Medina, pero le asignó en su ausencia un hombre recto que cuidara de su hijo y se asegurara de que él realizara las cinco oraciones diarias. Un día, Omar ibn ‘Abdul ‘Aziz, que Al-lah lo tenga en Su misericordia, llegó tarde a una de las oraciones, de modo que su Shaij le preguntó el porqué de ello, a lo que respondió: “La criada que me peina el cabello se retrasó”, entonces su Shaij dijo: “¡Es tan importante para ti peinarte el cabello que has retrasado tu oración!” El Shaij escribió entonces una carta y la envió a su padre en Egipto, de modo que su padre no volvió a hablarle hasta que se rapó la cabeza. Sí, estaba lejos de su hijo, pero se mantuvo firme en criarlo correctamente y siempre estuvo en contacto con su tutor.


El afeitarse la cabeza tuvo un gran impacto en él, e hizo que se convirtiera en un hombre temeroso de Al-lah. Un día, cuando aún era niño, lloró y cuando su madre le preguntó por qué, él respondió: “Recordé la muerte”. Aun siendo niño tenía temor de Al-lah, y esto se debió a la crianza correcta que recibió.


Él también fue entrenado para mantener sus oraciones diarias, y debido a esto su oración fue muy similar a la del Profeta, sallallahu ‘alaihi wa sallam, según el gran testimonio de Anas ibn Malik, que Al-lah esté complacido con él, quien dijo: “Aquel cuya oración es idéntica a la del Profeta, sallallahu ‘alaihi wa sallam, es este joven (es decir, Omar ibn ‘Abdul ‘Aziz)”. Anas, que Al-lah esté complacido con él, dijo esto después de ver cómo Omar ibn ‘Abdul ‘Aziz, que Al-lah lo tenga en Su misericordia, se esforzaba en imitar al Profeta, sallallahu ‘alaihi wa sallam, en la oración.


Él tenía buenos modales, era sabio, erudito, obediente, devoto a Al-lah, asceta e inteligente; fue el reformador que Al-lah envió para enmendar a la nación musulmana de su época.


Malik ibn Dinar, que Al-lah lo tenga en Su misericordia, quien era famoso por su gran ascetismo, dijo: “La gente dice que Malik (es decir, él mismo) es asceta, pero el verdadero asceta es Omar ibn ‘Abdul ‘Aziz, quien tuvo todo lo que una persona puede pedir en la vida, pero lo rechazó”.


Muyahid, que Al-lah lo tenga en Su misericordia, que fue una de las personas más eruditas de su tiempo, reconoció que se había beneficiado del conocimiento de Omar ibn ‘Abdul ‘Aziz, que Al-lah lo tenga en Su misericordia.


Omar ibn ‘Abdul ‘Aziz, que Al-lah lo tenga en Su misericordia, caminaba de cierta forma particular que comenzó a ser llamada por el nombre de él, y debido a su atractivo, las jóvenes de su época aprendieron a caminar de forma similar para imitarlo. Utilizaba perfumes finos que la gente olía a su paso, y se sabía que él había pasado por un lugar debido al fino aroma que permanecía allí por mucho tiempo. Se casó con una mujer joven llamada Fátima, que Al-lah la tenga en Su misericordia, que era hija de un califa, y su abuelo y hermanos también fueron califas. Cuando se casó, necesitó treinta camellos para transportar todas sus pertenencias.


Sin embargo, este estilo de vida lujoso cambió totalmente cuando se hizo califa. Cambió su manera de caminar, al igual que la forma como evaluaba las cosas. Uno de sus guardias dijo una vez: “Estaba con él cuando asumió la custodia de Medina; su rostro tenía un brillo rosado y sus ropas eran las más finas; pero cuando se convirtió en califa, su cara se tornó pálida y se adelgazó debido a sus constantes ayunos y al hecho de que favorecía a otros musulmanes con comida por encima de sí mismo”. Un hombre dijo sobre él una vez: “Podía contar sus costillas debido a lo flaco que estaba”. Este cambio le ocurrió como resultado de su preocupación por los asuntos de los musulmanes por los cuales se había hecho responsable. Pasaba las noches en oración, planificaba el bienestar de la nación musulmana, rechazaba la vida y llegó a ser muy asceta.





 



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