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La auténtica creyente musulmana adora a su Señor con fervor, porque sabe que está obligada a observar todos los mandatos que Al-lah, Alabado sea, Ha ordenado a todo musulmán, sea éste hombre o mujer. Por tal motivo, ella lleva a cabo sus deberes islámicos de forma adecuada, sin poner excusas o compromisos de por medio, y sin ser negligente.





 





Cumple con las cinco oraciones diarias





 





La mujer musulmana ofrece cada una de las cinco oraciones diarias en su debido tiempo, y no permite que sus quehaceres domésticos o sus deberes como esposa y madre le impidan llevarlas a cabo. La oración es el pilar de la religión; quien establezca la oración, establece la fe también; y quien descuida la oración, destruye la fe. La oración es el mejor y más noble de los actos, tal como el Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, lo explicó en el hadiz narrado por ‘Abdullah Ibn Mas‘ud, que Al-lah Esté complacido con él: “Pregunté al Mensajero de Al-lah, sallallahu ‘alayhi wa sallam: ‘¿Cuál es la acción más amada por Al-lah, Alabado sea?’ Él, sallallahu ‘alayhi wa sallam, contestó: ‘Celebrar cada oración en su debido tiempo’  ‘Y luego de ese acto, ¿cuál?’ Él,sallallahu ‘alayhi wa sallam, dijo: ‘Tratar a vuestros padres con misericordia y respeto’.. Luego le pregunté: ‘¿Y luego cuál?’ Él, sallallahu ‘alayhi wa sallam, dijo: ‘El yihad (la lucha) por la causa de Al-lah, Alabado sea’”.





 





La oración es el vínculo entre el siervo y su Señor. Es la rica fuente de la cual una persona deriva su fuerza, constancia, misericordia y satisfacción, y es un medio para borrar las manchas de sus pecados. Abu Hurairah narró lo siguiente: “Escuché al Mensajero de Al-lah, sallallahu ‘alayhi wa sallam, decir: ‘¿Qué pensaríais si hubiera un río corriendo cerca de la puerta de vuestros hogares, si os bañáis en él cinco veces al día, habría algún rastro de suciedad en vosotros?' . Y la gente respondió: ‘No, no habría ningún rastro de suciedad o impureza en nosotros’. El Profeta,  sallallahu ‘alayhi wa sallam, dijo entonces: ‘Esto es como las cinco oraciones diarias, a través de las cuales Al-lah, Alabado sea, borra los pecados’”





 





Yabir, que Al-lah Esté complacido con él, relató que el Mensajero de Al-lah, sallallahu ‘alayhi wa sallam, dijo: “Las cinco oraciones diarias son como un río profundo que fluye por la puerta de vuestros hogares, y en el cual os bañáis cinco veces todos los días”.





 





La oración es una gracia que Al-lah, Alabado sea, Ha concedido a Sus siervos; ellos buscan su sombra cinco veces al día y adoran a su Señor, glorificándolo, pidiendo por Su ayuda, y procurando Su misericordia, guía y perdón. Por lo tanto, la oración, se convierte en un medio de purificación para quienes oran, sean éstos hombres o mujeres, limpiándose de todos sus pecados.





 





‘Uzman Ibn ‘Affan, que Al-lah Esté complacido con él, relató: “Oí al Mensajero de Al-lah, sallallahu ‘alayhi wa sallam, decir: ‘No hay ningún musulmán, que, cuando llegue el momento de la oración, no realice el udu' (ablución) debidamente, esté concentrado en su oración y se incline correctamente, sin que su oración sea una expiación por los pecados cometidos previamente, siempre que no haya cometido uno grave. Esta es la condición hasta el fin de los tiempos’”. [Muslim]





 





Existen muchos hadices que hablan de la importancia del salah (oración), las bendiciones que trae a los hombres y mujeres que lo realizan, y el precioso fruto de beneficios que ellos y ellas cosecharán de este modo, cada vez que estén frente a Al-lah en una actitud de humildad y arrepentimiento.





 





Reza las oraciones sunan y nawafil (voluntarias)





 





La creyente no se limita a las cinco oraciones diarias obligatorias, sino que también reza las oraciones sunnah que el Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, solía celebrar regularmente (ar-rauatib), y reza tantas de las nauafil (supererogatorias) como le permitan su tiempo y energía. Estas oraciones incluyen el salah ad-Duha, la oración sunnah que sigue al magrib, y las oraciones ofrecidas a la noche.





 





Las oraciones nauafil acercan a la persona a Al-lah, Alabado sea, ganando Su amor y complacencia, y la convierte en un creyente victorioso, obediente y justo. No hay una indicación más clara respecto al gran nivel alcanzado por la creyente que se acerque a Al-lah efectuando las acciones nauafil, que el siguiente hadiz qudsi: "Mi siervo se acerca a Mí con obras supererogatorias, de tal manera que llego a amarlo. Cuando Yo lo quiero, soy su oído con el cual escucha, su vista con la cual ve, sus manos con las cuales toca, y sus pies con los que camina. Si Me pide algo, ciertamente se lo Concedo; y si busca Mi refugio, ciertamente que se lo Otorgo".





 





Por el gran amor que tiene Al-lah, Alabado sea, para con Sus siervos, esa persona será amada por los habitantes del cielo y la Tierra, tal como es descrito en un relato narrado por Abu Hurairah, en el que el Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, dijo: "Cuando Al-lah, Alabado sea, ama a uno de Sus siervos, llama a Yibril, la paz sea con él, y le Dice: ‘Amo a esta persona’. De ese modo, Yibril lo ama y proclama a los moradores del cielo: 'Al-lah, Alabado sea, Ama a esta persona'. Así, los moradores del cielo lo aman también, y es aceptado por los moradores de la Tierra. Si Al-lah, Alabado sea, odia a uno de Sus siervos, llama a Yibril y le Dice: ‘Odio a esta persona’. Entonces, Yibril, la paz sea con él, lo odia y proclama a los moradores del cielo: ‘Al-lah, Alabado sea, Odia a esta persona’. Entonces, los moradores del cielo lo odian y también es detestado por los moradores de la Tierra".





 





El Profeta acostumbraba a rezar tanto de noche, que sus pies se hinchaban. ‘A’ishah, que Al-lah Esté complacido con ella, le preguntó: "¿Por qué haces esto, Mensajero de Al-lah, cuando Al-lah te Ha perdonado todos tus pecados, pasados y futuros?" Él, sallallahu ‘alayhi wa sallam, contestó: "¿Acaso no debo ser un siervo agradecido?"





 





Zainab, la esposa del Profeta, que Al-lah Esté complacido con ella, solía efectuar las oraciones nawafil prolongadamente. Colocaba una soga entre dos columnas (en la mezquita) para poder apoyarse contra ésta, cuando se sentía cansada y exhausta, y así reponía su energía. El Mensajero de Al-lah, sallallahu ‘alayhi wa sallam, cierta vez entró a la mezquita y observó la soga, y preguntó: "¿Qué es esto?" La gente le dijo: "Pertenece a Zainab. Ella reza, y cuando se siente cansada se apoya contra la soga". Dijo él, sallallahu ‘alayhi wa sallam: "Desatadla, y dejad que cada uno rece tanto como pueda, y cuando se sienta cansado puede sentarse".





 





Una mujer de la tribu de Banu Asad, cuyo nombre era Al Haula' Bint Tuait, solía rezar toda la noche y jamás dormía. Cierto día, ella visitó a ‘A’ishah cuando el Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, se encontraba presente. Entonces, ‘A’ishah, que Al-lah Esté complacido con ella, le dijo: "Esta es Al Haula' Bint Tuait”. Ellos le comentaron que jamás dormía en la noche. A lo que el Mensajero de Al-lah, sallallahu ‘alayhi wa sallam, dijo: “¿¡Ella jamás duerme en la noche!? Haz sólo lo que puedas por Al-lah, Alabado sea, pues Al-lah nunca se fatiga, en cambio tú sí”.





 





La musulmana es equilibrada y constante en sus actos de adoración





 




El Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, estimuló a los musulmanes a realizar más obras nauafil; pero, al mismo tiempo, les dijo que sean equilibrados en sus actos de adoración, pues a Al-lah Le desagrada la exageración. Él, sallallahu ‘alayhi wa sallam, quería que los musulmanes tuvieran una personalidad equilibrada, para que su adoración fuera entusiasta pero consistente, y no llegara a ser opresiva para que la gente fuera capaz de persistir en ella.




 




Él, sallallahu ‘alayhi wa sallam, también enseñó que la acción más amada a la vista de Al-lah, Alabado sea, es aquella que es efectuada de manera continua, aunque sea poca, como está expresado en el hadiz en el que ‘A’ishah, que Al-lah Esté complacido con ella, dijo: “El Mensajero de Al-lah, sallallahu ‘alayhi wa sallam, dijo: ‘Las acciones más amadas por Al-lah, Alabado sea, son aquellas realizadas con continuidad, aunque sean pocas’”. Y ‘A’ishah, cuando hacía algo, lo hacía constantemente.




 




Esta actitud de mantener el hábito de hacer acciones virtuosas, no sólo estuvo confinada a ‘A’ishah, sino que también fue la actitud y postura de todos los miembros de la casa del Profeta, y de sus seres más próximos y queridos. Podemos comprobar esto en el siguiente hadiz recopilado por Muslim, proveniente de ‘A'ishah, que Al-lah Esté complacido con ella: "El Mensajero de Al-lah, sallallahu ‘alayhi wa sallam, tenía una esterilla y solía usarla para formar un sitio donde rezar durante la noche. Entonces, la gente comenzó a rezar junto a él, y durante el día extendía la esterilla. Cierta noche, la gente se reunió en torno a él y entonces él les dijo: '¡Oh, gente! Efectuad solamente las acciones que seáis capaces de hacer, pues ciertamente Al-lah, Alabado sea, no se cansa, pero vosotros sí os cansáis. Las acciones más amadas por Al-lah son aquellas que se realizan en forma continua, aunque sean pequeñas'.. Y era hábito de la familia de Muhammadsallallahu ‘alayhi wa sallam, que cuando hacían algo, lo hacían con continuidad"




 




Realiza sus oraciones de manera adecuada




 




La fiel musulmana se esfuerza con ahínco en realizar sus oraciones de manera adecuada, con una profunda concentración y precisión en sus movimientos físicos. Ella reflexiona sobre el significado de las aleyas que está recitando, y sobre las palabras de alabanza y glorificación que está pronunciando. Su alma se colma con el temor a Al-lah, Alabado sea, y con la gratitud y la sincera devoción hacia Él. Si, por algún motivo, Shaitan le susurra al oído alguna idea durante su oración para distraerla de su correcta concentración, ella se concentra en las palabras del Corán que está recitando y en las palabras de alabanza que está proclamando.




 




Glorifica a Al-lah y hace mucho du’a




 




La musulmana, por otra parte, no sale corriendo deprisa para volver a sus quehaceres domésticos una vez que haya terminado su oración. Más bien, ella pide el perdón de Al-lah, Alabado sea, como el Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, solía hacerlo, diciendo: "Astagfirullah" tres veces, y repite el du‘a: "Al-lahuma anta as salam ua minka as salam, tabarakta ia dha al yalali wal ikram (¡Oh Al-lah! ¡Tú eres la paz y de Ti proviene la paz, Bendito seas, oh, Señor de la majestad y el honor!)". Luego, repite los adhkar (invocaciones a Al-lah recordando sus nombres) y ad‘iah que el Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, solía recitar después de completar su oración.




 




Existen numerosos adhkar, uno de los más importantes es repetir "Subhanalah" treinta y tres veces, "Al hamdulillah" treinta y tres veces, "Al-lahu akbar" treinta y tres veces, y luego, para completar cien, decir: "La ilaha illa Al-lah uahdahu la sharika lahu. Lahu al mulk ua lahu al hamd, ua hua ‘ala Kulli shai'in qadir". De acuerdo a un hadiz sahih, el Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, dijo: "Quien glorifique a Al-lah, Alabado sea, (repita Subhan Al-lah) después de cada oración treinta y tres veces, quien alabe a Al-lah, Alabado sea, (diga Al hamdulil-lah) treinta y tres veces, y exalte a Al-lah, Alabado sea (diga Al-lahu akbar) treinta y tres veces, lo cual suma a noventa y nueve, y luego complete los cien diciendo: ‘La ilaha illa Al-lah uahdahu la sharika lahu. Lahu al mulk ua lahu al hamd, ua hua ‘ala Kulli shai'in qadir’, sus pecados serán perdonados, aunque éstos sean como la espuma del mar".




 




Busca la Guía de Al-lah




 




La mujer musulmana se vuelve humildemente a Al-lah, alabado sea, pidiendo que Corrija todos sus errores, tanto en este mundo como en el próximo, y que la Bendiga y la Guié en todas las cosas.




 




De este modo la fiel musulmana purifica su corazón y mente, y se vigoriza con una dosis de energía espiritual que la ayuda a enfrentar las obligaciones de la vida cotidiana, sabiendo que está bajo la protección de Al-lah, Alabado sea. Ella no entra en pánico si algo malo le sucede, ni se vuelve una persona mezquina si disfruta de buena fortuna. Esta es precisamente la actitud de las mujeres justas, que oran y temen a Al-lah, Alabado sea:




 




Dice Al-lah en el Corán (lo que se interpreta en español): {Ciertamente el hombre fue creado impaciente: se desespera cuando sufre un mal, y se torna mezquino cuando la fortuna le favorece, salvo los orantes que son perseverantes en la oración, que de sus bienes destinan un derecho consabido (el Zakat y las caridades) para el mendigo y el indigente...}[Corán70:19-25]



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