
Dímelo con el corazón, hermano ¿Quién es Dios?”
(Y esta vez no me contestes con lo que te enseñaron… contéstame con lo que tu alma grita.)
Mira, bro...
te lo voy a decir claro.
No como predicador.
Ni como fanático.
Como tu hermano.
Como alguien que ya se tragó la mentira… y despertó.
Déjame hacerte una pregunta…
pero mírame bien:
> ¿Sabes realmente quién es Dios?
No me digas frases hechas.
No me recites lo que escuchaste de niño.
Háblame desde dentro.
Porque si eres sincero, tú también sabes que algo no cuadra.
Que lo que te contaron… suena bonito, pero NO SUENA VERDADERO.
Mira cómo es:
Te dicen que Dios es tres… pero uno.
Que el Padre envía al Hijo…
que el Hijo es Dios…
pero ora al Padre…
y muere…
pero no muere…
porque es Dios…
pero fue colgado…
y sangró…
¡¿Pero sigue siendo el Eterno?!
Bro, ¿en serio?
Tú mismo sabes que eso no tiene sentido.
Te enseñaron que no lo entiendas, solo lo creas.
Y tú obedeciste, por respeto, por miedo, por costumbre.
Pero dentro…
siempre supiste que estabas repitiendo… no creyendo.
No adorabas con certeza.
Adorabas con culpa.
Con confusión.
Con ruido.
Y mientras tú buscabas a Dios en la cruz…
ellos construían palacios.
Mientras tú te arrodillabas frente a estatuas…
ellos se arrodillaban frente al poder.
Te vendieron una imagen rota…
para que nunca veas al Dios real.
¿Sabes por qué?
Porque si conoces al verdadero Dios…
ya no los necesitas.
Y si ya no los necesitas…
su negocio se acaba.
Ahora escúchame...
Déjame mostrarte lo que encontré cuando dejé de repetir… y empecé a buscar.
En el Islam:
No hay tres.
Hay Uno.
No hay confusión.
Hay claridad.
No hay actores celestiales.
Hay un Dios que siempre fue, es, y será.
No nació.
No murió.
No necesita sangre para perdonar.
No tiene forma.
No tiene imagen.
Está por encima de todo lo que imaginas.
Pero…
más cerca de ti que tu propia alma.
Es un Dios que no te pide perfección… te pide sinceridad.
Que no te humilla… te eleva.
Que no necesita que finjas… sino que vuelvas.
Y cuando lo adoré por primera vez…
no sentí que le hablaba a una estatua.
Sentí que por fin…
alguien me escuchaba.
Alguien que ya me amaba antes de que yo lo conociera.
Alguien REAL.
Así que dime tú…
Con la mano en el pecho:
¿No es eso lo que siempre buscaste?
¿No es eso lo que tu alma quiso decirte en esas noches en que el ruido se callaba y solo quedabas tú… y ese vacío?
Hermano...
ya no eres un niño.
Ya no tienes excusa.
Si has llegado hasta aquí…
es porque Dios te trajo.
Y ahora, tú eliges:
Seguir jugando a lo que heredaste…
decorando un callejón sin salida…
O despertar.
Respirar.
Y decirle al Creador:
> "Guíame.
No al camino que me enseñaron…
Sino al camino que TÚ creaste para mí."
No digas luego: "Nadie me avisó."
Porque esta conversación…
ya te cambió.
Y ahora…
o respondes…
o te traicionas.
Si todo esto tocó algo dentro de ti…
no lo ignores.
No estás solo.
Estoy aquí si quieres hablar.
Escríbeme en privado,
o déjame tu comentario…
y con gusto te mostraré lo que tu alma ha estado buscando desde siempre.