Después de la muerte del Profeta Muhammad (la paz y las bendiciones de Dios sean con él), la nación islámica en rápida expansión fue liderada por una serie de hombres conocidos como "los califas rectos" o "los califas bien guiados". Ellos fueron hombres que habían aprendido su fe directamente del Profeta y quienes gobernaron estrictamente de acuerdo con el Corán y las tradiciones auténticas del Profeta Muhammad. Para el año 644 d. C. tanto el Imperio Persa como el Bizantino habían caído ante los ejércitos musulmanes. Poco a poco, en las décadas siguientes, los pueblos de los imperios conquistados aceptaron tanto el idioma como la religión de los conquistadores. Al mismo tiempo, el carácter de los líderes musulmanes fue cambiando. Los hombres que habían gobernado estrictamente por la palabra de Dios fueron remplazados por otros. El califato, que debía haber sido una posición elegida, fue remplazado por la sucesión hereditaria. Se estableció la dinastía omeya.
A pesar de que no siguieron estrictamente el camino de sus predecesores, fueron considerados históricamente como una dinastía muy exitosa. Los omeyas lograron mantener la unidad política y religiosa de la nación islámica, y expandieron enormemente sus fronteras. Sin embargo, pasaron a la historia como particularmente autocráticos. Cuando el califa omeya Sulaimán (714-717) yacía en su lecho de muerte, intentó ganarse el beneplácito de Dios siguiendo el ejemplo de los primeros califas y nominó a alguien distinto a su propio hijo como siguiente califa. De ese modo, nombró a su primo lejano Omar Ibn Abdul Aziz como su sucesor. Omar se enfrentó entonces a la tarea, aparentemente imposible, de transformar la nación islámica para que volviera a ser aquella nación de personas que obedecían las leyes de Dios por encima de todo.
Omar Ibn Abdul Aziz había servido como gobernador de Egipto y de Medina por más de 22 años. Fue educado y entrenado por un reconocido erudito de nombre Salah Ibn Kaisan. Antes de su nombramiento como Califa, Omar Ibn Abdul Aziz era un joven aficionado a la moda y los perfumes, pero cuando aceptó la responsabilidad de liderar a la nación islámica, probó ser el más piadoso, capaz, visionario y responsable de todos los califas omeyas.
Él trató de gobernar de forma similar a como el Estado islámico fue gobernado en su infancia. Comenzó de inmediato apegándose a los principios islámicos. Cuando le llegaron las noticias de su nominación como Califa, se dirigió a la gente diciéndole: "¡Oh, pueblo! Las responsabilidades del califato me han sido confiadas sin mi deseo ni vuestro consentimiento. Si ustedes deciden elegir a otra persona como su Califa, de inmediato me haré a un lado y apoyaré su decisión". Este fue un respiro para el pueblo, que anhelaba regresar a los tiempos del Profeta Muhammad (la paz y las bendiciones de Dios sean con él) y de los califas bien guiados. Omar Ibn Abdul Aziz fue elegido por unanimidad.
Omar desechó de inmediato su estilo de vida extravagante y procuró emular al Profeta Muhammad y a sus compañeros más cercanos. Uno de sus primeros actos fue tomar las fincas de lujo y los palacios propiedad de miembros de la dinastía omeya, y regresarlos al tesoro público. Cuando no había previamente responsabilidad ante el pueblo, Omar restableció dicha responsabilidad y abolió las prácticas corruptas con las que los oficiales públicos se habían hecho ricos, poderosos y abusivos. La gente respondió con su apoyo entusiasta y la productividad general aumentó por todo el Estado islámico. El reconocido erudito islámico Ibn Kazir, registró que, debido a las reformas emprendidas por Omar, solo los ingresos de Persia aumentaron de 25 millones a 124 millones de dírhams.
Omar continuó siguiendo el ejemplo establecido por el Profeta Muhammad y envió emisarios a la China y el Tíbet, invitando a sus gobernantes a aceptar el Islam. Fue durante esta época que la religión del Islam comenzó a ser aceptada por grandes segmentos de la población en Persia y Egipto. Cuando uno de los oficiales que habían sido corruptos se quejó de que debido a las conversiones habían disminuido los ingresos del Estado, Omar le contestó por escrito que había aceptado el califato para invitar a la gente al Islam, no para convertirse en recaudador de impuestos. Omar empleó su posición para defender los derechos y las responsabilidades que son inherentes en el Corán y en las enseñanzas del Profeta Muhammad.
El ingreso de gente que no era árabe en el Islam cambió el centro del Estado islámico de Medina y Damasco a Persia y Egipto. Omar llevó a cabo cambios grandes y sorprendentes en la forma en que estaba siendo dirigido el Estado islámico. Su apego estricto a los principios islámicos le permitió incluso ofrecer salarios a los maestros y, a la vez, fomentar la educación para hombres, mujeres y niños. A través de su ejemplo personal, infundió piedad, constancia, ética comercial, modales y moral islámicos en la población en general. Sus reformas incluyeron la estricta abolición del alcohol y prohibió la indecencia pública. Omar también supervisó la adjudicación justa del dinero dado en caridad.
Los esfuerzos de Omar para transformar el Estado islámico en una comunidad islámica bien administrada, no tuvieron límites. Del mismo modo en que transformó su vida, transformó también al Estado islámico. Omar llevó a cabo extensas obras públicas por todo el Estado islámico, en Persia, Jorasón (que incluía partes de lo que hoy es Irán, Afganistán y Asia central) y por todo el norte de África. Esto incluyó carreteras, puentes, canales, casas de huéspedes para los viajeros, instituciones educativas y dispensarios médicos.
En el siguiente artículo vamos a entrar en detalles sobre la vida y obra de Omar Ibn Abdul Aziz, y conoceremos cómo y por qué su vida se truncó en el pináculo de su califato.
Omar Ibn Abdul Aziz llegó a ser conocido como un Califa bien guiado de la nación islámica debido a su similitud con los califas bien guiados. Los califas bien guiados aprendieron su práctica del Islam directamente del Profeta Muhammad (la paz y las bendiciones de Dios sean con él) y mantuvieron estrictamente las directrices del Corán y de las tradiciones auténticas del Profeta Muhammad. Sin embargo, después de su muerte, el califato se convirtió en una dinastía, y se tomó un enfoque más laxo para implementar ciertos mandamientos. Omar Ibn Abdul Aziz revivió los principios islámicos rectos y comenzó a poner joyas en la corona del Estado islámico. Uno de sus primeros actos fue remplazar a los administradores omeyas corruptos y tiranos con personas honestas y justas, y otro fue restaurar a los legítimos dueños sus propiedades que les habían sido confiscadas.
Dentro de los primeros diez años de la conquista de Sindh (parte del actual Pakistán), en 718 d. C., Omar se convirtió en el primer Califa en encargar una traducción del Corán del árabe a otro idioma, el sindhi. Hizo esto a solicitud del Rajá de Sindh. Sindh fue otra área del Estado islámico conquistada por voluntad de Dios y con la moral y los modales islámicos impecables de la guerra, no conocidos en otras partes del mundo en esa época. Al mismo tiempo, los ejércitos de Omar libraron una guerra defensiva contra los turcos que habían azolado Azerbaiyán y masacrado a miles. Omar les permitió a sus fuerzas librar la guerra solo bajo condiciones estrictas, incluyendo que la mujeres, niños y prisioneros no podían ser ejecutados, y que un enemigo derrotado y en fuga no sería perseguido.
Entre muchas primicias, Omar Ibn Abdul Aziz fue el primer gobernante musulmán en volver su atención hacia la conquista externa. Él hizo regresar a los ejércitos de las fronteras de Francia, India y las afueras de Constantinopla. Fue durante su califato que los levantamientos y disturbios internos cesaron, y la verdadera fe islámica enseñada por el Profeta Muhammad (la paz y las bendiciones de Dios sean con él) floreció de nuevo. La codicia, sin embargo, no se rinde ante la fe sin batallar, por lo que había mucha gente descontenta con el gobierno de Omar.
Aun así, las reformas continuaron. Bajo las instrucciones de Omar, el virrey de España realizó un censo de las diversas nacionalidades, razas y credos que habitaban esa sección del Estado. Un estudio de toda la península, incluyendo ciudades, ríos y montañas, fue realizado. La naturaleza del suelo y las variedades de los recursos minerales y productos agrícolas fueron contadas y registradas cuidadosamente. Fueron construidos y reparados puentes al sur de España y fue construida una gran mezquita en Zaragoza, al norte de España.
En el tiempo entre los califas bien guiados y Omar Ibn Abdul Aziz, el Tesoro Público fue utilizado para propósitos privados por los califas omeyas. Omar le puso fin inmediatamente a esta práctica, pero al mismo tiempo se consiguió una serie de peligrosos enemigos. A pesar de ello, continuó instituyendo reformas y avivamientos que causaron que los musulmanes pobres, débiles y virtuosos se sintieran fuertes y protegidos, como lo habían sido en tiempos de los primeros califas. Una de las medidas más importantes fue su reforma tributaria.
Omar Ibn Abdul Aziz, siguiendo los pasos de su amado Profeta Muhammad, fue amable y justo con los no musulmanes. Se les permitió a los cristianos, judíos y zoroastrianos mantener sus iglesias, sinagogas y templos. En Damasco, donde la Basílica de Juan el Bautista había sido convertida en mezquita, Omar ordenó que fuera regresada a iglesia cristiana.
La administración del Estado por parte de Omar fue imparcialmente justa contra los intereses de la dinastía omeya, de la que Omar era un miembro distante y lejano a la línea de sucesión. Los omeyas influyentes no pudieron tolerar su pérdida de poder, prestigio y finanzas. Las reformas de Omar fueron demasiado para ellos. Un esclavo fue sobornado para que le administrara un veneno letal. Cuando el Califa sintió los efectos del veneno y entendió el complot que se urdió en su contra mando llamar al esclavo y le preguntó el por qué; el esclavo le contestó que le habían dado mil dinares, así que Omar depositó esa misma cantidad en el Tesoro Público y liberó al esclavo, aconsejándole que se marchara de inmediato en caso de que los enemigos de Omar quisieran matarlo. Omar Ibn Abdul Aziz murió después de un gobierno que solo duró dos años y medio. Tenía treinta y nueve años de edad al momento de su muerte.
Posdata
Existe una historia no autenticada pero hermosa acerca del linaje de Omar Ibn Abdul Aziz.
Omar Ibn Abdul Aziz está relacionado con Omar Ibn Al Jattab debido a un evento famoso ocurrido durante el gobierno del segundo Califa. En uno de sus frecuentes viajes para monitorear la condición de su pueblo, Omar escuchó a una lechera negarse a obedecer las órdenes de su madre de vender leche adulterada. La chica replicó que, aunque el Califa Omar no las estuviera viendo, Dios siempre ve a todo el mundo. Al siguiente día, Omar Ibn Al Jattab envió a un oficial a comprarle leche a la muchacha y encontró que la leche no estaba adulterada. Entonces él llamó a la joven y a su madre a su corte y les dijo lo que había escuchado. Como recompensa, ofreció casar a la joven con su hijo Asim. Ella aceptó, y de esta unión nació una niña llamada Layla, quien llegaría a convertirse en la madre de Omar Ibn Abdul Aziz.