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Fue durante ese momento que el Profeta comenzó a ver placenteros sueños que se volvían realidad. También sintió la creciente necesidad de estar solo, y esto lo hizo buscar la reclusión y meditación en las colinas que rodeaban La Meca. Allí se retiraba por días, llevando provisiones con él, y regresaba a su familia para buscar más provisiones.  En el brillo del día, y durante las claras noches del desierto, cuando las estrellas parecen penetrar los ojos, su propia sustancia se saturaba con los ‘signos’ de los cielos, para que pudiese servir como un instrumento enteramente adecuado para una revelación ya inherente en estos ‘signos’. Fue en ese momento que estaba sufriendo una preparación para la enorme tarea que sería colocada sobre sus hombros, la tarea de la profecía y la difusión de la verdadera religión de Dios a su gente y al resto de la humanidad.





Llegó una noche en el sagrado mes de Ramadán, la noche conocida por los musulmanes como Lailat-ul-Qadr, la ‘Noche del Designio Divino’





 El Profeta Muhammad se encontraba en soledad en la cueva del Monte Hira. Entonces fue sorprendido por el Ángel de la Revelación, Gabriel, el mismo que vino a María, la madre de Jesús, que lo recibió con un fuerte abrazo. Recibió una sola orden: ‘Iqra’  - ‘¡Lee![1]’  Dijo: ‘¡No puedo leer!’ pero le volvió a ordenar dos veces más, cada una con la misma respuesta del Profeta. Finalmente, el ángel lo abrazó con fuerza y cuando lo soltó, le reveló la primera ‘recitación’ del Corán:





“¡Lee! [¡Oh, Muhámmad!] En el nombre de tu Señor, Quien creó todas las cosas. Creó al hombre de un cigoto. ¡Lee! Que tu Señor es el más Generoso. Enseñó [la escritura] con el cálamo. Y le enseñó al hombre lo que este no sabía.” (Corán 96:1-5)





Así comenzó la gran historia de la última revelación de Dios a la humanidad hasta el fin de los tiempos. El encuentro de un árabe, catorce siglos atrás, con un ser del reino de lo invisible era un evento de tal significado que movería  poblaciones enteras a través de la tierra y afectaría las vidas de cientos de millones de hombres y mujeres, construyendo grandes ciudades y civilizaciones, provocando el choque de poderosos ejércitos y elevando del polvo belleza y esplendor jamás vista antes. También llevaría multitudes a las Puertas del Paraíso, y, mas allá, a la visión de rectitud. La palabra  Iqra’, hacienda eco en los valles del Hiyaz, rompió el molde donde el mundo conocido fue decidido; y este hombre, solo entre las rocas, tomó en sus hombros la carga que hubiese destruido las montañas si hubiese descendido sobre ellas.





El Profeta Muhammad tenía cuarenta años y había llegado a una edad de la madurez. El impacto de este tremendo encuentro podría decirse que derritió la sustancia. La persona que había sido era  una piel quemada por la luz y desechada, y el hombre que descendió de la montaña y buscó refugio en los brazos de su esposa Jadiya no fue el mismo hombre que ascendió.





Por un momento, sin embargo, fue como si el hombre continuara. Al descender, escuchó una voz diciendo: ‘Muhammad, tu eres el Mensajero de Dios y yo soy Gabriel’. El miró hacia arriba, y el ángel llenó el horizonte. Por donde mirara, la figura estaba allí, inexplicablemente presente. Llego rápido a su hogar y gritó a Jadiya: ‘¡Cúbreme! ¡Cúbreme!’  Ella lo arropó, colocando una capa sobre él. En cuanto se recuperó le contó lo que había sucedido. El profeta  temía por si mismo. Ella se quedo cerca de él y lo contuvo:





“¡Nunca!  Por Dios, Dios nunca te abandonaría. Tu mantienes buenas relaciones con tus parientes, ayudas a los pobres, atiendes a tus invitados generosamente, y asistes a aquellos que son golpeados con calamidades”. (Sahih Al-Bujari)





Ella vio en su marido un buen hombre que Dios nunca humillaría debido a sus virtudes de honestidad, justicia y ayuda a los pobres. La primera persona en la faz de la tierra que creyó en él fue su esposa, Jadiya. Inmediatamente, se dirigió a su tío Waraqa, un erudito bíblico. Después de escuchar la historia Waraqa lo reconoció por sus profecías en La Biblia como el profeta esperado, y confirmó que lo que había aparecido ante él en la cueva era de hecho el ángel Gabriel, el Ángel de la revelación:





“Él es el que guarda los secretos (Gabriel) el que apareció ante Moisés”. (Sahih Al-Bujari)





El Profeta continúo recibiendo revelaciones por el resto de su vida, memorizándolas y haciendo que sus compañeros las escriban en piezas de piel de cordero y lo que tuviesen a disposición.





El Corán o “Recitación”


Las palabras traídas por Gabriel son sagradas para los musulmanes y nunca se confunden con las que él mismo dijo. Las primeras son las del Libro Sagrado, el Corán; las segundas son las del Profeta, llamadas Hadiz o Sunnah. Porque el ángel Gabriel le recitaba el Corán oralmente al Profeta, el libro Sagrado es conocido como Al-Qur’an “La Recitación,” la recitación del hombre que  no sabía leer.





Los primeros años de su Misión, el Profeta divulgó el mensaje a su familia y a sus amigos íntimos. La primera mujer en convertirse fue su esposa Jadiya, el primer niño fue su sobrino Ali, a quien él cuidaba, y el primer joven fue su sirviente Said, un antiguo esclavo. Su viejo amigo Abu Bakr fue el primer hombre adulto en convertirse. Muchos años después el Profeta le dijo: ‘Nunca he llamado a nadie al Islam quien no haya dudado al principio con la excepción de Abu Bakr.’





Luego, se le ordenó que divulgara abiertamente y que condenara la idolatría. Al principio, los ancianos de Quraish ignoraban a este extraño pequeño grupo, tratando a Muhammad como un caso de auto decepción, pero luego comenzaron a percatarse de que sus oraciones, a las cuales se adherían los pobres y los desposeídos (que podían ser vistos entonces como subversivos), representaban una amenaza a su religión y a sus intereses. Su poder dependía de su unidad, y con el ejemplo de Yazrib, partido en dos por el conflicto tribal, como una nefasta advertencia de lo que podría suceder en su propia ciudad, estaban obligados a esperar su propio tiempo. Además, el clan Hashim, lo que sea que pensara de su miembro, por costumbre lo defendía si era atacado. Se confinaron a si mismos por el momento a la burla, tal vez el arma mas efectiva en la defensa del hombre común contra la verdad, ya que no recurrían al grado de compromiso inherente de violencia. Su antiguo guardián Abu Talib le pidió que abandonara la divulgación de su mensaje para no arriesgar su seguridad y la del clan. ‘Oh tío mío’, le respondió: ‘incluso si colocaran en mi palma derecha el sol y la luna en mi izquierda, no abandonaría mi propósito hasta que Dios me garantice el éxito o hasta que muera en el intento’. La respuesta de Abu Talib fue una mirada: ‘Sobrino mío, no te abandonaré.’





La tensión se incrementaba gradualmente en la ciudad, mes a mes, al expandirse la influencia espiritual de Muhammad, quitando la hegemonía de los mayores de Quraish y dividiendo a sus familias. Esta influencia se transformó en algo incluso mas peligroso para el orden establecido cuando el contenido de las sucesivas revelaciones se fue ampliado para incluir la denuncia de la celosía de  la plutocracia de los mecanos, codiciaban ‘mas y mas’ y su avaricia. La oposición ahora la llevaba un tal Abu Yahl, junto a Abu Lahab y el más tarde cuñado, un hombre más joven que era más sutil y más talentoso que cualquiera de ellos, Abu Sufian.  Regresando un día de caza, el tío de Muhammad, Hamza, quien hasta ese entonces se mantenía neutral, estaba tan enojado por los insultos hacia su sobrino que buscó a Abu Yahl, le pegó en la cabeza y anunció su conversión al Islam.





Comienzo de la Persecución


Al fines del tercer año, el profeta recibió la orden de “Levántate y advierte”, con lo cual comenzó a divulgar su mensaje en público, apuntando a la despreciable locura de idolatrar frente a las maravillosas leyes del día y la noche, de la vida y la muerte, del crecimiento y la decadencia de los seres, que manifiestan el poder de Dios y atestiguan Su Unicidad. Fue en ese entonces, cuando comenzó a hablar en contra de sus dioses, que Quraish fue activamente hostil, persiguiendo a sus discípulos pobres con burlas e insultos. La única consideración que lo previno de matarlos fue el miedo de la venganza de sangre del clan al cual pertenecía la familia. Fuerte en su inspiración, el profeta siguió advirtiendo y albriciando, mientras que Quraish hacia todo lo posible para ridiculizar sus enseñanzas y a sus seguidores.





Huir a Abisinia


Las conversiones de los primeros cuatro años eran en su mayoría personas humildes incapaces de defenderse frente a la opresión. Tan cruel fue la persecución que soportaron que el Profeta les aconsejó a todos los que pudiesen que emigraran, al menos temporalmente, a Abisinia (Etiopia en la actualidad), donde serían bien recibidos por el cristiano, ‘un Rey justo.’ Cerca de ochenta convertidos huyeron en el año 614 DC al país cristiano.





Esta aparente alianza con el poder extranjero enfureció más a los mecanos, y enviaron enviados al Negus demandando la extradición de los musulmanes. Un gran debate se mantuvo en la Corte y los musulmanes ganaron el primer día, primero al demostrar que adoraban al mismo Dios que los cristianos, y luego recitando uno de los pasajes coránicos que hablaban de la Virgen María, ante los cuales el Negus lloró y dijo: ‘Verdaderamente esto viene de la misma fuente que descendió sobre Jesús’.





Incluso a pesar de la persecución y la emigración, la pequeña comunidad de musulmanes creció en cantidad. Quraish estaba seriamente alarmado. La adoración de ídolos en la Kaaba, el lugar sagrado donde peregrinaban todos los árabes, anclaban allí como guardianes, como primeros por sus intereses personales. En la temporada de la peregrinación, enviaban hombres en todas las carreteras para advertir a las tribus en contra de los hombres locos que predicaban entre ellos. Trataron de llevar al Profeta a un compromiso, ofreciéndole aceptar su religión si la modificaba para hacerles lugar a sus dioses como intermediarios con Dios. A cambio, ofrecían hacerlo rey si dejaba de atacar a la idolatría. El rechazo constante del profeta Muhammad frustró sus esfuerzos de negociación.





La Conversión de Umar


Más importante aun fue la conversión de uno de los hombres más formidables de la ciudad, Umar ibn al-Jattab. Enfurecido por el creciente éxito de la nueva religión, contrario a todo lo que el creía, juró matar a Muhammad, que la paz y la bendición de Dios lo acompañe, sin importar las consecuencias. Le dijeron que antes de hacerlo, observara a su familia, ya que su hermana y su cuñado se habían convertido en musulmanes. Al dirigirse a su hogar los encontró leyendo un capítulo Coránico llamado  ‘Ta-Ha’, y cuando supo que su hermana de hecho había abrazado el Islam, la golpeo. Al sentirse avergonzado de sí mismo, pidió ver lo que estaba leyendo. Ella le dio el texto después de pedirle que realizara la ablución antes de tocarlo, y al leer los versos del Corán, realizó una repentina y total transformación. ¡La dulce potencia de las palabras del Corán lo cambiaron para siempre! Fue directo a Muhammad y aceptó el Islam.





Hombres como este eran muy importantes en la sociedad jerárquica como para ser atacados, pero la mayoría de los musulmanes era o pobre o esclavos. Los pobres eran derrotados y los esclavos torturados para hacerlos renunciar de su fe, y era muy poco lo que Muhammad podía hacer para protegerlos.





Un esclavo negro llamado Bilal colgado boca abajo desnudo bajo el sol con piedras pesadas en su pecho y dejado morir de sed. Fue provocado por los paganos para renunciar de su religión a cambio de la remisión de la tortura, pero su respuesta fue ‘Ahad!  Ahad!’ (‘¡Dios es Uno!  ¡Dios es Uno!’). Fue en este estado, en el borde de la muerte, que Abu Bakr lo encontró y pagó una fianza exorbitante.





Fue cuidado en el hogar de Muhammad y se convirtió en uno de los amigos mas queridos de los musulmanes. Cuando, mucho mas tarde, surgió el cuestionamiento de cómo los creyentes deberían ser llamados a rezar, Bilal se convirtió en el primer mu’ezzin (la llamada a la oración anunciada en voz alta desde el lugar de adoración de los musulmanes, llamado masyid) del Islam: un hombre alto, flaco y negro con una ponderosa voz, y se dice, cara de cuervo con  el cabello gris; un hombre para el cual el sol se había quemado, durante su tormenta, todo menos el amor del Único y el Mensajero del Uno.





Destrucción de la Sahifah


Frustrado, la oligarquía mecana, bajo el liderazgo de Abu Yahl, realizaron ahora un documento formal declarando la prohibición o boicot en contra del clan Hashim en su totalidad; no podía haber tratos comerciales con ellos hasta que declararan ilegal a Muhammad, y nadie podía casarse con una mujer de Hashim o entregar a su hija a un hombre del clan. Entonces, por tres años, el profeta fue obligado junto a sus compañeros a vivir en las afueras de la Meca.





Con el paso del tiempo, las personas bondadosas de Quraish comenzaron a preocuparse por sus viejos amigos y vecinos. Logrando que el documento, que había sido colocado en la Kaaba, fuese reconsiderado. Cuando fueron a buscarlas encontraron que todas las escrituras habían sido destruidas por hormigas blancas, excepto por las palabras Bismika Allahumma (“En tu nombre, Oh Dios”). Cuando los mayores vieron esa maravilla, se removió la prohibición, y el profeta fue libre nuevamente para volver a la ciudad. Mientras tanto, la oposición a su llamada era cada vez más rígida. Tenía poco éxito entre los mecanos, y un intento de divulgar el Islam en la ciudad de Taif fue un fracaso. Su misión no era lo que él esperaba, cuando, en la época de la peregrinación anual, reunió un pequeño grupo que lo escucho armoniosamente.





Llegaron realizando la peregrinación del (Hayy) desde Yazrib, una ciudad a mas de doscientas millas, que desde ese entonces se convirtió en ‘la ciudad’ famosa por excelencia de al-Medina. Yazrib era afortunada por su ubicación en un placentero oasis, famoso incluso hoy por la excelencia de sus dátiles. Pero desafortunada en otros sentidos, el oasis ha sido escenario de las disputas tribales incesantes. Los judíos luchando con judíos y árabes con árabes; árabes aliados con judíos combatían a judíos aliados con diferentes comunidades judías. Mientras que La Meca prosperaba, Yazrib vivía en la desgracia. Necesitaba un líder capaz de unificarlos.





En Yazrib, habían tribus judías con rabinos experimentados quienes a menudo hablaban a los paganos de un Profeta que llegaría pronto a los judíos, con los cuales, cuando llegase, los judíos destruirían a los árabes como las tribus de ‘Aad y Zamud habían sido destruidas por su idolatría.





El Profeta Muhammad, que la paz y las bendiciones de Dios lo acompañen, en la época de su llamado visitaba en secreto diferentes tribus en las afueras de La Meca para llevarles el mensaje del Islam. Una vez, escuchó a un grupo de hombres en Aqaba, afuera de La Meca, y les pidió sentarse con ellos a lo que aceptaron agradablemente. Cuando los hombres de la tribu de Jazray de Yazrib escucharon lo que Muhammad tenía para decir, lo reconocieron como el Profeta que los judíos describían, y los seis hombres lo aceptaron. También tenían esperanzas de que Muhammad, a través de esta nueva religión, pueda ser el hombre que los uniese con su tribu hermana, los Aws, una tribu en Yazrib con la que compartían sus ancestros, pero llevaban años de guerra y animosidad. Entonces determinaron regresar a Yazrib y difundir la religión de Muhammad. Como resultado, no existió un hogar en Yazrib que no había escuchado sobre el mensaje del Islam, y en la siguiente temporada de peregrinación, en el año 621, llegó una delegación de Yazrib con el propósito de conocer al Profeta.





Primer Pacto de Aqaba


Esta delegación estaba compuesta por doce hombres, cinco de esos presentes en el año anterior y dos miembros de Aws. Se encontraron nuevamente con el Profeta en Aqaba y juraron por sus propios nombres y por los de sus esposas, no asociar otra creación con Dios (convertirse en musulmanes), ni robar ni cometer adulterio ni matar bebés, incluso en la más profunda pobreza; y se comprometieron a obedecer a este hombre en todos los asuntos justos. Esto es conocido como el Primer Pacto de Aqaba. Cuando regresaron a Yazrib, el profeta envió con ellos al primer embajador, Mus’ab ibn ‘Umair, para enseñar a los nuevos convertidos las bases de la fe y difundir la religión a aquellos que todavía no habían abrazado el Islam





Mus’ab predicó el mensaje del Islam hasta que casi todas las familias en Yazrib tuvieron un miembro musulmán entre ellos, y antes del Hayy del próximo año, 622, Mus’ab regresó al Profeta y le contó las buenas noticias de su misión, y de la bondad y la fuerza de Yazrib y de su gente.





Segundo Pacto de Aqaba


En  el año 622 de la Era Cristiana, los peregrinos de Yazrib, setenta y cinco de ellos musulmanes, de entre ellos dos mujeres, fueron a realizar el Hayy.  Durante la última parte de la noche, mientras estaban todos dormidos, los musulmanes de entre los peregrinos de Yazrib fueron secretamente al lugar donde habían arreglado previamente encontrarse con el Profeta, en las piedras de Aqaba, para prometer aliarse con el Profeta e invitarlo a su ciudad. En Aqaba, conocieron al Profeta, y con él se encontraba su tío, todavía un pagano pero que defendía a su sobrino por su lazo familiar. Habló y advirtió a los musulmanes acerca de los riesgos de su tarea, y en contra de que su compromiso fuese  incierto si  lo realizaban. Otra persona de entre los peregrinos que había estado presente dos años atrás advirtió el peligro de su compromiso y su preparación para llevarlo a cabo. Es su determinación y amor por el Profeta, juraron defenderlo como si fuesen a defender a sus propios hijos y esposas. Fue en ese entonces que fue decidida la emigración a Yazrib.





Esto es conocido como el Pacto de Guerra, porque involucraba la protección de la persona del Profeta, por las armas si fuese necesario; e inmediatamente después de la emigración a Yazrib, fueron revelados los versos coránicos que permitían la guerra en defensa de la religión. Estos versos son cruciales en la historia del Islam:





“Se les permitió combatir [a los creyentes] porque fueron oprimidos, y en verdad, Dios tiene poder para socorrerles. Ellos fueron expulsados injustamente de sus hogares sólo por haber dicho: Nuestro Señor es Dios. Si Él no hubiera hecho que los creyentes vencieran a los incrédulos, se habrían destruido monasterios, iglesias, sinagogas y mezquitas en donde se recuerda frecuentemente el nombre de Dios…” (Corán 22:39-40)





A un punto de cambio llegó al Profeta Muhammad, los musulmanes y el mundo. Era el destino del Profeta Muhammad, y un aspecto para su función profética, luego debería demostrar las alternativas abiertas a la persecución y la opresión; por un lado, la abstención; por el otro, lo que llaman los cristianos ‘guerra justa’, pero para lo cual, en las palabras de las próximas revelaciones coránicas:





 “Vencieron con la anuencia de Alá, y David mató a Goliat; y Alá le concedió [a David] el reino y la sabiduría [la profecía], y le enseñó lo que Él quiso. Y si Alá no hubiera hecho que los creyentes vencieran a los incrédulos se habría corrompido la Tierra; pero Alá concede Sus gracias a la humanidad.” (Corán 2:251). 





Por casi trece años, él y sus seguidores sufrieron la persecución, amenazas e insultos sin levantar la mano en auto-defensa. Ya habían probado que esto era humanamente posible. Las circunstancias estaban cambiando ahora y mostraban una respuesta muy diferente si la religión del Islam fuese a sobrevivir en el mundo. La paz tiene sus épocas, pero también la guerra, y el musulmán nunca olvida que cada hombre nace para luchar de una forma u otra, en un nivel u otro; si no es físicamente, entonces espiritualmente. Aquellos que tratan de ignorar este hecho son, tarde o temprano, esclavizados.





Complot para Asesinar al Profeta


En pequeños grupos, los musulmanes escaparon de La Meca y tomaron el camino hacia Yazrib. La Hiyrah (‘emigración’) había comenzado.





Para Quraish los límites de lo soportable habían sido sobrepasados. Los enemigos dentro de la ciudad eran lo suficientemente malos, pero ahora estos enemigos estaban estableciendo un centro rival al norte. Con la muerte de Abu Talib había desaparecido la protección de Muhammad. Contenido hasta ahora por principios heredados de sus antepasados beduinos y por miedo a causar una problemática pelea de sangre, los líderes decidieron finalmente que Muhammad, que la paz y las bendiciones de Dios lo acompañen, debía morir. Abu Yahl propuso un plan simple. Se deberían elegir jóvenes de diferentes clanes, cada uno debería dar un golpe mortal, para que la muerte de Muhammad sea culpa de todos ellos. Hashim no podría buscar venganza de todos los demás clanes.



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