Esta sura concierne exclusivamente al Profeta Muhammad (la paz y las bendiciones de Dios sean con él), buscando animarlo y asegurarle perspectivas más felices en su lucha. Representa un vistazo de su vida y el curso de su misión en el periodo inicial en La Meca. En ella, Dios amenaza a sus enemigos con la destrucción, mientras dirige al Profeta al camino del agradecimiento. La sura trata de los complots e insultos dirigidos contra él y del mensaje divino que él transmite. Esta sura es un ejemplo de la protección de Dios a Su siervo, el Profeta Muhammad, y de los pocos que lo siguieron y creyeron en Dios.
Contexto
Entre la gente de los Quraish, la tribu árabe que controlaba La Meca, había algunas personas que veían al Profeta y a su misión con cierto grado de antagonismo. Recurrían a burlas contra él para disuadir a la gente de escuchar el mensaje divino que estaba tratando de transmitir. Decían del Profeta que era un hombre sin descendencia, refiriéndose a la muerte de sus hijos varones. Uno de ellos señaló una vez: "No le prestes atención, morirá sin descendencia y ese será el final de su misión".
Tales burlas tuvieron un gran impacto en la sociedad árabe de la época, que le daba mucha importancia a los hijos varones. Las burlas y difamaciones deleitaban a los enemigos del Profeta e indudablemente eran una fuente de tristeza e irritación para su corazón. Esta sura fue revelada para consolar al Profeta y asegurarle el bien duradero y abundante que Dios había elegido para él, y la privación y pérdida que aguardaba a sus perseguidores.
Aleya 1: Bendiciones de Dios sobre el Profeta Muhammad
La palabra utilizada en la sura que es traducida como "abundancia" deriva de la raíz que significa "multitud". Indica lo opuesto de lo que aquel quraishí insolente quiso atribuirle al Profeta. Te hemos dado lo que es abundante, desbordante y rico, ilimitado e interminable.
Aleya 2: Se le ordena al Profeta ser sincero al adorar a Dios, y ofrecerle sacrificios solo a Él
Después de haberle asegurado al Profeta este generoso don, que desmiente lo que dicen los calumniadores e intrigantes malvados, Dios se dirige al Profeta para ordenarle que agradezca su bondad de forma completa y sincera. Debe dedicarse solo a Él en la adoración y en el sacrificio ritual, sin tomar en cuenta ninguna forma de idolatría, y negándose a participar en los rituales de adoración ofrecidos por los idólatras, en especial cuando invocan a alguien distinto a Dios en sus ofrendas.
El Islam frecuentemente enfatiza en la pronunciación del nombre de Dios cuando se sacrifican animales. Prohíbe consagrar cualquier cosa a otro ser, lo que indica la importancia que concede el Islam a la purificación de la vida humana de todas las formas de idolatría y de todo lo que lleva hacia ella. Debido a que se basa en el principio de la Unidad y Unicidad de Dios en su sentido más puro, el Islam no tiene como objetivo simplemente purificar la imaginación y la consciencia humanas. Persigue la idolatría en todas sus manifestaciones, tratando de eliminar sus marcas en la conciencia del ser humano, en los rituales de adoración y en el comportamiento en general.
La vida, dice el Islam, es una entidad indivisible y debe ser tratada como tal. Debe ser limpiada de adentro hacia afuera, y debe ser orientada por completo hacia Dios en todos sus aspectos: adoración, tradición y comportamiento social.
Aleya 3: Dios defiende a Su Profeta
En la primera aleya, Dios especificó que Muhammad no era alguien sin posteridad, sino lo contrario, que estaba dotado de abundancia. En esta aleya, Dios rechaza la burla de aquellos que odiaban y maldecían al Profeta. De hecho, la promesa de Dios se ha hecho realidad, ya que la influencia y el legado de los enemigos de Muhammad fueron efímeros, mientras que el impacto de él en la vida y la historia humana ha crecido y se ha profundizado. En la actualidad somos testigos de la verdad de este pronunciamiento divino con más claridad que cualquier otro de los mencionados en el Corán.
La fe y la bondad no pueden ser estériles. Su influencia es a la vez profunda y sólidamente arraigada. En contraste, la falsedad, el error y la maldad pueden crecer y extenderse con rapidez, pero al final terminan en la nada.
Los criterios de Dios son distintos de los criterios establecidos por los seres humanos. Las personas a menudo son engañadas cuando creen vanamente que su criterio es el que deben seguir. Ante nosotros está el ejemplo elocuente y perdurable del Profeta. ¿De qué valor o interés para la humanidad han sido los calumniadores y enemigos de Muhammad?
Por otro lado, invitar a otros hacia la religión de Dios, a la verdad y al bien, jamás puede ser llamado algo inútil. Tampoco los rectos y veraces se pueden llamar privados o "cortados". ¿Cómo puede ser, cuando este mensaje en sí proviene de Dios, el Inmortal, el Eterno? Los verdaderamente privados y estériles son la incredulidad, el error y el mal, al igual que sus devotos, por más fuertes y extendidos que puedan parecer en algún momento.
Dios afirma la verdad, ¡los oponentes rufianes no son más que mentirosos!