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Este capítulo de veintiocho versículos fue revelado en La Meca. Las suras mecanas tienden a concentrarse en enseñar las bases del Islam. Se enfocan en la unidad y unicidad de Dios y en las consecuencias de ignorar el mensaje. Las primeras 15 aleyas dan cuenta de una discusión de un grupo de yinn después de que escucharon una recitación del Corán. Esta sura nos muestra cómo la fe islámica llega a aquellos de un mundo diferente. Los incrédulos de La Meca habían acusado anteriormente al Profeta Muhammad (la paz y las bendiciones de Dios sean con él) de aprender de los yinn esta nueva fe. Aquí vemos claramente que eso no es correcto. Se nos da una descripción precisa de los yinn y se demuestra que muchas de las ideas y supersticiones que los rodean son falsas. La parte final de la sura está dirigida al Profeta Muhammad.





Aleyas 1 a 7: Algunos yinn aceptan el Islam





Dios le reveló al Profeta Muhammad que un grupo de los yinn escuchó su recitación del Corán. Ellos regresaron a su propia sociedad y describieron la recitación como maravillosa, diciendo que llamaba a lo que es verdadero, y es sensible al distinguir entre lo correcto y lo incorrecto. Aquellos que lo escucharon creyeron en él, y reportaron esto a los demás de su especie. Declararon que jamás asociarían nada con Dios.





Esta sura pone esta respuesta a los incrédulos de La Meca, que también escucharon la recitación del Corán, pero no creyeron en él. Aquellos de los yinn que escucharon, abrazaron de inmediato una fe verdadera y sin mancha. Ellos dijeron que la recitación exaltaba a Dios y declaraba que Él no tiene copartícipes ni descendencia. En ese momento, muchos árabes creían que los ángeles eran hijas de Dios a través del matrimonio con los yinn, pero los yinn negaron esto enfáticamente.





Los yinn declararon que algunos de ellos dijeron cosas chocantes acerca de Dios, a pesar de que creían que nadie podía tener la audacia de mentir acerca de Dios. Pero ahora que habían escuchado el Corán por sí mismos, se dieron cuenta de que aquellas ideas eran falsas. En el pasado, algunas personas habían buscado protección con los yinn, pero esto solo las llevó lejos de la verdad y aumentó sus pecados. Algunos humanos y algunos yinn creen que Dios jamás enviará a un Mensajero para guiarlos. Dios, sin embargo, es Generoso y Amable, y envía mensajeros para guiarlos por el camino correcto.





Aleyas 8 a 10: Los yinn no pueden ver lo oculto





Los yinn niegan cualquier conocimiento de lo oculto, afirmando que ello permanece fuera de su alcance. Tratamos de llegar al cielo, dicen, pero lo hallamos protegido por guardianes severos y estrellas fugaces. Antes del Profeta Muhammad, los yinn fueron capaces de recopilar información al espiar a los ángeles. Luego pasaron esa información a los astrólogos, adivinos y otros de esa clase. Ya no es posible eso para ellos; y si lo intentan, encontrarán un cuerpo celestial disuasorio esperándolos. Ellos no saben lo que les espera a quienes están en la Tierra. Las intenciones de Dios (infortunio u orientación) permanecen ocultas.





Aleyas 11 a 15: Muchos caminos diferentes





Los yinn describen luego su propia situación y su actitud hacia la guía. Algunos de los yinn son rectos, otros no lo son. Ellos siguen muchos caminos distintos y sostienen diferentes opiniones y creencias. Ellos entienden que jamás dañarán los planes de Dios para la Tierra y sus habitantes, y que jamás escaparán a la voluntad de Dios. Cuando escuchamos esta recitación del Corán, creímos en ella y aquellos que creen en Dios no deben temer pérdida, injusticia ni una carga insoportable. Algunos (yinn) se someten a Dios y son guiados, otros se niegan a aceptar la verdad. Aquellos que aceptan la verdad han encontrado el camino a la salvación, los demás son combustible para el fuego del Infierno. Esto también se aplica a los seres humanos, algunos aceptan la guía, mientras que otros aran un camino hacia el Infierno.





Aleyas 16 a 19: Presta atención a las advertencias





Dios le dice al Profeta Muhammad que, si los mecanos hubieran permanecido en el camino correcto, Él les habría proporcionado lluvia abundante (agua, y asegurado su provisión). Esta también es una forma en que Dios pone a prueba a la gente. El Corán nos dice que tener mucho es una prueba tan grande como tener poco. La persona que no pone atención a las advertencias de Dios enfrentará un duro castigo, descendiendo en espiral hacia el Infierno.





Las mezquitas son construidas solo para Dios, hacen que la adoración sea fácil, pero un musulmán puede rezar en cualquier lugar (con pocas excepciones). La adoración es únicamente para Dios, así que no invoques a nadie más que a él. Cuando el Profeta Muhammad se puso de pie para hacer súplicas, la multitud se arremolinó a su alrededor, y los incrédulos estaban listos para atacarlo. Dios lo protegió en esta y en muchas otras ocasiones.





Aleyas 20 a 24: Entregar el mensaje





Esta sura se dirige ahora al Profeta Muhammad en un tono decisivo que deja claro que, una vez que ha entregado el mensaje, no tiene nada que ver en cómo la gente responde a él. Se le indica que diga a la gente que él solo ora a Dios y no Le atribuye socios ni copartícipes. Él les dice que no puede causarles daño ni obligarlos a seguir el camino correcto. El Profeta Muhammad dice que, si él desobedece a Dios, nadie podrá protegerlo y jamás hallará un lugar dónde esconderse de Él. Su misión solo es entregar el mensaje. Aquel que desobedezca a Dios y a Su Mensajero, se encontrará en el Infierno. Los incrédulos creen que tienen la fuerza en número, pero pronto entenderán que el Profeta Muhammad tiene el poder y la fuerza de Dios de su lado.





Aleyas 25 a 28: El mensaje está protegido





El Profeta Muhammad les informa a los incrédulos que él no sabe cuándo tendrá lugar el castigo advertido. Él no tiene parte en esa decisión, solo Dios lo decide. Los castigos prometidos en esta vida y en la vida por venir son asuntos de lo oculto, y Dios no le revela dichos asuntos a nadie. Sin embargo, hay una excepción, Dios puede revelar algunas cosas ocultas a uno de Sus mensajeros, si es necesario. Los ángeles guardianes protegen tanto al Mensajero como el mensaje. Dios lo sabe todo acerca de Sus mensajeros, no existe nada que escape a Su conocimiento. Todo se cuenta y se mide. El mensaje es monitoreado cuidadosamente.



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