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Esta sura es una de las más largas, y se encuentra al inicio del Corán. Se acepta generalmente que fue revelada en La Meca. Lleva el nombre de una barrera alta que dividirá a los salvos de los condenados en el Día del Juicio. Comienza tranquilizando al Profeta Muhammad, al decirle que las historias sobre las comunidades desobedientes del pasado deben servir para animar a los creyentes a prestar atención y arrepentirse antes de que el gran Día esté sobre ellos.





Aleyas 1 a 10: Aprende lecciones de la historia





Dios se dirige al Profeta Muhammad diciéndole que no sienta ningún malestar. Él le asegura que este libro (el Corán) ha sido revelado como advertencia y recordatorio para quienes creen, a quienes les dice que sigan lo que ha sido revelado y que no sigan a ningún otro Señor aparte del Dios único. ¿Cuán a menudo han sido destruidas civilizaciones? Y, aun así, la humanidad no presta atención a las advertencias. Algunos fueron aniquilados en la noche, y otros mientras descansaban en el calor del día. Cuando el castigo se cernió sobre ellos, admitieron sus malas acciones.





Dios seguramente interrogará a aquellos a quienes les envió un menaje y a quienes llevaron el mensaje. La humanidad será cuestionada por Dios, Quien tiene conocimiento total de sus obras, tanto buenas como malas. La ponderación de las obras en ese Día será justa. Aquellos cuyas balanzas estén pesadas (con buenas obras) tendrán éxito; mientras que aquellos cuyas balanzas estén ligeras, perderán.





Aleyas 11 a 18: La historia de Adán y Satanás





Dios estableció a la humanidad en la Tierra y le proveyó los medios para ganarse el sustento. La humanidad, sin embargo, es ingrata con Aquel que la creó y le dio forma humana. A los ángeles se les ordenó prosternarse ante el primero de su clase, Adán. Los ángeles obedecieron, pero no lo hizo Iblís[1] (Satanás), sino que procedió a discutir con Dios cuando se le preguntó por qué no obedecía las instrucciones divinas. Satanás se consideraba mejor que Adán: él fue creado de fuego sin humo, mientras que Adán fue creado de barro.





Dios le ordenó a Satanás descender del Paraíso, afirmando que no era una morada para los soberbios, y que Satanás sería en adelante uno de los más despreciables. Satanás pidió un aplazamiento (para su juicio y castigo) hasta el Día de la Resurrección y le fue concedido. En su arrogancia, Satanás le dijo a Dios que planeaba engañar a la humanidad y acechar a los humanos en el camino recto, acercándoseles por todos lados. "Tú", le dijo Satanás a Dios, "verás que la mayoría de ellos son desagradecidos". Dios le ordenó a Satanás que saliera, y juró que llenaría el infierno con él y todo aquel que lo siguiera.





Aleyas 19 a 25: La aceptación del arrepentimiento





Adán y su esposa fueron llevados a vivir en el Paraíso y se les permitió comer de todo lo que quisieran. Sin embargo, hubo una excepción: el árbol que Dios les señaló. Satanás les susurró a Adán y a Eva para que tomaran consciencia de su desnudez, y también los animó a comer del fruto prohibido, diciéndoles que así serían inmortales o se convertirían en ángeles. Satanás les juró que era un asesor sincero para ellos. Después de comer de ese árbol, su desnudez se les hizo clara, y Adán y Eva reunieron hojas para cubrirse. Dios les preguntó por qué Lo habían desobedecido y por qué no habían guardado la advertencia que les había hecho sobre Satanás. Adán y Eva admitieron su fechoría y pidieron perdón. La Tierra se convirtió en su morada, donde vivirían, morirían y resucitarían de nuevo a la vida.





Aleyas 26 a 32: Advertencia





Luego, Dios se dirige a los hijos de Adán (la humanidad), les explica que tienen prendas para cubrir su desnudez y para que les sirvan de adorno, pero que la mejor vestimenta de todas es estar siempre consciente de Dios. Esta es una señal, dice Él. De nuevo, les advierte que Satanás es un enemigo jurado de ellos, para que no se dejen engañar. Los malvados están aliados con los que no creen. Dios no ordenó la inmoralidad, por lo tanto, el que la hayan cometido los antepasados no es una excusa. Dios ordena la rectitud, que la oración Le sea dirigida solo a Él, y que seamos completamente devotos a Él. Dios creó a la humanidad y repetirá ese proceso en el Día del Juicio. Algunos son guiados, pero algunos están condenados porque tomaron a los malvados como sus amos.





Dios les aconseja a los hijos de Adán que se vistan bien, cuando y donde recen, y que coman y beban de lo bueno que Él ha proveído. Sin embargo, les advierte que no sean extravagantes, pues Él no ama a los que se comportan así. Luego le aconseja al Profeta Muhammad que les pregunte a sus seguidores quién les ha prohibido aquello que Dios les ha proporcionado. Esas cosas son para que la humanidad las disfrute, pero solo serán para los creyentes en el Día de la Resurrección.





Aleyas 33 a 41: Las puertas cerradas





Se le aconseja al Profeta Muhammad que les diga a los creyentes que Dios prohíbe los actos vergonzosos, tanto los que se hacen abiertamente como los que realizan a escondidas. El tiempo de vida de cada nación está establecido, y no puede ser acelerado ni retrasado ni un instante. Cuando los mensajeros vienen, los que creen serán salvos; pero aquellos que ignoran las advertencias estarán eternamente en el fuego. Los más injustos son aquellos que inventa mentiras sobre Dios o niegan las revelaciones. Ellos vivirán sus días, y aquellos a quienes invocaban en lugar de Dios no los ayudarán, permanecerán en el Fuego. Se maldecirán y culparán unos a otros mientras son conducidos al fuego para enfrentar un doble castigo. Las puertas del Paraíso no se abrirán a los que niegan la revelación o son arrogantes hacia ella. Incluso si una soga pudiera enhebrarse en el ojo de una aguja, ellos no entrarían al Jardín Eterno. Ese es el castigo para los culpables y los malhechores.





Aleyas 42 a 58: Un día de cumplimiento (juicio)





Aquellos que creen y hacen buenas obras son la gente del Jardín. Ellos no tendrán que cargar con aquello que no sean capaces de soportar, y las puertas del Paraíso serán abiertas para ellos. Ellos alabarán a Dios por el Paraíso que han heredado, y le dirán a la gente del Fuego que la promesa de Dios era verdadera; la gente del Fuego contestará que ellos también han descubierto que la promesa era cierta. A continuación, un anunciador dirá que la maldición de Dios está sobre los malhechores. Habrá una separación entre ambas partes. Los habitantes de los lugares Elevados se reconocerán unos a otros y se llamarán unos a otros. Los habitantes del Infierno les rogarán a los del Paraíso por alimento y agua, pero su respuesta es que Dios les ha prohibido el sustento. Ellos serán olvidados del mismo modo en que olvidaron la inevitabilidad de este Día, que es el cumplimiento de lo que fue prometido en el Corán.





El Señor Dios creó el universo y luego se levantó sobre el Trono de modo acorde a Su Majestad, así que recurre a Él con humildad e invócalo con temor y esperanza. Él es Aquel que envía el viento y la lluvia para producir todo tipo de frutas, así mismo Él levantará a los muertos. La vegetación emerge por el permiso de Dios.





Dios envió a Noé a su pueblo y él les pidió que adoraran únicamente a Dios. Ellos rechazaron a Noé, así que Dios lo salvó y a aquellos que estaban con él en una embarcación; mientras que los otros, que negaron las señales de Dios, murieron ahogados. El Profeta Hud fue enviado al pueblo de Ad, a quienes les dijo que adoraran únicamente a Dios, pero ellos lo rechazaron. Lo llamaron mentiroso y tonto cuando él les estaba dando un consejo sincero. Hud les recordó la gente de Noé y los favores que Dios les había concedido, y les advirtió de un terrible castigo, pero ellos se burlaron de él y le pidieron a Hud que les diera el castigo. Hud dijo que esperaría con ellos la decisión de Dios. Los incrédulos fueron aniquilados, mientras que Hud y sus compañeros fueron salvados por la misericordia de Dios.





Aleyas 74 a 94: Las historias de Saleh, Lot y Shuaib





Luego, al pueblo de Zamud, Dios le envió al Profeta Saleh. Él les pidió que adoraran únicamente a Dios. Saleh les pidió que protegieran a la camella enviada por Dios, y les recordó que eran los herederos de Ad, capaces de construir grandes mansiones en valles y de esculpir sus casas en las laderas de las montañas. Saleh le dijo a su pueblo que recordara las bendiciones de Dios, pero los arrogantes les preguntaron a los creyentes si realmente creían que Saleh había sido enviado por Dios. Ellos respondieron que sí, pero los arrogantes rechazaron esto y cercenaron la camella que se les había confiado para que protegieran. "Así que tráenos esta promesa" (la ira de Dios), dijeron, entonces un terremoto los asoló y cayeron muertos. Saleh se dio la vuelta.





Lot fue enviado a su pueblo y los confrontó con la promesa de un castigo por los actos indecentes que realizaban unos con otros, pero su única respuesta fue tratar de expulsar a Lot y a su familia de la ciudad. Dios salvó a Lot y a su familia, excepto a su esposa, que estaba entre los malhechores, cuando la lluvia de piedras los destruyó.





Shuaib fue enviado a la gente de Midian y él les pidió que adoraran solo a Dios. Él los exhortó a abandonar sus prácticas comerciales corruptas y que dejaran de acechar a los visitantes y caminantes de sus ciudades. Les recordó que Dios aumentó su número y les recordó también el final terrible de algunas naciones previas, pero ellos no quisieron hacer caso a las advertencias. En lugar de ser agradecidos con Dios, atribuyeron su cambio de suerte al paso del tiempo. El pueblo de Midian fue asolado por un terremoto, y quienes no creyeron en las advertencias de Shuaib dejaron de existir. Shuaib se alejó sin afligirse por la gente incrédula.





Aleyas 95 a 100: Una lección para aprender





Siempre que Dios envió un Profeta a una ciudad o a una nación, afligió a esa gente con la adversidad y el infortunio, a fin de que fueran humildes ante Él. Luego, Dios cambió sus dificultades en prosperidad, pero la gente no reconoció la gracia de Dios. Si hubieran creído, habrían sido colmados de riquezas, pero como no fue así, fueron atrapados por sus fechorías. Dios pregunta: ¿Cuáles de esas personas se sienten seguras en la noche o en el día? Los únicos que se sienten seguros del plan de Dios son aquellos condenados a la destrucción. ¿Acaso la gente no entiende, de las historias de quienes los precedieron, que Dios puede afligirlos por sus pecados y sellar sus corazones?





Aleyas 101 a 126: Dios envió a Moisés al Faraón





A la gente de las ciudades mencionadas en las aleyas anteriores les fueron enviados mensajeros con advertencias, pero se negaron a creer en ellos. Luego, Dios envió a Moisés al Faraón y sus sacerdotes, pero ellos también trataron injustamente el mensaje. Vemos a continuación lo que les ocurrió a quienes extendían la corrupción. Moisés le dijo al Faraón que él era un Mensajero del Señor de todos los mundos, y el Faraón le pidió una señal. Moisés tiró su cayado al suelo y este se convirtió en una escurridiza serpiente. Luego puso su mano bajo su túnica y al sacarla estaba blanca brillante y resplandecía. Los consejeros alrededor del Faraón dijeron que Moisés era un hechicero y sugirieron que se hiciera una competencia. Los hechiceros del Faraón llegaron y se les prometió un lugar en el círculo cercano a él si ganaban.





Los hechiceros arrojaron sus palos al suelo y estos se convirtieron en serpientes. Dios inspiró a Moisés y él arrojó su cayado, que se convirtió en una serpiente real que devoró a todas las que los hechiceros habían conjurado. Los hechiceros fueron derrotados, la verdad estaba clara, de modo que ellos cayeron de rodillas diciendo que creían en el Señor de los mundos, el Señor de Moisés. El Faraón declaró que le cortaría una mano y un pie de lados opuestos a cada uno, y luego los clavaría en un madero a todos, porque habían creído sin que él les diera permiso para ello. Entonces clamaron a Dios pidiéndole que los mantuviera firmes y les permitiera morir consagrados solo a Él.





Aleyas 127 a 137: Las plagas asolan Egipto





Los líderes del pueblo del Faraón le preguntaron si tenía la intención de permitir que Moisés y su pueblo causaran corrupción en la tierra. Él respondió que haría matar a sus hijos y les arrebataría a sus hijas. Moisés le aconsejó a su pueblo que permaneciera firme y acudiera a Dios en busca de ayuda. La gente de Moisés se quejó de que solían perseguirlos antes y seguían siendo perseguidos, pero Moisés les dio esperanzas.





El pueblo del Faraón se vio afligido con varios años de hambruna, esperando que entraran en razón, pero ellos creían que la buena provisión era su derecho y que las malas circunstancias se debían a Moisés (un presagio del mal). Su suerte, sin embargo, estaba en manos de Dios, pero ellos todavía no lo reconocían.





A continuación, el pueblo del Faraón fue afligido con una inundación seguida de plagas de langostas, piojos, ranas y sangre. El pueblo del Faraón le pidió a Moisés que interviniera ante su Señor para que retirara Su castigo, diciéndole que, si hacía eso, ellos permitirían que el pueblo de Israel se fuera. Sin embargo, cuando el castigo les fue retirado, rompieron su promesa. Así que Dios los ahogó e hizo que los que habían sido oprimidos por ellos heredaran la tierra.





Aleyas 138 a 143: Dios rescata a los Hijos de Israel y le habla a Moisés





Dios llevó a los Hijos de Israel a través del mar, y allí se encontraron con gente que adoraba ídolos. Los Hijos de Israel le pidieron a Moisés que les hiciera un ídolo, a lo que él les respondió que eran unos ignorantes. Les dijo que el culto que seguían los idólatras estaba condenado a la destrucción. Dios llamó a Moisés a la montaña por cuarenta noches. Él le pidió a su hermano Aarón, quien había estado con él desde el comienzo, que tomara su lugar para liderar al pueblo y se esforzara por mantenerlos alejados de los idólatras. Moisés llegó a la hora señalada y le pidió a Dios que Se mostrara. Dios le respondió: "No Me verás, pero mira la montaña, si ella puede verme y permanecer en su sitio, entonces Me verás". La montaña se derrumbó ante los ojos de Moisés, y él cayó inconsciente. Cuando se recuperó, le dijo a Dios: "¡Glorificado seas, a Ti me vuelvo arrepentido, soy el primero en creer!".





Aleyas 144 a 147





Dios le dijo a Moisés que había sido elegido, entre toda la humanidad, para ser el único que podía escuchar a Dios y recibir Su mensaje, por lo tanto, debía estar agradecido por tal honor. Dios inscribió todos los detalles e instrucciones en las tablas de la ley, ordenando que se aferraran a ellas. Aquellos que niegan los signos de Dios se mantendrán distraídos. Las obras de aquellos que niegan las señales y la reunión en la otra vida, no tendrán valor alguno.





Mientras moisés estaba ausente, su pueblo comenzó a adorar una imagen de un becerro, hecha a partir de sus joyas y ornamentos, pero entendieron que estaban haciendo mal cuando volvió Moisés y dijeron que si Dios no los sperdonaba serían de los perdedores. Moisés estaba enojado y molesto con ellos, peron en especial con su hermano Aarón. Arrojó las tablas de la ley, agarró a su hermano por el pelo y lo tiró hacia él. Aarón le dijo: "Hermano mío (recordándole a Moisés su parentesco), (los desobedientes) me habrían dominado y asesinado". Moisés le pidió a Dios que perdonara a su hermano y a él mismo.





Quienes adoraron al becerro se ganarían la ira de su Señor; pero quienes se dieron cuenta de su fechoría y se arrepintieron, serían perdonados. Cuando Moisés se calmó, cogió las tablas en las que estaba inscrita la guía y la misericordia para aquellos que temen a su Señor. Moisés eligió a hombres de entre sus filas y estos se acercaron a Moisés temblando, temerosos. Ellos debían pedir disculpas y suplicar perdón por adorar el becerrro, pero en lugar de eso, exigieron ver a Dios. La montaña se convulsionó en un terremoto y ellos cayeron muertos. Moisés oró por el perdón, y la Misericordia de Dios abarca todas las cosas. La misericordia es para aquellos que son conscientes de Dios, pagan el azaque y creen en las revelaciones





Aleyas 157 a 158: Muhammad en la Torá y en el Evangelio





Les será asignada una misericordia especial a aquellos que siguen al Profeta iletrado que encontrarán mencionado en la Torá y el Evangelio. Él les ordena el bien y les prohíbe el mal. Él hace lícitas las cosas buenas e ilícitas las cosas malas. Los libera de sus cargas. Aquellos que lo siguen tendrán éxito. Dios dice al Profeta Muhammad (la paz y las bendiciones de Dios sean con él) que le declare a la gente que él es el Mensajero de Dios, enviado por Aquel que controla los cielos y la Tierra, y que no hay divinidad digna de ser adorada excepto Dios.





Aleyas 159 a 168: Los Hijos de Israel son puestos a prueba





En la nación de Moisés hubo algunos que fueron bien guiados y con ello se estableció la justicia. Dios los dividió en doce tribus. Cuando las personas sedientas pidieron agua, Dios le reveló a Moisés dónde golpear la roca con su cayado. Doce fuentes brotaron de allí y cada tribu tuvo su propio lugar para beber. Dios hizo llover maná (cosas puras) del cielo para que comieran. Ellos se rebelaron, pero no perjudicaron a Dios con su rebelión, sino que se perjudicaron a sí mismos.





Dios les dijo: "Residan en esta ciudad, coman lo que deseen, pidan perdón y entren por la puerta con humildad". Dios entonces les perdonaría sus pecados y multiplicaría la recompensa de los que hacen el bien, pero había malvados entre ellos que cambiaron la redacción del mandamiento de Dios. Así que Dios hizo descender sobre ellos un flagelo del cielo. Dios le dijo al Profeta Muhammad que les preguntara sobre la ciudad cerca al mar y lo que ocurrió cuando transgredieron las leyes del Sabbath. Ellos fueron puestos a prueba debido a su desobediencia. En el Sabbath los peces llegaban fácilmente, pero no aparecían en los demás días. Pregúntales también, dijo Dios, sobre los profetas advertidores y por qué le predicaron a la gente que sería castigada o destruida por Dios. Los advertidores dijeron que querían cumplir su deber para con Dios y esperaban que algunos tomaran el consejo. Sin embargo, hicieron caso omiso de la advertencia, continuaron con su comportamiento, y Dios les dijo: "Sean simios detestables".





Les recuerda también que Dios dijo que levantaría contra ellos a quienes les infligirían graves lesiones hasta el día mismo de la Resurrección. Dios rompió su unidad como nación y los dispersó por todo el mundo. Algunos son rectos y otros no, fueron puestos a prueba tanto con bendiciones como con infortunios.





Aleyas 169 a 180: Incluyendo el pacto con los descendientes de Adán





Luego fueron sucedidos por una mala generación. Disfrutaron de una vida innoble pensando que todo les sería perdonado. ¿Por qué no ven que la otra vida es mejor? Aquellos que siguen el Libro y establecen la oración, jamás verán perdidas sus obras. Y menciónales la montaña que fue suspendida sobre ellos como si fuera una sombrilla, creyeron que caería sobre ellos, pero Dios les dijo que se aferraran a lo que les había dado, y que recordaran que regresarían a la conciencia de Dios.





Recuérdales, Profeta, sobre la época en que Dios trajo a la existencia a cada descendiente de Adán (a cada ser humano) y los hizo testificar preguntándoles: "¿Acaso no soy vuestro Señor?". Dios hizo esto, en caso de que en el Día de la Resurrección alguien diga: "Pero no éramos conscientes". O en caso de que traten de culpar a sus ancestros por la idolatría o por atribuirle socios a Dios, diciendo que simplemente los siguieron a ellos. Todo ha quedado claro.





Cuéntales también la historia del hombre en la época de Moisés, a quien le di estas historias, pero prefirió ignorarlas, y Satanás lo persiguió hasta que se convirtió en uno de los desviados. Él habría sido exaltado a través de las revelaciones, pero se aferró a su vida terrena. Era como un perro, si lo persigues jadea, si lo dejas también jadea. Cuéntales las historias para que reflexionen que es Dios Quien realmente guía, y a quien Él abandona es un perdedor.





Dios dice que Él creó el Infierno para aquellos de los yinn y los humanos que tienen corazones, pero no entienden; ojos, pero no ven; oídos, pero no escuchan. Ellos son peores que los animales, porque no se preocupan. Y a Dios pertenecen los mejores nombres, así que invócalo por ellos. Y abandona la compañía de quienes los usan incorrectamente.





Aleyas 181 a 188





Dios creó una comunidad (los seguidores del Profeta Muhammad) que guía hacia la verdad y establece la justicia. Aquellos que niegan las revelaciones de Dios son atraídos paso a paso hacia la destrucción. Su compañero (el Profeta Muhammad) no está loco, sino que es un consejero. ¿En qué podrían creer si no creen en esto? Aquel a quien Dios extravía no puede ser guiado, Él lo deja totalmente ciego. Cuando te preguntan (a ti, Muhammad) acerca de la Hora, diles: "Ese conocimiento solo lo tiene mi Señor. Nadie revelará su momento sino Él. Está firmemente establecido en los cielos y en la Tierra. No llegará a ustedes sino de manera inesperada". Se le dice al Profeta Muhammad que le diga a la gente que él no tiene poder para beneficiar ni evitarse daño a sí mismo, y que no es más que un advertidor y un albriciador para quienes creen.





Aleyas 189 a 206: Dios lo creó todo, adórenlo





Es Dios Quien creó a todos a partir de un alma (Adán). La gente es ingrata y Le pone copartícipes a Dios, pero Él está exaltado muy por encima de los socios que Le atribuyen. Dios le dice al Profeta Muhammad: "Di que tu protector es Dios, Quien envió el Corán y protege a los rectos. Sé tolerante y di lo que es correcto; si Satanás te tienta, busca protección en Dios. Cuando quienes temen a Dios son tentados por Satanás, solo necesitan recordar a Dios y sabrán el curso correcto de acción.





Diles, Muhammad, que sigan solo lo que les ha sido revelado por Dios, el Libro (Corán) es una guía y una bendición. Cuando lo oigas recitar, haz silencio y escucha. Recuerda a Dios con humildad y reverencia por la mañana y por la noche. No seas descuidado, aquellos que están cerca de Dios nunca son demasiado orgullosos para adorarlo a Él. Glorifícalo y prostérnate ante Él".





 



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