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¡Oh, humanos!  Adorad a vuestro Señor Quien os creó a vosotros y a quienes os precedieron, para que así seáis piadosos.  Él hizo de la Tierra un lugar habitable para vosotros y del cielo un techo, e hizo descender la lluvia del cielo con la que hace brotar frutos para vuestro sustento.  No asociéis, pues, copartícipes a Dios, siendo que sabéis [que Él es el único Creador].” (Corán 2:21-22)





En estos versículos encontramos el primer mandamiento mencionado en el Corán, Dios prueba lo ilógico de adorar a otros además de Él o en lugar de Él.  Él se refiere a la humanidad como un todo que realiza actos de adoración solo hacia Él.  Declara que Él es su Señor, su Sustentador y Creador.  Los seres humanos no aparecieron de la nada, sino que Dios es el que lo hizo aparecer de la nada.  Después de su creación, Dios no los dejó librados a su suerte, por el contrario Él cuidó de ellos cuando estaban en el vientre de sus madres, y los ha cuidado a lo largo de su vida al proveerles de sustento.  Él creo cosas en esta vida de tal manera que las personas pudiesen sacar provecho y confort de ellas.  Por lo tanto, es el único deseo de Dios – quien nos creó a nosotros y los que vivieron antes que nosotros – el de ser adorado, ya que es Él y nadie más quien nos provee todas esas cosas.





Todo lo que no sea Dios, ya sean seres humanos, ángeles o espíritus, es algo creado por Él.  De este modo, la creación no debe ser adorada e idolatrada como Dios.  Ningún ser creado posee o controla nada en este universo y, por lo tanto, no puede lastimar ni beneficiarse sin el permiso de Dios.  Dios nos pregunta retóricamente: ¿Cómo podemos adorar otros seres aparte de Él cuando en el fondo sabemos que Dios no tiene igual o rival?  Debido a esto, Dios, y nadie más que Él, tiene el derecho único de legislar, y él, y nadie más, merece nuestra estricta obediencia.  Él merece recibir actos de veneración, sin la asociación de otros.





Pero muy a menudo vemos actos de adoración reducidos a rituales secos y vacíos.  Dios nos informa en este versículo que la meta de la adoración es lograr Taqwa.  En la mayoría de las traducciones del Corán, Taqwa es traducido como temor, piedad o rectitud.  Tal vez una traducción mas correcta seria ‘Consciencia de Dios’.  Taqwa es ser consciente de la presencia de Dios en todo momento y de poner un escudo entre uno mismo y el disgusto de Dios al hacer el bien.  Dios no se beneficia de nosotros y no necesita nuestra veneración, por el contrario, la veneración, como todos los demás mandamientos, es para nuestro propio beneficio.  Cuando una persona venera a Dios, lo recuerda, y recuerda el propósito de su vida, y así por si sola se ve desanimada a cometer actos malignos.  Este recuerdo conduce a la Taqwa o Consciencia de Dios.  Si una persona logra este estado, no hacen o dicen nada sin tener presente la verdadera realidad de los hechos, si complace a su Señor o provoca Su Enojo.





Hombres!  Os ha llegado el Mensajero con la Verdad de vuestro Señor.  Creed pues, esto es lo mejor para vosotros.  Y si no creéis, sabed que a Allah pertenece cuanto hay los cielos y la Tierra.  Allah es Omnisciente, Sabio.” (Corán 4:170)





Dios invita a todos los seres humanos a aceptar a Muhammad como Su “Mensajero” quien enseñó el mensaje de su Señor.  Un “mensajero” de Dios, en la doctrina islámica, es más que un profeta.  Un profeta es en esencia alguien que predice el futuro.  Un “mensajero” es un maestro moral enviado por Dios para llevar el mensaje divino a otros según la revelación que recibe.  La recepción del ‘mensaje’ de Dios se denomina ‘revelación’.  La tradición islámica ve a todos los ‘mensajeros’ como profetas, pero no todos los profetas son considerados ‘mensajeros’.  Abraham, Moisés, Jesús y Muhammad, la paz sea con todos ellos, son considerados mensajeros.





¿Por qué habría alguien de aceptar a Muhammad como mensajero de Dios?  Muhammad se encontraba de las profecías bíblicas de Moisés y Jesús.  Muhammad tenía un carácter impecable y llevaba una vida perfecta que ha sido conservada históricamente como la de ningún otro ser humano.  Sus enseñanzas religiosas y morales son la mejor solución para las problemáticas actuales.  El Corán, la escritura que Dios reveló para el mundo, son un milagro literario inimitable y son las únicas escrituras sagradas del mundo que han sido conservadas inalterables.  En síntesis, los que no conocen a este hombre deben aprender más de él, pues Dios Mismo anunció que creer en Muhammad es para el bien de la persona.  Si lo hace, tendrá una existencia feliz y disciplinada en esta vida, y después de la muerte vivirá eternamente en el Paraíso.  Si alguien escoge rechazarlo a él (y, en consecuencia, a Quien lo envió), no perjudicará a Dios ni a Su mensajero de ninguna manera, sino que sólo se perjudicará a sí mismo.  Todo lo que existe en el universo le pertenece a Dios, Él lo sabe todo y es sabio en lo que ordena y crea.





 



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