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El Corán no es único solamente en el modo en que presenta su tema principal, sino que también lo es por ser un milagro en sí mismo.  Cuando utilizamos el término “milagro”, nos referimos a realizar algo sobrenatural o extraordinario, que no puede ser imitado por los seres humanos.  Existen documentos que demuestran que el Profeta Muhammad (la paz y las bendiciones de Dios sean con él) desafió a los árabes a producir un trabajo literario semejante al Corán, pero que éstos no fueron capaces de hacerlo, a pesar de su reconocida elocuencia y destreza literaria.  El desafío de reproducir el Corán se presentó a la humanidad en tres etapas.





1.      Todo el Corán





En el Corán, Dios le ordenó al Profeta Muhammad desafiar a toda la creación a que produjeran un libro a la altura del Corán:





“Diles: Si los hombres y los genios se unieran para hacer un Corán similar, no podrían lograrlo aunque se ayudaran mutuamente.” (Corán 17:88)





2.      Diez capítulos





Después, Dios hizo el desafío más fácil, retando a aquellos que negaban el origen divino del Corán a hacer diez capítulos similares a los contenidos en él:





“O dicen: Él lo inventó [al Corán].  Diles: Inventad, entonces, diez suras (capítulos) como ésta y presentadlas e invocad a quienes podáis [para que os auxilien] en vez de Dios, si es que sois veraces.” (Corán 11:13)





3.      Un capítulo





Finalmente, el desafío consistía en producir tan sólo un capítulo similar a los del Corán, siendo que el más breve de los capítulos coránicos, Surah Al-Kawzar, consta sólo de tres versículos.





“Si dudáis de lo que le hemos revelado a Nuestro siervo [Muhammad] traed un capítulo similar, y recurrid para ello a quienes tomáis por salvadores en lugar de Dios, si es que decís la verdad.” (Corán 2:23)





Estos desafíos no eran simplemente palabras vacías que a nadie le importaría demostrar como erróneas.  El llamado del Profeta Muhammad al monoteísmo, la abolición de la idolatría en todas sus formas, y a la igualdad entre los esclavos y sus dueños, era una amenaza para todo el entorno socio-económico de la sociedad árabe en general; y, particularmente, para la tribu gobernante, los Quraish, de donde provenía el Profeta.  La Meca, el más importante centro comercial de Arabia, y también el centro espiritual, quería desesperadamente detener la proliferación del Islam.  El desafío era claro: todo lo que debían hacer los oponentes del Profeta para destruir al movimiento islámico era inventar un solo capítulo como los que recitaban el Profeta y sus seguidores.  Varios oradores y poetas de Quraish intentaron imitar el Corán; pero, por supuesto, fallaron.  Sin poder pasar el desafío del Profeta, los Quraishíes buscaron otros métodos para destruir al movimiento Islámico.  Intentaron ofrecer al Profeta grandes riquezas, la posición de rey, y sus más nobles y bellas mujeres a cambio de que dejara de invitar a la gente al Islam.  El Profeta respondió recitando los primeros trece versículos de Sûrah Fussilat.  Los Quraishíes también recurrieron a torturar a sus esclavos y parientes que habían abrazado el Islam, para intentar inútilmente que volvieran al paganismo.  Más tarde, organizaron un boicot económico en contra del Profeta, sus seguidores y los miembros de su clan, Banû Hashim, para hacer que sufran de inanición y se rindan, pero incluso este plan fracasó.  Finalmente, complotaron para asesinar al Profeta en su casa, enviando a jóvenes armados de cada clan de Quraish, para que la culpa fuera compartida por todos y al clan del Profeta le fuera imposible vengarse.





Sin embargo, Dios le permitió al Profeta y a sus seguidores que huyeran de La Meca y se unieran al nuevo grupo de conversos que había surgido entre las tribus de una ciudad del norte llamadaIazrib.  El Islam se expandió rápidamente entre los clanes de Iazrib, y al cabo de año, la mayor parte de los habitantes de la ciudad eran musulmanes.  Entonces nombraron al Profeta como su soberano y el nombre de la ciudad se cambió a “Medina an-Nabi” (La ciudad del Profeta), conocida hoy en día como “Medina”.  Durante los ocho años siguientes, los clanes de La Meca y las tierras vecinas, organizaron sin éxito una serie de campañas militares contra el Estado Musulmán que estaba surgiendo en Medina, las cuales finalizaron con la conquista musulmana de La Meca.





Pudo haberse evitado derramar tanta sangre si tan sólo los Quraishíes y sus aliados hubiesen sido capaces de producir simplemente tres líneas de poesía o prosa que se asemejara al capítulo más corto del Corán.  Por lo tanto, no caben dudas sobre el inigualable estilo literario del Corán, el milagro de su rima y la naturaleza extraordinaria de su ritmo.





Se ha sugerido que la inimitabilidad del Corán no es necesariamente única, ya que grandes poetas como Shakespeare, Chaucer y otros, tienen estilos que los distinguen de sus colegas contemporáneos.  Sin embargo, si algún poeta sobresaliente de hoy en día se pusiera a estudiar los escritos de Shakespeare en profundidad, escribiera un soneto con su estilo utilizando tinta vieja sobre una hoja de papel antigua, y asegurara haber descubierto un poema perdido de Shakespeare, probablemente su reclamo sería aceptado incluso después de ser cuidadosamente estudiado.  Aún los mejores poetas pueden ser imitados, sin importar que tan único haya sido su estilo, tal como se ha imitado a los grandes pintores (de hecho, algunos eruditos ingleses consideran que muchos de los escritos atribuidos a Shakespeare, pertenecen en realidad a su contemporáneo, Christopher Marlowe).  El Corán, sin embargo, está muy por encima de este nivel; ya han intentado plagiarlo a través de la historia y aún nadie ha resistido el escrutinio minucioso.  Y, como mencionamos anteriormente, el incentivo de imitar el Corán fue mayor durante la época de la revelación que en cualquier otra época, y fue en un momento en que las destrezas literarias estaban en su esplendor.  Aún así, ninguno de los intentos tuvo éxito.





Muchas personas confunden el desafió literario del Corán para producir algo similar a él. Muchas personas asumen que sólo significa escribir algo tan “bueno” como el Corán.





Debido a esto, muchos escépticos destacan – y con derecho – que el juicio del valor literario es altamente subjetivo. Si alguien dice pensar que una cierta selección de prosa o poesía es mejor que el Corán, ¿Quién puede discutir con él? ¿No es en realidad un problema de juicio personal y gusto? ¿Quién puede arbitrar esto?





El cuestionamiento del Corán, sin embargo, no es simplemente escribir algo que tenga el mismo mérito literario, sino producir algo como el Corán.





Podemos ver esto en todos los versos. Dios dice:





“Diles: Si los hombres y los genios se unieran para hacer un texto similar al Corán, no podrían lograrlo aunque se ayudaran mutuamente.” (Corán 17:88)





Dios dice:





“O dicen: Él lo inventó [al Corán]. Diles: Inventad, entonces, diez suras como ésta y presentadlas, e invocad a quienes podáis [para que os auxilien] en vez de Alá, si es que sois veraces.” (Corán 11:13)





Dios dice:





“Dicen: [Muhámmad] lo ha inventado. Diles: Entonces traed vosotros [si podéis] una sura similar y recurrid para ello a quienes tomáis por socorredores en vez de Alá, si es que decís la verdad.” (Corán 10:38)





Dios dice:





“Si dudáis de lo que le hemos revelado a Nuestro siervo [Muhámmad] traed una sura similar, y recurrid para ello a quienes tomáis por socorredores en lugar de Alá, si es que decís la verdad. Si no lo hacéis, y por cierto que no podréis hacerlo, guardaos del fuego que ha sido preparado para los infieles y cuyo combustible serán hombres y piedras” (Corán 2:23-24)





Por lo tanto, no es simplemente un tema de calidad – ¡Ni siquiera tiene que ver con el mérito!  Lo que se requiere con el cuestionamiento, es lograr al menos un grado comparable de belleza literaria, nobleza, y sublimidad del Corán, mientras que al mismo tiempo, la imitación del particular estilo del Corán.





Es posible imitar superficialmente el estilo del Corán, y muchas personas han tenido éxito en esto – pero todos los intentos desde los tiempos de Musailimah al presente han probado ser tontos y absurdos, y han invocado a menudo risas y carcajadas. Este es el consenso unánime de todos los que han leído o escuchado esos intentos.





Es, igualmente, posible para una persona que escribe en árabe alcanzar el nivel de excelencia y, en la poesía y prosa más movilizadora, transmitir los pensamientos y sentimientos más nobles – pero nadie nunca lo ha hecho utilizando el estilo del Corán.





¡Y ha probado ser un estilo ilustrativo! El Corán no se encuentra ni en prosa árabe ni en lo que se conoce como verso árabe. No está escrito en una combinación de las dos cosas, pero en ninguno de los dos modos. Es único. Al mismo tiempo, el Corán es internamente consistente en el mantenimiento de su estilo único.





Sólo el Corán logra el más alto nivel de excelencia literaria – tanto que lleva a las personas al éxtasis y al llanto – al mantener este estilo.





Esta, entonces, es la prueba de fuego: Escribir algo en el mismo estilo exacto del Corán y al hacerlo, producir algo de calidad y sublimidad similar.





Aún así, podemos argumentar que la evaluación de los resultados se basa en los subjetivos gustos literarios. Concordamos con esto. Sin embargo, la segunda parte del desafío es tener testigos que afirmen la calidad de la evaluación, no solo hacer la afirmación.





A lo largo de la historia, las personas han intentado escribir en el estilo del Corán. Los resultados han sido siempre tan graciosos que nadie se atreve a decir que cree que el esfuerzo iguala al mérito literario del Corán. La razón por la cual nadie se atreve a hacerlo es por miedo a la represalia – como lo han sugerido algunos escépticos – pero también el miedo de parecer un completo idiota. Un ejemplo es el siguiente:





Al-Fil





Mal-Fil





Wa maa adraaka mal-fil





Lahu dhanabun radhil, wa Jhurtumun tawil





…que se traduce como:





El Elefante –





¿Qué es el elefante?





¿Y que te hará comprender que es el elefante?





Tiene una cola desprolija y una gran trompa.





Podemos garantizar que este es un exitoso intento de imitar el superficial estilo del Corán. Esta claramente modelado después del comienzo de los versos del Surah al-Qaari`ah or Surah al-Haaqqah. Sin embargo, con tal oferta, no es de sorprenderse que las personas no sean capaces de juzgar su reputación al afirmar su excelencia literaria.





Deberíamos considerar: ¿Que otro estilo de literatura podemos pensar que haya producido un indisputable gran trabajo, pero que al mismo tiempo garantice la más desdichada falla para cualquier otra persona que trate de imitarlo?





Generalmente, no es una mala idea para un escritor imitar un estilo exitoso. Sin embargo, el desafío de producir un solo capítulo como el Corán, siendo que el capítulo más corto posee apenas tres versos de una modesta extensión, han demostrado que es imposible.





Debemos recordar que no todos los árabe parlantes son musulmanes. Muchos son cristianos y judíos. Algunos son ateos. Viven alrededor del mundo. Entre todos estos árabes no musulmanes, hay poetas y escritores de prosa e importantes críticos literarios. Ninguno de ellos afirma que ellos o alguien más hayan producido un trabajo literario que se parezca al Corán en estilo y calidad.





Para un árabe parlante esto es algo obvio. Cualquier árabe que mire los intentos de las personas de escribir en el estilo del Corán generalmente causa gracia por su rareza o banalidad.





Ya que las personas que no hablan en idioma árabe, no pueden experimentar esto directamente, pueden asegurar que no se ha realizado ninguna afirmación seria con respecto a esto.





Garantizado, hay subjetividad en cualquier evaluación literaria. Esto traería un problema en el desafío con un solo juez o un panel de jueces, o si hay una opinión contrariada como “solo los eruditos musulmanes pueden juzgar”.





Sin embargo, no existe tal restricción en el desafío.





El consenso general de la comunidad literaria árabe – y las masas árabes – es que no existe nada que cumpla con este desafío. Este es un campo objetivo.



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