“¡Ya verán los que escriben el Libro con sus manos y luego dicen: Esto proviene de Dios, para venderlo a vil precio! ¡Ya verán las consecuencias de lo que escribieron con sus propias manos! ¡Pobre de ellos por lo que cometieron!” (Corán 2:79)
“Y cuando se les presentó [a los judíos] el Mensajero de Dios corroborando lo que ya se les había revelado [La Tora], algunos arrojaron el Libro de Dios a sus espaldas sin saber lo que hacían”. (Corán 2:101)
“No añadáis a las palabras que yo os mando, ni quitéis de ellas, de modo que guardéis los mandamientos de Jehovah vuestro Dios, que yo os mando”. (Deuteronomio 4:2)
Vamos empezar por el principio. Ningún erudito bíblico en el mundo dirá que la Biblia fue escrita por el propio Jesús. Todos ellos concuerdan en que la Biblia fue escrita por los seguidores de Jesús, la paz sea con él, después de su partida. El Dr. W. Graham Scroggie del Moody Bible Institute de Chicago, un prestigioso misionero cristiano evangélico, dice:
“…Sí, la Biblia tiene origen humano, a pesar de que algunos, que se dejan llevar por su celo, el cual va en contra del conocimiento, lo hayan negado. Esos libros han sido gestados en las mentes de los hombres, están escritos en el lenguaje de los hombres, fueron escritos por manos de hombres y mantuvieron en sus estilos las características de los hombres… Esto es humano, pero aún así es divino”[1].
Otro erudito cristiano, Kenneth Cragg, el obispo anglicano de Jerusalén dice:
“…No solamente en el Nuevo Testamento… existe resumen y edición; existe elección de transcripciones y testimonios. Los evangelios se formaron a partir de las ideas de la Iglesia, más allá de los autores. Ellos representan experiencia e historia”[2].
“Es bien conocido que el evangelio cristiano primitivo fue inicialmente transmitido oralmente y que esa tradición oral dio lugar a una variedad de reportes de palabras y hechos. Es igualmente cierto que cuando los registros cristianos fueron pasados por escrito continuaron siendo objeto de variaciones verbales, involuntaria o intencionalmente, por las manos de los escribanos y editores”[3].
“Sin embargo, de hecho, todos los libros del Nuevo Testamento, con excepción de las cuatro grandes Epístolas de San Pablo, son en la actualidad, unas más que otras, objeto de controversia, e incluso allí se encuentran interpolaciones”[4].
El Dr. Lobegott Friedrich Konstantin Von Tischendorf, uno de los cristianos conservadores más inflexibles defensores de la Trinidad, tuvo que admitir:
“[El Nuevo Testamento] en muchos pasajes ha experimentado modificaciones tan serias de significado que nos deja en una dolorosa incertidumbre sobre lo que realmente escribieron los apóstoles ”[5].
Después de enumerar muchos ejemplos de declaraciones contradictorias en la Biblia, el Dr. Frederic Kenyon dice:
“Además de las grandes discrepancias, como estas, escasamente existe un versículo que no tenga variaciones en las distintas copias [de los manuscritos antiguos de los cuales la Biblia fue recopilada]. Nadie puede decir que esas adiciones, omisiones o alteraciones son temas de simple indiferencia”[6].
En el libro del Dr. Kenyon se pueden encontrar un sinnúmero de otras citas similares de algunos de los principales eruditos del cristianismo. Pero nos conformamos con éstas por el momento.
Los cristianos son, en general, personas buenas y decentes; y mientras más fuertes son sus convicciones, más decentes son. Esto es confirmado por el noble Corán:
“...y los más allegados a ellos en afecto son quienes dicen: Somos cristianos. Esto es porque entre ellos hay sacerdotes y monjes [sabios y desapegados], y por que no son soberbios. Y cuando oyen lo que le ha sido revelado al Mensajero ves que sus ojos se inundan de lágrimas porque reconocen la Verdad. Dicen: ¡Señor nuestro! Creemos, cuéntanos pues, entre quienes son testigos [de la Verdad]”. (Corán 5:82-83)
Todas las “versiones” de las Biblias anteriores a la versión revisada de 1881 dependían de “copias antiguas” (las que datan de quinientos a seiscientos años después de Jesús). Los revisores de la Versión Revisada Estándar (RSV, por sus siglas en inglés) de 1952, fueron los primeros eruditos bíblicos en tener acceso a las “copias MÁS antiguas” que datan de al menos tres o cuatro siglos después de Cristo. Es lógico concluir que cuanto más cerca de su origen esté un documento será más auténtico. Veamos cuál es la opinión del cristianismo respecto a la versión más revisada de la Biblia (revisada en 1952 y luego en 1971):
“La mejor versión que ha sido producida en el presente siglo” (Periódico de la Iglesia de Inglaterra).
“Una traducción completamente fresca realizada por los más renombrados eruditos” (Suplemento literario del Times).
“Las más apreciadas características de la versión autorizada combinadas con una nueva precisión en la traducción” (Life and Work).
“La más precisa y cercana representación del original” (The Times).
Los mismos editores (Collins) dicen en la página 10 de sus notas:
“Esta Biblia (RSV) es el producto de 32 eruditos, auxiliados por un comité consultivo representando a 50 denominaciones colaboradoras”.
Veamos lo que estos 32 eruditos cristianos del más alto renombre, respaldados por 50 denominaciones cristianas colaboradoras, dicen respecto de la Versión Autorizada (AV) o, como es más conocida, la King James Version (KJV). En el prefacio de la RSV de 1971 encontramos lo siguiente:
“…incluso la King James Version tiene GRAVES DEFECTOS…”
Ellos nos advierten de que:
“….esos defectos son TANTOS Y TAN SERIOS que nos obligaron a realizar una revisión”.
Los Testigos de Jehová en su revista Awake! (¡Despertad!) del 8 de septiembre de 1957, publicaron el siguiente título: “50.000 errores en la Biblia”; donde afirman: “Hay probablemente 50.000 errores en la Biblia… errores que cayeron en el texto de la Biblia… 50.000 errores serios….”. Después de todo esto, sin embargo, ellos dicen a continuación: “…como un todo la Biblia es correcta”. Veamos algunos de esos errores…
En Juan 3:16 de la AV (KJV) leemos:
“Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree no se pierda, mas tenga vida eterna”.
[…] Esta fabricación “unigénito” ha sido eliminada en la actualidad por los más eminentes revisores de la Biblia. Sin embargo, la humanidad no tenía porque esperar 2.000 años para esta revelación.
En la Sura Mariam (capítulo 19), del verso 88 al 98, del noble Corán leemos:
“Dicen: El Compasivo tuvo un hijo. Por cierto que han dicho algo terrible; estuvieron los cielos a punto de hendirse, la Tierra de abrirse, y las montañas de caer derrumbadas porque le atribuyeron un hijo al Clemente. No es propio [de la grandiosidad] del Compasivo tener un hijo. Todos los que habitan en los cielos y en la Tierra se presentarán sumisos ante el Compasivo. Por cierto que los ha enumerado perfectamente. Todos se presentarán solos ante Él el Día del Juicio. Por cierto que el Compasivo hará que quienes hayan creído y obrado rectamente sean queridos por los hombres. Te hemos facilitado [el Corán] revelándotelo en tu idioma para que albricies con él a los piadosos y adviertas a los incrédulos rebeldes. A muchas generaciones que les precedieron las hemos destruido. ¿Acaso puedes ver a alguno de ellos u oír sus murmullos?”
En la primera Epístola de Juan 5:7 (Versión King James) leemos:
“Porque son tres los que dan testimonio en el cielo: El Padre, el Verbo y el Espíritu Santo, y estos tres son uno”.
Este versículo es la versión más próxima a lo que la Iglesia llama “la Santísima Trinidad”. Sin embargo, esta piedra angular de la fe cristiana también ha sido desechada de la RSV por los mismos 32 eruditos de renombre apoyados por 50 denominaciones cristianas colaboradoras, una vez más de acuerdo con los “más antiguos manuscritos”. Y una vez más descubrimos que el noble Corán reveló esta verdad hace más de mil cuatrocientos años atrás.
“¡Oh, Gente del Libro! No os extralimitéis en vuestra religión. No digáis acerca de Dios sino la verdad: En verdad el Mesías Jesús hijo de María es el Mensajero de Dios y Su palabra [¡Sé!] que depositó en María, y un espíritu que proviene de Él. Creed en Dios y en Sus Mensajeros. No digáis que es una trinidad, desistid, pues es lo mejor para vosotros. Por cierto que Dios es la única divinidad. ¡Glorificado sea! Es inadmisible que tenga un hijo. A Él pertenece cuanto hay en los cielos y la Tierra. Dios es suficiente como protector”. (Corán 4:171)
Antes de 1952, todas las versiones de la Biblia hacían mención de uno de los más milagrosos eventos asociados con el profeta Jesús, la paz sea con él: su ascensión a los cielos:
“Después que les habló, el Señor Jesús fue recibido arriba en el cielo y se sentó a la diestra de Dios”. (Marcos 16:19)
...Y en Lucas:
“Aconteció que al bendecirlos, se fue de ellos y fue llevado arriba al cielo.
Y ellos lo adoraron y regresaron a Jerusalén con gran gozo”. (Lucas 24:51-52)
En la RSV de 1952, Marcos 16 termina en el versículo 8 y el resto es relegado en letras menudas en pié de página (se mencionará sobre esto más adelante). De la misma manera, en los comentarios de pie de página de los versículos de Lucas 24 de la Biblia NRSV (Nueva Versión Revisada Estándar), dice: “Otras antiguas autoridades omiten ‘Y fue llevado arriba al Cielo’” y “Otras antiguas autoridades omiten ‘y lo adoraron’”. Por tanto, vemos que ese versículo de Lucas en su forma original sólo dice:
“Aconteció que al bendecirlos, se fue de ellos. Y ellos regresaron a Jerusalén con gran gozo”.
Tuvieron que pasar siglos de “inspirada corrección” para darnos Lucas 24:51-52 en su forma actual.
Como otro ejemplo, en Lucas 24:1-7 leemos:
“El primer día de la semana, muy de mañana, las mujeres fueron al sepulcro, llevando las especias aromáticas que habían preparado. Encontraron que había sido quitada la piedra que cubría el sepulcro y, al entrar, no hallaron el cuerpo del Señor Jesús. Mientras se preguntaban qué habría pasado, se les presentaron dos hombres con ropas resplandecientes. Asustadas, se postraron sobre su rostro, pero ellos les dijeron: ‘¿Por qué buscan ustedes entre los muertos al que vive? No está aquí; ¡sino que ha resucitado! Recuerden lo que les dijo cuando todavía estaba con ustedes en Galilea: ‘El Hijo del hombre tiene que ser entregado en manos de hombres pecadores, y ser crucificado, pero al tercer día resucitará’”.
Una vez más, en referencia al versículo 6, el pie de página dice: “Otras autoridades antiguas omitieron ‘No está aquí; ¡sino que ha resucitado!’”
Los ejemplos son demasiado numerosos para mencionarlos aquí, sin embargo, le aconsejamos obtener una copia de la Nueva Versión Revisada Estándar de la Biblia y buscar a lo largo de los cuatro evangelios. No le será difícil encontrar dos páginas consecutivas que no contengan las palabras “Otras autoridades antiguas omiten…” u “Otras autoridades antiguas agregan…”, etc. en las notas de pie de página.
Podemos percibir que todos los evangelios empiezan con la introducción “Evangelio según…”, como el “Evangelio según San Mateo”, el “Evangelio según San Lucas”, el “Evangelio según San Marcos” y el “Evangelio según San Juan”. La conclusión obvia para el hombre común es que esas personas son los autores de los libros que se les atribuyen. Este, sin embargo, no es el caso. ¿Por qué? Porque ninguna de las miles de copias existentes lleva la firma del autor. Simplemente se ha asumido que ellos fueron los autores. Pero los descubrimientos recientes refutan esta creencia. Incluso las evidencias internas prueban que, por ejemplo, Mateo no ha escrito el evangelio que se le atribuye:
“Al irse de allí, Jesús vio a un hombre llamado Mateo, sentado a la mesa de recaudación de impuestos. «Sígueme», le dijo. Mateo se levantó y lo siguió”. (Mateo 9:9)
No hace falta ser un gran científico para darse cuenta que ni Jesús ni Mateo escribieron este verso de “Mateo”. Este tipo de evidencias pueden ser encontradas en varios pasajes del Nuevo Testamento. A pesar de que muchas personas creen la hipótesis de que es posible que un autor en ocasiones pueda escribir en tercera persona, aún así, a la luz de otras evidencias que veremos en esto análisis, son muchas las pruebas que descartan esa hipótesis.
Esta observación de ninguna manera está limitada al Nuevo Testamento. Incluso existen pruebas de que al menos partes de Deuteronomio no fueron escritas por Dios ni por Moisés. Esto puede observarse en Deuteronomio 34:5-10 donde leemos:
“Y allí MURIÓ Moisés… Y FUE SEPULTADO en Moab… Moisés tenía 120 años CUANDO MURIÓ… Desde entonces no volvió a surgir en Israel otro profeta como Moisés…”
¿Acaso Moisés escribió su propio obituario? Josué también habla en detalle a cerca de su propia muerte en Josué 24:29-33. La evidencia contundentemente apoya el reconocimiento actual de que la mayor parte de los libros de la Biblia no fueron escritos por sus supuestos autores.
Los autores de la versión de Collins (la RSV) dicen que el autor de Reyes es “desconocido”. Si ellos reconociesen ese texto como la palabra de Dios, sin duda alguna se lo atribuirían a Él. Pero en lugar de eso han decidido honestamente decir “Autor… desconocido”. Pero si el autor es desconocido, ¿por qué atribuirlo a Dios? ¿Cómo puede entonces sostenerse que ha sido “inspirado”? Continuando, leemos que el libro de Isaías es “Principalmente acreditado a Isaías. Algunas partes pueden haber sido escritas por otros autores”. Eclesiastés: “Autor: dudoso, pero normalmente atribuido a Salomón”. Ruth: “El autor es definitivamente desconocido, tal vez Samuel…”, y así sucesivamente.
Vamos dar una mirada ligeramente más detallada a sólo un libro del Nuevo Testamento:
“El autor del libro de los Hebreos es desconocido. Martín Lutero sugirió que Apolo fue el autor… Tertuliano dice que Hebreos fue una carta de Bernabé… Adolf Harnack y J. Rendel Harris especularon que fue escrito por Priscila (o Prisca). William Ramsey sugirió que fue escrito por Felipe. Sin embargo, la posición tradicional es que el apóstol Pablo escribió Hebreos… Eusebio creía que Pablo lo escribió, pero Orígenes no estaba seguro de la autoría de Pablo”[1].
¡¿Eso es lo que se define como “inspirado por Dios”?!
San Pablo y su iglesia después de él, fueron los responsables de los enormes cambios que se produjeron en la religión de Jesús (la paz sea con él) después de su partida, y fueron responsables de masivas campañas de persecución y tortura a todos los cristianos que se negaban a renunciar a las enseñanzas de los Apóstoles y a aceptar las doctrinas paulinas. Todos los evangelios, excepto los admitidos por la fe paulina, fueron sistemáticamente destruidos o reescritos. El Reverendo Charles Anderson Scott dice lo siguiente:
“Es altamente probable que ninguno de los Evangelios Sinópticos (Mateo, Marcos y Lucas) haya existido, en la forma como nosotros los conocemos, antes de la muerte de Pablo. Y si los documentos fuesen puestos en estricto orden de cronología, las Epístolas Paulinas vendrían antes de los Evangelios Sinópticos”[2].
Esta declaración es además confirmada por el profesor Brandon: “Los escritos cristianos más antiguos que han sido preservados son las cartas del apóstol Pablo”[3].
A finales del segundo siglo, Dionisio, obispo de Corinto, dijo:
“Ya que los hermanos desearon que escribiese las epístolas (cartas), eso hice, y esos apóstoles del diablo han llenado de taras (elementos indeseables), cambiando algunas cosas y adicionando otras, para los cuales hay una aflicción reservada. No es de extrañarse, por tanto, que alguien haya intentado adulterar las sagradas escrituras del Señor, ya que ellos intentaron hacer lo mismo en otros trabajos que no pueden ser comparados con estos”.
El Corán confirma eso con las siguientes palabras:
“¡Ya verán los que escriben el Libro con sus manos y luego dicen: Esto proviene de Dios, para venderlo a vil precio! ¡Ya verán las consecuencias de lo que escribieron con sus propias manos! ¡Pobre de ellos por lo que cometieron!” (Corán 2:79)
Víctor Tununensis, un obispo africano del siglo VI, relató en sus crónicas (566 d.C.) que cuando Messala fue cónsul en Constantinopla (506 d.C.), él “censuró y corrigió” los evangelios de los gentiles, escritos por personas consideradas iletradas por el Emperador Anastasio. El resultado fue que éstos fueron cambiados para conformar el cristianismo del siglo VI, el cual difería del cristianismo de los siglos anteriores[1].
Estas “correcciones” de ninguna manera se limitaron a los primeros siglos después de Cristo. Sir Higgins dice:
“Es imposible negar que los monjes benedictinos de St. Maur, en lo que respecta a los idiomas latín y griego, eran muy instruidos y talentosos, y eran un grupo numeroso de hombres. En el libro de Cleland La vida de Lanfranc, arzobispo de Canterbury se menciona el siguiente pasaje: “Lanfranc, un monje benedictino, arzobispo de Canterbury, habiendo encontrado a las Escrituras muy corrompidas por los copistas, se dedicó él mismo a corregirlas, y también a los escritos de los sabios, conforme a la fe ortodoxa (secundum fidem orthodoxam)”[2].
En otras palabras, las escrituras cristianas fueron reescritas para poder adecuarse a las doctrinas de los siglos XI y XII, e incluso los escritos de los primeros padres de la Iglesia fueron “corregidos”, a fin de que los cambios no se descubrieran. Sir Higgins continúa diciendo: “La misma eminencia protestante tiene este notable pasaje: ‘La imparcialidad me exige confesar que la ortodoxia ha alterado algunas partes de los evangelios’”.
El autor luego demuestra cómo se realizó un masivo esfuerzo en Constantinopla, Roma, Canterbury y en el mundo cristiano en general, con el fin de “corregir” los evangelios y destruir todos los manuscritos anteriores a ese periodo.
Theodore Zahan, ilustró los amargos conflictos dentro de las iglesias establecidas sobre distintos artículos del credo apostólico. Él señala que los católicos romanos acusan a la Iglesia Ortodoxa Griega de cambiar el texto de las Sagradas Escrituras adicionando y omitiendo, tanto con buenas como con malas intenciones. La ortodoxia griega, por otro lado, acusa a los católicos romanos de alejarse demasiado del texto original en muchas ocasiones. A pesar de sus diferencias, ambos unen sus fuerzas para condenar a los cristianos no-conformistas por desviarse del “camino verdadero” y los acusan de herejes. Los herejes, a su vez, condenan a los católicos por haber “cambiado la verdad como falsificadores”. El autor concluye: “¿Acaso los hechos no apoyan estas acusaciones?”
14. “Y con quienes decían: ‘Somos cristianos’, [también] concertamos el pacto, pero olvidaron parte de lo que les fue mencionado [en el Evangelio]. Y [por tal motivo] sembramos entre ellos la enemistad y el odio hasta el Día de la Resurrección; y [allí] Dios les informará lo que hicieron.
15. ¡Oh, Gente del Libro! Os ha llegado Nuestro Mensajero para aclararos los preceptos más importantes que habíais ocultado del Libro y obviar otros. Os ha llegado de Dios una luz y un Libro claro [el Corán],
16. con el cual Dios guía a quienes buscan Su complacencia hacia los caminos de la salvación, les extrae con Su voluntad de las tinieblas hacia la luz y les dirige por el sendero recto. Son incrédulos quienes dicen: ‘Dios es el Mesías hijo de María’.
17. Di: ‘¿Quién podría impedir que Dios, si así lo quisiese, hiciera desaparecer al Mesías hijo de María, a su madre y a cuanto hay en la tierra de una sola vez?’ De Dios es el reino de los cielos y la tierra, y de todo lo que existe entre ellos. Dios crea lo que Le place y Él tiene poder sobre todas las cosas.
18. Los judíos y los cristianos dicen: ‘Somos los hijos de Dios y Sus amados’. Di: ‘¿Por qué, entonces, os castiga por vuestros pecados? No sois sino como el resto de la humanidad que Él ha creado’. Perdona a quien Él quiere y castiga a quien Él quiere. De Alá es el reino de los cielos y la Tierra, y todo lo que existe entre ellos, y ante Él compareceremos.
19. ¡Oh, Gente del Libro! Os ha llegado Nuestro Mensajero para adoctrinaros, luego de transcurrir un tiempo en el que no os fue enviado ningún mensajero para que no digáis: ‘No se nos ha presentado ningún albriciador ni amonestador’. Ahora, sí os ha llegado un albriciador y amonestador, y Dios tiene poder sobre todas las cosas.” (Corán 5:14-19)
El mismo San Agustín, un hombre reconocido y aceptado tanto por protestantes como por católicos, reconoció que había doctrinas secretas en la religión cristiana y que:
“…había muchas cosas verdaderas en la religión cristiana que no eran convenientes que el vulgo [la gente común] conociera, y que algunas cosas eran falsas, pero era conveniente que el vulgo creyese en ellas”.
Sir Higgins admite:
“No es incorrecto suponer que en estas verdades escondidas encontramos parte de los misterios del cristianismo moderno, y pienso que sería difícil negar que la Iglesia, cuyas más altas autoridades mantuvieron tales doctrinas, no tendría escrúpulos para retocar las Sagradas Escrituras”[3].
Incluso las epístolas atribuidas a Pablo no fueron escritas por él. Después de años de investigación, católicos y protestantes concuerdan en que de las 13 epístolas atribuidas a Pablo sólo 7 son realmente suyas. Ellas son: Romanos, 1ra. y 2da. de Corintios, Gálatas, Filipenses, Filemón y 1ra. de Tesalonicenses.
Las sectas cristianas hasta ahora no han llegado a un acuerdo sobre la definición exacta de lo que es un libro “inspirado” por Dios. A los protestantes se les enseña que existen 66 libros verdaderamente “inspirados” en la Biblia, mientras que a los católicos se les ha enseñado que existen 73 libros “inspirados”, sin mencionar muchas otras sectas y sus “nuevos” libros, como los mormones, etc. Como veremos en breve, los primeros cristianos, por muchas generaciones, no seguían ni los 66 libros de los protestantes ni los 73 libros de los católicos, sino que ocurría exactamente lo contrario: ellos creían en libros que, muchas generaciones después, fueron “reconocidos” como inventados y apócrifos, durante una época más iluminada que la de los apóstoles.
Bien, ¿de dónde salen todas esas Biblias y por qué la dificultad en definir qué es una verdadera palabra “inspirada” de Dios? Ellas vienen de los “manuscritos antiguos” (conocidos también como MSS). El mundo cristiano actual se jacta de poseer más de 24 000 “manuscritos antiguos” del Nuevo Testamento, datados hacia atrás hasta el siglo IV d.C. (pero no hasta Cristo o los apóstoles mismos). En otras palabras, tenemos con nosotros evangelios cuya datación los ubica en el siglo en que los trinitarios tomaron el control de la Iglesia Cristiana. Todos los manuscritos anteriores a este periodo han perecido extrañamente. Todas las Biblias que existen hoy están basadas en estos “manuscritos antiguos”. Cualquier erudito bíblico nos dirá que no hay dos manuscritos antiguos exactamente iguales.
La gente hoy día generalmente cree que hay sólo UNA Biblia, y UNA versión de cualquier versículo dado de la Biblia. Esto está lejos de la verdad. Todas las Biblias en nuestro poder hoy día (como la King James, la Reina-Valera, la NVI, la Dios Habla Hoy, etc.) son el resultado de un extenso trabajo de cortar y pegar a partir de esos varios manuscritos de los cuales ninguno es la referencia definitiva. Hay incontables casos en los que un párrafo aparece en un “manuscrito antiguo” pero está totalmente ausente en muchos otros. Por ejemplo, Marcos 16:8-20 (doce versículos completos) está totalmente ausente en los manuscritos más antiguos de que disponemos hoy (como el Códice Sinaítico, el Códice Vaticano #1209 y la versión Armenia), pero aparece en “manuscritos antiguos” más recientes. También, hay muchos casos documentados en los que incluso lugares geográficos son completamente diferentes de un manuscrito antiguo al siguiente. Por ejemplo, en el Manuscrito Pentateuco Samaritano, Deuteronomio 27:4 habla del monte Gerizim; mientras en el Manuscrito Hebreo, el mismo versículo habla del monte Ebal. En Deuteronomio 27:12-13 podemos ver que estos son dos lugares muy distintos. Del mismo modo, Lucas 4:44 en algunos “manuscritos antiguos” menciona las Sinagogas de Judea, en otros menciona Sinagogas de Galilea. Esto es sólo una muestra, una lista completa requeriría un libro entero dedicado al tema.
Hay incontables ejemplos en la Biblia donde versículos de naturaleza cuestionable están incluidos en el texto sin ninguna declaración que advierta al lector que muchos eruditos y traductores tienen serias reservas sobre su autenticidad. La versión King James de la Biblia (conocida por los protestantes angloparlantes como la “Versión Autorizada”), una de las más utilizadas por las Iglesias de la Reforma hoy día, es de las más notorias en este asunto. No le brinda al lector ninguna pista sobre el carácter discutible de tales versículos. Sin embargo, traducciones más recientes de la Biblia están comenzando a ser un poco más honestas y abiertas en este sentido. Por ejemplo, la Nueva Versión Estándar Revisada de la Biblia, de Oxford Press, ha adoptado un sistema muy sutil de encerrar los ejemplos más flagrantes de estos versículos cuestionables con corchetes dobles ([[ ]]). Es muy poco probable que el lector casual se dé cuenta de la verdadera función a la que estos corchetes sirven. Ellos están allí para decirle al lector informado que los versículos entre corchetes dobles son de naturaleza muy dudosa. Ejemplos de esto son la historia de la mujer “sorprendida en adulterio” en Juan 8:1-11, así como Marcos 16:9-20 (resurrección y regreso de Jesús), y Lucas 23:34 (que, curiosamente, está allí para confirmar la profecía de Isaías 53:12)... y así sucesivamente.
Por ejemplo, respecto a Juan 8:1-11, los comentaristas de esta Biblia dicen en letra muy pequeña al pie de la página:
“Los manuscritos autoritativos más antiguos carecen de 7:53-8:11, otros manuscritos agregan el pasaje aquí o después de 7:36 o después de 21:25 o después de Lucas 21:38 con variaciones en el texto; algunos marcan el texto como dudoso”.
Respecto a Marcos 16:9-20, se nos brinda, curiosamente, la “opción” de cómo nos gustaría que terminara el Evangelio de Marcos. Los comentaristas ofrecen tanto un “final corto” como un “final largo”. Por lo tanto, se nos da la “opción” de qué preferimos que sea la “palabra inspirada de Dios”. Una vez más, al final de este Evangelio, en letra muy pequeña, los comentaristas dicen:
“Algunas de las autoridades más antiguas cierran el libro al final del versículo 8. Una autoridad concluye el libro con el final corto, otros incluyen el final corto y luego continúan con los versículos 9-20. En muchas autoridades, los versículos 9-20 siguen inmediatamente después del versículo 8, aunque en algunas de estas autoridades el pasaje está marcado como dudoso”.
El Comentario de Peake sobre la Biblia anota:
“Ahora es generalmente aceptado que 9-20 no es parte original de Marcos. Estos versículos no se encuentran en los más antiguos MSS, y aparentemente no estaban en las copias usadas por Mateo y Lucas. Un manuscrito armenio del siglo X atribuye este pasaje a Aristion, el presbítero mencionado por Papías (ap.Eus.HE III, xxxix, 15)”.
“De hecho, una traducción armenia de San Marcos ha sido descubierta hace poco, y en ella los últimos doce versículos de San Marcos se le atribuyen a Aristion, quien es conocido como uno de los primeros Padres Cristianos, y es muy posible que esta tradición sea correcta”.
(Nuestra Biblia y los Manuscritos Antiguos, F. Kenyon, Eyre y Spottiswoode, pp. 7-8.)
Aún así, se observó que estos versículos han sido narrados de forma diferente en distintos “manuscritos”. Por ejemplo, los comentaristas afirman que el versículo 14 tiene las siguientes palabras añadidas a él en algunos “manuscritos antiguos”:
“y ellos se excusaron diciendo: ‘Esta era de anarquía e incredulidad está bajo Satanás, quien no permite que la verdad y el poder de Dios prevalezcan sobre las cosas sucias de los espíritus. Por lo tanto, revela tu justificación ahora’ —por lo que hablaron a Cristo y Cristo les respondió: ‘El término de años del poder de Satanás se ha cumplido, pero otras cosas terribles se acercan. Y para aquellos que han pecado fui entregado a la muerte, para que puedan volver a la verdad y no pequen más, para que puedan heredar la gloria espiritual e imperecedera que está en los cielos’”.
El Dr. Lobegott Friedrich Konstantin Von Tischendorf fue uno de los más eminentes eruditos bíblicos conservadores del siglo XIX. También fue uno de los más firmes y porfiados defensores de la “Trinidad” que ha conocido la historia. Uno de los más grandes logros de su vida fue el descubrimiento del Manuscrito Bíblico más antiguo conocido por la humanidad, el “Códice Sinaítico”, en el Monasterio de Santa Catalina en el Monte Sinaí. Uno de los descubrimientos más devastadores hechos por el estudio de este manuscrito del siglo IV, fue que el Evangelio de Marcos originalmente terminaba en el versículo 16:8 y no en el versículo 16:20 como lo hace hoy día. En otras palabras, los últimos doce versículos (Marcos 16:9 a Marcos 16:20) fueron “agregados” por la Iglesia en la Biblia en algún momento del siglo IV. Clemente de Alejandría y Orígenes nunca citaron estos versos. Más tarde, se descubrió también que los mencionados 12 versículos, en los que se da cuenta de la “resurrección de Jesús”, no aparecen en los códices Siríaco, Vaticano ni Bobiensis. Originalmente, el Evangelio de Marcos no contiene mención alguna de la “resurrección de Jesús” (Marcos 16:9-20). Al menos cuatrocientos años (o más) después de la partida de Jesús, la Iglesia recibió inspiración “divina” para agregar la historia de la resurrección al final de este Evangelio.
El autor del Códice Sinaítico no tuvo duda de que el Evangelio de Marcos terminaba en Marcos 16:8; para enfatizar este punto, encontramos que inmediatamente después de este versículo, él cierra el texto con un garabato artístico y las palabras “El Evangelio según Marcos”. Tischendorf fue un acérrimo cristiano conservador, y como tal se las ingenió para hacer esta discrepancia a un lado, ya que, según su apreciación, Marcos no fue un Apóstol ni un testigo ocular del Ministerio de Jesús, haciéndolo secundario a aquellos que fueron Apóstoles como Mateo y Juan. Sin embargo, como se ve en otras partes de este libro, la mayoría de los eruditos cristianos de hoy reconocen que los escritos de Pablo son los más antiguos del Nuevo Testamento. Éstos son seguidos de cerca por el Evangelio de Marcos y se reconoce universalmente que los evangelios de Mateo y Lucas están basados en el Evangelio de Marcos. Este descubrimiento fue el resultado de siglos de estudios detallados y minuciosos de estos eruditos cristianos y los detalles no se pueden mencionar en este artículo. Es suficiente decir que los más reputados eruditos cristianos de hoy reconocen esto como un hecho básico indiscutible.
Hoy día, los traductores y editores de nuestras biblias modernas han comenzado a ser un poco más directos y honestos con sus lectores. Aunque no pueden simplemente admitir que estos doce versículos son falsificaciones de la Iglesia y no palabras de Dios, al menos están comenzando a llamar la atención del lector hacia el hecho de que hay dos “versiones” del Evangelio de Marcos, y luego dejan al lector decidir qué hacer con esas dos “versiones”.
Ahora, la pregunta es: “Si la Iglesia ha manipulado el Evangelio de Marcos, entonces, ¿se detuvo allí o hay más en esta historia? Sucede que Tischendorf también descubrió que el Evangelio de Juan ha sido fuertemente modificado por la Iglesia a través del tiempo. Por ejemplo:
1. Se encontró que los versículos Juan 7:53 a 8:11 (la historia de la mujer sorprendida en adulterio) no se encuentra en muchas de las copias antiguas de la Biblia disponibles para la cristiandad de hoy, específicamente, en el códice Sinaítico y el códice Vaticano.
2. También, se halló que Juan 21:25 fue una inserción posterior, y que un versículo del evangelio de Lucas (24:12), que muestra a Pedro encontrando la tumba vacía de Jesús, no se encuentra en los manuscritos antiguos.
(Para mayor información en este tema, por favor leer “Secretos del Monte Sinaí”, por James Bentley, Doubleday, NY, 1985.)
Muchos de los descubrimientos del Dr. Tischendorf con respecto a la continua e implacable manipulación de la Biblia a lo largo del tiempo, han sido verificados por la ciencia del siglo XX. Por ejemplo, un estudio del Códice Sinaítico bajo luz ultravioleta ha revelado que el Evangelio de Juan originalmente terminaba en el versículo 21:24, seguido de una pequeña “cola tipográfica”, y luego las palabras “El Evangelio según Juan”. Sin embargo, algún tiempo después, un individuo “inspirado” completamente diferente, tomó una pluma, borró el texto que seguía al verso 24, y luego agregó el texto “inspirado” de Juan 21:25, que encontramos en nuestras biblias de hoy.
La evidencia de manipulación sigue y sigue. Por ejemplo, en el Códice Sinaítico, el Padrenuestro de Lucas 11:2-4 difiere sustancialmente de la versión que ha llegado hasta nosotros a través de la mediación de siglos de correcciones “inspiradas”. Lucas 11:2-4, en los más antiguos de todos los manuscritos cristianos, dice:
“Padre, santificado sea Tu nombre, venga Tu reino. Hágase Tu voluntad así en la tierra como en el cielo. Danos a diario nuestro pan de cada día. Y perdona nuestros pecados, así como nosotros perdonamos a aquellos que están en deuda con nosotros. Y no nos dejes caer en tentación”.
Además, el Códice Vaticano es otro manuscrito antiguo en manos de los eruditos bíblicos que recibe la misma posición reverente que el Códice Sinaítico. Estos dos códices del siglo IV se consideran las copias más antiguas de la Biblia disponibles hoy en día. En el códice Vaticano podemos encontrar una versión de Lucas 11:2-4 aún más corta que la del códice Sinaítico. En esta versión incluso las palabras “Hágase Tu voluntad así en la tierra como en el cielo” no se encuentran.
Bien, ¿cuál ha sido la posición oficial de la Iglesia frente a estas “discrepancias”? ¿Cómo ha decidido la Iglesia manejar esta situación? ¿Han llamado a todos los eruditos de la literatura cristiana a reunirse en una conferencia masiva con el fin de estudiar conjuntamente los manuscritos cristianos más antiguos disponibles para la Iglesia y llegar así a un acuerdo común sobre cuál fue la verdadera palabra de Dios original? ¡No!
Entonces, ¿hicieron de inmediato su mayor esfuerzo por copiar de forma masiva los manuscritos originales y enviarlos por el mundo cristiano para que pudieran tomar sus propias decisiones respecto a cuál fue la palabra original e inalterada de Dios? De nuevo: ¡No!
Así que, ¿qué hicieron ellos? Preguntémosle al reverendo Dr. George L. Robertson. En su libro ¿De dónde obtuvimos nuestra Biblia? él escribe:
“De los manuscritos de la Sagrada Escritura en griego que aún existen, se dice que hay muchos miles de variaciones relevantes... Tres o cuatro en particular de estos viejos, desvanecidos y poco atractivos documentos constituyen los más antiguos y preciosos tesoros de la Iglesia Cristiana, y por tanto son de especial interés”. El primero en la lista del Rev. Richardson es el Códice Vaticano del cual él dice: “Este es quizás el más antiguo de todos los manuscritos griegos conocidos existentes. Fue designado como Códice 'B' en 1448, el Papa Nicolás V lo llevó a Roma, donde ha permanecido prácticamente desde entonces, siendo custodiado por oficiales papales en la Biblioteca del Vaticano. Su historia es breve: Erasmo en 1533 sabía de su existencia, pero ni a él ni a ninguno de sus sucesores se les permitió estudiarlo... llegando a ser virtualmente inaccesible para los eruditos hasta que en 1843 Tischendorf, después de meses de espera, finalmente fue autorizado a verlo por seis horas. Otro especialista, llamado de Muralt en 1844, dio asimismo un vistazo enojoso y rápido al códice por nueve horas. La historia de cómo las autoridades autorizaron (de forma inconsciente) al Dr. Tregelles en 1845, quien memorizó el texto página por página, es fascinante. El Dr. Tregelles lo hizo. Se le permitió estudiar el manuscrito por largo tiempo. En realidad, cada día que él entraba al cuarto donde se hallaba guardado el valioso documento, sus bolsillos eran registrados y toda pluma, papel y tinta le eran confiscados, si llevaba tales accesorios con él. El permiso de entrar, sin embargo, se repitió hasta que finalmente él había llevado consigo y anotado en su cuarto la mayor parte de las principales lecturas variantes de este texto antiguo. A menudo, sin embargo, si las autoridades papales observaban que él estaba demasiado dedicado a cualquier sección, le arrebataban el manuscrito y dirigían su atención hacia otra hoja. Eventualmente, descubrieron que Tregelles prácticamente había robado el texto, y que el mundo bíblico conocía los secretos de su manuscrito histórico. En consecuencia, el Papa Pío IX ordenó que debía ser fotografiado y publicado, y así se hizo, publicándose en cinco volúmenes en 1857. Pero el trabajo se hizo de forma muy poco satisfactoria. Para ese momento, Tischendorf hizo un tercer intento de acceder al manuscrito y examinarlo. Tuvo éxito, y más tarde publicó el texto de las primeras veinte páginas. Finalmente, entre 1889-90, con permiso papal, el texto entero fue fotografiado y facilitado en copia y publicado, de tal forma que estaba disponible un facsímil de las costosas cuartillas, que ahora se encuentran en todas las bibliotecas principales del mundo bíblico”[1].
¿A qué le temían todos los Papas? ¿De qué tenía miedo el Vaticano en conjunto? ¿Por qué el concepto de divulgar el texto de su copia más antigua de la Biblia al público en general les aterraba tanto? ¿Por qué consideraban necesario enterrar las copias más antiguas de la palabra “inspirada” de Dios en una esquina oscura del Vaticano para que nunca la vieran ojos foráneos? ¿Por qué? ¿Y qué hay acerca de los miles de miles de otros manuscritos que aún hoy permanecen ocultos en las bóvedas más profundas y oscuras del Vaticano para que no sean vistos o estudiados por las masas generales de la cristiandad?
“Cuando Dios concertó un pacto con la Gente del Libro diciendo: Deberéis explicárselo claramente a los hombres y no ocultarlo. Pero ellos le dieron la espalda y lo vendieron por un vil precio. ¡Qué mal hicieron!” (Corán 3:187)
“Di: ¡Oh, Gente del Libro! No os excedáis en vuestra fe tergiversando la Verdad, y no sigáis las pasiones de quienes se extraviaron anteriormente e hicieron que muchos [también] se extraviaran, y se desviaron del camino recto.” (Corán 5:77)
Volviendo a nuestro estudio de algunas de las “discrepancias” encontradas entre las biblias modernas y las copias más antiguas de la Biblia disponibles para unos pocos elegidos, encontramos que el versículo de Lucas 24:51 contiene el supuesto relato de Lucas de la partida final de Jesús, la paz de Dios sea con él, y cómo él fue “levantado hacia el cielo”. Sin embargo, como ya hemos visto, en el códice Sinaítico y otros manuscritos antiguos, las palabras “y fue llevado arriba al cielo” faltan por completo. El versículo sólo dice:
“Aconteció que, mientras los bendecía, se separó de ellos”.
C.S.C. Williams observó que si esta omisión era correcta, “no hay referencia alguna de la Asunción en el texto original del Evangelio”.
Algunas otras modificaciones “inspiradas” de la Iglesia al Códice Sinaítico que están en nuestras biblias modernas:
· Mateo 17:21 no aparece en el Códice Sinaítico.
· En nuestras biblias modernas, Marcos 1:1 dice: “Principio del evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios”. Sin embargo, en los manuscritos Cristianos más antiguos, este versículo sólo dice “Principio del evangelio de Jesucristo”. Curiosamente, las palabras que más lo separan del Corán musulmán, “el Hijo de Dios”, no aparecen en absoluto. ¿No es interesante?
· Las palabras de Jesús en Lucas 9:55-56 no se encuentran.
· El texto original de Mateo 8:2 como se encuentra en el Códice Sinaítico nos dice que un leproso pidió a Jesús que lo curara y Jesús “enojado extendió su mano y lo tocó, diciendo: —Quiero, sé limpio”. En nuestras biblias modernas, la palabra “enojado” curiosamente está ausente.
· Lucas 22:44 en el Códice Sinaítico y nuestras biblias modernas proclama que un ángel se apareció ante Jesús, fortaleciéndolo. En el Códice Vaticano, este ángel está extrañamente ausente. Si Jesús fue el “Hijo de Dios”, entonces es obvio que sería muy inapropiado para él necesitar de un ángel que lo fortaleciera. Este versículo debe ser entonces un error de transcripción, ¿verdad?
· Las presuntas palabras de Jesús en la cruz “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen” (Lucas 23:34) aparecían originalmente en el Códice Sinaítico paro fueron borradas posteriormente del texto por otro editor. Teniendo en cuenta cómo la Iglesia trataba a los judíos en el Medioevo, ¿podemos pensar en otra cosa distinta al hecho de que este versículo se interponía en las políticas de la Iglesia y sus “inquisiciones”?
· Juan 5:4 no aparece en el Códice Sinaítico.
· En Marcos 9:44, las palabras “donde el gusano de ellos no muere y el fuego nunca se apaga” tampoco se encuentran.
· En Mateo 5:22, las palabras “sin causa” que aparecen en la versión King James (y la Reina-Valera Antigua) no se encuentran en los códices Vaticano ni Sinaítico.
· Mateo 21:7 en nuestras biblias modernas dice: “Trajeron [los discípulos] el asno y el pollino; pusieron sobre ellos sus mantos, y lo montaron [a Jesús] en él”. En los manuscritos originales, este versículo dice: “y lo montaron [a Jesús] en ellos”. Sin embargo, la imagen de Jesús siendo puesto sobre dos animales al mismo tiempo y tratando de cabalgarlos a la vez, fue inaceptable para algunos, de modo que este versículo fue cambiado por “y lo pusieron [a Jesús] sobre él” (¿cuál “él”?). Tiempo después, la traducción al español eludió completamente este problema traduciendo “y Jesús montó”.
· En Marcos 6:11, nuestras biblias modernas contienen las palabras “De cierto os digo que en el día del juicio será más tolerable el castigo para los de Sodoma y Gomorra que para aquella ciudad”. Sin embargo, estas palabras no se encuentran en ninguno de los dos manuscritos bíblicos cristianos más antiguos, habiendo sido introducidos en el texto siglos después.
· Las palabras de Mateo 6:13 “tuyo es el Reino, el poder y la gloria, por todos los siglos” no se encuentra en los dos manuscritos más antiguos ni en muchos otros. El pasaje paralelo en Lucas también falta.
· Mateo 27:35 en nuestras biblias modernas contiene las palabras “para que se cumpliera lo dicho por el profeta: «Repartieron entre sí mis vestidos, y sobre mi ropa echaron suertes»”. Este pasaje, una vez más, de acuerdo al Rev. Merrill, no se encuentra en ningún manuscrito bíblico datado antes del siglo IX.
· 1 Timoteo 3:16 originalmente dice “Indiscutiblemente, grande es el misterio de la piedad: que se manifestó en carne”. Esto fue luego (como vimos anteriormente) muy sutilmente cambiado a “Indiscutiblemente, grande es el misterio de la piedad: Dios fue manifestado en carne…” Así, nació la doctrina de la “encarnación”.